V

El sol radiante de otoño dejaba salir sus rayos sobre el azabache y su acompañante; sus potentes rayos comenzaban a afectar a Akutagawa, andaba con esfuerzo y sentía el bochorno cada vez más fuerte.

——¿Cómo carajos hace tanto calor en pleno invierno? —Dijo, Masaki se limitaba a quedarse quieto y observarlo en silencio —Los estúpidos reporteros del clima dijeron que iba a hacer frío. No se puede confiar en los superiores ni tampoco en los del clima.

Sus quejas iban dirigidas a la nada, con cada segundo sentía su tez más roja y su frente empezaba a tener humedad.

—Te-te. —Balbuceo el bebé.

Ryūnosuke miro al niño extrañado.

—¿Ahora qué, enano? —Detuvo su andar para verle —. Si quieres otro oso de peluche de una vez te advierto que le hagas tus berrinches a alguno de tus padres porque de mi no vas a conseguirlo.

Masaki rió acostando su cabeza en el pecho del mayor, con su manita señaló a un costado. A su derecha se hallaba un amplio parque.

Este mismo estaba con un césped brillante, diversos juegos, los frondosos árboles con follage otoñal brindaban sombra a las bancas de madera y fierro; varias familias disfrutaban del día entre risas y juegos.

A Masaki se le iluminaban los ojos con la simple vista del lugar.

Inmediatamente el azabache siguió caminando firmemente.

—Definitivamente no iremos ahí.

Ignoro el puchero del menor y siguió hasta la esquina, espero a que el semaforo se pusiera en verde y le diera el pase. A su izquierda estaba una tienda de televisores, exhibiendolos en un canal aburrido de noticias.

Se entretuvo mirando el programa en espera.

"—Y el pronóstico del tiempo nos dice que Yokohama estará pasando por un día muy caluroso, esperamos temperaturas arriba de los 25°C. Un día perfecto para pasar el día en familia fuera de casa. —"

Termino de informarme la señorita, que él suponía, era la chica encargada de reportar meteorológicamente.

El pelirrojo lo miro espectante, Akutagawa le devolvió la mirada.

—¿Qué? Las personas del clima siempre se equivocan, ya nadie cree en los del clima —Sonrió confiado continuando observando como la chica pelirroja seguía con su informe pero de otros lugares —. Además mirala, con su maquillaje extravagante y su ropa aburrida de licenciada. No creo que diga la verdad. Creo que hasta Higuchi se arregla mejor que ella, y eso es decir mucho.

"—Según nuestros espertos no hay probabilidades de que las temperaturas baje hasta el atardecer; ¡Ideal para los amantes del calor!

Tal parecía que Masaki tenía la necesidad de recriminar su error, o eso intuyo cuando los ojos chocolate lo observaron. Regreso a su porte serio.

—Sigue siendo un no al parque.

El pelirrojo soltó un jadeo cuando caminaron por el cruce de pases a causa de la luz verde.

Se seguiría negando, a no ser que reconoció a una mata albina al otro lado de la calle. Gruñó con asco al reconocer de quien se trataba; su cara demostró el enojo y rabia que reinaba en sus venas; en un movimiento ágil y sutil regresó al lado contrario.

—Cinco minutos, mocoso. Solo por el calor, solo por el fastidioso e irritante calor.

Ahora su rostro igual estaba roja por la furia.

Llego a prisa, camino a la banca más cercana, afortunadamente esta se hallaba sola, primero sentó al gran peluche y las demás bolsas antes de permitirse sentarse.

Limpiaba el poco sudor de su frente con una manga de su abrigo, podía jurar que sus mejillas estaban rojizas.

Sintió a Masaki revolverse en sus brazos, extendía sus manos a un arenero cercanl, entendió que quería ir ahí.

Sin ánimos de tener que soportar otra vez los llantos del bebé, se levantó y puso a Masaki en el arenero; acercó el gusano amarillo y morado con ruedas que le había comprado junto con el conejo blanco con traje de peluche para que pudiera jugar.

Cuando vio al niño entretenerse regresó a la banca.

No despegaba sus iris del pelirrojo, evitando que ocurriera de nuevo el incidente de la tienda de jueguetes. Su atención a Masaki era tanta que no notó como la presencia de una anciana se iba a acercando a su derecha.

—Disculpe joven —Salió de su labor al ser llamado por la de cabellos blancos agarrados en una coleta alta, la mujer le dirigía una amigable sonrisa llena de dulzura y amor hogareño, sus manos arrugadas se aferraban a un saco viejo de pequeño tamaño, y, sus piernas se mantenían firmes con esas zapatilla con apenas 2 centímetros de tacón —¿Podría sentarme con usted?

Akutagawa la observó confundido, ¿Por qué querría sentarse junto a él habiendo tantas bancas disponibles? Relajo su semblante notablemente, haciéndolo notar como lo que era, un simple chico cuidando del hijo de un gran amigo. Solo eso.

Asintió despacio incorporandose de mejor manera. La anciana le regalo una bien formada reverencia y se digno a ocupar un lugar.

Ambos miraban al frente con un silencio pasivo.

—Que bonito bebé —Habló la mayor observando a Masaki con una ternura inexplicable en sus iris miel —No se parece mucho a usted, ¿heredó la apariencia de su madre?

Intuyó preocupada con el pensamiento de una infidelidad.

El azabache la miró por unos momentos, luego siguió observando como el pelirrojo enterraba a su conejo hasta los hombros.

—No es mi hijo, es el bebé de mi hermano, y si, heredó la apariencia de él. —Vociferó relajadamente.

—¡Oh que bueno, muchacho! Yo ya pensaba que te lo habían impuesto a la fuerza.

—Pues prácticamente sí, prácticamente lo dejo en la puerta de mi casa para que él pudiera hacer su trabajo. —Recordo como termino en esa situación y no pudo evitar chasquear la lengua.

—¿No lo cuida su abuela? Yo cuidaba de mi nieta cuando su madre iba al trabajo.

—Pues lo cuidaba mi... madre —Curiosó la forma en la que llamar a Kōyō, dejándolo salir con algo de trabajo —. Pero parece que hoy no tuvo tiempo, y yo fui la última opción.

—¿Tu hermano no ha pensado en adquirir una niñera?

—Parece que lo intento, pero a ese mocoso no le agrado la idea, entonces la nana renunció el primer día.

—¡Valgame Dios! —Alarmó la anciana dando un pequeño salto en su sitio—Bueno... Hay bebés un poco difíciles de tratar.

¡Ja! Y vaya que es difícil de tatrar el mocoso.

—Sí... Ya me dí cuenta.

—Pero debes quererlo mucho. —La mujer señaló con la mirada disimuladamente el gran oso de peluche.

—¿Eso? —Señaló al muñeco con el ceño fruncido —, Me armo un berrinche en la tienda para que se lo comprara. Es un niño muy caprichoso.

La señora rió con ternura.

—Que lindo —Sus ojos viajaron al bebé, este mismo trataba de hacer una montaña de tierra, cuando logro su cometido puso una hoja de algún árbol cercano en la cima. Las iris de la mujer se ampliaron cuando Masaki estrelló su gusano de juguete contra el montículo de arena—. Muy encantador.

El oji-gris se limitó a asentir sin despegar la mirada.

El silencio volvió a tomar su lugar, solo permitiendo que el sonido del viento lo interrumpiera.

La anciana abrió el pequeño saco, sus huesudos y largos dedos se intredujeron en el hueco, arrastrando consigo un poco de alpiste en ellos. La de cabello blanco lanzó al frente los dorados granos, esparciendolos por el césped.

Ante ese llamado, los pequeños pájaros bajaron de las copas de los árboles a degustar esas semillas.

Ryūnosuke observaba atentamente, como repetidamente los dedos graciles de la anciana repartían el alpiste.

—Mi esposo solía hacer esto cada que veníamos a un parque, siempre llevaba una bolsita de semillas en su cartera. Cuando lo conocí estaba sentado en un oxidado columpio, mirando los pájaros a sus pies con una sonrisa divertida —El azabache no entendía porqué la femenina le contaba esa anécdota como su se conocieran de toda la vida, pero debía admitir que le provocaba interés escucharla —. De novios nuestras citas siempre eran en ese viejo parque de nuestro pueblo natal, recuerdo que siempre decía: "Pobrecillos pajaritos, si no cantarán serían como una vieja hoja de papel arrugada, olvidados por el mundo. Pobres pajaritos, son como yo; volando desde temprano sin saber caminar, y, olvidados por la soledad".

«Yo solía bromear diciendo que amaba más a las aves que a mi. Él me regañaba contestando: "A ellos los compadezco porque ellos si pueden volar y huir; a ti te quiero porque me pusiste los pies sobre la tierra."

Akutagawa sintió por un leve instante una diminuta pisca de tristeza por aquel desconocido; como si la empatía le pinchara un dedo con una aguja.

—Muchos años después nos casamos, y en nuestro quinto aniversario, el tren en el que iba cayó por un puente.

La cara de Akutagawa se deformó en asombro.

—Mi hija y yo tuvimos que venir a Yokohama a reconocer su cuerpo, mi niña tenía cuatro años; me quedé sola en una ciudad desconocida y con una hija. Tiempo después me enteré que iba en ese tren para ir a revelar una foto nuestra de la primera cita que tuvimos... —La melancolía hizo presencia, acariciaba la nuca de ambos acompañantes, uno por un viejo recuerdo y el otro no sabía ni porque le afectaba —. Desde entonces en su memoria siempre vengo a este parque a darle comida a los pajaritos, como si mi Takahiro siguiera a mi lado.

El menor no sabía como contestar a la mujer, no entendía el sentimiento de una muerte de algún ser querido.

—... Yo solo he perdido a mi antiguo maestro, nunca conseguí su reconocimiento, ni estando a mi lado ni cuando se fue. Él fue el único que busco algo en mi, pero yo no pude nunca comprobar lo bueno que era. Supongo que por eso me afecto tanto el que se fuera; de alguna manera me abandono a mi también.

—Tienes un buen corazón muchacho.

El azabache la miro con sorpresa mal camuflageada.

—No cualquiera sale de la soledad tan fácil, sin embargo, esta también nos hace fuertes y a luchar por nuestros intereses —Otra sonrisa afligida —. Y respecto a tu mentor, no debería importante lo que piense, velo como una ventaja que te hayas librado de una persona tan egocéntrica.

Akutagawa curvó sus labios con ironía.

—Lo malo es que enamoró a mi hermano, y es el padre de ese mocoso desesperante.

—¡Por mis ancestros! Que lio de hombre.

Masaki interrumpió el cálido ambiente con un grito, cuando Akutagawa le puso atención el bebé señaló una pequeña resbaladilla.

Ryūnosuke suspiro antes de ponerse de pie.

—Tendrás que ponerle mucha atención si imita el egocentrismo de su padre. —El menor se regocijo con el bufido de la mujer.

Camino unos cuantos pasos en dirección al niño.

—Yo... lamento que haya perdido de esa manera a su esposo.

Compadeció sin atreverse a verle esos ojos miel.

—Mucha suerte con ese bebé, muchacho.

Otro grito lanzado por Masaki lo volvió a llamar. Cuando llegó a su lado, lo cargo junto a sus juguetes para ir al juego.

—¿Oíste, mocoso? No imites a Dazai-san sino quieres parecer irritante.

El pelirrojo rió animadamente.

—Tal vez sea bueno venir al parque de vez en cuando.

El oji-café aplaudió entusiasmado.

—No, definitivamente no, demasiada cursilería.






































✨Pinche frío de la chingadaaaaa, soy mexicana no oso polar. ✨

✨Me puse sentimental con el relato de la viejita y eso que me lo acabo de inventar mientras escuchaba a Taylor Swift 😞✨



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