Capítulo 49

"El legado de las sombras"

Adira.

Habían pasado tres días desde que Jonathan fue arrestado, pero las sesiones de interrogatorio habían sido inútiles. Se negaba a hablar, manteniendo un silencio impenetrable.

Mi padre y Alonso comenzaban a perder la paciencia, frustrados por no haber conseguido arrancarle ni una sola palabra. Incluso Luke, con su temperamento habitual, había intentado obtener respuestas, pero una vez más, Jonathan se había cerrado como una roca.

El día apenas comenzaba. Mientras me vestía, observé a Luke salir del cuarto de baño de su habitación. Como en los días anteriores, habíamos dormido en la sede, donde el aire estaba cargado de tensión.

Me puse la camiseta, el algodón rozando mi piel, y me acerqué a él, dejando un beso suave en sus labios. El Comandante reafirmó su agarre en mi cintura, profundizando el beso con un deseo que siempre lograba despertar mis sentidos.

Alargó el beso por unos instantes más hasta que, finalmente, nos separamos. Cada vez que sentía su calor, cada vez que sus labios se encontraban con los míos, un torbellino de emociones me envolvía. Amaba esa sensación, la forma en que me hacía sentir viva.

Miré sus ojos, cansados pero llenos de determinación. Acaricié su mejilla con ternura, sintiendo la leve aspereza de su barba incipiente. A pesar de su evidente agotamiento, él no dejaba de regalarme sonrisas.

- Volveré a intentarlo hoy.- dijo con firmeza, aunque en su voz había un tinte de incertidumbre.

- ¿Crees que lograrás sacarle algo?

- No lo sé, pero tengo que intentarlo de nuevo.

Sabía que se refería a Jonathan. Había intentado hablar con él en varias ocasiones, solo para enfrentarse a la misma muralla de silencio. Ninguna palabra, ningún gesto, solo esa mirada fría y calculadora que enervaba a todos.

Cada vez que Luke salía de la sala de interrogatorios, lo hacía con el rostro tenso, la frustración evidente en cada línea de su cuerpo. Maldecía por lo bajo, enfurecido por la actitud exasperante de Jonathan.

- Es como si disfrutara vernos desesperar por obtener una declaración.- suspiró, la frustración palpable en su voz.

- Smith lo crió.- dije mientras me giraba para recoger mis cosas.- Le encanta torturar a la gente.

Escuché a Luke moverse hacia la mesita de noche junto a la cama, revolviendo el cajón con rapidez, buscando algo.

- ¿Qué buscas?- pregunté mientras me ponía las botas de entrenamiento, ajustando los cordones con un tirón firme.

- Mi placa.- respondió, aún hurgando en el cajón.- La dejé en el cajón de...

Me até los cordones con cuidado, tomándome un momento antes de levantarme.

- ¿La encontraste, amor? -pregunté, pero Luke estaba de espaldas, concentrado en algo que tenía en las manos.

Estaba a punto de repetir la pregunta cuando él se giró lentamente, mostrando un trozo de papel que sostenía entre sus dedos.

- ¿Y esto? - preguntó, sus ojos centelleaban con una mezcla de sorpresa y algo más... tal vez ¿Alegría?

Mi corazón se detuvo por un segundo al reconocer lo que era. Había olvidado que lo dejé ahí.

- Oh, eso... - dije mientras me rascaba la nuca nerviosamente.- Es solo... una tontería.

Luke me miró, sus labios esbozando una sonrisa que era mitad burlona, mitad encantadora.

Intenté arrebatarle el papel, pero él fue más rápido, levantándolo por encima de su cabeza, fuera de mi alcance.

- Dámelo.- seguí intentando alcanzarlo, saltando en vano.

- ¿Hace cuánto que me dibujas mientras duermo, bonita? - su tono era cálido, pero lo que más me impactó fue la intensidad en sus ojos.

Sentí el calor subiendo a mis mejillas. Carajo, había dejado allí el dibujo que hice del Comandante mientras dormía.

El instinto me decía que debía huir, pero antes de que pudiera moverme, él me atrapó por la cintura con sus manos firmes, impidiendo cualquier escape.

- No sabía que yo era tu musa.- su voz se tornó más grave, resonando en mi piel mientras su aliento acariciaba la comisura de mis labios.

Luke solo llevaba puestos sus pantalones, su torso desnudo irradiaba un calor que se mezclaba con el mío, amplificando la tensión que nos envolvía.

- Dime.- insistió suavemente.- ¿Tienes más dibujos?- me besó justo en el borde de los labios, provocando un estremecimiento en mi cuerpo.

- Tal... vez.- respondí, mi voz traicionándome con un leve temblor.

- Me encanta ser tu musa.- afirmó con una mirada pícara.- La próxima vez, podrías dibujarme desnudo.- bromeó, dejando escapar una risa que hizo que mi corazón diera un vuelco.

- ¡No seas idiota! - le empujé, mi vergüenza transformándose en una chispa de irritación.

Él disfrutaba de mi incomodidad, saboreando cada segundo. Adoraba molestarme.

- Hablo en serio.- volvió a tirar de mí, acercándome más a su cuerpo.- Aunque mi polla, requeriría bastante trabajo.

- Maldito engreído.- entrecerré los ojos, sintiendo una mezcla de diversión y exasperación.- Dame el dibujo, lo esconderé antes de que sigas alimentando tu ego.

Pero no me lo dejó tomar.

- Mi ego ya lo alimentaste cuando decidiste dibujarme.- dijo, su tono ligeramente orgulloso mientras sus ojos brillaban con travesura.

Suspiré, sabiendo que no iba a ganar esta pelea. Estaba orgulloso del maldito dibujo, y no había manera de quitárselo.

- Me lo guardaré.- antes de que pudiera protestar, selló mis labios con un beso suave pero firme, guardando el dibujo con una sonrisa satisfecha.- De todas formas, estoy seguro de que tienes más como este.

No podía negarlo. Mi cuaderno estaba lleno de dibujos de Luke.

- Tú tienes miles de fotos mías en tu teléfono, yo tengo dibujos.- me encogí de hombros, intentando parecer indiferente.

- ¿Tienes más? - preguntó con una chispa de ilusión en sus ojos.

Asentí, y su sonrisa se amplió, haciéndome sentir como si fuera el centro de su mundo.

- ¿Algún día me los mostrarás? - su voz se suavizó, dejando entrever un deseo sincero.

- Tal vez.- me arreglé el cabello, tratando de ocultar la emoción que burbujeaba en mi pecho.

Me acerqué, sosteniendo su rostro entre mis manos antes de besarlo con ternura.

- Ya me voy.- dije, preparándome para salir.

- ¡Quiero ver esos dibujos luego!- gritó mientras cruzaba la puerta de su habitación.

El aire fresco del pasillo me recibió, aún era bastante temprano, así que no me crucé con ningún colega. Pero ya no me importaba si alguien notaba la relación entre Luke y yo.

Habíamos decidido contárselo a nuestras familias, aunque estaba segura de que ellos ya lo sabían, o al menos lo sospechaban. Mi plan era decirlo el día de mi cumpleaños, pero, como siempre, la vida tenía otros planes... como cuando intentaron matarme.

Gracias, Jonathan. Idiota.

El día transcurría como de costumbre. Mientras avanzaba en mi trabajo, me crucé con mis amigos y charlamos un rato antes de que cada uno volviera a lo suyo. A menudo, las conversaciones derivaban hacia el tema de Luke, y aunque sus preguntas eran cada vez más directas, me divertía ver cómo intentaban armar teorías. Nathaniel, en particular, parecía decidido a descubrir la verdad, pero nunca les daba una respuesta clara.

No estaba lista para confirmar nada; sabía que una vez lo hiciera, toda la Agencia se enteraría de nuestra relación.
y aunque los rumores ya circulaban, preferíamos hablar primero con nuestras familias.

En medio de la jornada, un soldado apareció, buscándome con urgencia. Me informó que mi padre requería mi presencia, así que me dirigí inmediatamente hacia él. No me sorprendió que me llamara, pero lo que sí me tomó por sorpresa fue que me necesitara en la sala de interrogatorios.

Al entrar, encontré a mi padre, Alonso, Luke y Zhang, todos reunidos frente a un gran cristal que nos separaba del área donde colocaban a los interrogados.

- Generales. Comandante. Capitana.- les saludé con un gesto militar, sin dejar de notar cómo Luke captaba el sonido de mi voz y se giraba para mirarme, la molestia evidente en sus ojos.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó con tono brusco, la irritación clara en su voz.

- Yo la mandé a llamar.- intervino mi padre, dejándome aún más confundida.

- ¿Qué requiere de mí, señor?- ignoro la mirada asesina de Luke y me dirijo hacia mi padre, buscando entender lo que estaba ocurriendo.

- Nada. Fuera de aquí.- replicó Luke, su voz firme.

La tensión en la sala era palpable. De repente, mi padre y Luke se encontraban enfrascados en una batalla silenciosa, mirándose con un enojo contenido.

- Estás loco si piensas que dejaré que ese psicópata la vea.- tronó Luke, sus ojos llenos de furia.

Fruncí el ceño, sin entender del todo, hasta que mi vista se dirigió al cristal frente a nosotros. Un oficial estaba haciendo entrar a la habitación a Jonathan.

- ¿Acaso no recuerdas que hace tan solo unos días, ese hombre estuvo dispuesto a matarla?- continuó Luke, la rabia vibrando en su voz.

- Lo recuerdo muy bien.- respondió mi padre, sus palabras cargadas de una calma inquietante.

- ¿Qué está pasando?- los interrumpí.- ¿Por qué me llamaron?

Luke suspiró, claramente enfadado, mientras mi padre daba dos pasos hacia mí, colocándose frente a mí con seriedad.

- Jonathan no ha querido colaborar, no ha dicho ni una palabra en estos días.- comenzó a explicar.- Hoy, le ha dicho a uno de nuestros guardias que está listo para hablar.

- Eso es genial.- dije, aunque la tensión no abandonaba mi cuerpo.

- Lo es.- asintió mi padre, colocando sus manos sobre mis hombros.- Pero ha dicho que solo hablará contigo. Con nadie más.

Ahora entendía por qué estaba allí. La razón detrás de la llamada era clara.

- No tienes que hacerlo, buscaremos otra manera de que hable.- se apresuró a decir Luke, su preocupación evidente.

- No ha dicho nada desde que lo arrestamos.- añadió Alonso.- Esta es la primera vez que muestra interés en hablar.

- Sé que te estoy pidiendo mucho, hija.- dijo mi padre, su voz llena de preocupación.- Sé que hace tan solo unos días, este hombre casi te mata, pero Alonso tiene razón, es la primera vez que tenemos la oportunidad de que hable.

- Te apuesto lo que sea a que no dirá nada.- gruñó Luke.

- Tal vez, pero no perdemos nada con intentarlo.- agregó Alonso, su mirada fija en mí.

- ¿Mamá sabe de esto? -pregunté, consciente de cuánto detestaba ella exponerme ante la mafia francesa. Sabía que Jonathan tenía sus razones para pedirme, y si hablar con él servía para obtener información, estaba dispuesta a hacerlo. Jonathan no me asustaba; me enojaba.

- No lo sabe.- respondió mi padre, serio.

Miré a Luke, quien me imploraba con la mirada que no entrara allí. Suspire y volví a enfrentar a mi padre.

- Lo haré.- dije con firmeza, encogiéndome de hombros.- Ya me he expuesto a él antes, así que... da igual.

- Adira, no lo...- intentó protestar Luke, pero lo interrumpí antes de que pudiera terminar.

- Dije que lo haré y punto.

Luke tensó la mandíbula, sabiendo que no había manera de hacerme cambiar de opinión. Resignado, se mantuvo en silencio.

- Bien.- concedió, aunque a regañadientes.- Pero yo entro contigo.

- Eso no es necesario...

- O entro yo, o la interrogación no se hace.- sentenció con un tono definitivo.

- Quien decide eso es el Director.- replicó Alonso, alzando la voz.

- Está bien.- suspiró mi padre rindiéndose ante la determinación de Luke.- El Comandante entrará también.

- Wood, Jonathan exigió hablar únicamente con Adira.- protestó el General, su ceño fruncido.

- Y hablará con ella, pero el Comandante entra también.- insistió mi padre, su tono final.

Alonso se resignó, consciente de que la orden de mi padre pesaba más que la de cualquier otra persona.

Después de la tensa decisión de permitir que Luke me acompañara, finalmente entramos juntos a la sala de interrogación.

Jonathan está sentado, esposado, con una expresión que mezcla desafío y una burla apenas contenida. La puerta se cierra detrás de nosotros, y el silencio se instala en la habitación, denso y cargado.

Siento cómo su mirada pasa de mí al Comandante, evaluándonos. Tomo asiento frente a él, mi postura firme y controlada, mientras Luke se mantiene de pie a mi lado, vigilante y alerta.

Jonathan sonríe con un toque de cinismo al ver a Luke.

- ¿No puedes hacer nada sin él, Adira?- dice con un tono de burla.

No me dejo intimidar, al contrario, le mantengo la mirada.

- Dijiste que hablarías solo conmigo. Aquí estoy. ¿Qué tienes que decir?

Jonathan desvía su atención hacia Luke, con una mirada calculadora.

- ¿Te quedarás para nuestra charla, Comandante?

- Di lo que tengas que decir.- respondió con un tono seco.

Jonathan sonrió, acomodándose en su asiento con un aire de superioridad, el cual me genera ganas de estrangularlo.

- Tal vez te interese escuchar lo que tengo que decir- susurró con malicia, sus ojos brillando con un peligro velado.

Mantengo la calma exterior, aunque su presencia me provoca un impulso casi visceral de golpearlo.

- Sabes, eres más especial de lo que piensas.- dijo, sus palabras estaban impregnadas de veneno.- Pero no por tus habilidades o tu rango. No. Lo eres por lo que representas, por la sangre que corre por tus venas.

Lo miré, esperando el golpe que sé que viene.

- ¿De qué estás hablando?

Jonathan soltó una risa suave, burlona, mientras la tensión en la sala aumenta.

- Sara me crió para ser el heredero de la Mafia Francesa. Durante años fui una opción viable, ya que el hijo de Smith no tiene madera de criminal, mucho menos de asesino.- se inclinó hacia adelante, su rostro a escasos centímetros del mío, lo que provocó que Luke se tense y adopte una postura defensiva.-  Fallé y mi padre me quitó esa oportunidad. Pero entonces descubrí algo más interesante.

- ¿Lloraste toda la noche cuando supiste que fue una mujer quien arruinó tus planes? -pregunté, sabiendo que tocaría un nervio.

Su expresión se endureció momentáneamente, pero rápidamente recuperó la compostura.

- Descubrí que Eva Rodríguez, la mujer que se infiltró, en realidad era Adira Smith.

- Kiervan.- corregí en un tono afilado.

- Eres la hija de Sebastián Smith, por lo tanto, eres Smith.

- No soy su hija.- repliqué, conteniendo la ira.

- Lo eres, aunque intentes negar tus raíces. Eres la hija de un criminal, y eso no se borra tan fácilmente. Y estoy seguro de que todos aquí te lo recuerdan siempre.

De nuevo, debo esforzarme por no estrangularlo.

Levanté el mentón, sosteniéndole la mirada, mientras sentía que mis puños se cerraban. Jonathan notó este gesto al instante y sonrió.

- El punto es que eres la única heredera de la Mafia Francesa, Adira.- añadió, haciendo una pausa para que sus palabras calen.- Al menos, por ahora.

El impacto de sus palabras resonó en la sala, confirmando lo que Adrien había insinuado hace un tiempo y lo que Zhang había confirmado con sus investigaciones.

- ¿Qué estás diciendo? - exigió Luke, pero Jonathan lo ignoro, enfocado solo en mí.

- No sabíamos que estabas viva, nunca fuiste una opción. Además, ninguna mujer ha heredado una mafia antes.

- ¿Y por qué cambia eso ahora?- pregunté desafiante.- Sigo siendo mujer y, además, una agente. No soy heredera de nada.

- Solo la sangre de un Smith puede heredar el poder. No será Alexander, y al apresarme, tampoco seré yo. Eso te deja a ti.

Me incliné hacia él, manteniendo mi voz firme.

- Qué pena que no tenga ningún interés en esa herencia.

Jonathan se rió, una risa fría que me heló la sangre.

- Créeme, la mafia no acepta un "no" como respuesta. Si no haces algo al respecto, te encontrarán. Y te forzarán a tomar el control.

A pesar del escalofrío que recorría mi espalda, mantuve la calma exterior.

- ¿Por qué me dices esto? ¿Qué buscas exactamente?

Jonathan me observó, sus ojos escudriñando los míos, evaluando cada reacción.

- Quiero ayudarte.- dijo con fingida inocencia.- Ofrecerte una salida. Libérame y evitarás que la mafia te alcance.

Su oferta era absurda, y no pude evitar reírme.

- ¿De verdad crees que te dejaremos ir después de todas las personas que has matado?

Jonathan se encogió de hombros, como si fuera un detalle menor.

- En realidad, quería matarte a ti.

Lo decía con tal indiferencia que resultaba escalofriante.

- Qué pena que hayas fallado.

- No fallé del todo. Conseguí dañarte, a ti y a los que te rodean.- dirigió su mirada hacia Luke.- Los dañé a todos.

Luke, visiblemente afectado, llevó la mano a su arma. Me apresuré a intervenir, poniéndome de pie y acercándome a él para calmarlo.

- Tranquilo.- le susurré, logrando que retroceda un poco, aunque la sonrisa burlona de Jonathan sigue presente, alimentando mi ira.

Jonathan se reclino en su silla, triunfante.

- Piénsalo, Adira. Mi vida o la tuya. Elige sabiamente.

Me incliné hacia él, apoyando los brazos sobre la mesa, y le devolví una mirada fría.

- La elección está hecha. Te pudrirás en la cárcel. Pero aún puedes hacer que tu estancia aquí sea más llevadera.- sonreí con dureza.- Dime lo que necesito saber, o sigue callado, y te aseguro que descubriré todo por mi cuenta. Cuando lo haga, te habré quitado lo único que te queda: tu relevancia.

Jonathan me observó detenidamente, tratando de leer entre líneas, buscando cualquier signo de debilidad. Pero no iba a encontrar ninguno.

Finalmente, suspiro, y tuve la esperanza de que se haya resignado a su destino.

- Lo admito, eres buena en tu trabajo.- confesó, con un toque de ironía.- Si fuera un criminal cualquiera, ya habría hablado, pero como no lo soy, no te daré ninguna información.

- Entonces disfruta tu estancia, Jonathan. Pronto tendrás compañía. Me encargaré de traer a Sara y Smith.

- ¿De verdad crees que puedes con nosotros? Eres demasiado ingenua.

- Ingenuo tú, que creíste que con tu discurso de libreto, conseguirías que te liberemos.

Jonathan me lanzó una última mirada desafiante, pero ya no tenía el control. Me giré y me dirigí hacia la puerta, sintiendo a Luke a mis espaldas. Salimos de la sala, dejando a Jonathan allí, esposado y derrotado.

Alguien entró a buscarlo y llevárselo de nuevo a su celda.

- Tenías razón.- le dije a Luke, una vez fuera.- Solo quería jugar con nosotros.

───── »◦✿◦« ─────

Hola hola, tarde pero seguro.

¿Cómo han estado?

Esta nueva actualización me entusiasmo bastante, las cosas van tomando un rumbo más oscuro y lleno de lucha por el poder.

¿Qué les va pareciendo? ¿Tienen algunas teorías de lo que puede seguir?

Nos vemos pronto, besos.

Lourdes.

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