Capitulo 33
"Legado Smith"
Jonathan.
L
o último que sentí fue el impacto brutal del agua contra mi cuerpo, el golpe robándome el aire mientras la corriente me arrastraba con fuerza.
Caer desde un puente es una sentencia de muerte para cualquiera. Pero yo no caí... yo salté.
Preferí jugarme la vida antes que dejársela en bandeja a esos imbéciles.
El río me engulló como una bestia hambrienta, y durante un momento estuve seguro de que no saldría con vida. De no ser por un pedazo de madera que flotaba cerca, uno de los restos del puente, probablemente habría terminado en el fondo como un cadáver más.
Pero he sobrevivido. Otra vez.
Aunque no sé por cuánto tiempo.
No tengo idea de dónde demonios estoy. Todo es oscuridad y maleza, y el sonido del agua todavía retumba en mis oídos. No sé cuánta distancia me ha arrastrado la corriente, pero espero que haya sido suficiente para perder a mis perseguidores. Si no, tendré que empezar a preocuparme de verdad.
Me aferro a la madera con la poca fuerza que me queda y consigo alcanzar la orilla. Mi ropa está empapada, mi cuerpo helado y mi respiración entrecortada, pero al menos sigo vivo.
Eso ya es una ventaja.
Lo primero que noto cuando intento orientarme es que no hay luces ni carreteras cercanas. Solo pastizales altos y un silencio inquietante. Me obligo a avanzar, con los músculos entumecidos y el estómago vacío. Lo único que tengo conmigo es un maldito palo que encontré en el suelo, pero si me topo con algún animal, dudo que me sirva de algo.
Camino durante lo que parecen horas hasta que, a lo lejos, diviso una pequeña construcción en ruinas. Una casa abandonada.
Perfecto.
Podría seguir caminando en busca de una ruta, pero estoy agotado y necesito cobijo. Con suerte, dentro habrá algo útil.
Golpeo la puerta un par de veces. Nada. Vuelvo a intentarlo, más fuerte. Sigue sin haber respuesta. Me acerco a una ventana y, a través de un pequeño orificio, logro echar un vistazo al interior. Polvo. Muebles viejos. Desorden. Todo indica que la casa lleva tiempo vacía.
Bien. Mejor para mí.
Empujo la puerta con fuerza hasta que cede, crujiendo en el proceso. Dentro el aire es frío y pesado, pero al menos estaré a cubierto por un rato.
Reviso las alacenas con la esperanza de encontrar algo, aunque sé que es en vano. Están vacías. Busco en los rincones y solo encuentro una vieja colchoneta cubierta de polvo y una manta que apesta a humedad. No es el mejor alojamiento del mundo, pero sirve.
Me recuesto, cubriéndome con la manta raída, y dejo que el cansancio me venza.
[....]
Cuando despierto, el sol ya empieza a asomar en el horizonte. Es hora de largarme de aquí.
Me pongo en marcha nuevamente. Mi cuerpo se siente más rígido que la noche anterior, pero el hambre me obliga a seguir avanzando. Todo lo que veo es vegetación interminable. Camino durante lo que parecen horas hasta que, finalmente, llego a una carretera.
Me detengo.
Casi no hay autos, lo cual es un alivio. Si hubiera demasiado tráfico, significaría que estoy cerca de la civilización y, peor aún, de los uniformados que probablemente ya me están buscando.
Justo cuando pienso eso, escucho el sonido de llantas sobre el asfalto.
Un patrullero.
Me muevo rápido, escondiéndome detrás de los árboles. Contengo la respiración mientras las sirenas resuenan en la distancia. Si me ven, estaré jodido.
Espero. El sonido se aleja, pero no me confío. Me mantengo oculto unos minutos más, atento a cualquier ruido que indique que han dejado patrullas en la zona.
Cuando todo queda en silencio, me obligo a seguir avanzando.
Minutos después, escucho otro motor acercándose. Esta vez no son sirenas. Es un coche común y corriente.
Me detengo al borde de la carretera y levanto una mano, haciéndole señas al conductor para que frene. El auto pasa de largo sin reducir la velocidad.
Joder.
Maldigo por lo bajo y me preparo para seguir caminando cuando, de repente, escucho el chirrido de las llantas deteniéndose unos metros adelante.
La puerta del copiloto se abre.
Me quedo inmóvil, listo para lo que sea.
No corro hacia el auto de inmediato. No puedo darme ese lujo. Podría ser una trampa, o alguien que no está aquí para ayudarme.
Un hombre me observa fijamente cuando se baja. Y su voz llega calra y firme.
- Joven, llevamos buscándolo un rato largo.
Mantengo la distancia, con los músculos listos para reaccionar ante el más mínimo movimiento sospechoso.
Podría ser un policía encubierto, un enemigo enviado por quienes quieren verme muerto.
El tipo me sostiene la mirada sin inmutarse. Luego, con calma, se levanta la camisa.
Mis ojos se fijan en su costado.
Ahí está.
El tatuaje de la mafia, marcado en su piel como una garantía de lealtad.
Reconozco el símbolo al instante.
Mi cuerpo se relaja solo un poco, pero sigo sin confiar del todo.
- Joder, al fin algo bueno.- murmuro, aunque mi tono aún es cauteloso.
Me subo al asiento del copiloto, cerrando la puerta con fuerza. Él no dice nada mientras me pasa una botella de agua.
La bebo por completo como si fuera la delicia más grande del mundo, mi garganta está tan seca y mi cuerpo tan exhausto que disfruto de la sensación refrescante del agua fría recorriendo mi interior.
Luego, me pasa un paquete con comida.
Lo abro sin pensar y devoro el contenido en cuestión de segundos.
El tipo me observa de reojo mientras conduzco.
- Lo llevaré a casa.- dice sin rodeos.- Smith estará contento de que esté vivo.
Suelto una carcajada seca, apoyando la cabeza contra el asiento.
- Lo dudo.
Smith ya debe haberse enterado de todo. Y si me está esperando, no es para darme la bienvenida.
Es para hacerme pagar.
La derrota se paga caro en este negocio. Y yo estoy a punto de descubrir cuánto.
[...]
- ¿¡Es que acaso no sabes hacer nada!? - me grita.- ¡Un trabajo, Jonathan, tenías un maldito trabajo y aun así lo arruinaste!
Miro a Sara, buscando ayuda en ella.
- ¡No la mires a ella, joder! - Smith me toma del rostro, obligándome a mirarlo.- Siempre escondiéndote en la falda de tu madre. ¡Sirve para algo!
Llevo más de una hora escuchando cómo me regaña. Mamá está aquí, al igual que Alexander.
- No tengo idea de qué pudo suceder...- intento explicar.
- ¡Nunca tienes idea de nada!
- Puedo arreglarlo.
- No puedes hacer una mierda. Esta era tu última oportunidad de demostrarme que vale la pena convertirte en mi heredero, pero una vez más me demuestras que no estás hecho para eso.
- Llevo años sirviéndote. Soy tu mejor soldado, tu mejor asesino y criminal. Tengo un maldito grupo leal a mí...
- ¿Un grupo leal? - ríe.- ¡Alguien te traicionó y nos jodió! Perdiste el Club, perdiste dinero, droga, armas, y el prostíbulo. ¡Nos expusiste ante la maldita ASPA!
- ¡Encontraré a quien lo hizo! ¡Lo mataré! - lo veo darme la espalda.
- Es lo mínimo que puedes hacer.- se acerca, quedando frente a mí de nuevo.- Pero no serás tú quien herede mi mafia.
- Papá, yo...
- ¡No me llames papá! ¡No soy tu padre, te crié y te permití que me llames así, pero veo que he desperdiciado mi tiempo! No eres nada mío porque, de serlo, servirías para algo.
Las palabras que suelta me golpean bruscamente. He pasado años intentando ser digno para él. No llevo su sangre, pero Sebastián está casado con mi tía, a quien veo como una madre, y escuchar esto de él es una patada en el pecho.
- ¿Y quién será tu heredero si no soy yo? - miro a Alex.- ¿Él? Ni siquiera sabe sostener un arma.
- No sé sostener un arma, pero al menos no hago que toda una agencia me persiga...
- No sirves para nada.
- ¿Y tú sí? -me encara y yo hago lo mismo.- Tu ego te jugó en contra, hermanito.- odio que me llame así.- Bien sabes que tu sistema de seguridad fue el problema. A mí jamás se me hubiera escapado algo así. Mi sistema jamás podría haber sido alterado por alguien.
Lo tomo del cuello de su camiseta, llevándolo contra la pared.
- ¡Te crees importante y no eres nadie!- me grita, provocando que le propine un golpe en la cara.
- ¡Basta! -mamá se mete, intentando que suelte a Alex, pero no lo hago. Ver la cara de satisfacción de Alex me saca de quicio.- ¡Basta ambos!- vuelvo a golpearlo, una, dos, tres veces.
Esta vez es otra persona quien me aparta de Alex. Sebastián, quien solo necesita acercarse y mirarme a los ojos.
- Suéltalo.- dice con ese tono tan frío que asusta.
Suelto a Alex y este se toca la zona afectada, para luego mirarme y sonreírme burlonamente. Maldito idiota.
- Ustedes dos no hacen más que darme problemas.- habla mamá.
- No es mi culpa que tu hijo sea un cobarde que no pueda hacer más que sentarse detrás de un teclado.- respondo.
- No es mi culpa que tú...
- ¡CÁLLENSE DE UNA PUTA VEZ AMBOS!- el ruido de un jarrón, siendo aventado hacia la pared que tenemos detrás, nos deja en silencio.
Ok, lo admito. En este momento, temo por mi vida.
Smith es el único capaz de generarme miedo, es que joder. Sus ojos y su porte asustan a cualquiera.
- Ninguno de los dos tiene las agallas para hacerse cargo de este puto negocio. No sé qué he hecho para merecer a dos idiotas como ustedes.- mira a mi madre.- Es tu culpa también.
- ¿Mi culpa?
- Sí. Si hubieras dejado que le dé más mano dura a Alexander, quizás él sería el candidato perfecto. O si te hubieras encargado de que Jonathan usará más su cerebro.
Ella no responde nada, sabe que no tiene caso seguir la discusión.
- La Sombra Negra me exige un heredero.- se frota el rostro.- ¿Qué voy a hacer si no tengo uno digno? Ninguno de ustedes es aceptado por la gente.
- No necesito ser aceptado por nadie... tú eres el jefe, tú decides.
- Ese es el problema.- me mira.- Que yo tampoco te acepto como heredero.
Callo. Jamás creí escuchar esas palabras de él.
- Tú arreglarás el desastre que hiciste.- me señala.- Buscarás quién nos traicionó, así debas matar a todos tus hombres para que confiesen, lo harás. Así como también buscarás nuevos socios para arreglar el desastre de Colombia.- simplemente asiento.- Y tú, redobla la seguridad de todas las propiedades, y te quiero investigando a la ASPA, métete en su sistema, busca algo...
- ¿Meterme en su sistema? Es imposible, ellos tienen el mejor sistema del mun...- la mirada que le da nuestro padre es suficiente para que no termine su frase.- Está bien, lo haré.
Smith nos ordena salir de su oficina, y es lo que hacemos.
Mamá se queda dentro, supongo que ahora le toca a ella escuchar los miles de quejas que tiene él.
- Nos jodiste, maldito idiota.- murmura Alexander.
- Cierra la boca si no quieres que te golpee de nuevo.
- Me dijiste que podías con esto.- me toma de brazo.- Fue un acuerdo, yo dejaba que tú fueras el heredero y yo no tendría que vivir en esta mierda.
- ¿Eres idiota? Aun si yo fuera el heredero, tú nunca podrías escapar de esto. Formas parte de la familia, y eso no se borrará tan fácil, quizás tú no lleves armas contigo, pero eres el maldito escudo de la organización. Él no te dejará ir. ¡Acéptalo de una vez!
Me tiene harto con su discurso de "No pertenezco aquí"
Ingenuo.
Lleva la sangre del criminal más temido de Francia, y de la líder de un grupo de sicarios españoles. No tiene escapatoria para esto
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Buenasss, nueva actualización. Me encantó escribir este capitulo, ya se va conociendo más sobre la Mafia Francesa.
Ahora si se viene lo bueno, pronto les traeré una imagen explicando los rangos de La Sombra Negra y todo el lío del heredero, así como también más capítulos sobre la vida de Jonathan, Sara, Smith, Alex...etc.
Espero sigan disfrutando de la lectura.
Nos vemos, besos.
Lour.
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