Capítulo 34
"Serás recordada"
DIAS DESPUÉS.
Adira.
Nada. No se encontró ni un mísero rastro de Jonathan, ni cerca del río, ni en ningún otro lugar. Se realizó una búsqueda exhaustiva por todo el perímetro, pero no hubo resultados.
Las fronteras se cerraron, pero fue recién después de dos días, lo cual tampoco resultó de gran ayuda. En ese tiempo, una persona puede haber salido del país con facilidad. No se pudieron cerrar antes, ya que no era seguro que Jonathan estuviera vivo.
Aún no lo es, pero algo dentro de mí me dice que logró sobrevivir.
La búsqueda continúa. Soldados y perros siguen rastreando, intentando encontrar algún indicio.
Zhang y yo nos encargamos de las víctimas. Por suerte, todas están a salvo, y ahora forman parte del programa de protección a testigos. Se tomarán las medidas necesarias, ya que hay mujeres en todo tipo de situaciones.
Algunas con familiares enfermos, otras solas, sin nadie que las acompañe, y una pequeña parte de ellas, personas con familias de gran peso político.
Se les ofrecerán diversas opciones para continuar con sus vidas, así como seguridad y vigilancia las 24 horas.
Como lo prometí, Adrien y su hermana tendrán una nueva oportunidad de vivir adecuadamente en Nueva York.
Hoy hay una ceremonia, una para celebrar la caída de dos negocios criminales liderados por la mafia. Aunque aún no hayamos encontrado a Jonathan, lo logrado es una victoria.
También se felicitará a los sargentos que participaron en ambas misiones, ya que fue la primera de gran importancia en la que intervinieron.
La ceremonia se lleva a cabo en el Gran Salón de Honor de la Agencia, un lugar destinado específicamente para este tipo de eventos, donde se destaca la valentía de los soldados, se entregan medallas, diplomas y se hacen grandes anuncios.
Todos los soldados de la Agencia están formados de acuerdo a sus rangos. Incluso los cadetes y oficiales están aquí, junto con sargentos, capitanes y Agentes.
Sobre el escenario se encuentran el Director General, el General Mayor y el Comandante.
Los tres realizan un saludo militar, el cual respondemos de la misma manera, antes de que papá y Alonso tomen posición en los podios, cada uno con un micrófono en mano, mientras Luke permanece a un lado.
- Estamos aquí hoy para recalcar el esfuerzo de aquellos soldados que se encargaron de llevar a cabo las dos misiones que ayudaron a reducir la criminalidad que nos afecta.- anuncia papá.- Misiones que dejamos en manos de excelentes soldados, a quienes hoy les agradecemos por su amor al trabajo y su compromiso con su gente.- todos mantenemos la vista fija en su podio.
- Conseguir el puesto de Sargento conlleva muchas responsabilidades - continúa.- Una de ellas es cumplir con las órdenes de sus superiores. Ser Sargento significa estar listos para cualquier tipo de misión, y ustedes lo han demostrado.- papá cede la palabra a Alonso.
- Por su compromiso y esfuerzo, convocamos a subir al escenario a los Sargentos: Facci Thomas, Mason Carter y Liam Anderson.- hace una pausa.- Por su gran participación en la caída del Club Clandestino de Colombia.
Los soldados rompen la formación y se dirigen al escenario.
- También convocamos a las Sargentos: Gales Sophia, Martínez Elizabeth y Russo Jennifer, por su participación en la infiltración en el Prostíbulo de California.
Las tres mujeres repiten el mismo proceso que sus compañeros. Una vez que los seis están en el escenario, no puedo evitar sonreír con orgullo.
Se colocan en fila y, en ese instante, dos soldados suben y entregan una bandeja de terciopelo a Luke. En ella hay insignias, las cuales ambos Generales toman y colocan en el uniforme de cada uno de los sargentos.
- Insignia de Operaciones.- dice Alonso mientras las coloca.
Es la primera insignia que obtenemos al realizar nuestra primera misión. Simboliza que la Agencia confía en nosotros y espera con ansias nuestra siguiente misión. Es la primera insignia y el primer logro que obtenemos como soldados, y nos abre las puertas para convertirnos en futuros Agentes, porque ese es el puesto al que todos aspiramos. Algunos lo alcanzan, otros no, pero siempre es una meta obtener el título de Agente.
Durante años fue mi meta, e incluso ahora sigo sin creer que lo logré.
El ambiente se carga de emoción cuando las insignias son colocadas, y el murmullo en la sala cesa al instante. Los nombres de los soldados que participaron en la misión resuenan en el aire. Mencionan nuestros nombres y nos agradecen, destacando nuestro arduo trabajo, mencionan nuestras cualidades y el papel importante que admite cada uno.
- Antes de culminar con esta ceremonia de gratitud…- la voz de Alonso resuena con un tono solemne, haciendo que cada palabra se clave en el aire.- Hemos decidido no desaprovechar la oportunidad de reconocer a la mente maestra de esta misión.
El sonido de mis propios latidos se vuelve ensordecedor en mis oídos. Las miradas se clavan en mí, y siento que el tiempo se estira. Mi corazón late más rápido y mi respiración se vuelve pesada. ¿Yo? No puedo entender lo que está pasando. Estoy atrapada en una burbuja, confundida, hasta que las palabras de Alonso rompen el silencio.
- Teniente y Agente Adira Kiervan, un paso al frente, por favor.
Mis piernas vacilan, pero mi cuerpo obedece, dando un paso hacia el frente. No tengo idea de lo que está sucediendo, pero cuando veo a Luke y a mi padre frente a mí, la sorpresa se convierte en una presión que me atrapa el pecho. Alonso sigue en el podio, el Comandante y el Director General junto a él, todos con una mirada de expectativa.
Es entonces cuando el Comandante sostiene la bandeja de terciopelo. Mis ojos se clavan en la medalla dorada que reposa sobre ella. Mi respiración se detiene. ¿Eso es para mí?
- Hoy, en reconocimiento a su desempeño en liderazgo y estrategia…- comienza Alonso, su voz llena de respeto. - Hoy honramos a nuestra Teniente y Agente.
Mis ojos se abren como platos cuando escucho mi nombre. De repente, todo lo que he hecho, las batallas, las decisiones difíciles, todo parece haber convergido en ese único momento. Siento un calor que sube por mi cuello, como si me estuvieran viendo por completo, y cada uno de esos ojos de admiración se grabara en mi mente.
Mi padre, con su solemne expresión de orgullo, toma la Medalla de Liderazgo y la coloca sobre mi uniforme. En sus ojos hay una chispa de emoción contenida que no puedo evitar notar.
- Gracias por formar a seis grandes sargentos. Gracias por tu incansable compromiso con la Agencia.- su voz firme me atraviesa como una promesa.- Estoy orgulloso de ti.
Su sonrisa es un rayo de sol en medio de mi tormenta interna. Se acerca, coloca sus manos sobre mis hombros, y en sus palabras, siento que no solo está reconociendo lo que he logrado, sino que me está entregando su respeto más profundo.
- No llevas mi sangre, pero llevas mi admiración.
Esas palabras son un regalo en sí mismas, y aunque intento mantener la compostura, la felicidad me invade como una ola imparable.
Luke se acerca con una calma que me deja sin aliento. La Medalla de Estratega brilla en sus manos, como si representara más que una simple distinción. Al acercarse, el aire parece volverse más denso, su dulce aroma se mezcla con mi propio pulso acelerado. Mi mirada se encuentra con la suya, y por un momento, el mundo a nuestro alrededor desaparece.
Con una precisión y delicadeza que me deja sin palabras, Luke coloca la medalla en mi uniforme. En sus ojos hay algo profundo, un entendimiento silencioso que solo nosotros compartimos, como si el tiempo se hubiera detenido solo para que ese gesto tuviera todo su peso.
- Serás recordada por siglos.
Sus palabras son como un eco en mi mente, resonando en mi pecho mientras se aleja. Pero lo que hace a continuación me deja completamente estática: un saludo militar, pero no cualquiera, sino uno que solo las más altas autoridades se atreven a iniciar. Y no solo eso, todos los soldados a su alrededor, sin pensarlo ni titubear, responden con la misma perfección, levantando sus manos en un gesto de respeto absoluto.
El sonido de las botas chocando al unísono tres veces seguidas resuena como una sinfonía, llena de poder y respeto, y por primera vez en mi vida, me siento completamente vista, como si todo lo que he hecho y sacrificado finalmente estuviera siendo reconocido.
Finalmente, respondo el saludo con la misma precisión, mi mano levantándose con firmeza, sellando ese momento como un juramento mutuo de lealtad, respeto y compromiso con aquellos que han sido mis compañeros en la batalla, con aquellos que siempre estarán a mi lado.
Este es el momento en que todo lo que he luchado por alcanzar, todo lo que he soñado, cobra sentido. Y no, no soy solo Adira Kiervan. Soy alguien más. Y mi historia acaba de comenzar.
[....]
Al finalizar la ceremonia, una vez entregadas todas las insignias, el ambiente se relajó. Bajamos del escenario y la formación se deshizo, permitiendo que los soldados se acercaran para felicitarme. Los sargentos recién condecorados fueron los primeros en darme las gracias y estrechar mi mano. También recibí los saludos de los capitanes, miembros del consejo, e incluso algunos cadetes, todos compartiendo una sonrisa de reconocimiento.
Entre la multitud, vi a Adrien, que me observaba con una sonrisa tranquila. Cuando finalmente me encontré sola, se acercó.
- Gracias por todo, Agente.- me dijo con una mezcla de respeto y sinceridad.- No me arrepiento de haberla ayudado en nada, y le aseguro que seré de gran utilidad para la Agencia.
- Gracias a ti, Adrien. Sin tu colaboración, quizás no habríamos llegado tan lejos.- le respondí, reconociendo la importancia de su apoyo.
- Felicidades por sus medallas.- añadió con una sonrisa, mientras mi mano, casi por instinto, se dirigió hacia las insignias en mi uniforme.
- Espero que puedas rehacer tu vida como lo mereces, tanto tú como tu hermana.- dije con convicción.
Gracias a mis gestiones, Adrien y su hermana recibirían nuevas identidades y protección en Nueva York. Aunque conseguir la aprobación no fue sencillo, el consejo de la ASPA finalmente aceptó, bajo la condición de que Adrien cumpliera un servicio de cinco años en el ejército. Su hermana, por su parte, trabajaría como secretaria en la Agencia y tendría la oportunidad de cursar una carrera universitaria. Ambos tendrían la seguridad que se les prometió, pero también tendrían que contribuir en consecuencia. Fue un trato justo.
- Antes de partir a Nueva York.- comenzó Adrien, su voz bajando a un tono más serio.- Hay algo que debería saber.
- ¿De qué se trata? - pregunté, intrigada.
- El motivo por el cual Jonathan estaba tan obsesionado con convertirse en el heredero de Smith.- reveló.- Es que para ser nombrado como tal, los hombres de Smith deben aceptarlo y jurarle lealtad absoluta. Eso no es fácil, porque Jonathan no es hijo biológico de Smith.
- ¿Y por qué su hijo con Sara no es el heredero? - inquirí, sorprendida.
- Porque Alexander no tiene la capacidad para luchar o liderar. Jonathan ha sido la única opción durante años, pero eso no garantiza su sucesión.- hizo una pausa, observándome con seriedad.- Él no lleva la sangre de Smith, y Alexander no tiene las cualidades necesarias. Y eso la convierte a usted en...
- La heredera de Smith.- concluí en voz baja, apenas creyendo lo que decía.- Eso es imposible, las mujeres no lideran en La Sombra Negra, al menos no según sus costumbres.
- Puede parecer ilógico, pero la decisión sobre el próximo líder se tomará pronto. Y a mi juicio, usted es la mejor opción que tienen. Solo le advierto que debe estar alerta.
Adrien se retiró tras esa revelación, dejándome sumida en pensamientos contradictorios. ¿Yo, heredera de Smith? La idea me parecía absurda, completamente incompatible con quien soy. Jamás aceptaría tal cosa.
- ¿Estás bien? - una voz conocida interrumpió mis pensamientos, haciéndome dar un pequeño salto. Era Luke, que se había acercado sin que me diera cuenta.
- Estoy perfecta.- respondí con una sonrisa.- Contenta y con una nueva medalla.
Decidí guardar para mí la información que Adrien me había revelado. Hoy era un buen día, y no quería empañarlo con preocupaciones.
Luke abrió la boca para decir algo más, pero nuestros amigos llegaron en ese instante, todos radiantes de felicidad. Sentí una cálida sensación en el pecho; no podía arruinar el día con pensamientos tan absurdos como la idea de que yo podría ser la heredera de una organización criminal. Jamás sucederá, no tiene sentido.
- ¿Y bien? - dijo Torres, con su tono característico.- Creo que finalmente nos merecemos unos tragos para celebrar.
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HOLAAA. Nuevo cap, admito que me emocione al escribir como Adira recibía las Medallas, se lo merece al 100%
Y como prometí, acá traigo el rango de La Sombra Negra.
(En teoría, Adira debería ser la persona con mayor autoridad luego de Smith, al ser la primogénita) Se hablará más sobre el tema en capítulos siguientes.
Besos.
Lour.
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