Capítulo 6
"Territorio Americano"
Narrador omnisciente.
El avión aterrizó con suavidad en la pista privada. La brisa cálida de Brasil acarició el rostro de Adira mientras descendía por las escaleras, aceptando el brazo que Bastian le ofreció para ayudarla a bajar.
Alex bajó tras ella, seguido por el resto del grupo. Adira cerró los ojos por un instante, dejando que el sol la envolviera antes de colocarse sus gafas oscuras, protegiendo su mirada de la intensa luz.
Mientras descargaban las pertenencias, ella observaba en silencio. Tener un jet privado era, sin duda, una de las mayores ventajas de su posición. Viajar en primera clase, disfrutar de comodidades exclusivas... aunque lo detestaba la mayor parte del tiempo, no podía negar que había momentos en los que se permitía disfrutarlo. Tener tanto dinero y poder a su disposición le resultaba útil, aunque no fuera siempre satisfactorio porque odiaba saber de donde provenía ese dinero.
- ¿El cargamento de armas? -preguntó a Viktor en cuanto lo vio acercarse.
- Lo están bajando. Todo en orden.- respondió con seguridad.
Adira permaneció alerta, supervisando cada caja y asegurándose de que todo estuviera en perfectas condiciones. Nada podía pasar desapercibido. Justo cuando descargaron las últimas cajas, notó un grupo de hombres acercándose desde el otro extremo de la pista. Vestían de negro, con una postura rígida y decidida que no dejaba lugar a dudas sobre su naturaleza.
Bastian detectó el mismo movimiento y desvió su atención hacia ellos, al igual que Jonathan.
- Supongo que son nuestros socios.- comentó el castaño, dando algunos pasos en dirección a los recién llegados.
Adira, en cambio, se quedó en su lugar, observando cómo Jonathan estrechaba la mano del que parecía ser el líder del grupo: un hombre de piel bronceada, imponente altura y una expresión calculadora. Su mirada se desvió hacia Adira, y aunque Jonathan continuaba hablando a su lado, parecía más interesado en ella.
- Ese es Thiago Souza.- susurró Viktor junto a ella.- Cabecilla de la mafia brasileña.
Thiago comenzó a avanzar hacia Adira con pasos firmes, su presencia irradiaba autoridad. Sin embargo, antes de que pudiera acercarse demasiado, Bastian y los hombres que escoltaban a Adira se posicionaron de inmediato, formando un escudo protector alrededor de ella.
Jonathan puso los ojos en blanco, exasperado, mientras Thiago esbozaba una sonrisa divertida ante la escena.
- Rousseau, no seas ridículo. Es el señor Souza.- dijo Jonathan, con un tono de advertencia.
A pesar de la orden, Bastian no abandonó su posición, y los demás hombres tampoco. Jonathan, visiblemente irritado, avanzó un par de pasos hacia Bastian, hablando entre dientes.
- Rousseau. Muévete.
Bastian mantuvo la mirada fija al frente, ignorando la orden. El momento resultaba casi cómico: un simple subordinado desobedeciendo a Jonathan, un hombre que ostentaba tanto poder.
Adira evaluó la situación en un segundo. Con un gesto firme, calmó a Bastian, mostrando a Thiago y a todos los presentes, que ella, y solo ella, controlaba el escenario.
- Bastian.- dijo con voz firme, alzando una mano.- Está bien.
El hombre giró la cabeza hacia ella y, al recibir un leve asentimiento, retrocedió, al igual que el resto de los escoltas.
Adira sintió la furia de Jonathan reflejada en su mirada; odiaba que ella tuviera esa clase de control sobre los nuances. Thiago, por su parte, observaba con interés, levantando las manos en señal de calma mientras hablaba en un portugués fluido y con un acento marcado.
- No vengo a causar problemas. Soy el brasileño- dijo, extendiendo una mano hacia Adira.- Thiago Souza. Un placer conocerla, "Dama de Acero"
Adira lo miró con detenimiento, pero no tomó su mano.
- Un gusto.- respondió ella aunque seguia sin corresponder su saludo.
Bastian, atento, dio un paso al frente y extendió la suya en su lugar. Aunque por un momento pareció que Thiago podría sentirse ofendido por su actitud, simplemente arqueó una ceja con curiosidad antes de estrechar la mano de Bastian.
- No se ofenda.- dijo Adira con tono sereno.- Tengo cierta aversión al contacto físico.
- Entiendo.- respondió Thiago, relajado.- Estoy aquí para escoltarlos a la propiedad. Me encargo de recibir personalmente a mis... aliados.
Adira lanzó una mirada hacia Alex, indicándole con un gesto que se acercara. Él obedeció de inmediato, caminando hacia ella con pasos firmes.
- Él es Alex, mi hermano.- dijo Adira, presentándolo ante Thiago.
- Un gusto, señor.- respondió Alex mientras estrechaba la mano del brasileño con respeto.
Adira siempre se aseguraba de darle su lugar a Alex, algo que pocos hacían. Mientras tanto, Jonathan, de pie a un lado, negó con la cabeza en silencio, claramente molesto por la formalidad.
Thiago dirigió entonces su atención hacia Viktor, quien había permanecido al margen de la conversación, observando con calma.
- Un gusto tenerte de vuelta, viejo socio.- dijo Thiago con una sonrisa contenida.
- Encantado de hacer negocios contigo.- respondió Viktor, devolviéndole el gesto.- El señor Smith también está complacido, aunque lamenta no poder estar aquí. Tenía asuntos pendientes.
- Pero nos envió a nosotros en su lugar.- interrumpió Jonathan, adoptando un aire de autosuficiencia.
Adira rodó los ojos bajo sus gafas oscuras, un gesto que pasó desapercibido para todos.
- Las armas están listas para usted. Espero que sean de su agrado.- dijo Adira, señalando con un leve movimiento de la mano las cajas apiladas en la pista.
- He oído maravillas de su trabajo. Estoy seguro de que no me decepcionarán.- comentó Thiago, observando las cajas con evidente interés.
Era bien sabido que las armas diseñadas por Adira eran las más codiciadas en el mercado, un testimonio de su habilidad y precisión.
- Si me permiten, mis hombres les indicarán el camino. Están ansiosos por empezar a planear nuestro espectáculo.- añadió Thiago.
El grupo se puso en marcha, dirigiéndose a los vehículos que el brasileño había dispuesto para transportarlos. Thiago caminaba junto a Adira, manteniendo un ritmo relajado. No pudo evitar plantearle una pregunta mientras avanzaban.
- Ya que estamos, debo preguntarle algo.- dijo, mirando por encima del hombro hacia Bastian, quien caminaba unos pasos detrás de Adira.- ¿Dónde consigue hombres tan leales a usted? Es impresionante cómo la obedecen solo a usted.
Adira sonrió de lado, un gesto lleno de orgullo.
- No hay hombres así en estos días. Supongo que tuve suerte.
La realidad era mucho más profunda. La lealtad hacia Adira no provenía del temor ni de la obligación, sino del respeto genuino. Cada persona que la seguía lo hacía porque ella había hecho por ellos mucho más de lo que cualquier otro líder podría haber ofrecido.
Adira no era como Jonathan ni Smith. Había algo único en ella: una capacidad innata para preocuparse por los demás más de lo que se preocupaba por sí misma. Esa empatía y compromiso eran lo que la convertían en una líder distinta, y, para muchos, en alguien irremplazable.
Todos fueron rápidamente trasladados a la propiedad de Thiago, el lugar donde permanecerían durante su estadía en Brasil. Al llegar, los invitados observaron el entorno con detenimiento, impresionados y, en algunos casos, disgustados por lo que veían.
Adira se quitó los anteojos de sol mientras su mirada atravesaba la ventanilla del coche. Frente a ella, una majestuosa mansión se alzaba detrás de un alto muro de piedra. El portón de hierro, decorado con intrincados detalles de oro, se abrió lentamente con un chirrido metálico, revelando un patio que parecía diseñado para deslumbrar.
El jardín, aunque cuidado al detalle, caía en el exceso con estatuas que intentaban transmitir sofisticación. Cuando el coche se detuvo, ella descendió con una elegancia natural y comenzó a caminar hacia el interior de la propiedad, aceptando la invitación de Thiago.
Adira notó de inmediato las joyas y artefactos que decoraban las paredes del vestíbulo. No eran solo piezas caras, sino objetos claramente robados, un testimonio descarado de las actividades ilícitas de Thiago. A pesar del lujo que la rodeaba, había algo vulgar en el conjunto. Todo parecía gritar una desesperada necesidad de demostrar poder y riqueza, un contraste marcado con quienes realmente los poseían de manera innata.
Jonathan, Alex y Adira compartieron una breve mirada cargada de entendimiento. Los tres notaron lo mismo: aquellos delincuentes que llevaban joyas enormes y relucían sus armas en público parecían querer validar su poder con artilugios innecesarios.
Para ellos, el poder verdadero no necesitaba adornos. Jonathan había crecido rodeado de riqueza genuina, esa que no se ostenta porque es parte de tu esencia. Su porte elegante era innegable, fruto de su educación. Alex, aunque menos interesado en la riqueza y siempre a la sombra de Jonathan, compartía esa distinción natural que venía con el apellido Smith, destacando sin esfuerzo y sin recurrir a excesos.
Adira, por su parte, siempre había sido diferente. Incluso en su época más oscura, en el prostíbulo, mantenía un aura de exclusividad y misterio que la separaba del resto. Pese al infierno que vivió, jamás fue "una más". Y cuando su verdadera familia la acogió, fue tratada como la reina que era. Su porte y actitud la hacían brillar, eclipsando cualquier joya que pudiera llevar. Las joyas no la embellecían; ella hacía que las joyas lucieran mejor.
Mientras caminaban por el interior de la mansión, la presencia de los tres sobresalía por encima del lujo estridente que los rodeaba. No necesitaban cadenas de oro ni diamantes exagerados para destacar. La elegancia de los tres era algo natural, un reflejo de quienes eran, y no de lo que portaban.
Thiago, aunque intentaba impresionar con su riqueza, no podía evitar darse cuenta de que la verdadera autoridad en esa sala no provenía de los objetos ostentosos que llenaban su casa, sino de esos tres que caminaban como si el mundo les perteneciera.
Aunque Jonathan y Adira estaban acostumbrados a moverse en ambientes cargados de tensión, donde las apariencias lo eran todo, Alex no compartía esa familiaridad. Había pasado la mayor parte de su vida en las sombras, invisible incluso para aquellos que deberían haberlo valorado. Nunca recibió la atención o el reconocimiento que merecía, y ese vacío lo había hecho dudar constantemente de su lugar en el mundo.
Ahora, rodeado de hombres como los de Thiago, sus miradas burlonas y evaluadoras lo hicieron sentirse pequeño. Notaba cómo lo analizaban, buscando debilidades en su porte o actitud, como depredadores acechando a la presa más fácil. Aunque Alex intentaba mantener la compostura, la incomodidad lo traicionaba en pequeños gestos: un hombro encogido, una mirada desviada, una respiración ligeramente más rápida.
Adira, siempre atenta, captó al instante su inquietud. Durante los años, ambos aprendieron a entenderse. Sabía lo que sentía antes de que él mismo lo reconociera.
- Mentón en alto, Alex.- le susurró mientras se inclinaba levemente hacia él, sin que nadie más lo notara.- Que no te intimiden.
Alex parpadeó, sorprendido por su intervención. Sus ojos buscaron los de su hermana, y en ellos encontró algo que necesitaba: confianza. Inspiró profundamente y asintió con discreción. Enderezó los hombros, elevó el mentón y miró al frente con renovada determinación. Era un gesto pequeño, pero cargado de significado.
Estar junto a Adira siempre lo hacía sentir más fuerte. No porque ella lo protegiera físicamente, sino porque le daba algo mucho más valioso: apoyo incondicional. Desde que habían comenzado a trabajar juntos, ella se había encargado de demostrarle que no era débil, que no necesitaba ser como Jonathan ni como su padre para ser alguien digno. Alex tenía su propia fortaleza, pero Adira sabía que aún estaba aprendiendo a verla.
Mientras avanzaban por la sala, los hombres de Thiago continuaban observándolos. El anfitrión, en particular, estudiaba cada detalle con una sonrisa calculadora. Finalmente, rompió el silencio con una voz firme y cargada de formalidad.
- Estamos encantados de tenerlos de nuestro lado.- dijo en perfecto portugués, dejando que sus palabras flotaran en el aire por un momento.- En este mundo, el nombre lo es todo, y el de ustedes ya pesa bastante.
Jonathan, siempre seguro de sí mismo, respondió antes de que alguien más pudiera hacerlo.
- Estamos más que listos para ponernos en marcha.- dijo con una sonrisa egocéntrica que parecía hecha a medida para el ambiente.
Adira observó la escena con cautela. Aunque su semblante denotaba confianza, su mente estaba en alerta constante, consciente de que cada decisión podía ser crucial.
Al entrar en una de las habitaciones privadas de Thiago, un espacio donde la opulencia se reflejaba en cada detalle, desde los muebles tallados hasta los candelabros de cristal, Adira, Jonathan y Alex se sentaron alrededor de una mesa baja. En el centro, descansaban una bandeja con copas de vino y un mapa detallado del salón de eventos donde tendría lugar la fiesta.
Thiago se acomodó en un sillón al otro lado de la mesa, con una sonrisa que no ocultaba su entusiasmo. Viktor, de pie a su lado, vigilaba la conversación con atención.
- Bien.- Adira deslizó su mirada por el mapa, deteniéndose en cada punto clave.- ¿Por dónde empezamos?
Thiago se inclinó hacia adelante, señalando una sección en el ala este del edificio.
- Los artefactos del ala este.- dijo con voz firme.- Joyas de alto valor histórico, piezas de oro macizo y un par de documentos muy importantes. Además, hay un par de reliquias que no podemos dejar pasar.
Viktor intervino, cruzando los brazos.
- La fiesta será en un salón exclusivo, una mezcla de evento social y subasta. Solo las familias más adineradas y las personas con conexiones importantes tendrán acceso. Por supuesto, todo está repleto de seguridad, desde cámaras hasta sensores en las piezas más valiosas.
Thiago sonrió, sacando de su bolsillo un sobre negro con bordes dorados.
- Eso no será problema.Ya me encargué de conseguir invitaciones especiales para cada uno de nosotros.- repartió las invitaciones con un gesto teatral.- Ahora, lo complicado será cómo sustraer las piezas y salir sin levantar sospechas. Las cámaras y sensores no son juego de niños, y las piezas están guardadas en un cuarto de seguridad hasta la subasta.
Adira tomó la invitación y la observó brevemente antes de devolverle la sonrisa a Thiago.
- Nada de eso será un problema.- su tono era seguro, casi desafiante.- Hemos superado cosas peores.
Jonathan asintió, cruzando una pierna mientras hablaba con un aire confiado.
- Podemos encargar a nuestros hombres las distracciones necesarias. Y que se infiltren entre los hombres de la seguridad.
- ¿Y cómo piensan evitar que nos detecten?- Thiago arqueó una ceja, intrigado.- El sistema está sincronizado con las bases de datos de cada oficial. No será tan fácil reemplazar a alguien sin que lo noten.
Fue Alex quien rompió su silencio. Había permanecido observando y escuchando todo con detenimiento, pero ahora tomó la palabra con firmeza.
- Puedo encargarme de eso.- su tono, calmado pero seguro, atrajo la atención de todos.- Investigué el sistema de seguridad. Las identificaciones magnéticas que llevan los oficiales contienen toda su información. Sólo necesitamos quitárselas a algunos y reemplazar sus datos por los nuestros. Son tantos oficiales que no se reconocerán entre ellos. Si me dan acceso, puedo hacer que el sistema registre a los nuestros como parte del equipo de seguridad.
Viktor soltó un silbido bajo, claramente impresionado.
- ¿Y las cámaras? ¿Podrías manipularlas también?- pregunto Thiago.
Alex asintió, apuntando al mapa.
- Mientras hackeo las cámaras y el sistema principal, ustedes se ocupan de asegurar las salidas. Además, puedo hacer que los sensores no detecten que las piezas han sido sustituidas. Simplemente reemplazamos las originales por réplicas exactas. Para cuando alguien note la diferencia, ya estaremos lejos.
Adira esbozó una sonrisa orgullosa al escuchar el plan de su hermano.
- Eso nos da el tiempo suficiente para actuar sin problemas. Tú te encargas del sistema, Thiago asegura las rutas de escape. Nosotros reemplazamos a los oficiales por nuestros hombres. Y luego robamos las piezas.
Alex examinó el mapa con atención, señalando una ruta en particular.
- Estas salidas traseras son las más discretas. Podremos usarlas una vez que todo termine. Pondré a mis hombres en puntos estratégicos para cubrir cualquier eventualidad.
- ¿Crees que puedas sincronizar todo a tiempo? La fiesta estará llena de ojos.- Thiago, con los brazos aún cruzados, miró a Alex.
- Lo haré. Sólo necesito que los identificadores estén en mis manos antes de que entremos. Todo lo demás será cuestión de minutos.
- Podemos conseguirlas.- dijo Adira y Thiago sonrió con aprobación.
- Perfecto.- se reclinó en su asiento, complacido.- Hoy robaremos una fortuna, y lo mejor de todo, nadie lo sabrá hasta que sea demasiado tarde.
Adira tomó su copa de vino, alzándola ligeramente hacia el grupo.
- Por nosotros, entonces. Que esto sea un éxito.
Los demás levantaron sus copas en un brindis silencioso, sellando el plan con un gesto solemne. La habitación estaba cargada de tensión, pero también en la idea de que era un plan perfecto, cada uno conocía su papel. El ambiente estaba impregnado de ambición y codicia, mientras cada uno de los presentes visualizaba el botín que pronto tendrían en sus manos.
Sin embargo, lejos de Brasil, en Boston la situación tomaba un giro peligroso. Black ingresó al despacho del Director General con un informe detallado sobre los últimos movimientos sospechosos. Según la información que había recabado, un avión había llegado a Brasil desde Francia apenas unas horas antes. Los nombres en la lista de pasajeros no dejaban lugar a dudas: Thiago Souza estaba involucrado en una operación delicada, y junto a él habían llegado Adira y Jonathan.
El Director General recibió el informe con una expresión tensa. La presencia de Adira era suficiente para confirmar que algo grande estaba en marcha. La noticia lo golpeó, ya que Adira seguía en su corazón y era imposible dejar de amar a la que antes había sido su hija.
La decisión del Director fue rápida y certera. Notificó a Luke, quien era el más capacitado para esta misión, quien reaccionó de inmediato al recibir la información. Al leer el informe, su corazón dio un vuelco al ver el nombre que jamás dejó de atormentarlo: Adira. La mezcla de emociones lo golpeó con fuerza. Sabía que esta misión lo llevaría a enfrentarse nuevamente a ella, pero esta vez no permitiría que las emociones nublaran su juicio.
Luke comenzó a preparar a su equipo con eficiencia. No había espacio para la duda. Su único objetivo era capturar a quienes estuvieran implicados y, sobre todo, asegurarse de que Adira no escapara de la justicia. A pesar de los años de separación, su presencia en el caso hacía imposible que pudiera ignorar el impacto que ella aún tenía sobre él.
Mientras tanto, en Brasil, Adira seguía concentrada en los detalles del robo. Las piezas del plan parecían encajar perfectamente, pero la sensación de que algo no estaba bien no dejaba de rondarla. Lo que ella no sabía era que, a miles de kilómetros, las fuerzas de su pasado se movilizaban rápidamente. El encuentro con Luke era inevitable, y esta vez, el desenlace prometía ser distinto.
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Holaa, volví. Este capítulo lo subo especialmente hoy, ya que hemos llegado a 5k de votos, muchísimas gracias por eso.
Falta poco para que se reencuentren. (se que lo vienen esperando) así que nada, nos vemos en una próxima actualización.
Pd: los "nuances" son las sombras, los soldados de la mafia francesa. (Bastian es el jefe de ellos)
Arriba una imagen de Adira y Sebastian.
Besos. Lour.
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