III
Los subordinados de traje negro y lentes se encogían en su lugar al ver a Akutagawa pasar por los pasillos.
De por si, el ver al azabache caminar con su rostro serio causaba temor; el verle pasar con su habilidad activada cargando una mochila y pequeña cuna portátil con un bebé dentro era extraño —por no decir espeluznante—.
Ryūnosuke iba con un ceño aún más fruncido, ignoraba las miradas atentas a su persona.
Se concentró más en llegar al ascensor y poder irse de ese lugar...
Claro que eso no era posible teniendo a Higuchi como subordinada.
—Akutagawa-sempai~. —Gruñó enfadado al oír a sus espaldas la chillona voz de la rubia.
Apretó en repetidas ocasiones el botón del elevador.
Su ira incremento cuando tuvo a la menor a un lado suyo.
—¡Buenos días, Akutagawa-sempai! Revisé su agenda del día de hoy y parece que Chūya-san libero todas sus actividades. —La femenina igonaraba el hecho de que su superior tuviera a Rashōmōn activado.
—Sí, ya me di cuenta. —Para ese punto el pobre botón estaba a punto de romperse por la fuerza ejercida.
—Puedo invitarle su té favorito en la cafetería a la que suele frecuentar.
Su tono de voz denotaba admiración y esperanza.
«Que empalagosa.»
Pensó el oji-gris al verle de reojo y notar el tenue sonrojo en sus mejillas.
—Ya tengo compañía para esta mañana, Higuchi. —La alegría de la menor se esfumó en un momento, sentía como su corazón se apretujaba.
—¿C-cómo? —Tartamudeo dolida.
Antes de que Ryūnosuke pudiera responder un estornudo se escucho del lado contrario.
En ese momento la rubia notó la cuna que cargaba su mayor.
Sus ojos se abrieron con terror, se congeló en su lugar con miles de pensamientos inundandole.
¡¿Quién era ese bebé?!
¡¿Por qué su sempai lo cargaba?!
¡¿La compañía a la que se refería era la madre del niño?!
Su mente comenzaba a imaginarse mil escenarios diferentes, sus palmas buscaban refugio apretando su ropa.
Por su parte, Akutagawa se acercó a la cuna, tomó al bebé por debajo de los codos y lo puso frente a él.
Masaki tallaba su puñito en su ojo, el pequeño pataleaba ansioso.
El oji-gris, sacó un pañuelo rosa pastel y con el le limpió su nariz.
El niño rió emocionado mientras aplaudía.
Ryūnosuke suspiró. Como si sus súplicas fuesen escuchadas las puertas de metal se abrieron; rápidamente ingreso al elevador, se acomodó en una esquina un poco más relajado, con Masaki acercado a su pecho.
Al oír el timbre del elevador, Higuchi reaccionó y entró sin pensarlo. Aquella acción dio origen a un pequeño tic en el ojo del mayor.
Con un fuerte golpe presionó el botón que daba al primer piso.
Al tiempo que las puertas se cerraron un incómodo silencio de hizo presencia. Masaki miraba atento a ambos adultos, sus brazitos, naturalmente aferrados a lo poco que alcanzaba del pecho de Akutagawa.
Jaló levemente su camisa blanca, el azabache le prestó atención, Masaki señaló a una dirección indefinida junto a un balbuceo.
—Ella es Higuchi, es mi subordinada.
Un escalofrío recorrió a la rubio cuando su superior la nombró con su típica voz gruesa, su rostro se tiñó de un rosa chillón.
El bebé negó de inmediato, insistió con su manita.
—¿La pantalla? —Preguntó confundido viendo el diminuto televisor qué mostraba el número de pisos que recorría el ascensor.
El pelirrojo aplaudió y se removió inquieto. Ryūnosuke caminó a un lado de la menor y se colocó frente a lo que llamaba la atención del bebé.
Aquella acción ofendió de alguna manera a Higuchi, ¿cómo era posible que hasta un bebé la pasara de largo y se concentrará más en una pantalla con números?
El oji-gris ansiaba que el viaje terminará, sentía incómodo que su subordinada le viera cargar a un bebé.
—Akutagawa-sempai —Llamó la contraria —. ¿De quién es ese bebé?
¿Debería responderle con la verdad?
No es por nada que Chūya haya querido tener a su hijo bajo resguardo de la mafia.
—Es hijo de un amigo mío, no preguntes más.
La respuesta fue brusca y agresiva, sin embargo, el corazón de la rubia sintió una calma inimaginable.
El timbre del elevador sonó, las puertas se abrieron, siendo el azabache el primero en salir.
Con resignación dejó que su subordinada lo siguiera de cerca unos cuantos pasos detrás.
—¿Quiere que lo lleve a la cafetería, Akutagawa-sempai? —Giró su cabeza un poco para verla, seguía con su típica sonrisa animada, y ahora más renovada.
Asintió despacio y así seguir su camino, a sus espaldas podía sentir la alegría que desprendía su acompañante.
Masaki se asomaba por sobre su hombro —dejando solo ver sus grandes ojos marrones—, observaba atentamente a Higuchi. La femenina al notarlo le sonrió dulcemente; el bebé simplemente rió y se giro de nuevo, dehando su espalda recargada en el pecho del menor.
Al salir del edificio, un carro negro con vidrios polarizados los estaba esperando, Higuchi agradeció por el auto, mientras, Akutagawa sin inmutarse desactivaba su habilidad y se adentraba en la parte trasera del vehículo.
En sus piernas estaba el pelirrojo, este mismo, buscaba con curiosidad cualquier cosa que le llamase la atención. Ryūnosuke tapó su boca antes de toser discretamente.
Cuando la rubia entró al auto comenzó su recorrido.
El bebé, con ayuda del mayor, se paró en sus piernas, Akutagawa le sostenía de la cintura evitando que se cayera, Masaki tenía sus manitas cerca de la ventana cerrada, observaba atento todo el camino.
El oji-gris igual miraba hacia fuera, su mente le seguía diciendo lo mucho que iba a trabajar con ese niño. En especial siendo hijo de alguien tan explosivo como lo era Chūya.
Lo vió de reojo, el niño saltaba y balbuceaba contento cuando algo le gustaba. Entonces... ¿Cómo en un solo día se había quedado sin niñera?
Ese mocoso no tenía nada de amenazante, lo único que tenía era una increíble curiosidad y alegría inquietante.
Maldita sea esa niñera que ya no quiso cuidar del niño.
Y maldito sea Chūya, dejándole el trabajo de una nana. Y maldita sea su falta de confianza hacia él al ocultarle que tenía un hijo con Dazai.
—Akutagawa-sempai, ya llegamos.
Salió de su burbuja de pensamientos gracias a la voz de Higuchi, miró por la ventana y divisó el establecimiento frente a él.
Carraspeo un poco, agarró sus pertenencias y las de Masaki, puso al bebé en su cuna y abrió la puerta del coche.
—¿Vengo por usted, Akutagawa-sempai? —Preguntó antes de que saliera del vehículo.
—Caminaré —Cerró la puerta con cuidado, le dio la espalda y dio un par de pasos.
«—Deberías de ser un poco más amable con ella. —Dijo Chūya mirando a Higuchi a la distancia.
—No quiero que lo malinterpreté. —Excuso sin prestar atención.
—Sólo se amable con ella, pobre chica, mira que fijarse en alguien tan amargado como lo eres tú.
Chūya liberó una risita por el ceño fruncido del menor.»
—Gracias, Higuchi. —Murmuró débilmente.
Su corazón dio un vuelco hasta el cielo, podía sentir como este quería salir de su pecho y confesarle sus sentimientos a su superior.
Su única reacción fue asentir repetidamente con un rostro torpe y enamorado.
Se recargo en el volante admirando como el azabache ingresaba a la cafetería.
Ambos estaban sentados en una mesa cerca de un vitral.
Masaki se encontraba en una silla para bebés frente a él, Akutagawa leía el menú buscando con que acompañar su té.
En su distracción un mujer castaña y ojos cafés se posó frente a él.
—Buen día, ¿puedo tomar su orden?
Interrogó amablemente la castaña con una sonrisa coqueta.
Un sentimiento de repulsión se incrustó en su garganta.
Ryūnosuke creía que junto a Chūya compartían un odio común por las camareras y no era para menos cuando cierto castaña se la pasaba coqueteando con una.
—Un té de higo con unas galletas de jengibre y miel. —Pidió regresando sus iris al papel delante.
Escuchaba como la femenina escribía su pedido en su pequeña libreta con un lápiz con rastros de lápiz labial.
—Bien, ¿y para el caballerito de aquí?
Con cuidado presionó la mejilla del oji-marrón, el bebé rió con un rubor tierno en sus niveas.
El azabache elevó sus ojos por sobre el menú. Había olvidado la presencia de Masaki.
—¿Qué te deja comer tu mamá, enano? —Se golpeó mentalmente al decirle "mamá" a Chūya y esperar la respuesta del bebé.
Masaki balbuceo golpeando la mesita de la sillita, Ryūnosuke buscó algo comestible para un bebé.
—Am.... Un zumo de naranja... Con... Un flan de manzana.
—Uuy, a alguien lo consienten mucho.
La oji-café le hizo cosquillas cerca de su pancita, el pelirrojo se removió emocionado, ponía una de sus manitas sobre las de la mayor.
—No te recomiendo hacerle eso, a no ser que quieras que te vomite. Además, no le gustan los extraños.
Mencionó el azabache fingiendo leer el panfleto, era mentira, no conocía muy bien al mocoso; pero podía jurar que no era de los que vomitaba. La camarera abrió los ojos con sorpresa, discretamente alejó su palma del bebé.
Hizo una reverencia y así retirarse por los pedidos.
Cuando estuvieron solos, Akutagawa se le acerco hasta tenerlo de frente.
—Eres igual que Dazai-san, con su mismo interés descarado por las meseras.
El pelirrojo soltó una larga risa.
—¿De qué te ríes, enano? —Le dio un toquesito con su dedo índice en la nariz —. Por agradecimiento deberías parecerte a Chūya, no a él.
El oji-café balbuceo moviendo agitadamente sus brazos.
—Mejor aún, se igual que yo. Yo soy un hombre libre, soy independiente, me mantengo por mi mismo, tengo una habilidad increíble; me respetan y no tengo que darle cuentas a nadie.
Una sonrisa de orgullo deslumbró por sus pálidos labios.
La mesera llegó con una charola y con ella sus platillos, colocó el correspondiente a cada uno.
Ryūnosuke puso sobre el cuello de Masaki un babero azul con un dibujo de ranita en el, sacó de la pañalera unos cubiertos amarillos de plástico y los puso al lado del plato.
—Bien, enano, espero que te guste, y sino, vomitale a la camarera o a cualquier otro que no sea a mi.
El oji-gris dio un largo sorbo a su té, sintió una sensación rencorfortante al momento que el líquido caliente tocaba su garganta.
Vío al frente y encontró a Masaki tratar de partir el flan con la cucharita.
Suspiro derrotado antes de comenzar a picar el platillo en trozos pequeños; el bebé balbuceo mientras se concentraba en agarrar una porción con sus cubiertos.
Sus mofletes se mancharon con un poco de jarabe, sin embargo, parecía no importarle porque seguía degustando su postre.
Ryūnosuke probaba de vez en cuando sus galletas con uno que otro sorbo de té.
—¡Leta!
Abrió los ojos con sorpresa al ver como Masaki extendía sus palmas a la mano en que tenía una galleta.
—... ¿Cómo?
—¡Leta! —Sus iris iban del bebé a la galleta en repetidas veces.
—... ¿Quieres una galleta? —El pelirrojo asintió. Aún resignando le otorgó la galleta qué tenía en mano.
Inmediatamente el pequeño le dio una mordida, su rostro hacia muecas con cada masticada que daba.
Nunca había probado el jengibre, y aun así le gustaba.
Akutagawa suavizó su semblante al notarlo tan feliz comiendo su galleta.
—Por lo menos tenemos algo en común, mocoso.
✨Ayuda, ya no sé con quien haría bonita pareja Akutagawa, porque con Atsushi me gusta el como se complementan y entienden.
Pero con Higuchi se me hace una relación muy bonita también.
Ocupo opiniones ₍՞◌′ᵕ‵ू◌₎♡ ✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top