Capítulo 8

"Maldito desastre que consume"

Adira.

- ¿Qué obsesión tienes con mis llaves? ¿Planeas entrar a mi casa y robarme los muebles?- pregunto, intentando mantener el control de la situación.- ¿O es que acaso me extrañas y quieres meterte en mi casa para verme?

Luke no responde, pero la intensidad en su mirada me hace rendirme ante este juego.

- Sabes qué, quédate con mis llaves. Puedo cambiar la cerradura.- digo entregándolas.- Me largo.

Hago un esfuerzo por apartarlo, pero no se mueve. Su presencia me va volver loca en cualquier momento. ¿Por qué demonios tiene que estar tan bueno?

- ¿A dónde crees que vas?- murmura con una dureza que me hace estremecer.

- Ya te dejé las llaves, quédate con ellas.

- Tal vez quiera algo más que las llaves.- responde, y captó el peligro en su voz.

- Qué pena, porque dinero no tengo.- suelto intentando parecer calmada.

- No es dinero precisamente lo que quiero.

Claro que no es lo que quieres, idiota maldito. Como odio desearlo de la manera en que lo hago. Me maldigo por haber seguido el juego.

En un giro desesperado, logro cambiar la posición y lo empujo contra la puerta. Por un instante, parece sorprendido, pero no dura mucho. Antes de que pueda reaccionar, me atrapa de nuevo, sujetándome por la cintura y bloqueando cualquier movimiento. Su agarre es tan firme que siento el calor de su piel atravesar la ropa.

- ¿Qué sucede?- susurra contra mi cuello, su aliento cálido enviando un escalofrío por mi cuerpo.- ¿Ya no forcejeas?

El silencio entre nosotros es sofocante. Su mirada está fija en la mía, y en ella hay algo más que ira. Hay confusión, deseo, y furia. Mi mente grita por respuestas, pero mi cuerpo está paralizado.

Con un movimiento rápido, llevo una mano al bolsillo trasero de su pantalón, intentando recuperar la tarjeta. Pero Luke es más rápido. Me atrapa la muñeca, y en el forcejeo, ambos caemos sobre la cama.

Me tiene atrapada bajo su torso, sus manos sujetando las mías con una facilidad insultante. Su mirada es intensa, una tormenta de emociones contenida en sus ojos.

- ¿Qué demonios quieres, Luke?- pregunto, mi voz apenas es un susurro, cargado de frustración y algo más que no quiero admitir.

No responde al instante. Su respiración es pesada, al igual que la mía. Cierra los ojos un segundo, como si estuviera luchando consigo mismo. Cuando los abre, su mirada me atraviesa.

- Eres una maldita.- dice, su voz es áspera. El aroma a menta y cigarrillos me envuelve, nublándome los sentidos.

- ¿Yo?- respondo, mi tono cargado de incredulidad.- Eres tú quien me hace la vida imposible, el que un día es bueno conmigo y al siguiente actúa como si me odiara. ¿Qué quieres, Luke? ¿Volverme loca?

- ¿Yo te vuelvo loca a ti?- replica, indignado, pero sus palabras llevan algo más. Algo personal, casi dolido.- No soporto que hayan pasado cuatro malditos años y que ni siquiera tu abandono haya sido suficiente para olvidarte.

Sus palabras son como un golpe. No sé si lo escuché bien o si mi mente está jugando conmigo. Mis ojos se pierden en los suyos, en la intensidad que hay en ellos. Por un segundo, toda la rabia parece desvanecerse, dejando algo más.

- Tu maldita actitud ahí abajo...- murmura, su voz un susurro cargado de reproche.- Joder, eres una maldita.

- Fue un acto. Necesitaba mis llaves.- digo, intentando mantener la compostura.

- Si solo fuera un acto, ya te habrías largado.

- Bueno, no es que tenga muchas opciones porque me tienes atrapada contra esta maldita cama.

Él sonríe, pero es una sonrisa peligrosa.

- Como si no te gustara.- contesta airoso.- No finjas, Adira. Si quisieras, ya me habrías quitado de encima.

Su comentario me deja sin palabras. Por un segundo, el mundo se detiene, y todo lo que existe es él, su peso, su mirada, y la tensión que amenaza con consumirnos a ambos.

Razón tiene.

Su agarre ya no es tan fuerte como antes, pero aún me tiene atrapada. Sus ojos no se apartan de los míos, y siento como si pudiera leer cada uno de mis pensamientos. Sé que esto está mal, que si seguimos las cosas podrían terminar peor.

Pero ¿qué puede ser peor? Ya estamos hasta las manos.

- No dices nada ahora.- su voz baja, cargada de desafío.- Dime que lo de abajo fue solo un acto. Dime que estar cerca de mí no te causa nada.

El calor de su aliento golpea mis labios, y evitar mirarlos se convierte en una tortura. Mi corazón late con violencia, y mi cuerpo se siente vivo de una manera que no había sentido en años.

- Yo...

- Tú ¿qué?- presiona, su boca apenas a un par de centímetros de la mía.

Mi cuerpo responde antes que yo, traicionándome, y sé que él lo siente. Su cuerpo reacciona también, su erección se hace evidente contra mi vientre, derritiendo cualquier barrera que había intentado construir.

- ¿Quieres que te suelte? - su voz es grave, amenazante, y sus manos aprietan con más fuerza mis muñecas, como si estuviera al borde de perder el control.- Responde.

Cada palabra suya golpea con una mezcla de necesidad y rabia. Años. Años esperando este momento, deseándolo, negándome a admitir cuánto lo he extrañado.

- ¿Sabes lo que quiero yo?- su voz esta por volverme más loca de lo que ya estoy.

- ¿Qué?

- Comerte la boca.

El mundo parece detenerse. Antes de que pueda procesar sus palabras, su agarre en mis muñecas desaparece y su mano se desliza hasta mi nuca. Me atrae hacia él con fuerza, y su boca choca contra la mía con un hambre descontrolado. El primer contacto es una explosión: deseo, rabia, necesidad acumulada. Su lengua se adentra en mi boca, reclamándola, y no puedo evitar responder con la misma intensidad.

Mis manos se liberan y se aferran a su cabello, tirando con desesperación mientras nuestros cuerpos se presionan aún más cerca. Sus manos recorren mi cuerpo y se detienen en mi cintura, tirándome hacia él, como si no pudiera soportar un solo centímetro de distancia.

No sé cómo, pero mis manos encuentran la forma de deslizarse bajo su camiseta, explorando su piel caliente, firme, cada músculo que se tensa bajo mis dedos. Su sabor es un torbellino; la mezcla de menta y cigarrillo debería molestarme, pero en él, es una adicción.

De repente, sus labios dejan los míos y descienden por mi cuello, dejando un rastro de besos y mordiscos que me arrancan suspiros. Cada movimiento suyo desata olas de calor que se expanden por todo mi cuerpo. Su mano encuentra el borde de mi camiseta y, con un movimiento decidido, la quita.

- Cuatro años.- murmura, sus palabras contra mi piel me queman más que sus manos.- Cuatro malditos años sin esto.

Lo miro fijamente, mi respiración agitada. El dolor en su voz me desarma, pero no puedo detenerme ahora. Le tomo el rostro con ambas manos, obligándolo a mirarme.

- Deja de hablar del pasado.- le ordeno antes de besarlo con furia, con toda la intensidad de lo que nunca pudimos decir.- O vas a morir de la rabia.

Me cambia de posición, dejándome sobre él. Su torso desnudo se presiona contra el mío, su piel cálida, sus manos que no paran de explorar. Sus dedos se detienen en el broche de mi sostén y, con un movimiento hábil, me libera de él.

- ¿Sabes que? Te odio.- murmura mientras manda las manos a mis pechos.

- Claro.- contesto sarcástica, aferrándome a su cuello mientras mi cuerpo se mueve instintivamente contra el suyo.- Ódiame más.

Su risa es un gruñido bajo, y antes de que pueda replicar, sus labios encuentran los míos de nuevo, profundizandose en un beso que hace temblar todo mi ser. La rabia, el deseo y los años de tensión finalmente se liberan.

Y ninguno de los dos quiere detenerse.
Cierro los ojos, sintiendo su cálido aliento cerca de mi piel antes de que sus labios comiencen a explorar mis pechos. Sus caricias y besos me envuelven en una euforia que hace que mi respiración se vuelva errática.

- Mierda, qué buena estás.- susurra, y siento sus manos explorandome con una pasión ardiente.

Luke me quita los pantalones con movimientos desesperados, y siento cómo desliza mis bragas por mis piernas, su mirada intensa recorriéndome como si quisiera devorarme. Su mano llega hasta mí, y cuando sus dedos comienzan a explorarme con tortura, me arqueo involuntariamente contra él.

Agarro el cabecero de la cama con fuerza, mis gemidos apenas contenidos llenan el aire. Sus movimientos son precisos, adictivos, y el calor que recorre mi cuerpo es insoportable.

Siento cómo mis jugos humedecen sus dedos, y su mirada satisfecha solo intensifica mi deseo. El roce de sus labios contra mi cuello me hace estremecer mientras sus dedos aumentan el ritmo, arrancándome jadeos que no puedo controlar. De repente, acalla mis gemidos besándome posesivamente, como si quisiera reclamarme con cada movimiento.

Me toma de la cintura con firmeza y me voltea, dejándome completamente a su merced debajo de él, de nuevo. Sus manos se deslizan por mi abdomen y bajan por mis caderas antes de detenerse brevemente para buscar desesperadamente un preservativo. La anticipación me devora, y cada segundo que pasa aumenta la tensión en mi cuerpo.

Cuando finalmente lo toma, mis manos tiemblan de impaciencia mientras le quito los bóxers de un tirón. Lo observo colocarse el preservativo con una rapidez casi desesperada, y antes de que pueda pensar, mis labios están sobre los suyos, besándolo con vehemencia y exigiendo todo de él.

Siento cómo se introduce en mí de una sola vez, llenándome con una intensidad que me roba el aliento. No hay suavidad, solo una pasión descontrolada que nos consume a ambos.

Luke eleva una de mis piernas hasta su hombro, intensificando cada movimiento. Aferra mi muslo con fuerza mientras sus labios encuentran mis pechos, devorándolos con un hambre insaciable. Mi espalda se arquea, y mis uñas se clavan en sus hombros, dejándole marcas que no me importa si se notan.

Sus embestidas se vuelven frenéticas, cada una más profunda que la anterior, mientras nuestros cuerpos se sincronizan en una danza que solo conoce el lenguaje del deseo. La mezcla de gemidos, suspiros y gruñidos llena la habitación, un testimonio del éxtasis que compartimos.

Cuando ambos alcanzamos el clímax, nuestros cuerpos tiemblan al unísono, y caemos exhaustos a ambos lados de la cama. Mis piernas todavía tiemblan, y el aire pesado está cargado con el aroma del deseo satisfecho.

El silencio que sigue debería ser reconfortante, pero la tensión en su rostro me hace saber que no es así. Me giro para mirarlo, pero su expresión se ha endurecido.

- Debes irte.- dijo Luke de repente, con una frialdad que rompió la intimidad que acabábamos de compartir.

Lo miré, desconcertada.

- ¿Perdón?

- Esto...- señaló entre los dos, como si lo que acababa de ocurrir no fuera más que un error menor.- No debió pasar.

Luke se levantó y comenzó a vestirse, sus movimientos eran mecánicos, como si quisiera borrar lo ocurrido.

- Olvida lo que pasó.- insistió, sin mirarme.

- ¿Olvidarlo?- me puse de pie, intentando controlar la ira que empezaba a crecer.- ¿Cómo puedes reducir esto a nada?

- No significa nada, Adira.- su tono se endureció.

Lo fulminé con la mirada, sintiendo cómo la rabia me dominaba.

- ¿Y ahora qué? - pregunto, tratando de mantener la calma.- Nos acostamos, y parecía que todo estaba bien.

- Fue un error.- dice Luke mientras se viste, su tono frío perfora más que cualquier insulto.

Su actitud me enciende por dentro, como si lo que acabamos de compartir no tuviera el más mínimo valor. Me visto rápidamente, sintiendo una mezcla de furia y desilusión.

- ¿De verdad pensaste que con un polvo se solucionarían las cosas?- no podía creer lo que estaba diciendo.

- Eres un idiota.- respondo, alzando la voz, mientras tomo mi ropa y comienzo a vestirme.- No debí venir.

- Para ser justos, ni siquiera debiste volver a Boston.

Sus palabras son un puñal directo al corazón, pero me niego a mostrarle cuánto daño me hace. Enderezo los hombros, fingiendo una calma que no siento.

- Deja de intentar herirme, Harkan. Y deja de mentirte diciendo que esto...- miro entre nosotros, señalandonos.- No volverá a pasar.

Él suelta una risa amarga, cargada de cinismo, mientras me mira con desdén.

- ¿Qué te hace pensar que quiero que vuelva a suceder?

Su sarcasmo es un golpe que me cuesta encajar, pero no puedo evitar devolverle una sonrisa llena de amargura.

- Te conozco demasiado bien, Luke. Más de lo que te gustaría admitir.

Él cruza los brazos, adoptando una postura defensiva que parece hecha a medida.

- Conocías al Luke de hace cuatro años. No al de ahora.

Lo observo fijamente, intentando encontrar diferencias que simplemente no existen.

- No hay mucha diferencia.- respondo con certeza.

Porque la verdad es que el Luke de hace cuatro años también juró que no volvería a pasar. Y, sin embargo, aquí estamos otra vez, atrapados en el mismo ciclo interminable.

- ¿Sabes qué?- dice de repente, y su tono se vuelve cortante, lleno de veneno.- Me acosté contigo solo porque quería comprobar si todavía eras buena en esto.- sus palabras me golpean como un puñetazo.- Y, sinceramente, he tenido mejores, ya veo que perdiste la práctica.

La bofetada llega antes de que pueda detenerme. El sonido seco llena la habitación, pero él ni siquiera parpadea. En lugar de eso, suelta una sonrisa burlona, como si hubiera conseguido exactamente lo que buscaba.

- Lárgate ahora mismo.- gruñe, señalando la puerta con una frialdad que me hiela.

Lo miro, sintiendo cómo la furia y la decepción se mezclan en mi pecho. Mi voz tiembla al responder:

- No te engañes, sigues siendo el mismo hombre que no puede resistirse a mí.

No espero respuesta. Me giro con toda la dignidad que puedo reunir y salgo de la habitación, cuidando de no ser vista en los pasillos.

Mientras camino por el pasillo, trato de calmar el caos que se ha desatado en mi interior. La ducha no borra el rastro de sus caricias ni la intensidad del momento, pero al menos me da un respiro para procesar lo que acaba de suceder.

Lo que compartimos no se puede deshacer, pero tampoco voy a dejar que me consuma.

Sabía que mi presencia despertaría recuerdos en ambos, pero no imaginé que fueran tan destructivos. Lo que pasó fue, al mismo tiempo, el mejor y el peor momento del día. Y aunque intento ignorar las palabras hirientes, no puedo evitar sentir que esto fue un desastre total.

Lo odio, pero no puedo negar que lo deseo tanto como siempre. Esto no ha terminado, y ambos lo sabemos.

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AHHHHH *grito de fan girl*

Admito que me costo escribir y entrelazar este capitulo, muchas emociones que escribir.

Acá señora frialdad escribiendo. Prometo mejorar y traer cada vez capítulos mejores. Siempre está puesto a modificaciones.

Estén muy atentos a los próximos capítulos, porque próximamente tendremos capítulos narrados desde la perspectiva del Comandante.

¿Qué les va pareciendo la historia de estos dos?

No olviden votar y comentar para así dar más apoyo a la historia.

Besoss.

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