Extra: Aurora
Septiembre 1997.
- Este me gusta.- dijo Ada, levantando un vestido negro con una sonrisa de emoción.- Con esos zapatos plateados que tienes, te verías increíble.
- Es... decente, supongo.- respondí, tomando el vestido con expresión indiferente.- Aunque, sinceramente, es lo más básico que he visto en toda mi vida.
Ada puso los ojos en blanco, suspirando con dramatismo mientras me arrebataba el vestido de las manos.
- ¡Por favor! Hemos recorrido cada tienda de la ciudad. ¿Cómo es posible que no te guste nada?
- No es mi culpa que esta ciudad tenga un gusto tan... mediocre.
- ¿Mediocre?- replicó Ada, mientras seguía buscando entre los percheros.- Has criticado cada prenda como si fueras una crítica de moda con veinte años de experiencia.
Sacó un vestido verde con un escote pronunciado en forma de V y lo sostuvo en el aire con entusiasmo.
- ¿Qué tal este? Sexy, ¿no crees? Jake se desmayaría al verte con él.
No pude evitar una sonrisa. Ada tenía un estilo peculiar, siempre optando por lo más atrevido.
- Con eso solo me faltaría una estrella en la cabeza y estaría lista para la cena de Navidad.- respondí, riendo.
Ada soltó una carcajada y colgó el vestido de vuelta en el perchero.
- Tienes razón, parecerías un árbol de Navidad. Pero, eso sí, ¡el árbol más atractivo de todos!
Aquello me hizo reír.
Seguimos buscando entre las perchas. Mi entusiasmo por encontrar algo se había desvanecido. Los vestidos eran demasiado aburridos o exageradamente extravagantes. Ningún punto medio.
- ¿Qué tal algo más claro?- sugirió Ada, levantando un vestido beige.- Este podría ser interesante.
La miré incrédula.
- ¿Beige? Soy tan pálida que parecería un fantasma. Nadie sabría dónde termina mi cara y empieza el vestido.
Ada me observó un segundo, con las manos en las caderas, fingiendo frustración.
- ¿Te he dicho lo mucho que detesto ir de compras contigo?
- Sí, lo dices todo el tiempo.- respondí mientras me dejaba caer en un puff cercano, agotada.
- ¡Y claramente no lo suficiente!- bromeó, soltando una risita divertida.
- A este paso, terminaré yendo a la cena con una bolsa de basura negra.
Ada se rio a carcajadas.
- Conociendo a Jake, podrías ir envuelta en papel aluminio y seguiría mirándote como si fueras lo más hermoso del mundo.
Sonreí, pero algo seguía incomodándome. Sabía que Ada tenía razón. Jake siempre me hacía sentir especial, incluso en mis peores días, pero encontrar un vestido que realmente me hiciera sentir bien parecía imposible.
Ada, notando mi expresión, me dio un leve empujón en el hombro.
- Tranquila, encontraremos algo. No podemos rendirnos ahora.
Suspiré, agradecida por su determinación, aunque todavía escéptica.
- Espero que tengas razón.
Recorrimos varias tiendas más hasta que encontré el vestido perfecto: color vino, ceñido en la cintura y el busto, cayendo suavemente por encima de las rodillas. Era sencillo, elegante, y me hizo sentir bien por primera vez en toda la tarde.
- Misión cumplida.- suspiró Ada mientras salíamos de la tienda.
- Sí, aunque pareciera que nos tomó una eternidad.- respondí, levantando la bolsa con el vestido.- Ya hasta se hizo de noche.
El teléfono de Ada vibró en ese momento. Puso el altavoz al contestar.
- Hola, Mads.
- ¡Hey! ¿Al fin encontraron algo?
- Sí.- respondí.- Después de recorrer todo Boston.
- Te perdiste a Aurora criticando cada prenda.- bromeó Ada.
- Ya me contarán todo cuando vengan.- dijo Mads.- Jay y Luke están ansiosos por verlas.
- Ya vamos de camino.- respondí, contenta con la idea de verlos.- Ya quiero besar esas mejillas regordetas.
- ¡Me van a volver loco!- la voz de Edric se escuchó al fondo, sacándome una risa.
- ¿Ese es Edric?- pregunto Ada entre risas.
- Deberian venir y ver como lo enloquecen.
- Veo que se la está pasando genial con los bebés.- agregué con sarcasmo.- ¡Oye Edric! Cambio de planes, tu esposa y yo nos queramos un rato por aquí.
Aquello era mentira, pero me gustaba molestar a Edric, y Ada parecía disfrutarlo también.
Edric tomó el teléfono cuando oyó aquello.
- Querida esposa ¿Les falta mucho para venir y ayudarme con estos monstruitos?
- Tú fuiste quien insistió en que acompañara a Aurora de compras.- respondió mi amiga sonriendo.
- Pensé que Marcus me ayudaría con estos diablillos...
- ¿Dónde está Marcus?- pregunté.
- Lo mandé a comprar la cena, pero ya está en camino.- respondió Mads.- No le hagan caso a Edric, tómense su tiempo.
- Menos mal que estás tú, Mads.- dijo Ada, riendo.- Si no, nuestros hijos estarían perdidos.
Prometimos llegar pronto para cenar juntos. Jake trabajaba hasta tarde, pero pronto estaría libre para unirse a la cena en casa de Marcus y Mads.
La noche ya había caído, y una brisa fresca despejaba mis pensamientos. Ada revisó su bolso y soltó una maldición en voz baja.
- ¿Qué pasa?- pregunté.
- No encuentro las llaves del coche.
- ¿Se te cayeron en la tienda?
- Es posible. Voy a revisar.
- Te acompaño.
- No, mejor quédate aquí. El coche está justo enfrente. Vuelvo rápido.
Asentí y caminé hacia el coche. Las luces de los autos y transeúntes se mezclaban en mi visión, pero una sensación incómoda me envolvía.
La ignoré y decidi esperar recoatada sobre la puerta del coche a que mi maiga vooviera, pero vi a alguien acercarse.
Creí que era alguien paseando y no tome importancia pero la situación se volvió extraña cuando se detuvo cerca de mí.
- ¿Aurora?
Fruncí el ceño cuando oí mi nombre salir de la boca de aquel hombre.
- ¿Te conozco?- pregunté, sintiendo un escalofrío.
- No, pero conoces a mi jefe.
- ¿A tu jefe? ¿Quién es tu jefe?
El hombre soltó una risa cínica y dio un paso hacia mí. Retrocedí, lanzándole la bolsa cuando intentó agarrarme.
Me separe del coche, retrocediendo mientras no perdía de vista al hombre. Mire a todos lados, a punto de gritar en busca de alguien que me ayudara.
Pero la calle estaba desierta. ¿Es en serio? pensé. Hace tan solo unos instantes podia jurar que la calle estaba repleta.
Decidí correr, pero terminé en una calle oscura y solitaria. Son estos momentos en los que sientes que el mundo conspira en tu contra. Saqué mi móvil, desesperada por señal, pero estaba tan alterada que choqué de frente con alguien. Una bolsa de comida cayó al suelo.
Y cuando finalmente vi el rostro de la persona a la que había chocado, lo reconocí inmediatamente.
- ¿Aurora?- preguntó sorprendido.
- ¿Marcus? ¡Gracias a Dios!- el alivio al verlo y sentirme segura a su lado no tardó en aparecer.- Un tipo me siguió. Ada sigue en la tienda, tenemos que irnos.- trate de explicarle pero estaba tan exaltada que de seguro no me había entendió bien.
- Tranquila.- me sujetó los hombros.- Estás temblando.
Antes de que pudiera explicarle más, un auto negro se detuvo bruscamente. Dos hombres salieron de las sombras. Uno me intentó agarrar del brazo. Era el mismo hombre de antes.
- ¡Oye!- gritó Marcus, cuando se me vinieron encima.
Mi amigo se colocó frente a mí, reaccionando de inmediato e intentando alejarlos de mí. Pero en cuestión de segundos, más hombres aparecieron, rodeándonos por completo.
El miedo me invadía, mucho más de lo que quería admitir. Pero, aun así, me defendí cuando uno de ellos intentó lanzarme un puñetazo. Sabía que Marcus también estaba luchando; lo vi golpear a dos de los hombres con precisión.
Un mal movimiento, y todo cambió. Uno de ellos logró inmovilizarme, mientras que a Marcus lo empujaron violentamente al suelo. Mientras intentaba liberarme, golpeaban a Marcus como bestias.
Lo vi retorcerse de dolor en el suelo, saqué fuerzas y con un movimiento rápido, conseguí liberar de quien me sujetaba.
- ¡Marcus!- grité desesperada, corriendo hacia él, antes de sentir un golpe en la espalda que me hizo desplomarme.
Todo sucedió tan rápido que, apenas mis palmas tocaron el suelo, intenté levantarme lo más rápido que pude. Sin embargo, fue inútil. Alguien me agarró por detrás, sujetándome con fuerza, y otro hombre me golpeó en el estómago con brutalidad.
Tosí, incapaz de respirar. Dos golpes me dejaron completamente sin aire. Entre jadeos, giré la cabeza buscando a Marcus, a quien estaban arrastrando, inconsciente, hacia un auto negro.
- No te rindes fácilmente, ¿eh?- dijo uno de los hombres, con una sonrisa arrogante.
Con mis últimas fuerzas, le di un cabezazo, logrando que se llevara las manos a la nariz. La satisfacción fue inmediata cuando vi la sangre brotar de entre sus dedos.
Si iban a golpearme, al menos me aseguraría de que se llevarán algunos golpes de recuerdo.
Pero la satisfacción no duró mucho. Sentí un pinchazo en el cuello y el pánico me recorrió al sentir el líquido correr por mis venas. El sedante comenzó a hacer efecto, arrastrándome al vacío rápidamente.
Mi cuerpo no pudo resistir más. Al igual que a Marcus, me subieron al auto. Él seguía inconsciente a mi lado.
Antes de perder la consciencia por completo, escuché una última frase que me heló la sangre.
- Smith estará encantado de verte.
Y entonces, la oscuridad se apoderó de mí.
[....]
Desperté en un infierno. El aire helado me calaba hasta los huesos, mis manos y pies estaban tan apretados que casi no los sentía. La venda me impedía ver, pero los quejidos a mi alrededor me hicieron entender con horror que no estaba sola. Cada segundo consciente me hundía más en el miedo y la rabia.
No llevaba mucho tiempo consciente, pero cada segundo que pasaba sentía que el final se acercaba. La rabia me consumía. Apenas pude recuperar la noción de lo que ocurría, un solo nombre invadió mi mente.
"Smith"
El maldito me había encontrado. Mi cuerpo se tensó, cada músculo queriendo saltar, pero la furia que me consumía se disipó al recordar a Marcus. Mi pecho se cerró de golpe: ¿y si también lo habían atrapado? ¿Y si Ada...?
No podía permitir que ellos pagaran el precio de mi condena.
- ¿Marcus?- susurré con la esperanza de que estuviera cerca.
Un chirrido metálico interrumpió mis pensamientos. La puerta se abrió con un crujido que resonó en la sala. Aunque tenía los ojos vendados, noté que una luz se filtraba por la tela. Unos pasos se acercaron, y de repente sentí una mano firme levantándome del brazo. Sin previo aviso, alguien me quitó la venda de los ojos. La luz me deslumbró, pero me adapté rápidamente.
Alrededor mío, más personas se materializaron en la penumbra, y el horror se apoderó de mí al reconocer sus rostros. Allí estaban mis compañeros, entre ellos Marcus, que me devolvió una mirada desesperada. Una presión se instaló en mi pecho, y la rabia creció como un incendio dentro de mí.
De pronto, una figura apareció caminando hacia nosotros, su paso seguro y su mirada cínica. No necesitaba verlo de cerca para saber quién era. Smith.
Al acercarse, mis ojos lo fulminaron, y él lo notó. Se detuvo frente a mí, agarrándome el mentón con sus dedos mugrientos.
Aparté mi rostro de su mano asquerosa, lo que sólo provocó que riera con desprecio.
- Te dije que te encontraría, Aurora.- susurró a centímetros de mi cara, disfrutando cada sílaba.
Cuando sus dedos ásperos me rozaron la piel, el pasado me golpeó con fuerza. Sentí cómo la repulsión me invadía, como si su mera presencia corrompiera el aire a mi alrededor.
"Aurora..." El sonido de mi nombre en sus labios era como un veneno, cada sílaba cargada de un poder que hacía que mi piel se erizara. Ya no era solo repulsión; era el temor de alguien que conoce demasiado bien la oscuridad que habita en la mente de su torturador.
- Tú y yo vamos a divertirnos mucho.- dijo con una sonrisa siniestra.
- Claro que sí.- respondí con un tono gélido.- Será muy divertido cuando sienta tu sangre correr por mis manos.
Mi comentario lo divirtió aún más, y los hombres a su alrededor soltaron carcajadas.
- Y luego seguirán ustedes.- continué.- Y cada criminal que haya cruzado mi camino.- di un paso hacia él, mirándolo directamente a los ojos.- Voy a destruirte.
Vi cómo su mandíbula se tensó. Mi amenaza lo había tocado más de lo que quería admitir.
- La única que va a terminar destruida aquí eres tú.- chasqueó los dedos, y de inmediato sus hombres arrastraron a dos agentes de la Agencia hacia el centro de la sala.
- ¡¿Qué haces?!- gritó Marcus, lleno de rabia.- ¡Déjalos en paz!
Intento impedir que se los llevaran pero rápidamente los hombres de Smith lo sometieron.
Smith sonrió con arrogancia.
- Mi plan salió mejor de lo que esperaba.- se burló.- No sólo atrapé a mi querida Aurora, sino que también tengo aquí al hermano del Comandante.- soltó una carcajada repugnante.- Esto va a ponerse interesante. Pero ahora no tengo tiempo para ninguno de ustedes, así que, si me disculpan...- se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la salida.- Tengo algunos asuntos pendientes con sus compañeros.
No lo comprendí en ese instante, pero desde ese momento, mi vida había dado un giro irreversible. La oscuridad se había instalado en mi destino, y no había forma de escapar de ella.
Pasaron horas, interminables y sofocantes. Desde mi rincón, vi cómo uno a uno mis compañeros eran arrastrados fuera de la habitación. Ninguno regresaba. No sabíamos a dónde los llevaban, ni lo que les esperaba, pero el silencio tras cada partida se hacía más pesado, más inquietante.
Al principio, nadie se atrevió a hablar. Nos quedamos en la penumbra, atados a nuestra propia desesperación. Finalmente, no pude más. Cuando uno de los carceleros entró de nuevo, respiré hondo y reuní el valor para preguntar.
- ¿Dónde están llevando a los demás? ¿Qué hacen con ellos?
El hombre se giró hacia mí, con una sonrisa fría y sin alma.
- ¿Tú que crees?- dijo con una calma aterradora antes de marcharse de nuevo.
Cerré los ojos, lamentándolo, con un deseo ardiente de escapar de aquel lugar.
- Los están matando.- susurró Marcus desde su rincón.- Están enviando un mensaje a la Agencia.
Sentí como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. No había esperanza, ni salvación. La muerte se cernía sobre nosotros, paciente, y supe entonces que pronto sería mi turno.
- Los torturan para sacarles información.- intervino una mujer con voz apagada.- Y cuando consiguen lo que quieren, los matan.
- Esto es mi culpa.- murmuré débilmente.- Debí matar a Smith cuando tuve la oportunidad.
- Hiciste tu trabajo.- respondió Marcus, con una calma forzada.- Lo hiciste bien, Aurora. Nada de esto es tu culpa. Si tengo que morir...
- No.- lo interrumpí firmemente.- No puedes morir. No podemos. Ninguno de nosotros.- mis ojos recorrieron a los tres compañeros que quedaban.- No moriremos hoy.
- No hablaré ni traicionaré a mi agencia.- dijo alguien con determinación.- Ni siquiera ante la muerte.
- Ninguno lo hará.-aclaré.- Pero aunque nuestras vidas terminen hoy, ninguno de nosotros morirá realmente. Porque solo muere aquel que es olvidado, y estoy segura de que ninguno de ustedes será olvidado. Al menos yo los recordaré, hasta el último minuto de mi vida.
Todos ellos me dedicaron miradas melancólicas, como resignadose al final que cada uno obtendría.
Marcus se arrastró hasta ponerse a mi lado, su presencia dándome una pequeña chispa de fortaleza en medio de la desesperación.
Al cabo de tal vez media hora, el mismo proceso se repitió. Hombres ingresaron a la habitación y se llevaron a dos de nuestros compañeros, dejándonos solo a Marcus y a mí. Cuando la puerta se cerró, Marcus soltó un suspiro irónico.
- Seremos los últimos.- dijo.- No te preocupes, lo mejor siempre queda para el final.- aunque Marcus intentara hacerme olvidar de lo que sucedía a nuestro al rededor, era inútil.
Respiré hondo antes de hablar.
- Lamento haber escogido ese callejón para correr y haberme topado contigo. Tal vez, si no fuera así, no te habrían raptado a ti también.
- No es tu culpa.- respondió con calma.- Además, si muero, estaré feliz de hacerlo junto a una gran compañera.
En ese instante sentí miedo, un miedo profundo. No quería morir, y mucho menos que Marcus muriera.
- Marcus, no quiero morir.- mi voz tembló, intentando mantener la compostura.- No quiero que tú mueras tampoco.
- Aurora, vamos a salir de esta.- Marcus intentaba mostrar calma, pero sabía que él también lo sentía.- No podemos dejar que él gane. Hemos salido de situaciones peores.
Quería creerle. Quería aferrarme a sus palabras, pero las manos me temblaban. Los recuerdos de lo que Smith me había hecho en el pasado me pesaban en el pecho, sofocándome.
- Esto no es como las otras veces.- murmuré, luchando contra las lágrimas.- Smith es diferente. Esta vez nos tiene completamente atrapados. Me matará.
- Tal vez no suceda.- dijo él.- Smith te quiere con vida, le sirves más viva que muerta.
- Él me matará también.
- No estés tan segura.
- Tal vez te deje vivir a ti. Eres importante, el hermano y el hijo de alguien importante. Yo no soy nadie.
- Eres quien aniquiló a varios de sus hombres. Créeme, eres importante, y él lo sabe.- dijo con seriedad.- Tal vez haya una posibilidad de que uno de nosotros viva. Si es así, hagamos una promesa.
Negué repetidamente, pero él fue insistente.
- Si uno de nosotros vive, se encargará de destruirlo y volver a casa con los demás. Cueste lo que cueste, es hora de acabar con él.- las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas.- Promételo.
- Lo prometo.- dije ahogada.- Pero no seré yo quien viva, serás tú.- estaba convencida.- Si yo sobrevivo, ¿cómo podré mirar a Mads? ¿O a tu hijo? Él es solo un niño.- negué con la cabeza.- Te necesitan con vida... Tal vez puedas... dar información a cambio de...
- No.- interrumpió.- Si la única forma de sobrevivir es traicionando lo que creo, entonces prefiero la muerte. No podría volver a ver a Madisson o a Luke sabiendo que me traicioné a mí mismo.
- ¿Y qué pasa si ambos morimos y no podemos cumplir la promesa?
- Entonces, estoy seguro de que el karma le llegará a Smith algún día. Lo golpeará tan fuerte que valdrá la pena nuestra muerte.
Sus ojos verdes se cristalizaron. Tomé su mano, apretándola con fuerza, sintiendo que sería la última persona a la que vería en ese momento.
- Siento que he desperdiciado el tiempo.- confesé, sintiendo cómo las palabras se me anudaban en la garganta.- Con tu hermano... Siempre creí que sería incapaz de encontrar el amor, después de todo lo que he vivido. Tras la pérdida de mis padres, me cerré en una burbuja de dolor y desconfianza. Las únicas personas que lograron abrir un poco mi corazón fueron Ada y Madisson. Después de ellas, jamás pensé que podría amar a alguien más allá de lo platónico, hasta que llegó tu hermano.
Recordé su mirada fría, sus palabras afiladas que parecían cortar el aire a su alrededor, esos ojos verdes que te paralizan con solo mirarlos. Su actitud despreocupada, como si nada le importara, pero que, en el fondo, escondía una profundidad que me fascinaba.
Cerré los ojos, dejando que los recuerdos inundaran mi mente. Cada detalle de Jake regresaba con una intensidad abrumadora: las risas compartidas, las fiestas donde la música vibraba en nuestros cuerpos, los cumpleaños que celebrábamos juntos, cada conversación que me hacía sentir viva, los entrenamientos donde su apoyo me impulsaba a superarme. Todo, cada instante, se entrelazaba en un mosaico de emociones.
- Tú lo haces muy feliz.- dijo Marcus, su voz llena de calidez y comprensión.- Nunca lo he visto sonreír tanto como lo hace contigo. Le das paz y lo inspiras a mejorar cada día. Lo desafías a ser mejor, y él te demuestra que puedes ser más fuerte con cada nuevo amanecer.
Las palabras de Marcus resonaron en mi corazón. Era cierto; en su compañía, Jake había encontrado una razón para sonreír. Pero yo también había encontrado algo invaluable en él.
- Nunca me vi formando una familia.- admití, sintiendo que una parte de mí se revelaba.- Pero durante los embarazos de Madisson y Ada, no pude evitar imaginar cómo sería mi vida como madre. Y, claro, no podía imaginarlo con nadie más que con Jake a mi lado.
- Serían unos padres excelentes.- respondió Marcus con una sonrisa cálida, como si pudiera ver un futuro lleno de posibilidades.- No podría pedir mejores tíos para Luke y Jay. Sus hijos serían tan amados.
Su sonrisa iluminó mi corazón, y por un instante, me atreví a soñar. Quizás, solo quizás, había un futuro donde el amor no fuera solo una ilusión, donde pudiera construir algo duradero con Jake.
- Luke y Jay.- sonreí al recordarlos.- Esos pequeños a los que adoro llenar de besos.
- Y ellos adoran recibirlos.- rió.- Cuando crezcan, serán un torbellino que enloquecerá a Edric. Adoran ponerlo nervioso, lloran y hacen rabietas cada vez que lo ven.- Marcus soltó una pequeña risa al recordarlo.- Pero cuando están con sus madres y su tía favorita, siempre están calmados y solo quieren mimos.
- Estoy segura de que serán grandes amigos. Compartirán el mismo amor que sus madres y yo.- ambos reímos.
- Aunque creo que falta una niña para completar la pandilla.
- ¿Tú crees?
- Sí, tal vez tú y Jake puedan dársela.- vi cómo las lágrimas rodaban por su mejilla.
- Ojalá que sí. Y ojalá tú puedas ver ese momento.
Sequé mis lágrimas con las manos.
- Y que nuestros hijos sean una familia, igual que nosotros.- agregó él.
El simple hecho de imaginar aquello me rompía el alma, porque en ese momento sabía que solo fantaseábamos con cosas que nunca sucederían. Pero, en medio de ese horror, intentábamos apaciguar el terror que nos aguardaba al otro lado de la puerta.
- Mads tiene mucha suerte de tenerte.- le confesé.- La haces feliz, la haces brillar.
- Mads brilla por sí sola.- sonrió.- Pero también creo que yo tengo suerte de tenerla. Así como mi hermano tiene suerte de tenerte a ti.
- Agreguemos algo más a la promesa.- dije.- Si salimos de esto, correremos a decirles a todos lo mucho que los amamos.
- Me parece bien.- respondió, asintiendo.
Sostuve la mano de mi amigo durante un largo periodo, no supe cuánto tiempo fue. Pero después de un rato, las pesadas pisadas volvieron a escucharse en el pasillo. La puerta se abrió de golpe, y allí estaba Smith, acompañado por dos hombres que se acercaron a Marcus.
- No, por favor.- supliqué y desesperada, poniéndome de pie.- No lo mates, él no tiene nada que ver con esto. ¡Llévame a mí!
Smith me miró con desdén, casi divertido por mi desesperación.
- Esto es tu culpa, Aurora. Todos ellos están pagando las consecuencias de tus actos.- sus palabras eran un golpe seco en mi pecho.
- ¡Te lo ruego, no lo hagas! ¡Por favor!
Pero Smith negó lentamente con la cabeza, su decisión estaba ya tomada. Los hombres sujetaron a Marcus, quien, al sentir que no había vuelta atrás, se volvió a mirarme.
- Tranquila.- dijo con calma.- Recuerda la promesa.- su voz era firme, aunque sus ojos reflejaban la tristeza de la despedida.
Mis piernas temblaron y sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. Mientras arrastraban a Marcus lejos, el aire se volvió pesado, casi irrespirable.
Mi mirada se nubló de lágrimas. ¿Era este el precio de desafiar a Smith? ¿Sería siempre así, una espiral de destrucción para los que me rodeaban?
El eco de la puerta al cerrarse resonó en la habitación vacía, dejándome sola con el miedo y la certeza de mi propio final. Sabía que la muerte me aguardaba, pero ya no tenía fuerzas para luchar.
Me dejé caer al suelo, resignada. Iba a morir. Deseaba que las cosas no fueran así, que hubiera una salida, pero no había esperanza. No saldría con vida. Aun así, en el fondo, una pequeña chispa de esperanza permanecía encendida: la de que el karma alcanzaría a Smith algún día, que él pagaría por todo el dolor que había causado.
Con los ojos cerrados, imaginé una realidad distinta, una en la que todos seguirían con vida. En esa otra vida, habría formado una familia con Jake. Podía verme sosteniendo a una pequeña niña en mis brazos, una hija mía y de Jake, mientras Luke y Jay, los hijos de Ada y Madisson, correteaban a nuestro alrededor, todos juntos como una gran familia. Seríamos felices, lejos de todo esto, amigos cercanos, viviendo en paz.
Pero ese era solo un sueño imposible, un consuelo efímero ante la cruel verdad que me rodeaba.
Ojalá esa puerta se hubiera abierto para mí también, ojalá me hubieran dado el mismo destino que a Marcus y a los demás. Pero, en lugar de eso, me dieron algo mucho peor. Porque, al final, Marcus tenía razón: me dejaron con vida, pero no por misericordia. Me destrozaron el alma, matándola lentamente, día tras día.
Me condenaron a vivir una pesadilla que no terminó al cruzar esa puerta; al contrario, solo se intensificó.
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Buenass, les traje un extra que tenia en borradores hace un tiempo, tengo algunos más, puede ser que antes de publicar la segunda aparte, los suba.
Es un extra triste pero prometo que los otros no. Creo que era necesario saber un poco más sobre la vida de la madre de Adira.
Ahora que conocemos sobre Adira creo que este extra es más impactante.
Al final Aurora si les dio la niña que faltaba para completar la pandilla, solo que no con Jake :(
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