Capítulo 9

"El regreso"

Luke.

Hace unos días.

EL DÍA DEL REGRESO DE ADIRA.

Hoy es el cumpleaños de mi amigo Jay, después de que me insistiera tanto, acepte organizar algo en mi bar.

Según lo que me dijo, harán un almuerzo familiar en su casa con sus padres y su novia, también me invito, pero rechace la propuesta porque si mi intuición no falla, cierta persona acudirá al almuerzo.

Si es así, igualmente tendré que verla en el bar porque conozco a Jay, y seguramente la arrastrará hasta allí.

O quizás tenga suerte y me esté equivocando, tal vez regrese dentro de 1 semana y eso me dará más tiempo para asimilar todo.

La maldita abandonica fue transferida de Alaska, no entiendo por qué regresa si, según lo que sé, ella es muy feliz en el ejército de Alaska.

Cuando el Director General me informó sobre la vuelta de su hija, un montón de sensaciones y sentimientos se despertaron en mí.

Primero la rabia de recordar como se marchó sin ni siquiera despedirse, no éramos nada oficial, pero llevábamos meses estando juntos. No sé exactamente lo que ella sentía por mí, pero a mí me gustaba su cercanía. Dejé de interesarme en otras mujeres y solo tenía ganas y ojos para la pelinegra de ojos hipnóticos y pecas.

Se marchó sin decir nada y sin respetar que antes de ser lo que sea que éramos, los dos fuimos amigos. El golpe fue peor porque me tuve que enterar por boca de su hermano que se había marchado.

No entendía y nunca enteré porque se fue, se supone que estaba bien aquí junto a Jay y los Wood, tenía a Cloe y me tenía a mí. Quizás yo fui quien empeoró las cosas, porque nunca formalice nada con ella, tal vez se cansó de eso y se marchó.

Días antes de irse, estaba rara, pero Adira siempre fue rara, un día tenía ganas de hacer 50 mil cosas a la vez y al otro no tenía ganas de ver a nadie.

Le pidió a su familia que no me contarán sobre su idea de marcharse, y así fue. Me enojé con Jay y con Cloe por meses.

Se despidió de todos menos de mí y llegué a creer que me odiaba o algo así. Jay me dijo que fue una decisión que tomó porque ya no se sentía a gusto aquí, que Alaska era una gran oportunidad y decidió tomarla.

¿Pero por qué no se sentía a gusto aquí?

A veces pienso que si hubiera tenido las agallas de aclarar el tipo de relación que teníamos, tal vez podría haber evitado que se marchara.

Si luego de hablar conmigo aún tenía ganas de marcharse, lo haría aceptado. Lo habría hecho por ella, y la habría esperado con los brazos abiertos. Pero jamás tuve la oportunidad, ya que se fue sin antes confesarle que para mí ya no era algo casual lo que teníamos.

Cuatro años enojado con ella y conmigo. Porque ninguno se comunicó con él otro.

Ella jamás sabrá que yo llegue a quererla como algo más, y yo jamás sabré si no se despidió porque era incapaz de hacerlo o si nunca le importe lo suficiente para considerar que debía despedirse.

[....]

Ya llevo un par de copas, pero aún no me he emborrachado. Jay no ha llegado y no soporto no saber si vendrá con Adira o no. No la mencionó y me hace creer que quizás me equivoque y no vino.

Estoy en una de las barras bebiendo y estoy tan concentrado en mis pensamientos que no me había dado cuenta de la mujer frente a mí que no deja de mirarme.

Me sonríe y yo levanto mi vaso ignorándola mientras. Me empino el trago.

Si no me equivoco, es una de las sargentos que entrenarán para la misión. La verdad es que no le presto mucha atención.

Sigo intentando observar el bar y ver si por algún lado aparece una pelinegra de pecas. A mi lado llega un grupo de soldados a pedir unos tragos y hablan tan fuerte que escucho su conversación.

- ¿Ya viste quién está aquí?- pregunta uno a su compañero.

- ¿Quién?

- La Teniente que es hija del mafioso.

- ¿Kiervan?- su compañero asistió.

No sé qué me molesta más, si saber que está aquí o que se refieran a ella como la hija de tal.

- ¿La viste?

- Estaba junto a la Teniente Mendes y otros soldados.- toma una de las bebidas.- Está buena.

- ¿Dónde están? Podríamos intentar acercarnos.

- Están en la pista de arriba.

- Dicen que es igual a Smith.

- Bueno, si es así, entonces Smith debe tener buenos genes porque tiene un cuerpazo que te desmayas.

Empiezan a decir idioteces y me da ganas de reventarles la cara contra la barra.

Están por marcharse cuando accidentalmente le pongo el pie al que va primero, provocando que se tropiece y también provoque la caída de su compañero.

Chocan al mozo que llevaba una bandeja llena de copas y todo cae al piso provocando un desastre.

- ¡Mierda!- se queja uno.- ¡A caso no te fijas donde pones el pie...!- se calla cuando me ve.

- Co- Comandate.- tartamudea, su amigo palidece y ambos se apresuran a levantarse del piso.

- ¿A caso estaban por culparme a mí?- inquiero.

- No... No vimos que era usted.

- Lo sentimos mucho. Fue nuestro error.

- O sea que si no era yo, habrían culpado a alguien más por su error.

- ¡No, no claro que no! Fue nuestra culpa.

- Espero que arreglen el desastre que causaron con su poca capacidad de caminar.- finjo que no lo hice apropósito.

- Sss... Sí.- sigue tartamudeando.

- Lo sentimos mucho señor.- comenta su compañero.- Ahora mismo pagamos por las cosas rotas.

- Podría pedir que los saquen del bar, pero seré bueno y no lo haré.- me paro de mi asiento y les palmeo el hombro.

- Gra- Gracias.

- Deberían prestar más atención la próxima vez.- ejerzo más fuerza palmeando sus hombros y finalmente me apresuro a ir a la pista de arriba.

Tomo unas cuantas bebidas de las bandejas de los mozos y las voy tomando en el trascurso.

Voy a buscar a esa pelinegra de pecas ahora mismo. ¿Qué haré? No lo sé, pero de que la encuentro, la encuentro.

El lugar está lleno y se me dificulta pasar por la multitud. No veo nada y quiero llegar a la barra, quizás desde ahí vea mejor el panorama.

Alguien me empuja y mi bebida se derrama por completo. Estoy a punto de maldecir cuando escucho su voz.

- ¡Mierda!

Mi cuerpo se tensa al instante. No necesito verla para saber que es ella. Su voz es un eco en mi memoria, un recuerdo que nunca logré enterrar. A pesar de los años, la reconocería en cualquier parte.

Levanta las manos para sacudir el vestido empapado, murmurando otra maldición. Mi atención se fija en su cabello largo, brillante, moviéndose con cada uno de sus gestos. Me descubro queriendo tocarlo, enredar mis dedos en él...

Las luces del bar la iluminan de forma intermitente, dificultándome verla con claridad. Pero cuando levanta la mirada y nuestros ojos se encuentran, el mundo entero se apaga.

Esos ojos.

Siempre fueron hipnóticos, pero el tiempo parecía haber borrado el impacto que causaban en mí. Ahora lo recuerdo. Son un abismo en el que alguna vez me perdí. El reflejo del cielo y del agua. La maravilla más grande del mundo.

Nos quedamos inmóviles, atrapados en un instante que parece eterno. Finalmente, soy el primero en romper el silencio.

- Pero mira nada más, quién ha decidido volver.

- ¿Luke?- su voz es suave, insegura.- Cuánto... cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos.

- ¿Sí,verdad? Específicamente cuatro años.

La observo con detenimiento. Apenas me sostiene la mirada, como si no estuviera lista para enfrentarme. Me gustaría sostener su rostro entre mis manos y obligarla a mirarme, a enfrentar todo lo que dejó atrás.

Veo el vestido azul que lleva puesto, ajustándose a su cuerpo con una elegancia natural. No me sorprende que los soldados hablaran de ella, pero me irrita que lo hicieran. Su cabello es aún más largo que antes, y cada pequeño detalle de ella me golpea con recuerdos.

Tengo que hacer un esfuerzo para no delatarme. Para no dejar que mi mirada vague hasta sus labios, para no ceder a la tentación de besarla. Porque quiero hacerlo. Joder, quiero hacerlo. Pero en su lugar, escupo palabras que sé que la lastimarán.

- ¿Cómo has estado?- pregunta, y su voz es firme, aunque noto el temblor oculto tras ella.

- ¿Yo? De maravilla. ¿Y tú? Parece que ya te cansaste de huir.

Sus labios se presionan en una fina línea.

- No huí.

- Bueno, según lo que sé, desaparecer sin despedirse...- recalco la palabra con ironí.- se considera una huida.

- Era necesario.- murmura sin poder mirarme a los ojos.

- Podrías haber dicho adiós al menos.

Abre la boca para responder, pero levanto una mano, cortándola en seco.

- No necesito tus explicaciones. Tengo cosas más importantes que hacer.- veo cómo su mandíbula se tensa.

- ¿Ah, sí? ¿Como qué?- me desafía, cruzándose de brazos y me esfuerzo para no desviar mi mirada a sus pechos.- ¿Ser un inmaduro que ni siquiera me deja hablar?

- Por ejemplo, buscar otro trago, ya que alguien derramó el mío.

Cruzo miradas con ella y, aunque intento parecer indiferente, la verdad es que verla de nuevo está desmoronando cada jodida barrera que construí en estos años.

- ¿Desde cuándo sales de fiesta?- su tono ahora es más bajo, como si realmente quisiera saber la respuesta.- Las detestabas.

- Eso era antes. Ahora las adoro.- miento sin esfuerzo.- Pero no te confundas, no es por ti. Nunca lo fue.

Me doy la vuelta y me alejo. Mentira. Las fiestas siguen sin gustarme, pero esta noche es el cumpleaños de Jay, y la posibilidad de verla me atrajo aquí.

Escucho sus pasos apresurados tras de mí y acelero el paso.

- ¡Luke!- su voz me alcanza, perforando la armadura que intenté levantar.- ¡Luke!

Aprieto los puños.

¿Por qué mi nombre suena tan malditamente bien en su boca?

Sigo caminando sin voltear, ignorando el impulso de girarme y enfrentarla. Porque si lo hago, si la miro un segundo más, sé que todo el enojo se desmoronará.

Y eso es lo último que quiero.

- ¿Podrías dejar de caminar tan rápido? Llevo tacones y vestido.

Me detengo y la miro, frunciendo el ceño al notar su apariencia.

- ¿Por qué tienes el vestido mojado?

- ¿Eres idiota o qué? Me tiraste la bebida hace cinco minutos.

- Yo no te tiré nada.- niego con calma exasperante.- Fuiste tú la que chocó conmigo.

- ¿Así que ahora eso también es mi culpa?

- Pues tú te atravesaste en mi camino y...

Adira estalla.

- ¡Deja de culparme por todo! - espeta, furiosa.

Debo aguantar la sonrisa que quiere escapar cuando la noto con el ceño fruncido, a pesar de todo, todavía me gusta sacarla de quicio. Sin embargo no puedo evitar notar su apariencia.

- Espera.- le digo y, antes de que pueda reaccionar, me quito la chaqueta de cuero y se la extiendo.- Póntela o te enfermarás.

No es una orden, pero la manera en que la miro la obliga a tragar saliva.

- No.

- Sí.

- No me la pondré.- intenta seguir de largo, pero la tomo del brazo y comienzo a colocarle la chaqueta.

- Dije que te la pongas.- lo último que falta es que agarre un resfriado.

- Tú no me dices qué hacer.

- De hecho, sí. Soy tu Comandante.

Levanta la vista justo cuando terminó de subir la cremallera de la chaqueta. Mi rostro queda demasiado cerca del suyo aún cuando tengo que agachar la cabeza para mirarla.

- No estamos en la sede para que me des órdenes.

- No. Pero estás en mi bar.- sonrío con malicia dando un paso atrás.

- ¿Tu bar?- pregunta confundida.

- ¿No sabías que el bar era mío?

- No.

- Claro, si lo hubieras sabido, no habrías venido.- una risa irónica se me escapa.- Te encanta huir. Es lo que siempre haces.

Su expresión cambia y veo cómo aprieta los puños.

- ¿Puedes dejar de pelearme de una vez? ¡Maldita sea!

- Depende.- mi tono es frío y distante.- Dejaré de pelearte el día en que seas sincera.

Adira suspira y se la nota agotada.

- Lo siento.- su voz tiembla.- Lamento haberme ido sin despedirme, pero no tenía opción. Sabía que si me despedía de ti... no podría irme. De verdad lo siento. No espero que me perdones ni que me entiendas, pero solo quiero que sepas que nunca quise herirte.

La observo en silencio por un momento. Aprieto la mandíbula, debatiéndome entre tantas emociones y tantas preguntas.

- ¿Por qué?- pregunto al fin.- ¿Por qué te fuiste sin decirme nada? Te desapareciste como si nunca hubieras existido.

- Es... difícil de explicar.- baja la mirada.

- ¿Te hice algo para que te fueras? ¿Acaso fui un imbécil contigo?

- Fue una decisión mía, no le des tantas vueltas.

Su tono es cortante, y sé que intenta alejarme.

- ¿Por qué volviste? ¿Para lastimarme de nuevo?

- Boston también es mi casa. Y era una gran oportunidad.

- ¿Oportunidad?- río sin humor.- ¿De qué oportunidad hablas si en cuanto puedas, volverás a huir?

Adira traga saliva, y noto el nudo en su garganta.

- Luke...- da un paso hacia mí, como si quisiera alcanzarme.- Nunca iba a prosperar si me quedaba aquí.

Sus ojos brillan, pero no deja que las lágrimas caigan.

- No había lugar para mí aquí, y lo sabes. Siempre lo supiste.

Niego con la cabeza, sintiendo cómo algo se rompe dentro de mí.

- Pero tenías un lugar a mi lado.- mi voz es más suave, más herida de lo que me gustaría admitir.- Pero entiendo que no haya sido suficiente para que te quedaras.

- Eso no es...

- Déjalo.- la interrumpo antes de que siga, no quiero escucharla más, simplemente no puedo.- No necesito más palabras. Solo hacen que revivan esos momentos.

El silencio se instala entre nosotros. Nos miramos, y no puedo evitar sentir cuánto hemos cambiado. Cuán extraños nos hemos vuelto el uno para el otro.

Toda la vida creí que ella y yo siempre nos entenderíamos y siempre estaríamos presentes en la vida del otro.

Jamás creí que terminaríamos así.

Noto cómo su rostro se ensombrece por la tristeza. Hace el intento de marcharse, pero, sin saber por qué, mi cuerpo reacciona antes que mi mente. No puedo soportar que se aleje, así que termino tomándola del brazo.

- ¿A dónde vas?

- Me estoy congelando aquí afuera.

- No es solo por eso. No es porque quieras huir, ¿verdad?

Nuestros ojos se encuentran, y por un instante, todo lo demás desaparece.

- No.- su voz es firme, aunque hay algo en su mirada que delata sus dudas.- Ya no voy a hacerlo.

- Es fácil decirlo.- murmuro.- Hacerlo es otra cosa.

Adira desvía la vista y se aparta de mi agarre con un movimiento brusco.

- ¿Puedes dejar de mirarme así?

Frunzo el ceño.

- No te estoy mirando de ninguna manera.

- Me miras como si me odiaras.

No respondo. No porque no tenga algo que decir, sino porque ni siquiera estoy seguro de la respuesta.

Ella espera, pero al ver que guardo silencio, simplemente asiente con un gesto resignado.

No la odio, y estoy a punto de decírselo cuando vuelve a intentar irse. Esta mujer y sus ganas de huir cuando estoy a punto de decir algo importante me sacan de quicio.

No sé si seguirla o no y finalmente decido no hacerlo. Que crea lo que quiera, ya está.

Me quedo afuera del bar fumando e intentando calmar las emociones. Pasan los minutos y sigo afuera, solo. Termino el cuarto cigarrillo, pero la calma no dura, porque noto a Adira fuera del bar.

Está con Cloe y ambas llevan a rastras al maldito responsable de todo esto. Jay apenas se mantiene de pie y en dos ocasiones casi las tumba a ambas.

- ¡Espera, yo también voy con ustedes!- la escucho decir.

- ¿Qué? No, claro que no. Quédate y disfruta.

- ¿Disfrutar qué? No hay nadie con quien disfrutar.- intenta subir al coche, pero su amiga no se lo permite.

Veo toda la escena de Adira intentando regresar a casa mientras su hermano está tendido en el asiento del copiloto y Cloe intenta convencerla de que se quede.

- ¡Espera!-.intenta abrir de nuevo la puerta, pero su amiga ya ha trancado.

- ¡Disfruta tu noche! - Jay saca la cabeza por la ventanilla y saca la lengua.- Oh, hola Luke.- dice cuando me ve.

Cloe arranca y desaparece, dejándonos solos en medio del frío de la noche. La pelinegra está de espaldas a mí, inmóvil.

- ¿Y a esos dos qué les pasa?- pregunto, pero ni se molesta en responder.

En su lugar, saca su móvil y marca varias veces con el ceño fruncido.

- Los voy a matar.- murmura, furiosa mientras yo me limito a observarla.

Arruga la nariz cada vez más mientras se frustra, un gesto que no ha cambiado nada con los años. Sin darme cuenta, una sonrisa se me escapa. Me esfuerzo por borrarla de inmediato. No vine aquí a recordar cosas del pasado.

- No volveré a hablarles en años.- gruñe, dejando un mensaje de voz.

Cuando finalmente se gira, parece recién notar mi presencia.

- ¿Qué haces?

- Fumo.- exhalo el humo en su dirección.

Ella frunce el ceño y agita la mano en el aire, alejándolo.

- ¿Desde cuándo?

- Desde que descubrí que me gusta fumar.- vuelvo a lanzarle el humo solo para molestarla.

Extrañaba hacer esto. Siempre fue fácil sacarla de sus casillas.

- ¡Fumar es malo para el cuerpo!- cruza los brazos, mirándome con desaprobación.

Se ve más bonita que antes, pero no debería estar pensando en eso. Se supone que estoy molesto con ella.

Le doy otra calada al cigarrillo y, por pura diversión, le tiro el humo otra vez.

- ¡Deja de hacer eso!- tose de nuevo, alejándose un poco.- Vete a fumar a otro lado.

- Yo estaba aquí primero.- me encojo de hombros.- Si te molesta, puedes irte a tu casa.

- Ojalá pudiera. Resopla con fastidio.

Se gira hacia la calle, claramente buscando un taxi.

- ¿Qué haces?- pregunto, curioso.

- Intentando volver a casa. ¿No es obvio?

- ¿No tienes coche?

- Si lo tuviera, ¿crees que estaría buscando un taxi, genio?- me mira con irritación.- Se suponía que volvería con Cloe y Jay, pero me dejaron aquí porque, según ellos, Jay estaba ebrio.

- ¿Y por qué no te fuiste con ellos?

- ¡Porque lo hicieron a propósito!- exclama, frustrada.- ¡Joder! ¿Por qué hace tanto frío?

- Te trajeron a la fuerza, ¿verdad?

- Sí.- se cruza de brazos, abrazándose a sí misma para entrar en calor.

Tiro el cigarrillo y comienzo a caminar. Cuando veo que no se mueve de su lugar, volteo a verla.

- ¿No vienes o qué?

- ¿Eh?

- Te estoy ofreciendo llevarte a casa, tonta.

- Creí que no me querías cerca.- me observa con sospecha

Me pongo a andar de nuevo y, esta vez, me sigue.

- No quiero ser responsable de que mueras congelada. Además, te trajeron aquí por mí.

- ¿Por ti?

- Sí. No soy idiota, lo hicieron para que nos encontremos. Tu hermano lleva años intentando que solucionemos las cosas.

Se queda en silencio por un momento, con el ceño ligeramente fruncido.

- ¿Qué?- pregunto al notar que permanece callada. Le abro la puerta del coche.

- Nada, es solo que... a mí nunca me ha insistido con el tema.

- Es porque te tiene miedo.

- ¿Miedo?

- Sí. Te pones como cabra loca cuando te enojas o cuando te dicen qué hacer.

- ¡No es cierto!- me lanza una mirada indignada.

- Sí lo es. ¿Por qué crees que te trajeron sin avisarte y luego te dejaron aquí?

- Porque les encanta molestarme.

- No. Porque saben que eres una loca testaruda.

Me fulmina con la mirada.

- Oye, deja de agregarme malos calificativos.

- Siempre fuiste una loca testaruda. Dudo que cuatro años lejos hayan cambiado eso de ti

La escucho murmurar cuando dice que no es cierto. Noto que aún tiene frío y decido encender la calefacción. No quiero que muera del frío.

- ¿Cómo puedes salir de casa sin tu abrigo?

- No hacía frío cuando salimos de casa.

- ¿No miras el pronóstico? Decía que iba a refrescar.

- Solo un anciano como tú mira el pronóstico.

- Pues este anciano debería quitarte su chaqueta y hacerte volver a pie.

Pasa un rato y ninguno dice nada. El ambiente se torna algo incómodo. Me enfoco en la carretera. Mientras más rápido lleguemos, mejor.

Siento su mirada clavada en mí, pero decido fingir que no lo noto... hasta que se me ocurre mirarla para molestarla.

Lo hago por un instante y, como era de esperarse, finge que no me estaba viendo. Me aguanto la sonrisa cuando intenta disimular encendiendo la radio.

- Mucho silencio. No me gusta.- dice justo cuando comienza a sonar Somebody That I Used to Know.

Adira se mueve incómoda. Qué oportuno.

Cambia de canción y, por alguna razón, parece que el mundo está en mi equipo, porque todas las canciones que suenan son románticas o deprimentes.

- Deja de cambiar las canciones.- digo, molesto.

- Lo siento si no quiero pasar el resto del trayecto escuchando canciones que me den ganas de lanzarme del coche.

- Si te lanzaras, me ahorraría un viaje incómodo.- murmuro.

- Eres tú el que lo hace incómodo. Yo estoy perfectamente.- miente descaradamente.

- Sí, claro. Soy yo el que cambia la radio evitando canciones románticas.

- No sé de qué hablas.- se cruza de brazos.

- Sí, seguro.- cambio la canción y empieza a sonar Crazy in Love.- Si la cambias, te arrojo por la ventanilla.

- Pronto no será necesario, me arrojaré yo misma.- murmura.

- ¿Qué?- pregunto. Escuché lo que dijo.

- Nada.- se hace la desentendida y sube el volumen.

No pasa mucho hasta que empieza a tararear. Y de nuevo me lleva al pasado. A todos esos viajes en coche en los que ninguno se callaba un rato.

Ya casi llegamos a su departamento. No necesito que me diga la dirección, aunque hace años que no voy allí.

- ¿En qué momento se ha largado a llover tan fuerte?- pregunto.

- Bueno, parece que alguien no ha visto el pronóstico hoy.

- No molestes.- advierto.

La lluvia se vuelve más agresiva. Logramos llegar, pero las calles están oscuras y la tormenta me toma desprevenido.

- Oye, no creo que puedas volver a tu casa ahora.- dice antes de bajar.

- ¿Y qué sugieres? No voy a quedarme en el auto esperando que me caiga un rayo.

- Puedes... pasar. Puedo abrir el garaje para que guardes tu coche.

Parece la mejor idea, pero no sé si estar bajo el mismo techo con ella sea algo inteligente.

- Dijiste que no me dejarías morir congelada. Y yo no te dejaré morir en la tormenta. Deja de ser testarudo y entra antes de que la lluvia me moje más.

Justo antes de que diga algo, un relámpago ilumina el cielo. Adira chilla y se esconde tras la puerta del coche. Procuro no reírme.

- Bueno, si quieres morir, hazlo solo.- dice, cerrando la puerta del coche y corriendo a la entrada.

Decido que yo tampoco me quedaré a morir aquí. Pongo en marcha el auto y lo posiciono frente a su garaje.

- ¿Me abres o tengo que quedarme aquí esperando que la lluvia se detenga?

Se apresura a abrir y luego me invita a pasar.

- Está un poco... desordenado.- intenta arreglar cosas tiradas por ahí.- Volví de Alaska y lo dejé así.

- Solo admite que eres una desordenada.

- En mi defensa, Cloe y Jay me arrastraron al bar y no tuve tiempo de organizar nada.

- ¿Cuánto crees que dure la tormenta?- me acerco a una ventana.

- No lo sé, pero espero que no mucho. Mañana debemos ir a la sede temprano.

- Ni bien la lluvia se detenga, me marcharé. Le diré a los escoltas que se vayan antes de que esto empeore.

- De acuerdo. Iré a ducharme, toda mi ropa es un asco.

- Y tu pelo también.

- ¿Disculpa?- se indigna.

- Tienes el pelo como si hubieras peleado con una gaviota.- le hago saber y saca su teléfono para comprobarlo.

- Es la humedad.- contesta, pasando las manos por su cabello.

Ni con el pelo así deja de verse linda.

- Espera aquí. Buscaré algo para que te pongas.

Vuelvo con una bata entre las manos.

- Puedes ducharte en el cuarto de huéspedes. No tengo ropa cómoda, pero esto al menos te servirá.

La tomo sin decir nada.

- No sé si te quede, pero estarás más cómodo.

- Gracias

- Yo debería darte las gracias a ti.- la miro confundido.- Podrías haberme dejado en el bar.

- El fantasma de tu alma en pena me habría seguido hasta la tumba.

- Entiendo. No podrías con la carga.

Se me escapa una pequeña risa y agacho la cabeza para disimular mi sonrisa. Cuando me doy cuenta de lo que he hecho, levanto la mirada esperando que ella no lo haya notado, sin embargo me encuentro con sus ojos y su sonrisa.

Vuelvo a ponerme serio al instante y ella pierde la sonrisa.

- Buenas noches.- me limito a decir.

- Buenas noches.

Sin decir nada más, cada uno se retira a su habitación.

Me doy una ducha y me meto en la cama, pero el sueño no llega. Me giro una y otra vez, esperando que la tormenta pase para poder largarme.

Me levanto varias veces. Camino hasta la puerta, pero siempre termino volviendo a la cama. Me obligo a no ir hasta su habitación.

Hasta que me levanto de nuevo. Estoy a punto de golpear su puerta cuando me detengo y me pregunto qué carajos estoy haciendo.

Miro por la ventana. La tormenta ha cesado.

Tomo mis cosas y, en silencio, me dirijo a la salida. Agarro las llaves para abrir el garaje, pero justo cuando voy a dejarlas de nuevo en su lugar, se me ocurre una idea.

Salgo llevándome ambas llaves: la del garaje y la del departamento. Sé que tiene una copia. Llegará a la sede sin problemas.

Pero, con suerte, esto la fastidiará tanto que querrá regresar a Alaska y dejar de hacer que me muera de ganas de besarla.

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Adoro escribir capítulos largos dios mio, y adoro escribir desde la perspectiva de Luke. La idea era subir este capitulo ayer pero me distraje viendo un Kdrama JAKSBAN.

Arriba hay una referencia a los primos Russo. Recuerden que estas fichas con imágenes son solo pequeñas representaciones de como me los imagino yo, el modelo de cada personaje puede variar según el lector. No necesariamente deben imaginárselos como los modelos que pongo, pero es porque son los más semejantes al personaje.

A los únicos personajes que no les he encontrado modelos son a los de Adira y Luke ya que les juro se me hace casi imposible encontrar alguno que se asemeje a sus rasgos, en fin ustedes pueden imaginarlos como una mezcla de algunos modelos y ya.

¿Ustedes a que modelo los asemejan?

Besoss.

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