Capítulo 58

"Corazones rotos"

Narrador omnisciente.

Había algo en Adira que Luke no lograba ignorar, por mucho que lo intentara. Era sutil, como una sombra que se esconde entre los destellos del amanecer. Antes, él podía leer sus emociones con solo mirarla, como si ambos compartieran una conexión inquebrantable. Pero ahora... ahora era como intentar ver a través de un cristal empañado.

Sus ojos, antes brillantes y llenos de vida, evitaban los de Luke. La tensión en sus hombros cada vez que él intentaba acercarse, la frialdad en su voz, habían reemplazado esa chispa de determinación que siempre la había definido. Al principio, Luke lo atribuyó al trauma del ataque; era comprensible que cualquier persona estuviera afectada. Pero esto... esto era algo más profundo.

Podía aceptar que estuviera lidiando con sus emociones. Entendía que el dolor podía haberla cambiado, pero cuando ella olvidó un día importante para ambos y le habló con indiferencia, fue la primera señal clara de que algo estaba mal. La Adira que él conocía jamás lo habría tratado así. Ella se habría disculpado, se habría sentido terrible. En lugar de eso, simplemente actuaba como si no importara.

Y eso lo aterraba.

Luke estaba acostumbrado a la Adira que luchaba contra la tormenta, no a la que parecía ser arrastrada por ella. No era solo tristeza o miedo lo que veía. Era como si estuviera huyendo de algo... o de alguien. A veces parecía que no escuchaba ni prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor, incluso cuando él o los demás la animaban con la idea de que pronto volvería a la Agencia. Fingía sonreír, pero en sus ojos no había ni una pizca de entusiasmo.

Cada vez que alguien preguntaba qué sucedía, ella simplemente respondía que estaba cansada. Había levantado un muro entre ella y los demás, un muro impenetrable.

¿Qué había cambiado? Hace solo unos días parecía ser alguien completamente diferente.

Fue en ese momento que Luke se dio cuenta de cuánto dependía de esa conexión entre ambos, una conexión que ahora parecía desvanecerse.

Siempre habían sido capaces de entenderse con una sola mirada, como si sus almas hablaran un lenguaje propio. Pero también compartían la mala costumbre de esconder sus dolores. Adira se alejaba de las personas cuando sufría, mientras que Luke se refugiaba en sonrisas que ocultaban su verdadero sentir. Sin embargo, por mucho que intentaran ocultarlo, siempre sabían que el otro no estaba bien, y de alguna manera, siempre lograban ayudarse.

Ahora, esa conexión estaba rota.

Adira se sentó al borde de la cama, sintiendo el peso de las paredes, que antes le parecían cálidas y ahora la asfixiaban con su fría indiferencia. Miró sus manos temblorosas, incapaz de calmar el remolino de pensamientos que la asediaban. Sabía lo que debía hacer, pero la culpa la devoraba por dentro. Las imágenes de sus padres y su hermano, sus risas, sus rostros llenos de confianza, se mezclaban en su mente con las palabras amenazantes de Smith: "Si no lo aceptas, mataré a todos los que amas."

Cloe, Luke, sus amigos... todos pagarían el precio si ella fallaba.

Cada encuentro con su familia se sentía como una farsa dolorosa. Los abrazos se habían vuelto dagas en su pecho, las sonrisas la torturaban. Su comportamiento se tornó frío, distante. Intentaba mostrar indiferencia en su mirada, una máscara que jamás había usado antes. Tenía que hacer que creyeran que era capaz de traicionarlos, porque de esa manera, tal vez su dolor sería más soportable.

"Si me odian, será más fácil para ellos", se repetía una y otra vez, como si al decirlo lograra convencerse de que era lo correcto.

No podía permitir que descubrieran su verdadero propósito. Había vendido su alma para protegerlos, y ese sacrificio debía permanecer oculto. La sola idea de unirse a aquello que siempre había jurado destruir la desgarraba, pero la alternativa era aún más aterradora. "Si no lo hago, estarán en peligro", se repetía como un mantra desesperado, aunque con cada palabra, sentía cómo una parte de su ser se rompía.

Toda su vida, Adira había aprendido a ignorar lo que los demás decían de ella. Poco le importaba si la veían como el enemigo; mientras su familia confiara en ella, eso era suficiente. Era su manera de convencerse de que no era como Smith, de que aún tenía algo que la separaba del monstruo que la engendró.

Pero... cuando su familia comenzará a odiarla, ¿qué la detendría de convertirse en la misma persona que tanto despreciaba? ¿qué la convenceria de que no era como él?

En ese momento, deseó con todas sus fuerzas que las cosas fueran distintas, que no tuviera que llevar a cabo este plan. Pero la realidad era cruel, y el amor que sentía por ellos la empujaba a hacer sacrificios que jamás debió considerar. Lágrimas silenciosas cayeron mientras cerraba los puños, decidida a seguir adelante, aunque su corazón estuviera hecho añicos. Su familia merecía estar a salvo, incluso si eso significaba que ella se convirtiera en la villana de su propia historia.

El amanecer trajo consigo el día del juicio de Jonathan. Mientras todo se preparaba para su traslado al juzgado, Smith afinaba los últimos detalles de su ataque, y Adira repasaba el plan una y otra vez en su mente, buscando cualquier posible error.

- Cariño, ¿estás segura de que no quieres venir?- preguntó Ada desde la puerta.- Fuiste tú quien ayudó a Luke a atraparlo. Creímos que querrías estar presente cuando le dicten sentencia.

- No, está bien. Estoy cansada, y no quiero gastar mi energía en él.- contestó Adira desde la cama, su voz monótona.

- Últimamente pasas mucho tiempo en cama...- Ada se acercó, palpándole la frente.- ¿No estarás enferma o algo?

- No, mamá. Solo es cansancio.

- Madisson dice que es normal. Volver a la rutina puede agotarte más de lo esperado.- intervino Edric, asomándose a la puerta.- Tal vez deberías tomártelo con más calma.

- Lo tendré en cuenta.

- De acuerdo. Te veremos cuando regresemos.- él no sabía que esa sería la última vez viéndola.

- Claro, papá.- intento no sonar triste.

- Ojalá pudiera tomarle una foto al desgraciado cuando lo condenen a cadena perpetua.- se quejó Jay con una sonrisa torcida, provocándole una risa.

- Estoy segura de que te las arreglarás para hacerlo.

- Sabes que sí.- susurró, inclinándose para darle un beso en la frente.

Adira lo detuvo antes de que se alejara, abrazándolo con fuerza. Jay, sorprendido al principio, rápidamente le devolvió el abrazo con igual intensidad. Era un gesto desesperado, como si quisiera aferrarse a algo antes de perderlo para siempre.

- No nos extrañes mucho durante estas horas.- bromeó Cloe, junto a Jay.

Adira sonrió, intentando ocultar su dolor porque sabía que no serian solo unas horas.

- Tal vez podamos hacer algo luego del juicio.- dijo ella.

- ¡Por supuesto!- contesto con entusiasmo la castaña.- Extraño pasar tiempo con mi mejor amiga.

Esa frase golpeó fuertemente a Adira, ella también extrañaba a Cloe, y no había nada en el mundo que deseara más que poder contarle lo que le sucedía, poder llorar en su hombro y sentirse cómoda a su lado.

Cloe también se acercó a despedirse de ella, al igual que sus padres quienes se despidieron de Adira con besos en las mejillas, ella también los abrazó con fuerza, más de lo habitual, como si el miedo la envolviera por completo.

Antes de salir, se encontraron con Luke. Adira no esperaba verlo tan pronto después de la discusión de la noche anterior.

- Los coches están listos.- informó Luke a Edric.- Ya podemos ir al juzgado.

- Genial. Te esperamos afuera.

El silencio se extendió entre Luke y Adira, tenso y pesado, como una niebla densa que dificultaba la respiración. Ambos deseaban romper la barrera que se había levantado entre ellos, pero las palabras parecían haberse quedado atrapadas, como un eco perdido en un vasto vacío. La incertidumbre los rodeaba, y cada uno sabía que algo había cambiado, aunque el qué y el cómo eran misterios que temían explorar.

Luke miró a Adira, su expresión era una mezcla de anhelo y confusión. Su mente estaba llena de preguntas, pero cuando sus ojos buscaron los de ella, se encontró con una mirada vacía, distante. La decepción le golpeó como un puñetazo en el estómago; por un instante, creyó que ella sería la primera en hablar, en abrirse. Pero la frialdad que emanaba de ella lo paralizaba, y la expectativa se convirtió en un nudo en su garganta. Finalmente, se armó de valor y decidió que debía ser él quien hablara primero.

- Qué pena que no puedas venir.- dijo, su voz incómoda, las palabras saliendo entre dientes como si fueran piedras. No sabía cómo abordar la conversación sin que sonara como una acusación.

- Sí...- respondió ella, casi sin interés, como si esas palabras fueran un eco de su propia apatía.- Supongo que me contarán todo luego.

- Supongo que sí. Si no estuviera prohibido, seguro que Jay documentaría todo con su teléfono.- intentó bromear, deseando que el humor pudiera deshacer la tensión que colgaba en el aire entre ellos.

Adira esbozó una sonrisa breve, una chispa de nostalgia que encendió algo en Luke, pero su risa se extinguió tan rápidamente como había llegado. Su incomodidad era palpable, y cuando se removió en la cama, la frustración de Luke aumentó. Por un instante, ella pareció vacilar, como si estuviera a punto de disculparse por su actitud de la noche anterior. Pero el peso de sus propios secretos la mantenía atrapada, inmóvil en su dolor.

- Adira... sobre mañana...- Luke intentó de nuevo, deseando encontrar alguna manera de acercarse, de llegar a su corazón, de entender el abismo que había crecido entre ellos.

- Llegarás tarde.- lo interrumpió ella con una frialdad que le hizo sentir como si le arrojaran un cubo de agua helada, cortando cualquier intento de conversación.

Cada palabra de ella era un golpe en su pecho, un recordatorio de que ya no era bienvenido en su mundo. Luke asintió lentamente, sintiendo la pesadez en su pecho. Se dio la vuelta hacia la puerta, la desesperación apretándole la garganta como un lazo. Sin embargo, antes de que pudiera cruzar el umbral, la voz de Adira lo detuvo.

- Luke.- lo llamó, y su voz, aunque temblorosa, llevaba consigo una mezcla de tristeza y anhelo.- ¿Reservaste algo para mañana?

Una chispa de esperanza iluminó el interior de Luke por un instante, pero ese sentimiento se apagó rápidamente.

- Creo que es mejor que lo canceles, si es que ya habías planeado algo.- dijo Adira, sus palabras firmes, pero su mirada traicionaba una vulnerabilidad que ella no quería que él viera.

Luke sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta. Las manos le temblaron y cerró los puños, conteniendo la frustración. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso ella estaba decidiendo alejarse de él? La confusión lo carcomía por dentro, y la rabia lo impulsaba a exigirle respuestas. Si no fuera por el grito de Jay llamándolo desde la sala, habría girado sobre sus talones para encararla, para intentar romper el muro que había levantado.

Pero en lugar de eso, solo pudo murmurar, su voz apenas un susurro ahogado por la angustia.

- No te preocupes. Ya había cancelado los planes anoche.

Las palabras flotaron en el aire, un eco de promesas no cumplidas y oportunidades perdidas. Al salir, Luke sintió que cada paso se volvía más pesado. La pregunta sobre si alguna vez podrían regresar a la conexión que una vez tuvieron lo perseguía, un fantasma que lo acompañaría hasta que encontrara una respuesta.

Adira se quedó sola, el silencio que había ahora le pesaba como una carga. Cerró los ojos, deseando que las palabras no dichas pudieran volar en el aire, liberándola de la angustia que la atenazaba. Se tragó su dolor y se levantó con pesadez de la cama y caminó hacia la ventana de su cuarto. Observó con detenimiento hasta asegurarse de que todos se hubieran marchado.

Una vez segura, recogió sus llaves, el móvil y la computadora. Sin hacer ruido, se escabulló hasta la oficina de su padre, evitando cualquier encuentro con el personal o la seguridad de la casa. Allí tomó lo necesario, y sin mirar atrás, salió por la puerta trasera.

Afuera, caminó con paso firme hasta un vehículo estacionado, el que Smith había dejado para ella. Subió rápidamente y condujo directo a su departamento, deteniéndose solo el tiempo indispensable. No podía permitirse sentimentalismos, así que apenas si miró alrededor mientras transfería los archivos de su computadora a la tablet. Alguien de la mafia francesa ya había plantado pruebas falsas para incriminarla, y ahora ella se aseguraba de que todo quedara perfectamente armado.

Archivos de conversaciones, registros de llamadas, visitas ficticias, transacciones ilegales... todo estaba diseñado para hacerla parecer culpable, para que nadie dudara de su traición. Era un juego sucio, pero necesario.

Antes de irse, sus ojos se posaron inevitablemente en las fotografías que decoraban la sala. Las miró con intensidad, grabando los rostros de sus seres queridos en su memoria. El dolor volvió a apretar su pecho. Sin embargo, no podía permitirse flaquear. Cerró la puerta detrás de ella y volvió al coche.

Condujo hasta el punto de encuentro, donde los vehículos de Smith y sus hombres ya estaban esperando. Al bajar del coche, caminó con el mentón en alto, irradiando una seguridad que desmentía su turbulencia interior. Un grupo de hombres le bloqueó el paso, pero Adira no titubeó, ni siquiera cuando uno de ellos se le puso frente.

- Déjenla pasar.- dijo una voz rasposa desde el fondo.

Sin decir nada, Adira se acercó a Smith y le entregó un dispositivo.

- Aquí tienes las grabaciones de las cámaras del estacionamiento de la Agencia. También he accedido a la red del gobierno, así que puedo seguir los movimientos del vehículo que lleva a Jonathan.- informó con frialdad.

Adira había logrado identificar el número de placa del vehículo en el que habían subido a Jonathan gracias a las cámaras de la Agencia. Sin embargo, una vez que salieron del edificio, la situación se complicó: varios móviles se desplegaron, dividiéndose y rodeando todo el perímetro, dificultando saber con certeza cuál de ellos llevaba a Jonathan.

Smith la observó, complacido.

- No es necesario.- respondió, con una sonrisa de autosuficiencia.- Ya me he adelantado.

Dentro de una de las camionetas, Alex estaba monitoreando las mismas cámaras que Adira había hackeado, manipulando los sistemas de vigilancia de la ciudad con su propio equipo. Y sabía exactamente que patrulla hacia cada ruta.

- ¿Y no creíste que sería útil decírmelo antes, para no perder el tiempo?- dijo con un deje de sarcasmo.

- Quería asegurarme de que eras de fiar.- replicó Smith, con una sonrisa ladina.

Adira apretó los labios, la irritación brotando en su expresión. En un gesto decidido, levantó su celular y se lo mostró a Smith.

- Este es el número de placa del vehículo. Jonathan está siendo escoltado por varias patrullas. Necesito que te encargues de estas.- dijo, señalando varios puntos en el mapa con un dedo tembloroso pero firme.- Crea una distracción. Yo me ocuparé del coche que lo lleva.

En ese momento, Alex salió de la camioneta, el informe en mano.

- Aquí tienes las rutas que están siguiendo las patrullas. Jonathan tiene tres coches detrás y dos delante. El resto cubre los alrededores de la zona.- explicó, sus ojos escaneando el mapa antes de encontrar la mirada de su padre.

Adira apenas le prestó atención al principio, pero al tenerlo junto a ella, una extraña sensacion se instalóen su pecho. El intercambio entre ellos fue breve, un cruce de miradas que duró un instante, pero que contenía una extraña intensidad. Fue como si en ese parpadeo ambos entendieran que estaban atrapados en una trama más compleja de lo que el resto podía ver.

Adira entonces recordó las cosas que había oído sobre la Mafia Francesa y sobre su excelente sistema de inteligencia, y que quien estaba detrás de todo eso, era el hijo de Smith y Sara, su medio hermano, del cual nunca había visto fotos ni registros.

Se veía más joven que ella, y con una expresión de miedo e intimidación por Smith, algo que a ella le llamó demasiado la atención y en cierto punto, hasta le molesto. Tenía ganas de obligarlo a levantar la mirada y de enseñarle que nunca debe mostrar temor ante nadie.

Ni siquiera quiso preguntarse a sí misma si ese hombre era su hermano porque se negaba a querer vincularse a cualquier persona de ese entorno, pero a la vez era inevitable darse cuenta de que compartían los mismos ojos azules y el mismo cabello azabache.

Mientras Alex, a su lado, sintió una conexión inesperada hacia ella. Había algo en su determinación, en la forma en que no se dejaba intimidar, que lo habia dejado sorpendido. Ella lo hacía parecer tan sencillo mientras Alex apenas podía estar cerca de Smith.

Sin embargo, la voz autoritaria de Smith rompió esa conexión, obligándolos a regresar a la realidad.

- Nos encargaremos de las patrullas. Tú busca a Jonathan.- ordenó, dándole a Adira la señal para que actuara.

- Smith.- Adira lo llamó con firmeza, deteniéndolo en seco antes de que pudiera dar más órdenes.- Si disparas a uno de los agentes, no contarás conmigo para sacar a Jonathan.

No esperó respuesta. Con fría determinación, pasó junto a él, ignorando las miradas incrédulas de los hombres que intentaban interponerse en su camino. Su audacia dejó a todos boquiabiertos, incluidos Smith y Alex. Nunca antes habían visto a alguien enfrentarse a Smith con tal frialdad, y mucho menos sin un rastro de temor.

Smith esbozó una sonrisa, intrigado por la actitud de Adira, sin duda, era demasiado parecida a Aurora.

- ¿Qué demonios haces aquí parado como idiota?- inquirió Smith.- Muévete.

Alex rápidamente volvio hacia la camioneta, maldiciendose así mismo por no poder tener esa misma seguridad que había mostrado su hermana antes.

Finalmente, cada uno asumió su papel, dirigiéndose a cumplir su parte del plan, pero en el aire quedó una extraña conexión que parecía entrelazar sus destinos.

Adira y los hombres de Smith avanzaban por un camino alterno, cada uno de ellos al acecho, esperando interceptar las patrullas que transportaban a Jonathan. Smith había orquestado una distracción en el otro extremo de la ciudad, dividiendo los refuerzos y debilitando la escolta de Jonathan. Dos accidentes provocados por el grupo de Smith, junto con una falsa denuncia de robo y el corte de una de las rutas, habían dispersado las patrullas.

Mientras la adrenalina corría por sus venas, Alex habló por el auricular de uno de los vehículos, su voz grave y tensa.

- En menos de dos minutos pasarán por aquí.

Esa fue la señal. El equipo desplegó púas en la carretera, provocando que las ruedas de ambos vehículos estallaran. El sonido de los neumáticos reventando resonó en el aire, dejando a los vehículos varados en medio de la vía, el eco de la traición retumbando en el silencio.

Desde su escondite, Adira observó con el corazón acelerado, cada latido retumbando en sus oídos mientras los hombres de Smith se preparaban para atacar. Las armas se levantaron, listas para disparar, pero Adira lanzó una mirada feroz, un destello de advertencia que atravesó el aire cargado de tensión. Sabía que el trato era claro: si ella ayudaba, ninguno de los suyos saldría herido. Un solo disparo en el momento equivocado podría desmoronar todo.

Los conductores bajaron de los vehículos, confundidos por las púas en el suelo. El silencio era denso, como si el tiempo se hubiera detenido, y Adira sintió cómo su respiración se volvía irregular, con el aire entrando y saliendo con dificultad. Levantó su arma, el metal frío contra su piel, y sintió el sudor resbalando por su frente. Sabía que no había espacio para el error. Un solo titubeo y todo se vendría abajo.

Con el corazón palpitante en su pecho, Adira apretó el gatillo, sabiendo que su decisión podría cambiarlo todo. El sonido del disparo resonó en el aire, agudo y mortal. Pero no fueron balas las que disparó; los dardos tranquilizantes volaron, surcando el aire como flechas silenciosas. Los conductores cayeron al suelo, inconscientes, sus cuerpos pesados y sin vida en el asfalto caliente.

Los soldados de escolta, al ver el caos que se desarrollaba, salieron del vehículo, buscando al responsable del ataque. Pero antes de que pudieran reaccionar, Adira activó el sistema de gas somnífero que contenían las patrullas, habia robado el control que los activaba de la oficina de Edric.

- ¿Qué están esperando?- les gritó a los hombres de Smith, su voz tensa y autoritaria.- Métanlos en los móviles.

Sorprendidos, los hombres siguieron sus órdenes, sus movimientos rápidos y coordinados, mientras Adira abría la puerta del convoy que transportaba a Jonathan. Él también estaba inconsciente, el gas había hecho efecto rápidamente, y su respiración era apenas un murmullo.

Adira no podía creer lo que estaba sucediendo, ella acabada de ayudar a Jonathan a escapar, no sabía que clase de karma estaba pagando como para estar ayudando a una persona que hace no mucho tiempo había intentado matarla.

Desde la radio, una voz quebrada interrumpió el silencio.

- Móviles 0735 y 0736, repórtense.

Adira desconectó el micrófono y la radio con un movimiento rápido, el clic resonando como un final abrupto.

- ¿Qué hacen ahi parados como idiotas? ¡Vamos, apúrense!- ordenó.

Todos subieron a los vehículos, la prisa apremiando. Smith ya estaba en el helicóptero junto a Alex, esperando a Adira y Jonathan para trasladarlos a Francia, el rugido de las hélices ya vibrando en el aire.

Mientras los motores rugían y el paisaje se desdibujaba en una mancha de colores, Adira sintió una ola de alivio mezclada con un miedo punzante. Habían logrado lo que parecía imposible, pero el peso de la traición seguía latente en su pecho, como una sombra. Oscura que no podía sacudirse. Cada latido le recordaba que su misión apenas comenzaba y que el peligro acechaba en cada rincón.

Las alarmas del gas somnífero no tardaron en sonar, activando una notificación en el celular de Ada. Para cuando la siguiente patrulla llegó al lugar, Adira y su equipo estaban lejos, y Edric ya comenzaba a sospechar del retraso en la llegada de Jonathan.

- Tengo un mal presentimiento.- le dijo a Ada.- ¿El prisionero aún no ha llegado?

- Deberían estar aquí.- respondió ella.

Una notificación sonó en el celular de Ada. Cuando lo revisó, su rostro palideció ante una alerta del sistema de seguridad.

- Debe ser un error...- susurró.

- ¿Qué pasa?

- ¡Señor!- gritó un soldado, interrumpiendo la conversación.- Ha surgido un problema.

- ¿Qué sucede?

- El móvil que transportaba a Jones fue interceptado... el prisionero ha escapado.

La noticia retumbó en la mente de Edric.

- ¡¿Cómo que ha escapado?!- gritó, alterando a todos.- ¿De qué estás hablando?

- ¡Alguien dejó escapar a Jonathan!- dijo Ada, poniéndose de pie.- Activaron el sistema de gas somnífero.

El caos estalló de inmediato, se oían voces entrelazadas, las botas de los soldados moviéndose de un lado para el otro, el ruido del portón de la Agencia, y los coches saliendo apresurados. Ada descubrió que alguien dentro de la Agencia había activado el sistema de gas somnífero, ayudando en la fuga de Jones.

- Debe ser un error... no pudo haber sido alguien de la Agencia.- dijo Jay, incrédulo.

Inmediatamente se emitió una orden para asegurar el perímetro y detener todos los vehículos de la zona. Ada tomó el mando de la seguridad, buscando acceso a las cámaras.

- Me descuido un segundo y el sistema cae en pedazos.- murmuró mientras revisaba los monitores.- ¿Cómo demonios accedieron al sistema de gas somnífero?

- Peor aún, ¿cómo consiguieron las rutas y las placas del móvil de Jonathan?- intervino Edric, con el rostro endurecido.- Quien sea que nos traicionó... lo encontraremos.

- Señora.- dijo Zhang, su voz tensa.- Las cámaras registraron a Smith cerca de una de las rutas de las patrullas, pero le perdimos el rastro.

Ada apretó la mandíbula mientras tomaba la tablet y empezaba a teclear furiosamente, buscando alguna cámara que pudiera seguir el rastro del criminal.

- Maldito hijo de puta.- murmuró.- ¿Cómo demonios sacó a Jonathan? Algo no encaja, usaron gas para dormir a los agentes, pero no mataron a nadie. ¿Qué está pasando?

- Zhang, revisa más cámaras.- ordenó Edric, su tono cortante.- Y revisa también las de la Agencia. No podemos permitir que se nos escape nada.

- Sí, señor.

En ese instante, el teléfono de Edric vibró, interrumpiendo el caos de la sala.

- Un helicóptero ha sido avistado. Lo están preparando para despegar. Un equipo ya va en camino para interceptarlo.- informó una voz firme al otro lado de la línea.

- Luke, date prisa y no dejes que despeguen. Si es necesario, derriba ese maldito helicóptero, no podemos...

El silencio cayó abruptamente sobre la sala. Edric no pudo terminar la frase, y Ada tampoco fue capaz de hablar. Lo que estaban viendo en el monitor era imposible.

No, tenía que ser un error.

Ambos observaban, incrédulos, el rostro de la persona que disparaba a los agentes que trasladaban a Jonathan, era el de su hija. El aire en la sala se volvió denso, irrespirable, y sus corazones se hundian en sus pechos. Era como si el tiempo se hubiera detenido. No podía ser cierto. No podía ser ella.

- Edric...-susurró Ada, con la voz quebrada.- Es... es Adira.

El teléfono resbaló de las manos de Edric, cayendo al suelo con un golpe sordo.

Y no fueron solo los corazones de Edric y Ada los que se rompieron en ese instante, si no también el de Adira, al traicionar y tener que huir junto a la persona que más odiaba en el mundo.

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Hola, estuve desaparecida en la semana pero todo tiene un porqué, y es que estuve con muchos trabajos de la universidad, aún así aproveche cada momento para poder adelantar la escritura.

Les traigo una maratón. (finalmente cumplí)

Realmente soy masoquista, porque releí este capitulo muchas veces antes de publicarlo.

1/3

En fin, espero no hayan sufrido tanto.

Besos. Lour

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