Capítulo 4
"Rayo de luz"
Luke.
Estaba en mi oficina, revisando unos informes caóticos que Zhang había enviado. Ni pie ni cabeza, nada tenía sentido en esos papeles.
Apenas una semana antes habíamos capturado a dos traficantes de menores, y ya surgían nuevos grupos de criminales a quienes perseguir. Después de que me suturaron la herida en el abdomen, se suponía que debía guardar reposo, pero eso es casi imposible; sin mí, esta Agencia no funciona. A los dos días ya estaba de vuelta, revisando información sobre una organización en Brasil que estaba siendo partícipe de muchos crímenes.
Por lo que sabemos, ese grupo se dedica a estafas, sobornos y grandes robos. La última vez que tuvimos noticias de ellos, habían extorsionado a familias adineradas en diferentes partes del mundo. Ahora, gracias a las fuentes de Black, sabemos que están manteniendo contacto con varias mafias de otros lugares, aparentemente buscando comprar cargamentos de armas. No sabemos su próximo movimiento, así como tampoco podemos asegurar que no vuelvan atacar y afectar a más de un país. Los gobiernos están preocupados, y estamos tratando de rastrear posibles conexiones para anticiparnos a su próximo movimiento.
El estrés me tenía al borde de la locura. Me pasé la mano por el cabello, despeinándome aún más, cuando escuché una risita a mi lado. Bajé la mirada, y allí estaba Marcus, sentado en el suelo, rodeado de crayones, con la expresión de concentración más intensa que había visto.
Frente a él, un papel enorme lleno de garabatos y manchas de colores. Su lengua se asomaba por un lado de su boca, como si el esfuerzo de dibujar fuera algo vital. No pude evitar sonreír al verlo.
Es como que aún con todo el estrés encima, el fuera capaz de iluminar mi oscura vida. Como un pequeño rayo de luz que me contagia con su brillo. Eso es lo que Marcus ha estado haciendo en mi vida desde que lo sostuve por primera vez en mis brazos.
- ¿Qué estás dibujando, campeón?- le pregunté, inclinándome para intentar descifrar el dibujo.
- Es un... ¡un perrito!- dijo orgulloso, levantando su obra para mostrármela.
Observé el "perrito", que parecía más una nube con patas, pero para mí, era perfecto.
- Es el perrito más valiente que he visto.- le dije, dándole una sonrisa que él devolvió con satisfacción antes de volver a su obra, como si el mundo entero dependiera de esos trazos.
En ese momento, la puerta se abrió y vi a Jay entrando con una gran sonrisa y una carpeta bajo el brazo.
- Dime que esa sonrisa se debe a que tenemos pistas sobre el próximo movimientos de los brasileños.
La sonrisa de Jay disminuyó, lo que confirmaba que no era el caso. Dejé escapar un suspiro frustrado y me dejé caer en la silla.
- No, pero traigo algo que te hará feliz.- dijo, cerrando la puerta tras de sí.
- Lo dudo.- respondí, volviendo a mis papeles.
- ¿Trajiste chocolate?- escuché murmurar a Marcus, quien dejó de dibujar y miró a Jay con curiosidad.
Jay soltó una sonrisa, se agachó y le despeinó el cabello.
- Tampoco es chocolate, pero es algo mejor.- le aseguró.
Marcus frunció el ceño y volvió a sus dibujos.
- Lo dudo.- murmuró, arrancándome una sonrisa.
- Ya se parece demasiado a ti.- comentó Jay, divertido.
Jay se acercó a mí, sacando algo de la carpeta y extendiéndolo con una expresión seria pero llena de emoción.
- Aquí tienes la invitación oficial de la boda.- dijo, entregándomela con un toque solemne.
La boda... había olvidado que mis amigos se habían comprometido.
- Cloe y yo queremos que estés ahí, y además...- hizo una pausa, como si reuniera coraje.- Queremos que seas el padrino de la boda. Cloe está bastante estresada con la organización, Jennifer y Kira la ayudan, pero... la ausencia de alguien en especial la está afectando.
Sabía perfectamente a quién se refería.
- A mí también me afecta, en cierto punto.- admitió con sinceridad.- Lo que más le duele es no tenerla para dar el discurso que siempre soñó. Creo que contar con tu ayuda sería lo mejor; eres lo más cercano a un hermano para mí, y ella te adora.
Me quedé en silencio por un momento, sorprendido. Tomé la invitación, mirándola sin realmente leerla, y luego lo miré.
- ¿Estás seguro?- pregunté, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.
- Más que seguro.- dijo con una sonrisa.- No hay nadie mejor para el puesto, Luke. Has estado conmigo en los peores y mejores momentos, y quiero que estés a mi lado en este.
Asentí y me puse de pie para darle un abrazo. No necesitábamos más palabras; sería un honor, uno de los pocos que realmente significaban algo para mí.
- Dile a Cloe que, aunque no soy ella, tendrá su discurso de bodas.- comenté, y Jay sonrió.
Toda la vida había visto cómo Cloe soñaba con la boda perfecta, y siempre decía que quería que Adira estuviera ahí, como su dama de honor, dando el discurso. Desde que Cloe y Jay comenzaron a estar juntos, esa idea no había cambiado, ya que, siendo Adira la mejor amiga de uno y la hermana del otro, era la elección ideal.
- Será en un mes y medio, así que tenemos tiempo.- dijo Jay.
En ese momento, Marcus levantó la vista de su dibujo y nos miró con esos ojos grandes y llenos de curiosidad. Me incliné a su altura y le mostré la invitación que acababa de recibir.
- Mira, campeón, el tío Jay se va a casar con la tía Cloe.
Marcus ya lo sabía; se lo había contado cuando se comprometieron y estuvo allí el día del anuncio, pero quise recordárselo ahora que la fecha estaba fijada.
- ¿Va a haber pastel?- preguntó, concentrado.
Jay y yo soltamos una risa llena de ternura.
- Claro.- respondió Jay.- Un pastel y una gran fiesta a la que tú también estás invitado.
Marcus sonrió, entusiasmado con la idea del pastel. Luego, mirándome, preguntó con esa inocencia que tanto me enternece.
- ¿Puedo llevar mis crayones?
Jay y yo soltamos una carcajada. La vida podía ser complicada, podía ser brutal... pero en momentos como este, todo parecía encajar.
- Claro que sí, campeón. Podrás dibujar todo lo que quieras.- le dije, abrazándolo y sintiendo una calidez que hacía mucho no sentía. Había algo en esa sencilla escena que me daba paz.
Jay nos observaba con una sonrisa, como si entendiera lo especial que era este momento para mí. Tal vez sabía cuánto necesitaba un poco de estabilidad, algo de alegría, después de todo lo que había pasado. Mi amigo estaba ahí, ofreciéndome un lugar en uno de los días más importantes de su vida, y mi hijo estaba aquí, llenando el silencio de la oficina con sus dibujos y risas.
****
La cena estaba lista, y Marcus ya estaba sentado a la mesa, balanceando sus piernitas y esperando ansioso. Me senté frente a él, tomando un pedazo de carne y cortándolo en pequeños trozos para él mientras él hacía su mejor intento de usar el tenedor en sus espaguetis. Como siempre, era un verdadero desastre: la salsa de tomate ya estaba en su mejilla, y algunos fideos colgaban del borde de su plato.
- ¿Tienes todo bajo control, campeón?- le pregunté con una sonrisa divertida, viendo cómo intentaba dar un bocado enorme.
Marcus asintió, aunque estaba claramente batallando con los espaguetis.
- Sí, puedo solo.- dijo decidido, aunque justo en ese momento un fideo cayó sobre la mesa, lo que me arrancó una carcajada.
Volví a cortar su comida y me aseguré de que los trozos fueran fáciles de manejar mientras él seguía con su misión de comerse los espaguetis.
Después de unos minutos, Marcus me miró con esa expresión pensativa que solo aparecía cuando estaba a punto de lanzar una pregunta importante.
- Papá, ¿por qué se van a casar la tía Cloe y el tío Jay?
Solté un suspiro, pensando en cómo explicarle.
- Bueno, ellos se quieren mucho, y cuando dos personas quieren pasar el resto de sus vidas juntas, deciden casarse para formar una familia.
Marcus frunció el ceño, absorbiendo la idea.
- ¿Y tú, papá? ¿Te vas a casar algún día?
La pregunta me tomó por sorpresa, y por un momento no supe qué responder. Miré su carita, llena de curiosidad, y traté de encontrar la respuesta más simple.
- No lo sé, campeón. A veces, encontrar a la persona correcta no es tan fácil.
Marcus frunció el ceño, todavía lleno de preguntas.
- ¿Pero y si encuentras a alguien? ¿Te casarías como la tía Cloe y el tío Jay?
La pregunta me atravesó, y sin querer, mi mente me llevó directo a Adira. A los momentos compartidos, a las promesas hechas y las que quedaron en el aire. Recordé su sonrisa, las noches en las que parecíamos invencibles, y el vacío que dejó desde que se fue, desde que tomó un camino que aún me cuesta comprender.
Inhalé profundamente, recuperando el control antes de que Marcus notara mi distracción. Le sonreí, manteniendo la voz firme aunque mis pensamientos seguían atrapados en el recuerdo de ella.
- Supongo que, si algún día encontrara a una persona especial... lo pensaría.- dije, pero la verdad es que no estaba seguro. Después de Adira, el "algún día" parecía tan lejano, casi imposible. Pero no podía decirle eso a Marcus.
A él le bastó mi respuesta, y aceptó con una sonrisa el bocado que le ofrecí. Mientras volvía a su caos de espaguetis, yo traté de apartar las imágenes de Adira de mi mente, aunque sabía que jamás podría sacarla del todo.
Sonreí mientras acariciaba su cabello, observando cómo lograba enredarse aún más con la comida.
- ¿Y cuando te cases, podré llamarla mamá? - Su inocencia me derretía.
Verlo tan pequeño y lleno de dudas, que solo resolvía conmigo, mientras con otros apenas se atrevía a hablar, me llenaba el corazón de amor.
- Bueno... - traté de responder mientras seguía comiendo. - Si tú la quieres, y ella te lo permite... podrías llamarla así.
La idea de ella a mi lado y de Marcus llamándola con ese término fue un golpe directo al pecho.
Lo miré, y vi cómo sus ojos se mantenían fijos en los míos, pensativo.
- ¿Y falta mucho para que encuentres a esa persona?
Ay, mi niño... si supieras...
- ¿Por qué preguntas?
- Es que... veo a muchos niños con sus mamás y papás, y... yo también quiero una. - Su mirada bajó hacia su plato, y me sentí como si mi corazón se apretara. - Pero no te preocupes, podemos ser solo tú y yo mientras encuentras a tu persona especial.
Dejé el tenedor y cuchillo a un lado y tomé su rostro entre mis manos, besándole la mejilla con ternura. Sabía lo difícil que era vivir sin uno de tus padres; a mí también me tocó. Aunque, a diferencia de él, yo sí tuve a mi madre, y no podría imaginar mi vida sin ella.
Entendía perfectamente su pregunta y su sentimiento. No tener una figura materna a tu lado debe ser doloroso. Por eso, siempre trato de estar a su lado, de asegurarme de que no le falte nada. Le doy el cariño de un padre y de una madre al mismo tiempo, porque no quiero que mi niño crezca sintiendo que su padre no está ahí para él.
****
Adira.
Smith acababa de cerrar un trato importante: ibamos a vender un cargamento de mis armas a un socio alemán, uno que no sabia que yo tenía infiltrados trabajando para mí, sin embargo, no tenía intención de arruinar sus negocios, no aún. El Alemán se encargába de mover armas a otros países. En la mañana había venido a verlas para asegurarse de que estuvieran listas para dentro de unos días, que sería cuando viniera por ellas.
Ahora estábamos sentados en la elegante mesa del comedor, disfrutando de una cena que, en cualquier otro momento, habría evitado. No solíamos coincidir a esta hora, y mucho menos para cenar juntos, pero esa noche Smith había insistido.
Detestaba estar allí, y una de las principales razones era Sara. No soportaba la forma en que me observaba, ni su desprecio descarado hacia Alex, su propio hijo. Nunca había mostrado cariño por él, algo que me llamó la atención desde el primer momento en que estuve con ellos. Con los años, su desinterés por Alex se había convertido en desprecio.
A pesar de que al principio me resistí a involucrarme con él, la conexión entre Alex y yo fue inevitable; ambos compartíamos una aversión mutua hacia Smith, ademas de eso, no podia negar el hecho de que él y yo éramos hermanos y por ende, habia un cariño detrás. Quizás, al principio, Alex se acercó a mí para molestar a su primo y a su madre. Sara me odia, y es por eso, que detestaba aún más la cercanía entre nosotros.
En contraste, Sara adoraba a Jonathan, su sobrino, como si él fuera el único digno de su "afecto". Aunque todos sabíamos que una persona como ella solo podía amar al poder. Todos alababan a Jonathan por ser el típico criminal sanguinario, incluso Smith, quien no compartía sangre con él, lo trataba mejor que a su propio hijo. Era evidente cómo aprovechaban cada oportunidad para menospreciar a Alex, tratándolo como si fuera invisible, excepto cuando necesitaban algo de él.
Aunque su desprecio hacia Alex me irritaba, no podía evitar reconocer que, en cierto modo, tenían razón. Alex no se parecía en nada a ellos, y en el fondo me sentía profundamente agradecida por eso. Al menos él no compartía la naturaleza retorcida de sus padres.
Otra cosa que no podía real, como alguien que es criado bajo toda esta mierda puede ser tan genial como lo es él, esta lleno de cosas buenas y una de mis motivaciones es que cuando todo esto terminé, Alex podrá tener la vida que él elija y no la que le toque vivir.
Mi hermano es un rayo de luz que merece brillar con todo su esplendor.
Suspiro y observo la comida en mi plato, que sigue intacta, veo como todos comen menos yo, siento la frustración en mi cuerpo, volteo el rostro, encontrándome con el de Alex, que me regala una pequeña sonrisa gentil.
Y esa pequeña sonrisa pareciera ser suficiente para darme confianza, pincho la carne en el plato y... con gran esfuerzo me lo llevo a la boca. Alex pone su mano sobre la mía en un apretón de aliento.
- El alemán está encantado con las armas que fabricaste, Adira.- comenta Smith, rompiendo el silencio.- Su gente no ha visto nada igual en años y ya están pidiendo más. Mañana mismo vendrán a buscarlas.
Asentí sin decir una palabra. Aunque no lo demostraba, saber que mis armas eran bien recibidas en esos círculos me daba una ventaja, especialmente si eso mantenía a Smith en una buena posición.
- ¿Dónde llevarán las armas esta vez?- preguntó Sara.
Smith tomó un largo trago de su vino antes de responder.
- A Brasil.
¿América del Sur? Nunca habíamos enviado cargamentos tan lejos. El alemán solía ocuparse del transporte, pero desconocía que nuestro alcance llegara a América. Tal vez era hora de afectar su negocio, pero eso lo pensaría después.
- Y eso no es todo; tengo un nuevo trato en mente. Viktor consiguió algo grande.- dijo Smith, atrayendo nuestra atención.- Esta vez, no solo se trata de armas. Este brasileño es un hombre de negocios con intereses... bastante lucrativos.
Jonathan frunció el ceño, esperando más detalles.
- Hay una fiesta exclusiva en Brasil, con toda la alta sociedad. Máscaras, disfraces... el tipo de evento donde la gente se siente segura, creyendo que su riqueza los protege. Un lugar perfecto para pasar desapercibidos.
Ya veía por dónde iba esto, y no me gustaba nada.
- En esa fiesta se van a subastar unas piezas únicas, muy codiciadas en ciertos círculos. La seguridad será alta, pero el anonimato que brinda la fiesta de máscaras es nuestra ventaja.
- ¿Nos vamos a infiltrar en la fiesta?- preguntó Jonathan.
Smith sonrió, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
- Exacto. Alex, tú te encargarás de hacernos entrar a la fiesta, y de cubrir las cámaras.- por primera vez en al noche, se refirió a mi hermano.- Nosotros nos infiltraremos en la fiesta y robaremos lo que importa. También debemos cerrar todas las rutas para asegurarte de que no haya salida.
Tendría que pisar suelo americano después de tres años...
- Espera.- lo detuve antes de que siguiera.- Eso es imposible. Sabes perfectamente que en América la ASPA me busca. Ir significaría un alto riesgo de captura.
- Bueno, si tienes miedo, no hay problema.- intervino Jonathan con tono burlón.- Yo puedo encargarme. Las armas ya están listas; no serías de mucha ayuda de todos modos.
- Disculpa por ser precavida.- respondí con sarcasmo.- Algunos sí somos lo suficientemente importantes como para estar en las listas de los más buscados. A ti, nadie te busca.
- También me buscan en América. Estuve preso y huí...- replicó Jonathan, molesto.- A diferencia de ti, no tengo miedo de regresar.
- Lo mejor sería que Jonathan se encargara de acompañarte en esta misión.- intervino Sara, hablándole a Smith.
- Lo mejor sería que te quedaras callada y no te metieras donde nadie te llama.- dije con desdén.
La cara de indignacion y desagrado en Sara no tardó en aparecer mientras en mi rostros una sonrisa burlona se formaba.
- ¡No le hables así!- exigió Jonathan.
- Le hablo como se me da la gana.- respondí, blanqueando los ojos, aburrida.
- Sificiente. Ambos.- advirtió Smith con su mirada intimidante, aunque sin efecto en mí.- Esta es una oportunidad imperdible. No hay discusión: irás a Brasil.- me ordenó sin lugar a objeciones.
Sara, con su tono frío, no pudo quedarse callada. Parecía que era algo imposible para ella.
- Está claro que Adira no está a la altura de esta misión. Jonathan también es buscado en América y, sin embargo, no anda llorando por tener que ir.- dijo con burla mientras se llevaba su copa de vino a los labios.
Su voz y su mirada me irritaban hasta tal punto de ponerme a hervir la sangre, odiaba su presencia, y tener que soportarla.
Me puse de pie y dejé caer los cubiertos con un golpe seco sobre la mesa.
- ¡Ubícate!- le espeté, mirándola directamente.- Si lo atrapan, solo será otro criminal. Pero si me atrapan a mí, atrapan a una heredera. No te atrevas a compararme con él. Ni él ni tú están a mi altura.
Sus ojos se abrieron en sorpresa, estaba claro que no esperaba que le hablara de esa manera. Pude sentir la furia en los ojos de Jonathan al hablarle así. Luego dirigí mi mirada hacia Smith, quien parecía entre molesto y sorprendido.
A veces notaba que Smith en lugar de callarme, se quedaba en silencio observando mis actitudes, como si de cierta forma, le agradará mi actitud descontrolada.
- No necesitamos tu presencia en Brasil para cerrar el trato.- replicó Sara con tono desdeñoso.
- Solo necesitamos que entregues las armas, y punto.- dijo Jonathan, levantándose para enfrentarme.- Las armas son de la mafia; no te pertenecen...
- ¡No entiendes nada!- dije, golpeando la mesa, haciendo que todos los objetos vibraran y que Jonathan tensara la mandíbula.- ¡Yo soy el arma de la Mafia Francesa!- lleve la mano hacia mi pecho, apuntandome a mi misma para dejar en claro mis palabras.
Con una última mirada fría hacia Smith, hice ademán de marcharme.
- El trato se concretará.- dijo Smith, logrando que me detenga.
Él se levantó y rodeó la mesa hasta quedar frente a mí, pero sostuve su mirada sin ceder. Nuestras miradas que se caracterizaban por ese azul frío y oscuro, chocaron.
- En unos dias entregarás las armas.- ordenó, dirigiendo la mirada entre Jonathan y yo.- Ambos irán y se encargarán de todo.
- No la necesitamos allí.- intervino Jonathan.
- Dije. Que. Ambos.- replicó Smith firmemente, levantando la mano en señal de silencio.- No pedí opiniones sobre quien es mejor y quien no, así que mantendrán la boca cerrada y cumplirán con su deber. ¿Entendido?
Jonathan, me miró con odio, y recibió lo mismo de mi parte, sin más opción nos vimos obligados a asentir.
- No quiero fallas. El plan es sencillo: el alemán nos llevará a América sin problemas y nosotros robaremos las piezas en la fiesta. Si esto sale bien, nuestra red en Brasil se expandirá enormemente.
No me quedó más que callar y escuchar.
- Prepárense. Este será un gran golpe, y quien no cumpla pagará el precio.
La conversación finalizó y la cena tambien, cuando Smith nos ordenó marcharnos. Con los puños apretados y eel enojo a flor de piel, salí de esa sala y me dirigí hasta mi habitación.
Esta operación de alto riesgo no me gustaba para nada. No quería pisar América, sabiendo que eso significaba un cruce casi seguro con la ASPA.
Sobretodo porque en América me buscan por cada rincón, no estaba que tan seguro era confiar en ese grupo de Brasileños ya que cualquiera daría todo por un poco de dinero, y eso incluía delatarme a mi.
Sabía perfectamente que Luke, más que nada, me buscaba sin parar, y si tan solo alguien me reconocía en Brasil y le informaba sobre mi llegada, estaría en problemas.
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Holaa ¿Me extrañaron?
Ya volví con un nuevo capitulo, me encantó escribir al pequeño Marcus, díganme que piensan de la relación entre Luke y Marcus.
También podemos descubrir un poco más sobre la relación de Alex y Adira.
En fin, espero que les haya gustado, pueden demostrar su apoyo con votos y comentarios.
Besos, Lour.
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