Capítulo 5
"Voces que atormentan"
Adira.
Me estoy ahogando. El agua helada entra en mis pulmones como cuchillas ardientes. Lucho, me aferro desesperada al borde del barril, intentando impulsarme hacia la superficie. Pero unas manos frías y crueles me sujetan con fuerza, hundiéndome sin piedad una y otra vez.
Por un instante, logro salir, jadeo, tomo una bocanada de aire que sabe a alivio, pero esas manos vuelven a empujarme, sumergiéndome sin tregua. Mis pulmones están al borde de estallar, la desesperación se convierte en pánico. No puedo escapar.
Oigo sus risas, distorsionadas y lejanas, cuando consigo emerger por un segundo. Me agarran de los hombros, me zarandean y sueltan un par de golpes en mi rostro para asegurarse de que siga consciente, de que aún pueda sufrir.
- Resistes bastante, niña.- dice uno de ellos, burlón, mientras sus carcajadas se mezclan con las de su compañero.
Mis ojos, hinchados y ardientes, se entreabren lo justo para capturar el rostro del que se ríe frente a mí. Es una cara que grabo en mi mente, una que nunca olvidaré, porque cuando salga de aquí, él será el primero en pagar.
Sus risas perforan mi cabeza, se clavan como agujas que se repiten una y otra vez en mi mente. El lugar empieza a girar; siento un dolor punzante en la sien y llevo las manos a la cabeza, intentando arrancar esas voces, esas risas. Es insoportable. Mi pecho se cierra, como si me estuvieran ahogando de nuevo. Trato de respirar, de aferrarme a la vida que parece desvanecerse entre mis dedos. Las lágrimas saladas corren por mi rostro, empapandome.
Y de repente, todo se detiene. El aire regresa, y las manos que me empujaban han desaparecido.
Pero no hay alivio. Mis pies tocan un suelo húmedo y frío. Miro alrededor y veo que estoy rodeada de rejas, encerrada en un pozo de pelea. Levanto la vista y ahí están, rostros en las sombras que me observan desde arriba, gritando como animales hambrientos de sangre.
Las paredes y el suelo se tiñen de rojo. Miro hacia abajo y veo la sangre escurriendo hasta mis pies, envolviéndome. Tiemblo al ver mis manos... están cubiertas de sangre. Siento la humedad pegajosa y el peso de cada gota recorriéndome los dedos. ¿Es mi sangre... o de alguien más? Ya ni siquiera puedo diferenciarlo.
No, no, no.
Las voces siguen y yo quiero callarlas para siempre. Sé lo que he hecho, y no me siento bien, no me siento orgullosa.
Los gritos aumentan, los golpes contra las rejas no cesan. El sonido me envuelve, y me consume. Quiero huir, pero sus voces se clavan en mi cabeza hasta hacerme caer de rodillas.
"Basta, basta", me repito, desesperada por escapar de sus risas, de sus ecos, mientras me cubro con mis brazos.
Y entonces, una mano me sacude ligeramente.
Despierto sobresaltada, y, por instinto, desenfundo la navaja oculta en mi manga.
- ¡Ey, ey! Tranquila.- el hombre frente a mí alza las manos.- Soy yo.
Exhalo y guardo la navaja, pasándome una mano por el rostro.
- Perdona, no quise asustarte.- se disculpa.
- ¿Cuándo llegaste?- pregunto, aún recobrando la calma.
- Recién. Tenía que arreglar algo en una de las propiedades. Lamento haber tardado tanto.
Asiento, mirando a mi alrededor. Estoy en la mansión, en la sala de control. Todo está en orden.
Solo fue una pesadilla.
Alex estaba enseñándome unos planos sobre ideas nuevas cuando de repente tuvo que encargarse de algo, no me había dado cuenta de cuánto tiempo pasó, que terminé quedándome dormida.
Odio esas malditas pesadillas, esas voces que se cuelan en mi cabeza atormentandome. Esos recuerdos que no me dejan en paz.
Alex me observa y, sin necesidad de que pregunte, le respondo.
- Estoy bien.- le aseguro.
- No dije lo contrario.
- No, pero tu mirada sí.
Me pongo de pie y me acerco a la mesa con los planos. Los reviso de nuevo.
- ¿Pesadilla?- pregunta, poniéndose a mi lado.
- Un recuerdo.- aclaro sin apartar la vista.
- Yo también a veces los tengo.- lo miro, y su sonrisa triste me devuelve algo de paz.- Por cierto, Smith me pidió decirte que hay una reunión sobre lo de Brasil en su oficina.
Inclino la cabeza hacia atrás, agotada, suspirando.
- No puedo creer que tendré que pisar América.
Alex observa alrededor antes de pulsar el botón que sella la sala y activa el sistema de bloqueo de escucha.
- ¿Temes cruzarte con el Comandante?- pregunta.
Dudo un segundo.
- Un poco. Si interviene y enfrentamos a la ASPA, no podré protegerlo... y eso significa que debo pelear contra él.
- ¿En serio piensas que tu familia cree que ahora formasparte de la Mafia por voluntad propia?- pregunta.
- Dejé demasiadas pruebas en mi contra.
- Si, pero aún asi ¿crees que se tragaron tu mentira? Quiero decir, si yo fuera ellos, jamás lo creería.
La manera en que lo dice, le da vida a mi pobre alma, y es por eso que sonrío ante sus palabras. Me inclino y beso su mejilla, para luego apoyar mi cabeza en su hombro.
- Algún día, cuando sepan la verdad, todo será más fácil.- dice, acariciando mi hombro.
Eso espero.
Yo decidí que me odiaran para hacer el dolor más llevadero, pero a este punto ni siquiera creo que me odien, más bien, creo que se sienten decepcionados por mi "mentira y traición"
Sin embargo, cada día me digo que cuando llegue el momento, haré todo para demostrarles que durante todo este tiempo, todo lo que hice fue porque no tuve elección. Y qué lo hice por ellos.
Solo espero que cuando eso suceda, no sea demasiado tarde.
- Bien, basta de lamentos.- Recupero la compostura.- Vamos a ver qué quiere Smith ahora.
Alex pulsa el botón nuevamente, abriendo las puertas. Cuando hago un gesto para que salgamos juntos, él me mira y niega.
- No esta vez, Adira. Es una reunión solo para "personas importantes".- se encoge de hombros, restandole importancia.
La ira se arremolina dentro de mí. Smith siempre trata de hacer sentir a Alex como alguien prescindible. Quisiera arrancarle esa arrogancia, pero Alex me mira, dándome a entender que está bien, aunque sé que le afecta.
Respiro profundo, me giro sobre mis talones y camino hacia la oficina de quien más odio en el mundo.
Gerard, en la puerta, me mira antes de abrirla para mí. Ingreso en la lujosa oficina de Smith. Está concentrado en su móvil, pero cuando me siento, finalmente levanta la vista.
- Hablé con el Alemán hace un rato.- comenzó. Todo está listo para Brasil.
- De acuerdo. Las armas están listas y cargadas.
- El punto de encuentro es el de siempre. Deben estar allí en una hora.
No respondí, solo miré hacia la ventana que daba al jardín, con la mente en mil direcciones, atrapada en la tensión de mi propio juego.
- Nos expandimos en Europa y cerramos tratos con países cercanos. Ahora, es momento de llegar a América; siempre fue mi plan.- añadió Smith.
Note su tono de voz cambiar, como si ahora tuviera un tipo de voz llena de cautela.
- Lo sé.- contesté sin interés.- ¿Eso es todo?
Él entrecerró los ojos, inclinándose sobre el escritorio para observarme con atención.
- No. No iré a Brasil; me quedaré aquí. Tú y Jonathan se encargarán del negocio. Alex también irá.
Solté un suspiro sarcástico, y él lo notó enseguida.
- ¿Algún problema?
- Muchos, de hecho.- confesé.- Para empezar, ¿realmente confías en esa gente?
- Sé lo que te preocupa.- dijo con una sonrisa de seguridad.- No quieres regresar a América. Tienes miedo de encontrarte con la ASPA.
Su mención me tensó, pero me obligué a no mostrarlo.
- Jonathan estuvo en mi oficina hace un rato.- continuó.- Dice que no está de acuerdo con que te envíe a Brasil.
- Qué novedad.- respondí con ironía, aparentando calma.
Mi respiración se hacía irregular , el aire me quemaba los pulmones con cada inhalación profunda, pero no podía permitirme mostrar debilidad.
- Él y Sara piensan que aún eres leal a la Agencia, que todo esto es parte de una venganza para matarme y recuperar tu lugar. Sara dice que me odias, que esperas con ansias mi caída. ¿Sabes qué pienso yo?
Negué, sin interés en escuchar su teoría. En el fondo, estaba esperando que me confrontara, que dijera que había descubierto mi mentira. Me aterraba pensar que podía ser cierto y que nuego haya sido descubierto.
- Pienso que, si estuvieras mintiendo, ya lo habría notado.- dijo, con una arrogancia que me hizo contener una risa irónica.- Nadie puede ocultar tanto sin delatarse, y si quisieras matarme, ya lo habrías hecho, ¿verdad?
Yo mantenía la postura erguida, no quería darle a Smith la satisfacción de verla vacilar. Sin embargo, mi mandíbula tensa y las manos entrelazadas sobre mis piernas delataban el control que me costaba mantener. Aún así, luche para mantener mi fachada intacta.
- Tienes razón en algo.- respondí, dejando que la confusión se asomara en su rostro.- No quiero pisar América, ni cruzarme con la ASPA. ¿Sabes por qué no quiero ir a Brasil? Porque no confío en Jonathan, ni en Sara, ni en nadie allí. No confío en que no me vendan a la Agencia, que quiere mi cabeza por haber cometido una traición.
Smith me observó en silencio, como si analizara cada palabra. Sabía que debía convencerlo, que mi vida pendía de que creyera en mi lealtad.
- Una "traición" que no fue tu elección, claro. Porque yo te obligué a unirte a mí. Pensándolo bien, lo que dicen tiene algo de sentido.
- La traición no fue mi elección, pero seguirte sí lo fue.- contesté.- Si fuera cierto lo que Jonathan y Sara dicen, ya te habría traicionado y escapado. Pero aquí estoy, dispuesta a cumplir con tus órdenes.
Lo que estoy haciendo es sobrevivir, no traicionar. Estoy sobreviviendo...
- Tienes un punto.- admitió, pensativo.- Pero empezaste todo esto para proteger a las personas que amas. Podrías estar haciendo lo mismo ahora.
- Si no confías en mí, mátame de una vez y ahórrame las estupideces de tu esposa y su sobrino.- dije con firmeza.
Smith soltó una carcajada. Y solo pude pensar en las ganas que tenía de matarlo, de aniquilarlo por completo.
No aún, si lo hago ahora, nada valdrá la pena.
- Sabes, Adira, no soy alguien que confíe con facilidad. Pero a pesar de mis dudas, te di un lugar en la mafia. Aunque desconfiaba cuando dijiste que querías unirte a La Sombra Negra, decidí apostar por ti.
- Y fue tu mejor decisión, porque no encontrarás a nadie mejor para el puesto de héritière.
- Así es. Sin embargo la posibilidad de una traición nunca deja de ser nula, asi que nunca dejo de estar alerta.- dijo, señalandome con la cabeza.- ¿Tú lo haces?
Sus dedos, perfectamente colocados sobre la mesa, tocaban las superficies con suavidad, pero esa suavidad era inquietante, como si estuviera jugando con algo frágil. Buscando algún indicio de debilidad en mí.
- Nunca.- aseguré, sin dudar.
- Bien. Una cosa es segura, y es que Jonathan no hará nada contra ti, me encargaré de eso. Espero que tú tampoco le causes problemas.
- No prometo nada.- murmuré.
- Jonathan y tú son mis mejores armas. Me ayudan a expandirme. Jonathan me sirve en España y tú... tú sirves para muchas cosas. Porque eres la mejor opción. ¿Sabes por qué? Porque eres igual a mí.- la manera en que recalco esa última parte, me hizo hervir la sangre.- Jonathan me teme y solo obedece, tú no. Nunca lo hiciste, y eso me agrada.
La forma en que sus ojos se fijaban en los míos, me hacían sentir impotente. Mis dedos se apretaban cada vez más, y todo mi cuerpo luchaba contra las ganas de asesinarlo allí mismo.
No podía ceder.
- Debe ser agotador tener a alguien que solo te copia.- dije, refiriéndome a Jonathan.
- Es cierto, tiene habilidades, pero no importa cuánto lo entrene, él siempre intentará imitarme, mientras tú... tú eres igual a mí sin siquiera intentarlo.
Ese pensamiento me aterraba. No quería seguir pareciéndome a él; no quería convertirme en algo peor.
No soy como tú. No lo soy. Yo no era esa clase de monstruo.
- A veces lamento lo que te hice.- confesó, sorprendiéndome.- Habría sido mejor reconocerte desde el principio. Pero aquel día en que hiciste arrodillar a la Mafia Francesa, probaste tu valor. Ese día te elegí como mi heredera.
De nuevo, quise reírme en su cara, porque como se atrevía a mencionar el pasado, como se atrevía decir que el me había elegido, cuando así no habían sido las cosas.
- Solo recuerda que si descubro que planeas algo, te destruiré de formas que ni imaginas. ¿Entiendes eso?
Cada vez que Smith hablaba, podía sentir cómo el aire alrededor de mí se hacía más denso, como si las paredes de la habitación se estuvieran estrechando.
- Lo entiendo perfectamente.- contesté.
Los segundos parecían dilatarse, cada tic del reloj en la pared retumbaba en mis oídos.
- Bien. Ya puedes irte.- hizo un gesto con la mano.
Cuando me indicó la puerta, me puse de pie sin prisa, el peso de mis palabras todavía colgando en el aire. Caminé lentamente hasta el umbral, pero justo antes de girar la perilla, me detuve y me volví para mirarlo una última vez.
- Si realmente te quisiera muerto, ya lo habrías estado hace mucho.- solté, captando su atención, sus ojos entrecerrándose ligeramente.- Pero en algo tienen razón: te odio.
Smith ladeó la cabeza, observándome con la cautela, como si estuviera analizando un rompecabezas
- ¿Qué esperabas? ¿Pensaste que con solo querer convertirme en tu heredera borrarías todo el dolor que me causaste?- pregunté, dando un paso hacia su escritorio, notando cómo su postura se tensaba apenas.- Te odio por haber matado a mi madre, por rechazarme solo porque era una niña, por enviarme lejos como si fuera un estorbo, por condenar a mi hermana. Te odio por negarme el lugar que merecía. Toda mi vida intenté encajar en la Agencia, pensé que si lograba ser perfecta sería suficiente para llenar ese vacío que dejaste. Pero siempre supe que tenía más de ti de lo que quería admitir.
Las palabras salieron en un susurro lleno de veneno, cada una cortante y tan afilada como los recuerdos que me atravesaban. Mis manos temblaban de furia, los dedos crispados hasta que las uñas se clavaron en mis palmas, la leve punzada del dolor manteniéndome firme.
- Al principio, soporté todo esto por ellos... por los que amaba. Aguanté tus castigos, tus pruebas, tus torturas, y sobreviví a cada una de ellas.- los recuerdos se amontonaban, pero no parpadeé.- ¿Y todo para qué? Para que al final tampoco me consideraras tu heredera. Porque para lo único que querías que sirviera era para casarme con Jonathan y darle un hijo.
Smith me miró sin pestañear, mis palabras eran cortantes y muy frías.
- Ese siempre fue mi plan. Nunca tuve intención de que fueras otra cosa.- dijo.
Asentí lentamente, con una frialdad en mis ojos que lo hizo dudar un segundo.
- Entonces no te atrevas a decir que me elegiste como heredera. Fui yo quien te obligó a hacerlo, porque si no, habría destruido todo a mi paso.
Smith apretó la mandíbula. Sabía que decía la verdad, y aún así, parecía no poder aceptar que fuera yo quien había tomado las riendas. Si pretendía manipularme con su absurda noción de remordimiento, estaba perdiendo el tiempo.
- Si realmente me odias tanto, ¿por qué aceptaste convertirte en mi héritière?- preguntó, su voz envuelta en un intento de comprenderme, pero sus ojos traicionaban una pizca de miedo.
Lo miré fijamente, cada palabra que salía de mi boca tan helada como una sentencia.
- Porque eso es lo que todos querían. Siempre buscaron un motivo para creer que yo era un monstruo, así que se los di. Cuando vi cómo me juzgaban, cómo aquellos por quienes había luchado me condenaban sin dudarlo, entendí que no valían la pena.- mi sonrisa fue fría, cruel, desprovista de todo lo que alguna vez fui.
Aunque aquello que estaba diciendo no eran mas que mentiras en el fondo, sabia que necesitaba convencer a Smith de que todo era cierto. Sin embargo no pude evitar preguntarme ¿Quién será la persona que salga de todo esto? ¿Quién seré realmente después de todo esto?
- Así que decidí que realmente me convertiría en lo que todos temían. En la villana de su historia. Y también...- una sonrisa fría se dibujo en mi rostro.- Porque me gusta el poder.
Smith me miró en silencio, y por un momento, supe que había dejado una marca en él. Sabía que no era tan ingenuo como para creer que, a pesar de todo, yo le guardaba algún tipo de cariño.
Al revelarle mi odio, estaba haciendo lo que debía: mostrarle que no le debía nada. Si mi lealtad fuera una mentira, lo último que me convenía era que él pensara que lo odiaba, porque si lo hacía, me pondría en su punto de mira. Pero si lo que yo decía era cierto, si realmente estaba de su lado y el de la Mafia, confesar mi rencor, era lo que demostraba que no había nada que pudiera parecerme un peligro en cuanto a mi palabra.
Por eso, en lugar de ofrecerle una promesa de lealtad inquebrantable, confesé mi resentimiento, le dejé claro que el único motivo por el cual acepté esta transformación, por la cual me convertí en lo que soy, fue darle al mundo un motivo para despreciarme aún más.
Pero en el fondo, la verdad era otra. Estaba soportando todo esto porque mi única razón, mi único propósito, era liberar al mundo de las garras de Smith. Todo lo demás era una máscara, un juego de supervivencia en su propio campo de batalla.
No necesitaba decir más. Sabía que ahora corría un riesgo real, pero había cruzado el punto de no retorno. Cada paso que daba en su juego, cada palabra, debía alejar cualquier duda de su mente.
Empezando por la misión en Brasil. Perder no era una opción. Ahora, más que nunca, debía demostrarle mi "lealtad". Debía hacerlo, o todo lo que había construido hasta ahora se desmoronaría.
Me giré y me alejé, dejando atrás a un hombre que jamás podría comprender la magnitud de lo que había desencadenado.
****
Desde la ventana del coche, observé a Viktor, el Alemán, en el mismo punto de encuentro de siempre, acompañado de sus hombres vestidos de negro. Bastian bajó primero, abrió la puerta y mis tacones resonaron contra el pavimento mientras caminaba hacia él. Nos saludamos con un breve cruce de miradas y un leve asentimiento.
Otros coches llegaban detrás del mío, formando la escolta. Hice una señal a mis hombres para que descargaran las armas del vehículo. Viktor avanzó hacia mí, su mirada se posó en la carga, y una sonrisa ladeada, revelando un diente de oro, se formó en su rostro.
- Nunca decepcionas.- dijo, sin ocultar su satisfacción.
Mantuve la compostura, sin mostrar emoción, mientras evaluaba a los hombres de Viktor. Entre ellos, reconocí a dos que trabajan para mí.
Bingo.
Viktor es uno de los socios más cercanos de Smith. Si consigo hacerle daño, le afectará también a él. Hasta ahora, no había actuado en su contra porque necesitaba ojos dentro, pero eso ha cambiado. Tengo a varios infiltrados. Aun así, en esta ocasión no sabotearé la operación; aprovecharé la oportunidad para ganar su confianza y obtener una ventaja.
Viktor volvió a su coche, y yo hice lo mismo. Ambos vehículos siguieron la ruta que nos indicaban sus hombres, hasta llegar a la pista donde nos esperaba un avión privado que nos llevaría a Brasil.
El coche de Jonathan venía detrás. En cuestión de segundos, estábamos listos para partir. Alex tomó asiento a mi lado, mientras Bastian ocupaba el asiento detrás de nosotros. Viktor y Jonathan se sentaron más adelante, afortunadamente fuera de mi vista.
Nos avisaron que el avión estaba por despegar, y me preparé mentalmente para lo que sucedería en Brasil. Alex comenzó a hablarme sobre sus investigaciones de las rutas en Brasil, detallando el plan para la misión. Yo revisaba el archivo sobre el lugar que íbamos a infiltrarnos y los objetos que debíamos robar. Luego le pasé el archivo a Jonathan, quien también lo revisó durante el vuelo.
Pasó el rato, y me coloqué los audífonos, desconectándome de todo a mi alrededor. Apoyé la cabeza en el respaldo y, aunque no cerré los ojos, Alex a mi lado terminó quedándose dormido. Su cabeza se inclinó hacia un lado, y coloqué mi hombro como apoyo para que estuviera más cómodo, mientras observaba las nubes desde la ventana.
Una hora después, una azafata se acercó ofreciéndome algo para beber. A mi alrededor, los mafiosos pedían champán, pero yo pedí solo un zumo y un tostado, que me trajeron al poco tiempo.
- ¿Algo más, señorita?- preguntó la azafata.
- Nada más.- respondí, educadamente.
Alex se removió, moviendo su cabeza hacia el otro lado. Cuando vi que estaba por caer, la acomodé de nuevo sobre mi hombro. Observé la comida frente a mí y, aunque intenté comer algo, simplemente no pude. Dejé todo como estaba.
Al rato, Alex despertó.
- Buenos días. Ya amaneció. - dije, bromeando.- Ya casi estamos de regreso a Francia.- comenté con exageración.- Te dormiste durante varias horas.
Se sobó los ojos, notando el plato y el zumo que no había tocado.
- ¿Ya comiste?- preguntó, con tono dudoso.
Asentí, aunque fuera mentira. Me miró de reojo, observando la comida intacta.
- Ya. ¿Y eso?
- Es para ti. La azafata lo trajo hace un rato, no quise despertarte.
Le ofrecí el plato, y lo aceptó. Bebió del vaso, partió el tostado y le dio un bocado antes de entregarme la otra mitad.
- Ya he comido. Come tú.- dije, intentando rechazarlo.
Me miró con insistencia y volvió a ofrecérmelo.
- No mientas. Cómetelo.
Ante su mirada insistente, acepté el trozo de tostado. Él tomó otro bocado del suyo, y finalmente le di un mordisco al mío, sonriendo levemente al saborear la comida. Luego me pasó el vaso y bebí un poco más, sintiendo el cítrico en mi garganta.
Para muchos, compartir comida puede ser incómodo, pero para mí es la única forma de poder comer sin sobrepensarlo. Aunque trato de no molestar a nadie con eso, Alex se asegura de que no me vuelva loca cada vez que llega la hora de comer.
Tengo problemas con la comida cuando es algo que otro cocina para mi, por eso siempre que como, o bebo algo, me encargo de hacerlo yo misma. Cuidando cada paso e ingrediente. Pero la situación es distinta cuando es algo que no he visto cómo fue hecho.
Mi vida es eso: analizar y analizar lo que voy a comer. Pero hay días en los que la tortura es menor, y poco a poco, consigo avanzar. Solo espero que, algún día, pueda dar un bocado sin pensar que podría morir si no reviso adecuadamente lo que estoy consumiendo.
Y cada día que paso, batallo contra esa voz que no me deja en paz, que me traba a poder avanzar. Pero tengo la certeza, de que algún día lograré vencerla.
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Holaa ¿Cómo estuvo su día?
Lamento actualizar tan poco, pronto acabara el año así que tendré más tiempo y quizás (no prometo nada) en las vacaciones pueda terminar este libro, o al menos adelantarlo lo más que pueda.
Ya se comienzan a notar cosas que antes no se sabían, pronto tendremos flashbacks, así como el regreso de muchos personasjes (los que siguen en la agencia) que todavía no han tenido mucha aparición.
¿Qué opinan sobre Alex? Muy pronto también sabremos cómo es que el y Adira llegaron a conectar tanto.
¿Qué piensan sobre Smith? (yo lo odio ajjajaja)
En fin, besos y nos vemos pronto.
Lour
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