Capítulo 44
"¡Feliz cumpleaños, Adira!"
Narrador omnisciente.
- ¿¡Cómo se te ocurre actuar a mis espaldas y mandar a Jonathan a un lugar repleto de agentes!?- Smith no podía creer lo idiota que había sido su esposa.- El cerebro lo tienes de adorno.- se acercó a ella mientras pronunciaba un montón de cosas.- ¿¡Cómo se te ocurre enviar a MIS hombres!?
- La red de sicarios españoles es mía, por eso los...
- ¿Qué dijiste?- la tomo bruscamente del brazo mientras se lo preguntaba de nuevo.- ¿Qué carajos acabas de decir? Aquí todos los hombres y mujeres son mis esclavos, todos siguen mis órdenes. Incluida tú.
Sara intentaba no temblar ante la presencia de Smith, no quería verse débil, pero era casi imposible no temer por su vida cuando Smith actuaba así. Mientras Smith no paraba de decir lo incompetente que era su esposa, Alexander se mantenía callado del otro lado de la habitación.
- Si no fuera porque Alexander informó lo que tú y Jonathan intentaban hacer... habría perdido a mis hombres en una estúpida encrucijada sin sentido.
En ese momento, tanto Sara como Smith dirigieron sus miradas hacia Alexander. Su madre creía que tenía frente a ella, a un estúpido niño, y su padre creía que al menos servía para algo.
Si horas atrás Sara no le agradeció el trabajo que había logrado consiguiendo toda la información de Adira, Smith tampoco le agradecería haber evitado una catástrofe. Ninguno de sus padres creía que Alexander valía la pena, eso algo que tenían en común.
- Al menos sé que alguien sabe las consecuencias que esto acarrearía.
- Yo solo hice lo que creí correcto. Esa mujer es una amenaza para todos... lo mejor es acabar con ella de una vez.
- Eso es algo que solo yo puedo decidir.
- ¿Y entonces qué harás? ¿Dejarás que ella ande por ahí arruinando nuestros planes? Envié a Jonathan con el propósito de deshacernos de ella.
- Lo enviaste con el propósito de asegurar que el heredero fuera él, y no Adira.- por primera vez, Alexander participaba de la conversación.
Dejando a Sara más frustrada y enojada de lo que ya estaba.
- ¿No es así, madre?- el odio en su voz era claro.- Temes qué al ser la hija de mi padre, sea la única opción alternativa, ya que al parecer Jonathan no es tan buen candidato como todos dicen...
Sara se preguntaba a sí misma ¿Qué había hecho para tener un hijo tan inservible como Alexander? Un hijo que, en lugar de estar aprendiendo a ser un asesino letal, se encontraba jugando con computadoras.
- Al final tu plan fracaso. No le diste a la Sombra Negra el heredero que querían, y tampoco pudiste enseñarle a Jonathan a ser inteligente.
- Eres un estorbo.- pronunció ella.- No eres más que un cobarde e inútil.
- ¿Se supone que deba llorar? Porque esas palabras ya las he oído muchas veces salir de tu boca.
- Suficiente.- interfirió Smith.
Alexander podría no saber usar armas, no saber matar, pero seguía teniendo esa actitud descarada que caracterizaba a Smith, la misma actitud que solía adoptar Adira cuando estaba enojada.
- ¿Qué sucederá con Jonathan?- era todo lo que a Sara parecía importarle.- Lo traerás de regreso ¿Cierto?
- Jonathan quería probarse a sí mismo matando a Adira, que lo haga si quiere.- el jefe tomaba asiento en su oficina.
- No lo entiendo... tú dijiste que darías la orden de que los hombres regresen.
- Así es. Todos los hombres regresarán, pero Jonathan se quedará hasta matar a Adira o salir corriendo. La decisión depende él.
- ¿Lo dejarás solo?- el temor en la voz de Sara era notorio.
- Un verdadero heredero debería poder acabar con una simple muchachita.- tomaba su caro whisky mientras Sara soportaba las ganas de gritarle.- Veremos si luego de esto realmente vale la pena convertirlo en mi heredero.
- ¿Cómo puedes abandonarlo así sin más?
- ¡Lo estoy poniendo a prueba, carajo! ¡La Sombra Negra necesita un heredero! No lo aceptarán si no demuestra que lo vale.
- ¡Te ha demostrado su capacidad millones de veces!
- ¡No me levantes la voz!- el cristal del vaso tornaba contra la pared detrás de Sara, provocando que ella deba esquivarlo para no salir lastimada.
- Jonathan puede ser un asesino y todo lo que quieras, pero él no lleva mi jodida sangre y sabes perfectamente como son las cosas aquí. Y tú acabas de joderlo todo porque si Jonathan no mata a Adira, mi única opción será ella.
- ¿Una mujer de heredera?- Sara soltaba una risa.- Eso es patético.
- Pues de Jonathan depende saber qué sucederá. Ya lo he dicho, es solo una muchachita, será fácil de matar.
Eso estaba por verse. Porque Adira no era una simple muchachita.
- Ahora largo de aquí.
Alexander no esperó un segundo más, se marchó de la habitación y se dirigió al único lugar donde estaría a salvo y tranquilo.
Sara hizo lo mismo, salió de allí pero en busca de darle un buen escarmiento a su propio hijo.
- ¡Alexander! Maldito infeliz.- en ese momento ella logró alcanzarlo y tomarlo del brazo.
- Suéltame.
- Te vas a arrepentir de esto.- comenzó a llevárselo en dirección opuesta.
Alexander sabía lo que se venía... Las fosas.
- ¡Suéltame!
Alexander no era tan débil como lo describían. Era alto y tal vez no tenía la misma contextura física que Jonathan o Smith, pero en ese momento estaba negado a ser encerrado de nuevo, así que saco fuerzas y empujo a su madre lejos de él.
- No volveré allí.
Sara estaba entre confundida e indignada Había sido empujada por su propio hijo, y lo peor es que varios hombres y sirvientes lo habían presenciado.
Mientras ella se levantaba y actuaba normal, Alexander se apresuraba a llegar a su oficina, porque una vez dentro no dudaría en poner todo tipo de cerradura y clave que hiciera imposible ingresar.
Alexander era el encargado de seguridad, por ello es que tenía un cuarto de vigilancia exclusivamente suyo, el cual podía bloquear cuando él quisiera en caso de que hubiera algún peligro.
Y en este momento, el peligro era su propia madre.
Mientras en Francia Sara esperaba poder deshacerse de esa chica, en Boston Jonathan lograba escabullirse en un rincón del lugar, observando a Adira desde la oscuridad.
Adira, por otro lado, se mostraba feliz junto a sus seres queridos, sobre todo a la hora de cantar el feliz cumpleaños y partir el pastel.
Él no podía quitarle los ojos de encima, así como tampoco podía ignorar oa forma en la que todos la trataban, la trataban como si fuera la persona más importante para ellos. Reconoció al hombre que estaba hablando con Adira a la hora de tomar fotos, el mismo que le sujetaba la cintura de forma posesiva.
Era el Comandante, quien lo había perseguido mientras le disparaba una infinidad de veces.
El escaneaba los movimientos de la Agente, y por un instante se sintió casi embelesado por la forma en la que ella gesticulaba y sonreía.
Fueron los ojos de esa mujer los que lo dejaron paralizado por un instante, ya que eran una réplica idéntica a los de Smith y Alexander. Sin duda el color en sus ojos es algo hereditario, solo hace falta mirarlos para saber de quien es hija.
Los invitados de la fiesta se adentraron en la pista y la música comenzó a sonar, dándole lugar a una especie de vals en el que Adira se la paso yendo de brazo en brazo, bailando con sus amigos, familiares y muchos otros presentes.
- Ya estoy ansiando ver lo que te pondrás para el final de la noche.- un muy seductor Luke, sostenía la cintura de Adira mientras ambos se movían al compás de la música.
- Tendrás que tener paciencia.- Adira agito las pestañas de manera coqueta, haciendo que Luke tensara la mandíbula, aguantando las ganas de besarla allí mismo.
Durante casi toda la noche Adira se la había pasado o tomada del brazo de Luke, o charlando y riendo con él, ambos se llevaban demasiadas miradas debido a su comportamiento.
- ¿Qué te sucede hoy? ¿Qué pasó con eso de mantener lo nuestro secreto?
- ¿Te molesta...?- el negó rotundamente.
- Para nada, es solo que me ha tomado un poco de sorpesa.
Ella encogió los hombros, restandole importancia.
- No lo sé, quizás ya me he cansado de tomarle importancia a lo que dicen los demás.
Luke abrió la boca para decir algo pero en ese instante, una figura masculina se acercó a ellos.
- Disculpen.- pronunció él.- ¿Me permitiría está pieza?
Luke se apartó un instante a la vez que Adira aceptaba tomar la mano del sujeto.
- Iré por algo de beber.- hizo saber Luke.
- Me sorprende que quiera bailar conmigo, señor Harkan.
- Por favor, llámame Jack.- dijo él, casi en una súplica.- El señor Harkan es mi padre.
- Me alegra que usted y su padre hayan venido, sé cuanto Luke los hechaba de menos.
- Siempre intento mantener el contacto con él.
Adira no podía evitar mirarlo intrigada, Jack la miraba y se dirigía a ella de una forma muy peculiar, se veía como alguien muy frío pero a la vez notaba algo extraño en él.
- Creó que no soy la única a la que su presencia la ha tomado por sorpesa.- lo dos dirigieron sus miradas al resto de los invitados.
Notando como varias personas no quitaban sus ojos de ellos.
- Me gustaría decir que me miran a mí pero...creo que lo miran a usted.- ella sonrío amablemente.
- Supongo que es lo que causas cuando te desapareces por mucho tiempo y luego vuelves.
Pasaron unos minutos más sin decir nada, ya que Adira batallas consigo misma entre sí preguntar o no, lo que tenía en mente.
- Antes...cuando me acerque a saludarlo.- finalmente tomó valor.- Usted se marchó de una forma extraña. ¿A caso yo hice algo que lo molestara?
Jack sonrío, más para él que para Adira. Negó varias veces.
- No hiciste nada, solo necesitaba algo de aire para pensar...- se aclaro la garganta.- Tenía demasiados ojos encima de mí.
La música culminó y ambos se separaron, ella sonrío una vez más y el le deseo una noche espectacular, a la vez que volvía a marcharse.
Adira solo pudo pensar ¿Qué hombre tan...extraño, pero agradable?
Seguía manteniendo esa expresión seria...
- ¡Adira!- exclamaban dos voces detrás de ella.- Es hora de la verdadera fiesta.
Cloe daba pequeños brincos a la vez que tomaba de las manos a Adira.
- Ahora sí, que traigan real alcohol.- festejo Jennifer.- Vamos, es hora de ponernos más bellas.
Adira sabía lo que significaba. Tal vez sus padres y Madisson querían hacer de esto una simple cena familiar y elegante, pero sus amigos, ellos querían alcohol y mucho descontrol. Así que por supuesto, que al terminar la velada, vendría la fiesta llena de alcohol.
Desde la oscuridad, Jonathan observaba la situación...Los adultos se irían y los jóvenes ingenuos se quedarían a emborracharse. ¡Pero que gran oportunidad para acabar con esto!
Ya estaba imaginando como seria acabar a Adira y de paso llevarse a varios soldados más por delante.
Fue un instante en el que se dio cuenta que era el momento perfecto para subir hasta la segunda planta del lugar, donde rápidamente busco la ametralladora que uno de sus hombres infiltrados había logrado esconder antes.
Compartió miradas con el sujeto antes de que ése mismo se marchará. Colocó su vista en la mira telescópica, esperando a que Adira volviera a aparecer pero entonces él escuchó una puerta abrirse.
Era alguien del servicio, uan mujer que llevaba toallas. Lo estaba mirando ahí, con un arma encima.
El se llevó un dedo a la boca haciéndole un gesto para que se calle. Y mientras la mujer se mantenía estática en su lugar, sin saber que hacer, el se le acercaba lentamente.
Ella quería habar, gritar o advertir, pero estaba en una especie de shock que no la dejaba reaccionar.
- Te dejaré irte...si no dices nada.- se acercó lo suficiente a la mujer.
La rodeo y colocó su mano en la espalda de ella, indicándole que se avanzará.
La mujer consiguió hacer solo dos pasos antes de que él la sujetará contra su pecho bruscamente a la vez que le disparaba en la cabeza con la Glock que llevaba encima.
La sangre de la mujer lo salpicó, manchando su rostro y ropa.
Para su suerte, la pistola llevaba silenciador así que nadie había notado lo que acababa de hacer, sin más que hacer, arrastro el cuerpo de la mujer un poco más hasta dejarlo sobre el piso, sin darle importancia y volviendo a colocarse detrás de la ametralladora.
Busco a Adira con la mira telescópica, consiguiendo encontrarla. Había cambiado su elegante y largo vestido negro, por un sensual top verde esmeralda tornasol de tirantes, la prenda parecía brillar y hacía juego con el collar que adornaba su cuello, llevaba una falda negra que combinada con sus tacones del mismo color.
Jonathan estaba con tantas ansias de, dispararle que no se percató de que la sangre de la mujer que había matado antes, comenzaba a escurrirse, logrando captar la atención de James Harkan, quien aún estaba en una esquina del salón, esperando a que su nuera terminará de hablar con Ada.
James levantó la vista, notando al hombre que se encontraba arriba detrás de una ametralladora, busco el objetivo en el que estaba fijo el arma, descubriendo que era Adira, a quien el hombre buscaba disparar.
Entonces reacciono inmediatamente, desenfundando el arma que siempre llevaba con él y apuntando hacia Jonathan.
- ¡Francotirador!- advirtió James.
La bala alcanzó a impactar cerca de Jonathan, pero no consiguió rozarle más que el hombro.
Los presentes en el lugar tuvieron diferentes reacciones. Los del servicio se tiraron al suelo o escondieron donde pudieron, mientras que los soldados llevaron sus manos a las armas que llevaban con ellos.
- ¡Van por Kiervan!- volvió a advertir James.
Y eso fue suficiente para que Luke diera una simple orden, que puso a más de quince soldados rodeando a Adira.
- ¡Me cago en la puta!- maldijo Jonathan.
Para suerte de él, había una diminuta muralla que lograba cubrirlo, así que rápidamente tomó su ametralladora y casi sin visión alguna disparo unas cuantas veces, haciendo que más de uno de los presentes se tumbaran al suelo.
Se arrastró llegando a otro sector de la planta alta y disparando desde allí.
- ¡Denle de baja!- ordeno Luke.- ¡El maldito está arriba!
Jonathan era demasiado orgulloso o demasiado imbécil como para retirarse ahora mismo. Así que en lugar de huir, decidió comenzar a correr hacia abajo por una de las escaleras.
Fue bastante ágil a la hora de esquivar las balas que lo rozaban, cayendo justo detrás de una mesa que sujetó con fuerza y tumbo para utilizar de escudo.
- ¡Saquen al personal!- exigió Luke.
Jonathan podía sentirse jodido, pero en ese instante una ayuda apareció.
Varios hombres encapuchados y armados aparecían por las puertas del personal, disparando y matando a varias personas.
Adira no podía ni siquiera ponerse de pie, por la cantidad de balas que resonaban, los que la cubrían comenzaron a caer poco a poco y tanto ella como algunos de sus amigos comenzaron a buscar refugio detrás de cualquier cosa que hubiera allí.
Jonathan sonrío al saber que la ayuda que había aparecido, era de su madre, quien al enterarse de lo que había hecho Smith, logró conseguir más apoyo.
Sara tenía una red de sicarios españoles, que se expandía por más lugares, así que cuando algunos de los hombres le fallaron, busco rápidamente contacto con aquellos hombres que no estaban vinculados a la Sombra Negra, aquellos que no seguirían las órdenes de Smith, ya que lo único que les interesaría sería el dinero que Sara tenía para ofrecer.
En ese instante Adira estaba completamente desarmada, pero entonces el hombre que estaba a su lado, recibió un disparo en el centro de la cabeza, dándole de baja. Fue ahí cuando ella aprovechó y tomó el arma del difunto soldado, apuntando hacia quien lo había asesinado, y propinándole un disparo en el mismo lugar.
Inmediatamente, varias armas fueron apuntadas hacia ella y fue Jack quien ahora la protegía, tumbándola al piso junto con él.
- ¡Carajo Adira! Van por ti.
- Fíjese que no me había dado cuenta.- contestó con sarcasmo.
- Debes salir de aquí.
- Ni loca, quien sea que esté intentando matarme, no le daré el gusto de verme correr.
Fue entonces cuando escuchó y reconoció una voz.
- ¡Feliz cumpleaños, Adira!- la oración fue acompañada de una risa cínica.
- Maldito hijo de puta.- bufo la Agente.
Y así, ella observó como a su alrededor solo había cuerpos inertes, sangre, balas y mucha muerte.
Jonathan estaba allí.
Del otro lado de la habitación pudo ver a Cloe con una herida de bala en la pierna, y a Jay haciendo presión sobre la herida, a la vez que intentaba resguardar a su novia de las balas que amenazaban con golpearlos. ¡Dios mío! Si no hacía algo iban a matarlos a todos.
- ¡Sal de tu escondite bastarda!- seguían asesinando a más y más personas.
Una mujer vestida de sirvienta intentó correr hacia la puerta de servicio para escapar, pero no tuvo éxito, ya que varias balas impactaron en su cuerpo, el cuerpo cayó centímetros cerca de Adira.
Ella visualizó la escena a su alrededor, varios de sus amigos se defendían con lo poco que tenían de balas, algunos estaban heridos.
Y el cuerpo a ella le ardía por la rabia que corría por sus venas, Jonathan la estaba provocando.
Fue allí cuando ella lo decidió, iba a acabar con todos esos malditos. Una cosa es querer matarla a ella, pero otra es herir a sus seres queridos...
Si tanto la buscaban, la terminarían encontrando, y cuando eso sucediera, ella no sería nada sutil a la hora de matarlos.
Se le clavó algo en la mente a la hora de sujetar con fuerza el arma... Una frase que resonó en su cabeza.
"Uno de los dos va a perder, y esa no seré yo"
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Holaa ¿Cómo andan?
Al fin este capitulo ve la luz, hacia rato que lo tenía pensado pero nunca llegaba la hora de editarlo correctamente y subirlo, me emocionan como van avanzando las cosas.
Foto de Adira acá abajo ;)
Nos vemos en una nueva actualización.
Besos, Lour.
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