Capitulo 4
"Todo vuelve a mí"
Adira.
Regresé a mí departamento luego del almuerzo familiar. Cloe y Jay me ayudaron a ordenar un poco. La mudanza no ha traído todo, así que luego de ordenar me fui a tomar un baño y prepararme para la fiesta en el bar.
Reproduzco una canción de Taylor Swift mientras termino de prepararme. All to well suena y le subo el volumen sintiendo cada parte de la canción. Cualquiera que me viera cantando pensaría que acabo de terminar una relación de años.
- Qué deprimente.- dice Jay que me mira desde el marco de la puerta.- ¿No puedes poner una canción más movida acorde a la noche?
- No. No me interrumpas mientras canto, o tendré que volver a poner la canción desde el inicio.- me quejo.
Cloe y Jay se ofrecieron a llevarme al bar, ya que no conozco la dirección y además porque me creen capaz de quedarme viendo televisión en lugar de ir.
Lo cual es algo que probablemente haría.
Me doy el último retoque frente al espejo, pese a estar yendo en contra de mi voluntad, no pienso hacer mi primera aparición luciendo mal.
Llevo un vestido corto de tirantes de color azul que resalta mis ojos, el vestido tiene un escote que me hace lucir sensual, además de ser corto y ajustado en la cintura, unos tacones negros lo acompañan al igual que un pequeño bolso del mismo color.
Mi cabello está más rebelde que de costumbre y por ende esta lleno de lequeñas ondas. Mis ojos resaltan al igual que las pecas en mi rostro.
- ¿Y si voy en mi coche?- me replanteo.
- No. Vendrás con nosotros, es la única forma de asegurarnos que no te escaparas.- asegura Jay.
- Sabes que si quisiera escapar de todos modos, me aventaría de la ventana de tu coche.
- Pues en ese caso me veré obligado a ponerte el seguro de niños.- le golpeo el hombro cuando veo que efectivamente acaba de poner el seguro de niños.
Luego de unos minutos de viaje, llegamos al club. Un luminoso cartel con luces rojas y blancas ilumina la entrada. La castaña que viene conmigo me lleva casi a la rastra. Jay se ha quedado estacionando el coche y nos dijo que entremos antes que él.
Al entrar, notó un bar lujoso, y muy elegante, mis ojos recorren las paredes revestidas de madera oscura y los suaves destellos de las lámparas colgantes que iluminan con delicadeza cada rincón.
Alcanzo a ver la barra, que capta mi atención gracias a los estantes repletos de licores y otras bebidas exóticas.
El personal del lugar está elegantemente vestido, mientras la castaña me arrastra por todo el bar, veo a un mozo pasar con una bandeja llena de bebidas, obviamente tomo una de ellas llevándome la copa a los labios y tomándola de un trago.
Tequila.
Joder, el tequila me quema la garganta y me apresuro a dejarle la copa de nuevo en la bandeja.
- Por aquí.- dice Cloe, tomándome de la mano.
Me guía hacia un grupo de dos hombres y una mujer en el área de los puffs. No los conozco, pero cuando me ven junto a Cloe, me reciben con una sonrisa.
- ¡Ey, Cloe!- saluda la mujer, una rubia de ojos azules.
Cloe la besa en la mejilla y repite el gesto con los dos hombres a su lado.
- Hola.- digo finalmente cuando se enfocan en mí.
- ¿Y esta belleza quién es?- pregunta el joven que comparte los mismos rasgos con la rubia.
- Soy Jennifer Russo.- se presenta la mujer.- Él es mi primo, Nathaniel.
Extiendo la mano para saludarla pero me toma desprevenida cuando se inclina y me saluda con un beso en la mejilla.
Sin darme cuenta su primo termina haciendo lo mismo.
- Y él es Tyler Torres.- continúa Jennifer.
El otro hombre, de piel morena y cabello oscuro, sonríe antes de repetir lo mismo que sus otros acompañantes.
- Un gusto. Soy Adira Kiervan.
- ¿Kiervan?- Nathaniel frunce el ceño.- ¿No eres la hija de…?
No lo digas. No lo digas.
- La hija de la agente Kiervan.- completa Jennifer con una sonrisa de sorpresa.
Bien, me alarmé por nada.
- Sí, soy yo.- digo con orgullo.
- ¡Wow! ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en Alaska?- me dice la rubia.
- Acaba de ser transferida a Boston.- interviene Cloe.
- Eso es genial, seremos compañeros.- dice Nathaniel.
- Eso parece.- respondo con una leve sonrisa.
Jennifer me observa con curiosidad antes de sonreír ampliamente.
- Ok, seré sincera. Soy una gran admiradora tuya.- confiesa dando pequeños saltos.
- ¿Admiradora?
- Sí. Tu madre es una leyenda… y tú también. Sé todo sobre tus hazañas en Alaska.
- Jenn es sargento.- añade Tyler.- Y admira mucho a los tenientes.
- Oh, entiendo. ¿Ustedes dos también son tenientes?
- Nathaniel sí. Tyler es capitán del Departamento de Armas y Explosivos.- explica Cloe.
- Así que estoy hablando con un superior.- bromeo.
Es extraño. Estoy siendo más sociable de lo habitual, pero algo en la energía de este grupo me hace querer seguir el ritmo. Me agradan.
- Es de los capitanes más gruñones que hay.- murmura Cloe.
- Te oí, Mendes.- Tyler la mira cruzado de brazos.- Y para que sepas, no soy gruñón.
Cloe se encoge de hombros antes de escapar con una excusa.
- Iré por algo de beber a la barra.
- Te acompaño.- dice Jennifer.
- Yo iré al baño.- añade Nathaniel antes de irse también. Y termino quedando a solas con Tyler.
- Debes estar contenta de volver a Boston.- comenta.
- Sí y no.
- ¿Cómo es eso?
- La última vez que estuve aquí no me fui en los mejores términos con el ejército.- admito.- Pero es bueno estar de vuelta con Cloe y Jay.
- El capitán Wood habla mucho de usted.
- ¿En serio?
- Sí. Bueno, la verdad es que habla de todo, pero cuando se trata de usted, él y Mendes siempre tienen buenos comentarios.
Sonrío con nostalgia.
- Los tres tenemos una amistad muy linda. De no ser por ellos, mis años aquí habrían sido muy diferentes.
- ¿Y Alaska? Parecía que le iba bien allá.
- Sí, amo Alaska.- digo con una sonrisa.- Creí que me quedaría más tiempo, pero después de mi última misión decidieron enviarme aquí. Ahora soy agente del Cuerpo Profesional y Especial.
- Algo oí sobre eso.- confiesa.- Es un gran puesto. Felicidades.
- Gracias. Es mucha responsabilidad, pero estoy dispuesta a ello.
Él duda un momento antes de hablar.
- Tengo una pregunta. Si no quiere responderla, lo entenderé.
- Adelante, dispara.
- ¿Es cierto que… su padre era…?
Lo interrumpo antes de que termine.
- Sí y no.- vuelvo a decir.- Llevo su sangre, pero…- suspiró.
- No lo consideras tu padre.- completa Tyler. Asiento levemente.- Entiendo. Disculpa si te incomodé con la pregunta.
- No, está bien. Sé quién soy y dónde pertenezco.
Un grito rompe la conversación y ambos giramos el rostro en esa dirección.
- ¡Que empiece la fiesta!- es Jay, levantando una botella en cada mano y bebiendo sin preocupación. La gente aplaude y grita emocionada a su alrededor.
- Parece que alguien la está pasando bien.- dice Jennifer, volviendo con Cloe y varias bebidas.
- ¡Cariño!- lo llama mi amiga, y Jay se acerca moviéndose entre la multitud.
- ¿Por qué no están bebiendo y bailando? - protesta, alzando una de sus botellas.- ¡Ten!
Me la ofrece, haciéndome señas para que beba. Le doy un sorbo, más por su entusiasmo que por otra cosa.
- ¡Vinimos a festejar!- grita, levantando los brazos. Me río ante su entusiasmo.
- ¡Brindemos por el cumpleañero y la agente!- anuncia Cloe.
Alzamos las copas y brindamos.
Las horas pasan entre risas y música. En algún momento, siento la necesidad de tomar aire.
- Vuelvo en un momento.- le digo a Cloe quien me levanta el pulgar a modo de respuesta.
Camino hacia la salida del bar, pero la multitud lo hace difícil. La gente baila alocadamente, chocando conmigo. Las luces destellan, desorientándome. Siento que tropiezo contra alguien y de repente, algo frío cae sobre mi vestido. Bajo la mirada hacia la prenda. Está empapado.
Alguien me ha tirado su bebida accidentalmente.
- ¡Mierda!- maldigo.
Levanto la mirada buscando a la persona con la que choque y mis ojos se encuentran con los suyos.
De todas las personas que podrían haber sido, jamás pensé que sería él.
Maldición. Pestañe varias veces cuando lo tuve frente a mí, por un instante creí que solo era mi imaginación.
Había tomado varias copas, pero en el instante en que lo vi, todo el alcohol que llevaba en el cuerpo, pareció desaparecer.
Y todo dentro de mí se congeló en el instante en que volví a verlo.
¿Siempre habían sido así de hipnotizantes sus ojos? ¿O es que el tiempo había borrado el impacto que causaban? Esos ojos verdes, profundos e implacables, me sostienen con una intensidad que me desarma. Y en ese instante, mi mundo se tambalea. Un nudo ardiente se instala en mi estómago, y por un segundo, juro que el suelo desaparece bajo mis pies.
El aire del bar se vuelve denso, como si todo se apagara a nuestro alrededor. Ya no hay risas, ni música, ni murmullos. Solo existe su mirada, perforándome, leyéndome, arrastrándome de vuelta a un pasado que intento olvidar.
Pero es inútil.
Los recuerdos me golpean con la fuerza de un huracán. Las madrugadas de entrenamiento, las risas entre jadeos agotados, las tardes interminables en las que lo obligaba a acompañarme a cualquier tontería. Su sonrisa burlona cuando me molestaba. Las bromas que me hacía , las discusiones sin sentido que terminaban en abrazos, los almuerzos con su madre... Todo vuelve, tan vívido que casi puedo tocarlo.
Y luego está él, de pie frente a mí, más alto, más imponente, con la misma aura de superioridad y confianza que siempre tuvo... pero diferente. Más oscuro. Más frío. Más letal.
Y, aun así, sigue siendo el hombre que alguna vez llamé hogar.
- Pero mira nada más, quien ha decidido volver.- el pelinegro de ojos verdes es el primero en romper el silencio entre ambos.
- ¿Luke? Cuanto...- intento mirarlo a los ojos.- Cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos.
- ¿Si verdad?- su semblante es serio.- Específicamente cuatro años.
Lo miro a los ojos, pero el chico amable que conocí ya no está. No hay rastro del Luke que solía cuidarme, que me enseñaba cosas con paciencia y sonreía con facilidad. En su lugar, solo queda alguien frío, distante.
No puedo culparlo. Fui yo quien se marchó sin despedirse.
- ¿Cómo has estado?- intento que mi voz suene firme, aunque algo dentro de mí se tambalea.
- ¿Yo? De maravilla. ¿Y tú? Parece que ya te cansaste de huir.
- No huí.- digo firme. Su tono empieza a irritarme.
- Bueno, según lo que sé, desaparecer sin despedirse...-recalca la palabra con ironía.- se considera una huida.
- Era necesario.- murmuro con algo de vergüenza.
- Podrías haber dicho adiós al menos.
Abro la boca para responder, pero él levanta la mano, cortándome en seco.
- No necesito tus explicaciones. Tengo cosas más importantes que hacer.
Mi mandíbula se tensa.
- ¿Ah, sí? ¿Como qué?- lo desafío, cruzándome de brazos.- ¿Ser un inmaduro que ni siquiera me deja hablar?
- Por ejemplo, buscar otro trago, ya que alguien derramó el mío.
Luke baja la mirada un segundo y luego me encara con una frialdad que duele más de lo que quiero admitir.
Tenerlo tan cerca, con esas facciones endurecidas y esa mirada gélida, me golpea de lleno. Me transporta a otro tiempo, a otro lugar. A las noches en que la pasábamos juntos, a las veces que me cubría del frío con su chaqueta, y a la forma en que me envolvía en sus grandes brazos.
Lo miro fijamente, buscando algún destello del chico que conocí.
- ¿Desde cuándo sales de fiesta?- pregunto en voz baja.- Las detestabas.
- Eso era antes. Ahora las adoro.- contesta airoso.- Pero no te confundas, no es por ti. Nunca lo fue.
Se da la vuelta y empieza a alejarse. Lo veo alejándose y por un instante pienso que es lo mejor, pero como siempre, mi cuerpo se mueve por sí solo.
Salgo tras él.
El viento frío me golpea en cuanto cruzo la puerta del bar, recordándome que mi vestido sigue empapado de alcohol. El aire helado se cuela por mi piel y me hace temblar, pero no me detengo.
- ¡Luke!- lo llamo.- ¡Luke!
Me abrazo a mí misma, tratando de conservar el calor, pero él sigue caminando sin voltear.
Aprieto los dientes y apresuro el paso.
- ¿Podrías dejar de caminar tan rápido? Llevo tacones y vestido.
Finalmente se detiene y me mira, frunciendo el ceño cuando me observa con más atención.
- ¿Por qué tienes el vestido mojado?
Lo fulmino con la mirada.
- ¿Eres idiota o qué? Me tiraste la bebida hace cinco minutos.
- Yo no te tiré nada.- niega con calma exasperante.- Fuiste tú la que chocó conmigo.
- ¿Así que ahora eso también es mi culpa?
- Pues tu te atravesaste en mi camino y...
Algo dentro de mí estalla.
- ¡Deja de culparme por todo!- espetó, furiosa.
No sé por qué lo segui. Sé bien lo que piensa de mí y lo enojado que sigue después de tantos años.
Me enojo conmigo misma por haberlo seguido hasta afuera, intento seguir mi camino dandome media vuelta, y alejarme de él, pero Luke me agarra del brazo.
Sus dedos sobre mi piel me obligan a mantenerme en mi lugar. Y, por un segundo, odio que mi piel todavía recuerde lo que es su contacto. Siento como mi corazón late más rápido que antes.
- Espera.- antes de que pueda reaccionar, Luke se quita la chaqueta de cuero y me la extiende.
- Póntela o te enfermarás.
No es una orden. Es una petición. Pero la manera en que me mira me obliga a tragar saliva. Por un instante, veo al Luke de antes.
- No.
- Sí.- su voz es más firme esta vez.
- No me la pondré.
Intento seguir de largo, pero vuelve a agarrarme, esta vez colocándome la chaqueta encima a la fuerza.
- Dije que te la pongas.
Me toma los brazos con firmeza y, en contra de mi voluntad, los mete dentro de las mangas.
- Tú no me dices qué hacer.
- De hecho, sí. Soy tu Comandante.
Levanto la vista justo cuando sube la cremallera de la chaqueta. Su rostro queda tan cerca del mío que, aunque no quiera admitirlo, termino disfrutando de su cercanía.
- No estamos en la sede para que me des órdenes.- mi decepcionó cuando termina de ponerme la prenda, y da un paso hacia atrás, alejándose.
- No. Pero estás en mi bar.- sonríe con malicia.
Parpadeo, confundida.
- ¿Tu bar?
El pensamiento se escapa de mis labios antes de poder procesarlo. De repente, todo encaja: Cloe y Jay me trajeron aquí a propósito.
Luke ladea la cabeza, divertido.
- ¿No sabías que el bar era mío?
- No.
- Claro, si lo hubieras sabido, no habrías venido.- suelta una risa irónica, pero no hay diversión en su voz.- Te encanta huir. Es lo que siempre haces.
Su comentario me golpea más de lo que debería. Aprieto los puños, conteniendo la oleada de emociones que se agita dentro de mí.
- ¿Puedes dejar de pelearme de una vez? ¡Maldita sea!
- Depende.- su tono es frío, distante, un muro que no puedo atravesar.- Dejaré de pelearte el día en que seas sincera.
Estoy agotada. Esta conversación me está desgastando. Verlo así, tan diferente, tan lejano, me cansa. Porque, en el fondo, sé que tiene motivos para estar enojado... pero yo también tenía los míos para irme.
- Lo siento.- las palabras salen antes de que pueda detenerlas.- Lamento haberme ido sin despedirme, pero no tenía opción.- mi voz se quiebra levemente, pero sigo.- Sabía que si me despedía de ti... no podría irme. De verdad lo siento. No espero que me perdones ni que me entiendas, pero solo quiero que sepas que nunca quise herirte.
Luke me observa en silencio por un momento, con el ceño fruncido y la mandibula temsa, por un instante espero que se de media vuelta y me deje allí. Pero aún después de años, se que no lo hará.
- ¿Por qué?- pregunta al fin.- ¿Por qué te fuiste sin decirme nada? Te desapareciste como si nunca hubieras existido.
- Es... difícil de explicar.- desvío la mirada.
- ¿Te hice algo para que te fueras? ¿Acaso fui un imbécil contigo?
- Fue una decisión mía, no le des tantas vueltas.
Mi voz suena más cortante de lo que pretendía, y me arrepiento cuando noto el efecto que causan en él.
Pero no quiero que siga preguntando. No quiero que sepa la verdad.
- ¿Por qué volviste? ¿Para lastimarme de nuevo?- pregunta con los ojos llenos de enojo.
- Boston también es mi casa. Y era una gran oportunidad.
- ¿Oportunidad?- su risa es amarga.- ¿De qué oportunidad hablas si en cuanto puedas, volverás a huir?
El nudo en mi garganta se hace más grande.
- Luke...- me acerco un poco, en un intento inútil de alcanzarlo.- Nunca iba a prosperar si me quedaba aquí.
Las lágrimas amenazan con salir, pero las obligo a quedarse donde están.
- No había lugar para mí aquí, y lo sabes, siempre lo supiste.
Luke niega con la cabeza, y cuando vuelve a mirarme, hay algo roto en su mirada.
- Pero tenias un lugar a mi lado.- siento el dolor en su voz y en su mirada.- Pero entiendo que no haya sido suficiente para que te quedaras.
- Eso no es...
- Déjalo.- me detuvo cuando quise seguir hablando.- No necesito más palabras. Solo hacen que revivan esos momentos.
El silencio se instaló entre nosotros. Lo miré, y no pude evitar sentir cuán extraños nos habíamos vuelto el uno para el otro.
Solíamos discutir por tonterías, pero siempre encontrábamos la forma de solucionarlo.
Fuimos desconocidos, soldados, compañeros y amigos. Él fue mi capitán y yo su teniente. Yo era la hermana de Jay, y él, su mejor amigo.
Fui la que amaba salir de fiesta, él, el que las odiaba, pero que por mí, iba a todas. Fuimos personas que se quisieron tanto, pero ahora, parecía que no podíamos ni mirarnos a los ojos.
Lo admiraba por lo que era, pero también lo envidiaba. Era Luke, hijo de dos Capitanes ilustres, nieto de un General, sobrino de un Comandante. Uno de los mejores soldados, destinado a ser Comandante, lo cual no me sorprendió cuando fue ascendido hace unos años. Era el símbolo de todo lo que el ejército valoraba.
Y yo... era la hija de una Agente destacada, pero también la hija de un criminal, una intrusa en una buena familia, siempre juzgada, intentando encajar en un mundo donde no parecía pertenecer.
Si aceptaba la ayuda de los Wood Black, era una oportunista; si la rechazaba, una desagradecida. Si destacaba, era injusto para los que llevaban más tiempo; si no lo hacía, era una floja. Si me esforzaba, era presumida; si me detenía, era una decepción.
No sé en qué momento Luke y yo comenzamos a acostarnos, pero lo que comenzó como algo casual, se volvió más complicado. Los celos y los rumores llegaron rápidamente. Empecé a sentir cosas por él, y ese fue uno de los motivos por los que me alejé. No sé exactamente lo que él sentía por mí, pero sé que le importaba.
Siempre se habló de mí, siempre fui juzgada, pero no me importaba, porque las personas que me criaron eran lo único que realmente me importaba. Mientras ellos me quisieran, estaría bien.
Pero cuando los rumores sobre Luke y yo empezaron a circular, me preocupé. Él estaba participando en muchas misiones importantes, y no quería que esas habladurías llegaran a oídos de las personas equivocadas. No quería ser un problema para la familia que me había cuidado durante todos esos años.
Comencé a actuar diferente, más distante. Tuvimos muchas peleas por ello, pero no quería que supiera que mi distanciamiento era por su bienestar.
Llegó un momento en que ya no me sentía parte de nada. Me sentía como una intrusa.
Fingí que todo estaba bien porque no quería dejar Estados Unidos. No quería abandonar a las personas que me apoyaban. Pero tuve que hacerlo. Necesitaba encontrar mi lugar, ganar confianza para volver y demostrarle al mundo que no soy lo que todos decían.
Le pedí a Edric una transferencia, y me propuso Alaska. Les dije que quería buscar nuevas opciones, pero creo que, en el fondo, sabían que era porque no me sentía a gusto aquí. No le dije a nadie que me iría, excepto a ellos y a Cloe. Les pedí que mantuvieran todo en privado y que agilizaran el proceso.
Y así fue como me fui. Hice mi maleta y me marché. Sin despedirme de él, porque sabía que si lo hacía, no podría irme.
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Wuu, bienvenido Comandante Harkan.
¿Se esperaban algo como esto?
La verdad ame escribir este capitulo.
La IA está medio harta de mi, pero básicamente Adira es de piel palida, pecas, cabello ondulado, negro y largo, y sus ojos son de un azul oscuro.
Quiero aclarar el tema de los Agentes del Cuerpo Profesional y Especial. Ellos son soldados (la mayoría son capitanes) que forman parte de la Tropa Principal, los únicos tenientes que son Agentes son Adira, Cloe y Nathaniel. (Adira es la primera mujer en convertirse en Agente con 12 años en el ejército) Son los soldados principales de la ASPA y los que tienen mayor peso en el ejército.
En el caso de las asistencias departamentales son aquellos que no luchan cuerpo a cuerpo en el campo de batalla. Madisson es ex capitana del dep. de Medicina, sin embargo sigue siendo médica y Ada es capitana actual de Inteligencia Avanzada, ellas muestran más apoyo desde sus conocimientos y desde la base de operaciones.
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