Capitulo 7
"¿Amor u odio?"
Adira.
Me despierto con el sonido de las trompetas, me lavo la cara y los dientes para luego ponerme el uniforme correspondiente.
Reviso mi celular y veo un mensaje de mi padre.
Me alegra que estés de regreso,
la misión saldrá bien.
Pero yo no pague ninguna habitación
VIP para ti, hace unos días fui a
reservarla pero me informaron
que ya tenías una y supuse que te
habías encargado tú.
¿No fuiste tú el que reservó la habitación?
Qué raro, pensé que sí.
Bueno papá, luego hablamos,
debo ir a desayunar y entrenar.
¿Quién reservó la habitación? Definitivamente no fue mi padre. Entonces... ¿quién?
Jay, mamá o Cloe no pudieron haber sido. ¿Quizás...? No, imposible. No creo que Luke la haya reservado. Ni siquiera parece feliz con mi regreso, ¿por qué se molestaría en hacerlo?
Ayer se llevó mis llaves y me impuso un castigo. No tiene sentido que, por un lado, haga todo para fastidiarme y, por otro, se preocupe por conseguirme un lugar donde quedarme. Aunque, con Luke, nunca se sabe.
Salgo de mi habitación con la duda rondándome la cabeza. Si fue él, necesito respuestas. ¿Cómo puede en un momento detestarme y al siguiente preocuparse por mí?
O tal vez hace una semana estaba feliz con mi regreso y ayer ya me odiaba.
Sacudo la cabeza y me dirijo al comedor. Me coloco en la fila para el desayuno, ignorando las miradas que me siguen al pasar. No es nada nuevo, pero eso no lo hace menos molesto.
Tomo mi bandeja y me siento en una mesa vacía. En la de al lado, un grupo de soldados murmura entre risas cada vez que me miran.
¿Qué pasa, comieron verga de payaso en el desayuno o qué?
Los ignoro, pero cuando nuestras miradas se cruzan, no desvío la vista. Me quedo viéndolos con una expresión neutra, lo suficientemente seria como para hacer que bajen la cabeza después de unos segundos.
Respiro hondo para no lanzarles un tenedor en medio de la frente a cualquiera de esos idiotas.
Entonces, alguien se sienta a mi lado.
- Hola, cariño.- es Cloe, quien me da un beso en la cabeza antes de acomodarse junto a mí.
- Hola.- le lanzo un beso en respuesta.
- Ayer no te vi más.
- Tuve que cumplir con el castigo que me impusieron.
- ¿Tan terrible fue? Me siento un poco culpable.
- Lo soporté.- me encojo de hombros.- Además, no es tu culpa que el animal de Luke se llevara mis llaves.
- ¿En serio se las llevó?
- Eso parece.
- Jay también se siente culpable. Tal vez no fue buena idea forzarlos a verse en el bar.
- No importa. De todas formas, íbamos a encontrarnos.
Cloe también nota las miradas y me observa confundida. Solo levanto una mano, restándole importancia.
- ¿Y a estos qué les pasa?- pregunta.
- Es el "efecto Adira".
Reconozco la voz de Jay antes de que tome asiento frente a mí.
- ¿Efecto qué?- frunzo el ceño.
- Las noticias vuelan y varios soldados te reconocieron. Ya sabes cómo son aquí, les gusta hablar.- come mientras explica.- Además, es por el puesto. A muchos no les cayó bien.
- Si la mayoría ni siquiera pasó de sargento.- Cloe pincha su comida con tanta fuerza que parece que el tenedor va a romperse.
- Pues ya ves. La envidia, cariño.- Jay gira la cabeza en dirección a la mesa de los soldados, quienes callan de inmediato al recibir su mirada gélida.
- Tranquila.- dice Cloe, posando su mano en mi hombro.- No es tu culpa tener más capacidad que cualquiera en el Comando.
- Es verdad.- coincide Jay.- La mayoría son niños que apenas saben lo que hacen. No les des importancia.
- A este paso, vamos a terminar confiando una gran misión a un montón de incompetentes.- Cloe parece aún más molesta que yo.
- Eso depende de Adira.- Jay me mira de reojo.- Básicamente, tendrá la última palabra.
- ¿Perdón? ¿Cómo que yo?
- No debería contarte, pero…
- Ya es tarde para retractarte, suéltalo.- lo apura Cloe.
Jay suspira y se inclina hacia nosotras.
- Vas a estar a cargo de entrenar y preparar a los nuevos sargentos. Y también tendrás mucho peso en la selección de los que participarán en la misión.
- O sea, puedes vengarte...- dice Cloe con una sonrisa maliciosa.
- No haré eso. Necesitamos soldados preparados.- ella me mira decepcionada.
-Bueno, pero al menos puedes hacerlos sufrir un poco...
- Eso sería poco profesional de mi parte.
- Entonces lo haré yo.
- Tranquila.- le digo.- Haré que me respeten y que entiendan por qué tengo este puesto.
- Espero que terminen lamiéndote las botas con tal de ser seleccionados.
Jay y yo reímos ante la indignación de Cloe. Parece que la más afectada por la situación es ella.
El grupo de la mesa de al lado se levanta. Susurran algo al pasar junto a nosotros, lo suficientemente alto como para que Jay lo note. Su mandíbula se tensa y suelta los cubiertos con un golpe seco.
- ¿Perdón, esto es la secundaria o por qué tantas risitas?- su tono cortante hace que los soldados se detengan en seco.
- Lo sentimos, Capitán. Ya nos íbamos.- la mujer del grupo intenta disimular la incomodidad.
- En lugar de perder el tiempo susurrando, deberían estar trabajando.
- No nos reíamos de ustedes...- intenta justificarse uno de los hombres.
- ¿Y en qué momento dije que lo hacían?- Jay los observa con severidad.- Sería el colmo si lo estuvieran haciendo.
Cloe y yo nos limitamos a seguir comiendo mientras los observamos. Cuando Jay quiere, puede ser realmente intimidante.
- Lo sentimos...- repite otro soldado.
- Perfecto. Como veo que tienen mucho tiempo libre, les daré algo para hacer.- señala a uno de ellos.- Tú, clasifica y organiza las municiones. Quiero todo en orden.
Luego se dirige a otro.
- Tú, organiza los archivos y registros de mantenimiento. Todo debe estar actualizado.
Finalmente, fija su mirada en la mujer.
- Y tú, haz el inventario de las últimas misiones relacionadas con Jonathan Jones. Lo quiero en mi escritorio en dos horas.
Los soldados palidecen.
- Señor... es muy poco tiempo... Tenemos entrenamiento.
- No me interesa.
- Capitán...- uno intenta protestar, pero lo interrumpo.
- El Capitán ha dado una orden y ha sido bastante considerado.- los miro con seriedad.- Y les recomiendo que empiecen ya, porque yo estaré a cargo del entrenamiento, y no tolero la impuntualidad.
Jay sonríe con satisfacción.
- Ya oyeron. Ahora, lárguense.
-Sí, señor.- los soldados saludan y se marchan apresurados.
-¡Los amo!- exclama Cloe.- Casi me atraganto viendo esta escena.
- Así aprenderán a no burlarse de la gente que quiero en mis narices.- murmura Jay.
Cloe y yo lo miramos con diversión.
- Awww, se puso en modo hermano protector.- decimos al mismo tiempo.
Jay se limita a poner los ojos en blanco y negar con la cabeza.
- Definitivamente, son mi dúo de hermanos favorito.
- ¿Acaso conoces a otros tan geniales como nosotros?- pregunto con una sonrisa.
- Claro que no.- responde Jay.- Somos únicos.
- Admito que me acabo de enamorar más de ti.- Cloe le lanza un beso.- Y también descubrí que sacas mi lado lésbico.- ahora me lanza un beso a mí.
Los tres nos reímos mientras Cloe continúa elogiándonos sin parar.
[....]
El Capitán Torres me ordena que me dirija a su oficina. Tiene la lista de los sargentos que debo entrenar y algunas indicaciones sobre el grupo. Me informa que hoy estaré a cargo sola, ya que él debe asistir a una reunión con los demás Capitanes y el Comandante.
Cuando llega la hora, me dirijo al campo de entrenamiento. Nathaniel, quien acaba de terminar con los cadetes, se cruza en mi camino.
- Buena suerte, Kiervan.- dice con una sonrisa amable que correapondo de la misma forma.
Los soldados no tardan en llegar, entre ellos los tres idiotas del almuerzo. Sus rostros muestran cansancio, pero también resignación. Uno de ellos se adelanta con un sobre en la mano.
- Teniente, aquí está el informe que nos pidió el Capitán. Dijo que usted evaluaría si fue hecho correctamente.
Recibo los papeles y reprimo una sonrisa. Jay puede ser cruel cuando quiere. Me gusta.
- En sus puestos. ¡Formados!- ordeno con firmeza.
Los soldados obedecen al instante, alineándose en perfecta formación. Camino lentamente frente a ellos, observando cada rostro con una mirada calculadora, asegurándome de que entiendan quién está al mando.
- Soy la Teniente Adira Kiervan, Agente del Cuerpo Profesional y Especial del Ejército. He sido asignada para entrenar a los sargentos que participarán en la misión en Colombia.- mi voz es firme, sin titubeos.- Regresé de Alaska para asumir este cargo, y mi única prioridad es asegurarme de que de aquí salgan soldados dignos, aquellos que realmente merezcan llevar ese uniforme.
Hago una pausa, dejando que mis palabras calen hondo. Algunos intercambian miradas incómodas. Lo esperaba.
- Y ne importa muy poco lo que piensen sobre mi regreso o sobre el puesto que ocupo. No estoy aquí para complacer a nadie. Estoy aquí porque me lo gané. Y si alguno cree que puede cuestionarlo, es libre de largarse ahora mismo.
Silencio absoluto.
- Desde este momento, cualquier risa, cualquier susurro, cualquier falta de respeto.- los miro fijamente, uno por uno.- Significará su expulsión inmediata de la misión. Y créanme, no tendrán una segunda oportunidad. ¿¡Entendido!?
- ¡Sí, mi Teniente!- responden al unísono, con voces más fuertes esta vez.
Doy un paso atrás y cruzo los brazos.
- Calentamiento. Flexiones, abdominales, estocadas, cardio. No quiero ver a nadie aflojando.
Los soldados obedecen sin rechistar, pero ya puedo ver quiénes están más acostumbrados a la disciplina y quiénes están luchando por seguir el ritmo.
- ¡Tiempo!- digo tras unos minutos.
Algunos jadean, otros intentan recuperar el aliento en silencio.
- Ahora, evaluaremos su capacidad en el circuito de entrenamiento. Tienen quince minutos para completar las siete estaciones.
Algunos se tensan, otros se miran entre sí con duda.
- ¡No tenemos todo el día! ¡Muévanse!
Los soldados reaccionan de inmediato, corriendo hacia la primera estación. Los observo con atención. No busco los más fuertes, sino los que resisten, los que no se rinden. Porque en el campo de batalla, la fuerza bruta no es nada sin determinación.
Este es solo el comienzo.
Es muy difícil completar todo el circuito. La mayoría se estanca en las sogas que deben escalar, muchos terminan cayendo en el lodo que hay abajo. Mientras otros quedan atrapados en la siguiente estación donde deben escalar una malla gigante.
- ¡Vamos! ¡Un novato haría el circuito más rápido que ustedes!
Algunos logran terminarlo, con dificultad, pero lo hacen. Jennifer Russo muestra más desempeño que otros, se estancó en las últimas 2 estaciones, pero logro pasarlas rápidamente.
La mujer y los hombres de la cafetería no lograron superar el circuito, al igual que muchos otros.
- Es decepcionante el poco estado físico que hay aquí. ¿¡Cómo pretenden detener al enemigo si no son capaces de pasar un circuito tan sencillo!?
Los soldados están exhaustos. Solo 3 de ellos lograron pasar la prueba.
- Repetiremos el circuito mañana, lo haremos hasta que logren superarlo. Felicitaciones a los soldados Russo, Carter y Facci.- digo.- El resto debe trabajar más duro, dejar los juegos y distracciones de lado.- me dirijo específicamente a los tres soldados que no se tomaron nada en serio el entrenamiento.
- Parece que les va mejor haciendo informes, que pasando un circuito tan sencillo.- no dicen nada.
Me doy la vuelta y veo al Comandante observándonos desde la distancia. Maldigo en silencio cuando no puedo evitar notar lo bien que se ve con el uniforme.
- Es todo por hoy. Vayan a las duchas, aún queda mucho trabajo por hacer.- me despido de los soldados y me dirijo hacia él con pasos firmes.
- Señor.- coloco mis manos detrás de la espalda, adoptando una postura profesional.
Él me observa con atención, intento no apartar la mirada cuando estoy más cerca de él, pero es que su mirada me deja tonta.
- A juzgar por la condición de tus soldados, parece que fue un entrenamiento duro.
- Es la única forma de que progresen, señor. Hay potencial, pero les falta compromiso.
- Espero que puedas cambiar eso. Te asignamos esta tarea porque confiamos en que eres capaz.- contesta con un tono serio.
- Así será, señor.
Está a punto de marcharse cuando, de forma impulsiva, lo detengo colocando mi mano en su brazo. Me doy cuenta de lo que he hecho y retrocedo un paso.
- Disculpe, pero necesito hacerle una pregunta.
Se detiene y me mira con una ceja arqueada, expectante.
- ¿Qué sucede?
- Anoche dormí en el Comando.- espero a que reaccione, pero no lo hace.- Ya había una habitación reservada para mí.
Cruza los brazos, observándome con interés.
- ¿Y?
- No fue mi padre quien lo hizo, y nadie más sabía de mi llegada. ¿Fuiste tú?
Su mirada se endurece, pero no intenta negarlo. Creo que va decirme algo como "ya quisieras" "no tengo tiempo para eso" o "no eres tan importante" pero al cabo de unos segundos su mirada seria cambia por una más... ¿divertida?
- Sí, fui yo.- admite.
La respuesta me toma por sorpresa, aunque ya lo sospechaba no creí que lo acetara.
- Gracias, pero no era necesario.
- ¿Te sorprende que haya sido yo?
- No, lo intuía.- digo con sinceridad.- Lo que me sorprende es que lo admitas, considerando que no pareces muy contento con mi regreso.
Él frunce el ceño y da un paso hacia mí, acortando la distancia entre ambos.
- ¿Eso crees?- sus ojos verdes a una distancia más corta, son probablemente, mi perdición.
- Bueno, que me hayas robado las llaves no ayuda a pensar lo contrario…Y que encima me hayas puesto un castigo por llegar tarde cuando claramente lo hiciste apropósito.
Luke medio sonríe, y aquel gesto me encoge el pecho, al recordarnos como éramos años atrás.
- ¿Qué te dije sobre tutearme en el trabajo?- su tono es firme, pero no puedo evitar soltar una pequeña risa.
- Lo siento, señor.- recalco la palabra.- pero llevo casi toda la conversación tuteándolo y recién ahora se da cuenta.- no tengo idea de porqué estoy sonriendo.
- No te robé nada.- clava sus ojos en los míos.- Y para que quede claro: tu regreso no me molesta. Si fuera así, no te habría permitido volver.
- Pero…
- Lo que ocurrió entre nosotros pertenece al pasado. Aquí soy tu superior, y tú mi soldado. Eso es lo único que importa.
Su tono es frío pero su mirada es distinta.
- Admito que sigo enojado, y probablemente siempre lo estaré.- contesta con sinceridad.- Pero eso no cambia el hecho de que te admiro como profesional. Este puesto te lo ganaste.
- Gracias, Luk...- me detengo antes de terminar, corrigiendome.- Comandante.
Luke no dice nada por unos segundos, solo me observa en silencio, y por alguna razón el silencio no es incómodo, peor al cabo de un rato, vuelve a hablar.
- Reservé la habitación porque imaginé que con las prisas lo olvidarías.- a veces olvido que me conoce desde hace años.- No tiene nada que ver con otra cosa, lo habría hecho por cualquiera de mis soldados.
Si, obvio.
- Te lo aclaro porque no quiero que te ilusiones por mi gesto.
- ¿Ilusionarme?- pregunto con ironía.- Es lo último que haría.
- Perfecto.- responde sin apartar la mirada, ni retroceder un centímetro.
El silencio se alarga, y sé que estoy jugando con fuego, pero no puedo evitarlo. Porque el también lo está haciendo, hay cosas que no cambian y una de ellas es que cuando Luke esta enojado, busca la manera de intimidarte molestarte el triple, y para su mala suerte, a mi me gusta aun más responder a sus actos.
- Luke…- digo finalmente, mi tono es más suave, y se que oirme llamarlo por su nombre, le gusta.- Seré sincera contigo, me gustaría... recuperar el trato que teníamos antes.
Él frunce el ceño, visiblemente confundido. Y yo coloco los famosos ojos de cachorro, mirando hacia arriba con un toque inocente.
Tomo un paso hacia el frente, acercándome un poco más a el.
- ¿Qué quieres decir?- pregunta, y notó su voz algo entrecortada.
- Que me gustaría que fuéramos amigos otra vez.- digo casi en un susurro.
Sus labios se curvan en una media sonrisa incrédula.
- ¿Amigos?
- Sí. Antes de que arruinara todo, nosotros…- antes de que pueda terminar la oración, siento su mano en mi cintura.
- ¿Amigos es todo lo que quieres que seamos?- su pregunta no me sorprende, pedo su mano me pone nerviosa.
- Eh… sí…- siento que su agarre se intencifica.- No... quiero decir, claro.- me aclaro la garganta.
- Mentirosa.- su sonrisa se amplía, y puedo sentir el calor subiendo a mis mejillas.
- ¡No miento!- me defiendo, soltándome de su agarre.- Quiero que seamos amigos... ¿tú no?- le pregunto inocentemente.
Lo siento tensarse, me debe estar odiando y estoy segura de que por su mente paso la idea de que le estaba proponiendo volver a estar juntos.
No sería mala idea. Si me lo propone, lo acepto.
- Sigues siendo la misma.- no se a que se refiere, pero noto su molestia y eso me llena de satisfacción.- Pasan los años, y no cambias.
Da media vuelta para marcharse, pero no puedo permitir que termine así. No es divertido si no me deja seguir provocandolo.
- ¡Espera!- exclamo, logrando que se detenga en seco.- ¡Tienes razón, no quiero ser solo tu amiga!
Se gira lentamente, sus ojos están fijos en los míos, y mi respiración se detiene cuando da dos pasos hacia mi, y agacha la cabeza, teniendo su rostro cerca del mío.
Como me gusta tenerlo a centímetros de mi, puedo apreciar aún más su belleza.
- Entonces, ¿qué es lo que realmente quieres?
Sonrío de lado cuando noto que me mira la boca. Ja, ya cayó.
La distancia es mínima, nuestras frentes están casi rozándose, y nuestras respiraciones chocan entre sí.
- Quiero… dejar de pelear contigo.
Coloco mi mano en su brazo, y su mirada baja al contacto antes de volver a encontrarse con la mía. Mi mano sube hasta su mentón, obligándolo a mantener mi mirada.
- ¿Eso es todo?- susurra, su voz es apenas audible.- ¿Solo dejar de pelear?
No sé qué estoy haciendo ni cómo terminará esto, pero ya no hay vuelta atrás. La verdad que más allá de molestarlo, si me gusta su cercanía, mentira si dijera que no llevo esperando esto bastante tiempo.
Pego mi rostro a su cuello, inhalando el aroma inconfundible de él. Ese olor me desarma, trayendo consigo un torrente de recuerdos que intento ignorar. Lo escucho respirar hondo, y algo en su postura cambia, aunque se mantiene inmóvil.
Mi cuerpo me grita que lo tome y lo bese, pero no quiero ceder, me niego, al menos por el momento. Una idea malvada cruza por mi mente, y aprovechó la situación cuando lo notó distraído por mi contacto.
- Quiero esto.- susurro en su oido, con una sonrisa peligrosa.
Me apartó de golpe, dejándolo confundido y entonces levanto mi mano, agitando entre mis dedos la tarjeta que abre su cuarto. La confusión en sus ojos se transforma en un destello de incredulidad cuando se lleva la mano al bolsillo, confirmando lo que ya sabe.
Toma esto. Ladrón que roba a otro ladrón, tiene cien años de perdón.
- ¡Adira!- gruñe, pero ya estoy corriendo, con la diversión iluminando mi rostro.
- ¡Voy a recuperar mis llaves, a como de lugar!- grito por encima del hombro, desafiándolo mientras me echo a correr fuera del campo de entrenamiento.
- ¡No te atrevas a entrar en mi habitación!- su voz, cargada de autoridad y furia, resuena detrás de mí, pero el tono no logra esconder la urgencia.
Lo escucho pisar fuerte mientras me sigue, aunque una risa inevitable se me escapa al notar que lo he superado. Esquivando soldados y pasillos, me deslizo hacia las habitaciones. La adrenalina corre por mis venas cuando paso desapercibida por la entrada.
Al otro lado, Luke no tiene tanta suerte. Oigo sus maldiciones cuando un grupo de soldados se interpone en su camino.
- ¡Muévanse!- gruñe, pero es demasiado tarde porque ya le saque ventaja.
Apenas tengo tiempo de contenerme antes de que el eco de un tropiezo llegue a mis oídos. Giro y lo veo chocar contra el carro de limpieza. La visión es gloriosa, y mi carcajada estalla como una pequeña victoria.
Debo agregar a mi lista de cosas que me hicieron feliz "Luke cayéndose al piso"
- ¡Adira!- ruge mientras me pierdo tras una esquina.
Finalmente llego a las habitaciones. Con un rápido vistazo, encuentro la puerta que buscaba. La abro, cerrándola justo en su cara antes de que pueda alcanzarme.
- Ahora sí, ¿dónde demonios están mis llaves?- murmuro mientras rebusco entre sus cosas.
Desde el otro lado, su voz llega como un trueno.
- ¡Adira! Si no abres esta puerta ahora mismo, te juro que…
Ignoro sus amenazas mientras reviso su mesa de luz. Mis dedos finalmente rozan lo que buscaba.
- ¡Bingo!- susurro triunfante. Sostengo mis llaves, sintiendo el dulce sabor de la victoria.
Al otro lado de la puerta sigo escuchando los reclamos y advertencias de Luke. Sé lo que viene. Él no es de los que se rinden. No sería extraño que destrozara la puerta para entrar, y sinceramente, no quiero ganarme otro motivo para que me odie.
Con un suspiro resignado, abro la puerta apenas un poco, lo suficiente para dejarlo entrar.
Luke no pierde tiempo. Cruza el umbral con pasos firmes y cierra la puerta detrás de él con un golpe seco. La tensión en el aire es palpable.
- ¿Divertida?- pregunta con una calma que hiela la sangre, aunque sus ojos arden con una mezcla peligrosa de frustración y algo más.
- Mucho.- respondo, alzando una ceja. Pero mi confianza tambalea cuando él da un paso más hacia mí, acortando la distancia hasta que apenas queda espacio entre nosotros.
Este hombre y su mala costumbre de acercarse a mí de esta manera, me va a dar un infarto.
- ¿Te crees graciosa, eh?- murmura con un tono bajo.
- Un poco.- respondo con un nerviosismo que intento ocultar.
Lo odio por ser el único hombre en el planeta tierra que consigue ponerme nerviosa con tan solo hablarme. Esto no me pasa cuando se trata de otros.
- Dame las llaves.- ordena, extendiendo la mano.
- Son mías, yo no te ando pidiendo las llaves de tu casa.- digo cruzándome de brazos.
Intento dirigirme hasta la salida pero me corta el paso, colocándose de brazos cruzados frente a la puerta.
- Muévete, anda.- intento correrlo pero el inútil.
Me toma de la cintura como si fuera una muñeca, levantándome con facilidad y moviéndome como si mi resistencia no significara nada. Me arrincona contra la puerta, haciendo que mi espalda quede presionada contra ella. Su cuerpo invade mi espacio, y su mano se planta firme sobre la superficie junto a mi cabeza, bloqueando cualquier intento de escape.
Su mirada es intensa, cargada de una mezcla de frustración y algo más oscuro. Por un instante, siento el peso de haber cruzado un límite peligroso. Su presencia llena cada rincón del espacio, dominándolo completamente, y yo quedo atrapada en él.
- Adira, ¿cuántas veces te he dicho que no juegues conmigo?- su voz, grave y tensa, resuena como una advertencia.
El aire se vuelve opresivo, y mi corazón late con fuerza, aún asi me las ingenio para no notarme nerviosa.
- ¿Y cuántas veces te he dicho que yo hago lo que quiero?- respondo con una valentía que no sé de dónde saco, aunque sé que él nota la ligera vacilación en mi tono.
Su mirada se endurece aún más, y una chispa de algo indescifrable brilla en sus ojos. El silencio entre nosotros es eléctrico, cargado de una tensión que amenaza con explotar en cualquier momento.
Su proximidad, su intensidad, todo en él grita peligro, pero es ese peligro el que me hace mantener mi sonrisa, aunque por dentro siento que estoy al borde del abismo.
───── »◦✿◦« ─────
QUEEEE
La cosa comienza a ponerse interesante.
Admito que me emociona muchísimo como va avanzando todo. Estoy ansiosa por subirles más capítulos.
Oficialmente creo que fue el capitulo más largo que escribí hasta ahora.
Abril se viene cargado de muchos capítulos así que estén atentos.
Arriba una referencia a Jay y acá abajo una a Cloe.
Besos, nos vemos en el próximo capítulo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top