Si te dejaras caer
Estaba acostada en mi cama cuando alguien chifló. Corrí a la ventana apenas el sonido perforó mis tímpanos. Era obvio, eran ellos que estaban sentados en el piso, parecían haber preparado una especie de picnic. Recordaba haber leído eso en un libro, pero no es lo mismo imaginarlo que verlo.
- Hola Katie, Jackson.- Dije sentandome sobre mi ventana y viendo hacia abajo.
- Hola Rapunzel.- Me dijo Jackson.
- Hola Punz, ¿Hoy vas a bajar?- Preguntó Katie.
- ¿Punz?- Le pregunté seria.
- Rapunzel es muy largo.- Mostró cara de cansancio.
- No Katie, hoy no.- Dije sonriendo.
- ¿Tu madre sigue en casa?- Preguntó Jackson y no supe si responderle la verdad.- No me mientas, hace ya semanas que nos vemos todos los días. Algún día tenes que bajar.- Me quedé en silencio.- Bien, si no bajas y voy a subir.
Se levantó y camino hasta la pared de la torre. Con cuidado, pero bastante rápido, la empezó a subir. Katie lo miraba como si fuera lo más normal del mundo, quizá lo era y yo no estaba enterada.
- Jack, ¿Estas loco? Te vas a matar.- Le grité cuandó vi que estaba bastante alto, casi 5 metros del piso.
- Me quedo tranquilo, tengo ascendencia de mono.- Dijo y siguió subiendo, Katie rió ante el comentario.- Además me alegra que al fin no me llames mas por mi nombre completo, eso ya me empezó a poner nervioso.
- ¿Que?- Le dije pendiente de que no se cayera, le quedaban unos 5 metros.
- Me llamaste Jack.- Dijo y miró hacia arriba sonriendo, le quedaba poco pero ya su sonrisa se veía mucho más linda, digo, más real.
- Bueno pues, me sacaste de quicio.- Le contesté esperando, secretamente con ansias, de que terminara de subir.
- Sabes, mi madre siempre dijo que cuando una persona te saca de quicio, es porque ya la consideras parte de tu familia. Y más si lo hace para protegerte.
- Me gustaría conocer a tu madre algún día.- Dije y ya estaba ahí, a sólo unos centímetros. Estiró su mano para que lo ayudara a subir. Y por un segundo me conecte con sus oscuros ojos marrones.
- Entonces, esta es tu casa.- Dijo él pasando sin problema, como si la casa fuera suya.
- Si, perdón por el desorden.- Me moví de la ventana y empecé a sacar todo lo que estaba en el piso lo más rápido que pude.
- Quedate tranquila, esta mucho más organizada que mi casa.- Se apresuró a decir y lo vi detenerse en uno de los dibujos más nuevos que había hecho. Era yo, dando una medialuna sobre el césped.
- Te... Te gusta.- Dije parándome a su lado. Él se volvió a verme.
- Enserio nunca saliste da aquí, esto para vos es más que una torre, es, prácticamente, tu mundo.- Yo no supe que responder, me quedé unos segundos viéndolo, esperando de que dijera algo.- Vení con nosotros, salí al mundo real, es más intenso de lo que puedes describir en una imagen.
- Perdón Jack, no puedo.
- Por Dios Punz, deja de escuchar a las voces de tu cabeza y tomate un riesgo por una vez en tu vida.- Se apartó de mi, caminó hacia la ventana y se quedó allí.- No puedo creer que en ningún momento tengas curiosidad de lo que hay más allá.
- Todos los días de mi vida. Siempre quize salir ¿Sabes lo que son esas estrellas que aparecen una vez al año?- Le pregunté. Él sonrió.
- No lo se, nunca fuí a el reino, vivo en un pueblo no muy lejos de aquí. Pero si bajas, podemos verlo. Vení a casa. Mamá te recibirá con alegría.
- Dame una semana y te prometo bajar.- Le dije pensando en como podría librarme de mamá para poder salir.
- Echo. Mientras tanto yo voy a esperar.- Me dijo y comenzó a bajar por la ventana. Le agarré del brazo antes de que lo hiciera.
Preparé mi cabello para que el se pudiera sujetar y bajar tranquilamente. Él se agarró de la punta y yo deje que lentamente mi cabello bajara hasta que Jack llegará a tocar el piso.
Abrazó a su hermana y la alzó para llevársela. Ella me saludó con su mano y le devolví el saludo. Una vez que ya no los podía seguir viendo, me di cuenta de que dejaron su canasta. Mamá no podía verla allí, si lo hacía me mataría. Era o bajar o quien sabe lo que ella podría hacerme. No era la primera vez que ella había descubierto que hablaba con alguien, pero la última vez, aunque terminó siendo su novio, me advirtió que no podría pasar denuevo.
No me quedaba más opción, tendría que bajar.
Acomodé mi cabello y me agarré fuertemente de él para volver a subir. En la punta le hice un nudo lo suficientemente grueso para poder volver a subir después.
Llevándome a Katie a caballito, caminé hasta detrás de los árboles en donde Punzie no pudiera vernos. Mientras tanto, Katie se convirtió en un canario hablante. No dejaba de preguntarme como era ella.
-¿Tiene el cabello tan largo como parece?- Preguntó cuando nos sentamos.
- Si.- Le contesté mientras me acomodaba para espiar.
- ¿Es tan hermosa como parece?- Me dijo, casi no formulé la pregunta y vi como ella bajaba de su torre temblando de terror.
- Si, pero ahora cállate.- Le dije y Katie casi grita, pero le tape la boca. Cuando vi que agarró la canasta fue cuando decidí salir de mi escondite.
Ella con pánico en los ojos levantó la cabeza y me vió caminando hacia ella. Le señalé la canasta y ella me entendió estiró sus brazos entregándola. Se dió vuelta y pareció no querer seguir hablando.
Katie corrió detrás mío y le entregué la canasta. Ella la agarró con cara dudosa. Volvimos ambos a ver a Punz y vimos que no podía subir. Estaba tratada. Le agarró estrés y escuché gemidos de angustia desde sus labios.
- Por si no sabías, no te morís si pedís ayuda.- Le dije parándome a su lado.
- Gracias por el dato.- Me dijo sin seguir hablando. La agarré de un brazo y de la pierna contraria para que se subiera a mis espaldas. Ella me regañó pero no le hizo caso.- Jack bajame por favor. No me hagas esto.- Me dijo mientras buscaba la manera de poder subir a la torre sin caernos.
Para cuándo estuvimos a dos metros de altura, ella ya estaba abrazada a mis espaldas, llorando y criticándose a sí misma. Parecía traumatizada, como si acabar de ver a un muerto o algo así.
- Ya llegamos a la punta.- Le dije arriba de todo. Ella abrió los ojos y prácticamente saltó denuevo a su hogar. No se sí estaba feliz o qué. Volvió conmigo y levantó todo su cabello.- Ninguna recompensa para este noble caballero?
- Gracias Jack, por haberme convencido de bajar y ayudarme a subir denuevo.- Me dijo y luego me abrazó antes de bajar. Esa noche volví a casa con una sonrisa en la cara que fue imposible de borrar.
Mi madre me acompañó a las afueras de la ciudad en una carroza. Ella no sabía ni que esa sociedad existía. Era un pequeño pueblo el que me había aprendido de memoria. El único problema era que no sabía como llegar.
Cruzamos por la lado de un árbol, pero no cualquiera y la mente me dió un giro. Me levanté y le empezé a dar instrucciones al chofer. En no más de cinco minutos, llegamos a la primer casa del pueblo. Un hombre salió de allí sorprendido y gritó dentro de su casa para que los demás salieran, así pasó también con el resto de las casas. Las personas seguían nuestro camino.
Recordaba perfectamente que su casa era la última en el camino, pero cuando llegamos, la casa ya no se veía igual. Aunque nunca había sido la casa más linda se veía mas pequeña y descuidada. Baje de la carroza y vi la multitud detrás mío. Conocía a cada uno de ellos, pero no esperaba que ellos me reconocieran.
Llegué a la puerta de la casa y toqué con cuidado, pero nadie me contestó. Intenté tocas una vez más. Alguien me tocó el hombro, un hombre de no más de cincuenta años con cabello corto y canoso. Lo recordaba perfectamente, no esperé que estuviera así después de tantos años de no haberlo visto.
- Lo siento señorita, aquí ya no vive nadie.- Me dijo con algo de pena.
- ¿Sabe a donde se han mudado los Overland?- Dije con algo de esperanza de que no estuvieran muy lejos.
- ¿A quien estas buscando en particular?- Me preguntó con un tono de curiosidad.
- A la niña.- Contesté.- Katie.
- Katherine Overland, la última Overland.- Me dijo pensando.- Hace mucho que no tiene visitas, ella está en una cabaña no muy lejos de aquí. A diez minutos hacia el sur.
- Muchas gracias Gorge.- Dije apoyando mi mano en su hombro.
Me retiré y volví a subir a la carroza. Una vez que esta empezó a avanzar, me quedé pensando en lo que Gorge había dicho "La última Overland, hace mucho que no tiene visitas" ¿Le habría pasado algo malo estos últimos años? En ese preciso instante, no lo sabía. Pero en no mucho tiempo obtendría respuestas.
La carroza frenó bruscamente y me encontré con una casa mucho más hermosa que las del resto del valle, con un jardín perfectamente cuidado y un estanque con agua tan pura como la que había al lado de la torre. Se veía como ella, la forma en la que pensaba era honesta y simple, pero siempre tuvo algo que sólo ella podía resaltar.
Sonreí mientras caminé hacia la puerta de la casa y toqué la puerta con mayor esperanza. Una joven de quince años me abrió la puerta. La reconocí al primer instante. Estaba mucho más hermosa que hace unos años. El pelo lo tenía hasta la cintura y atado con una flor. Sus ojos oscuros seguían tan grandes como antes pero ahora no estaban tan redondos. Ahora estaba mucho mas esbelta y su tez seguía siendo tan bella como antes. No me había equivocado para nada, seguía siendo la viva imagen de su madre.
- Hola Katie, ¿Me recuerdas?- Le dije con la voz algo partida de emoción y sentí mis ojos húmedos.
- Si te tengo que ser sincera, no. Pero pos como me llamas, me debes conocer desde hace un par de años porque hace años que alguien no me dice Katie.- Dijo achinando sus ojos haber si podía reconocerme, pero a parecer no fue así.
- Soy Punz, vos me habías dado ese apodo.
Ella soltó el vaso que tenía en su mano de sorpresa. Se quedó mirándome unos segundos hasta que saltó a abrasarme. La abrasé también y me di cuenta que de alguna forma cambió nuestra relación. Antes la veía como una niña, alguien a la que no le podía confiar secretos. Ahora que la veía tan adulta, la vi como otro par. Ambas empezamos a llorar y después pudimos alejarnos la una de la otra.
- ¿Que te pasó en el pelo? Antes eras rubia y tu cabello era tan largo que debíamos levantarlo para que no te engancharas.
- Me lo corté y perdí la magia.- Le dije recordando como le contaba falsas historias sobre la magia de mi cabello. Ella me miró con tristeza.
Mi madre también bajó de la carroza y se la presenté a Katie. Ella nos ofreció a entrar y vi la gloriosa casa que se había armado. No podía creer lo mucho que me hacia recordar a ella su casa, era como si hubiese extraído de su mente la casa.
- ¿Que te hizo decidir llegar acá después de tantos años?- me preguntó con curiosidad.
- Fue un suceso que pasó hace muy poco tiempo y siento que tu hermano está involucrado.- Le dije y ella pareció verme con disgusto.
- Punzi, yo te quiero como una hermana. Pero las dos sabemos y vimos a Jack morir. Él no pudo haber hecho nada, así que mejor dejemos lo dormir en paz.- Me dijo y después intentó evadir mi vista.
En ese momento una ráfaga de viento entró por la ventana. Las tres nos levantamos del susto. Ella corrió hacia la ventana y la cerró. Pero justo ahí se quedó paralizada y un agudo gritó salió de su boca. Se tapó la boca y volvió a mirarme.
Fuí con ella y vi algo. Otra escultura de hielo, no era igual a la anterior pero debía ser de la misma persona. Detrás había una sombra que no pude diferenciar y terminó desapareciendo.
- Eso no estaba allí hace unos minutos.- Me dijo al pararme a su lado. La volví a ver.- ¿Porqué crees que Jack tiene alguna relación con esto?
- Porque pasa cuando pienso en él.- Le confesé. Había algo que me hacia creer que era él pero no sabía que más podía ser.
-¿Cuantas veces pensaste en el?- me preguntó.
-Dos veces hoy. Hace mucho que no pensaba en él. Desde qué murió, pero así de la nada empezaron estos sucesos.
Ella se quedó con mirada severa. Volvió a mirar hacia afuera, en donde la escultura ya se había desvanecido.
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