Capitulo 26

"Verdad"

Luke.

Sigue enojada conmigo, y lo peor de todo es que ni siquiera se ha dignado a mirarme. Apenas ha cruzado palabra en todo el día, y cuando nos encontramos “accidentalmente” en los pasillos, me habló con una frialdad que me dejó sin palabras. Eso, claro, no me impidió seguirla, como de costumbre. Revisé su rutina, la observé entrenar como siempre, imparable, y luego se dirigió a las salas de computación, donde se sumergió en informes y bases de datos, como si el mundo entero no existiera.

Lo que me preocupa, lo que realmente me consume, es no verla descansar, no verla ir a su habitación o al comedor, siquiera un minuto para ella misma. Lo he dicho mil veces: se pasa la vida trabajando, olvidándose de lo más importante, de sí misma.

La observo desde las cámaras mientras teclea furiosa, con el ceño fruncido, y no puedo evitarlo... hasta enojada se ve increíblemente atractiva. Pero entonces, como si su sola presencia no fuera suficiente para enloquecerme, veo cómo alguien más entra en la sala.

Peter.

Se acerca con esa sonrisa estúpida de siempre, y para mi maldita sorpresa, ella le devuelve el gesto. La sangre se me sube a la cabeza mientras los observo desde mi monitor, incapaz de quitar los ojos de ellos. Se sienta a su lado, y aunque no puedo oír lo que hablan, por el simple movimiento de sus labios sé que ella acaba de reírse. Esa maldita risa.

Él se levanta, va a otro punto de la sala, buscando algo. No me importa lo que busque, no mientras ella se quede ahí, sonriéndole, tan relajada, tan despreocupada.

Es entonces cuando no puedo más. Tomo mi móvil y la llamo. El teléfono suena un par de veces antes de que conteste con un tono cansado, pero desafiante. 

- ¿Diga?

- ¿Disfrutando el descanso?- pregunto, casi mordiéndome la lengua por la irritación.

No responde de inmediato, pero puedo ver la leve sonrisa que se forma en sus labios a través de la cámara.

- Bastante.- y me hunde con esas palabras, como un golpe bajo.

Me quito la respiración al escucharla. ¿Bastante? ¿Con él?

Sin pensarlo, ordeno, mi voz fría como el hielo: 

- Ven a mi oficina, Adira. 

Ella se gira en la silla, dándome la espalda.

- No estoy disponible ahora mismo.- cuelga, dejándome con un nudo en el estómago. 

Lo que ocurre después es peor. La cámara muestra cómo se levanta de su puesto y se dirige directamente a Peter. Ya no puedo ver nada más porque el ángulo se corta, pero no me detengo. Reviso todas las demás cámaras, buscando, hasta que finalmente la encuentro de nuevo, directamente frente a la pantalla. 

Peter está tecleando algo en una computadora, pero ella… ella se acerca a él, con la calma de quien no tiene nada que esconder. Se inclina hacia él, apoya la mano sobre el teclado, y de alguna manera, todo lo que está haciendo me quema. 

No se da cuenta, o tal vez lo hace, de que sus ojos siguen la pantalla, pero los de Peter no la dejan en paz. Él la observa, sus ojos descienden hacia su pecho. Y eso es lo que me revienta. La maldita blusa que lleva puesta, la que deja al descubierto lo que es mío, lo que no tiene derecho a mirar.

El calor en mi cabeza crece. Mi pecho se llena de una furia ciega.

Voy a matarlo. A Peter. Pero a ella… a ella la voy a castigar.

Vuelvo a hacer sonar su teléfono, casi perdiendo la paciencia, y al tercer pitido, Adira regresa al escritorio, recoge el teléfono con la misma calma de siempre. 

- ¿Qué carajos crees que estás haciendo, maldita loca? ¡Aléjate de él AHORA MISMO! 

- No sé de qué me habla.- mira la cámara, como si fuera la cosa más natural del mundo.- Creo que se ha equivocado de número.- dice inocentemente. 

- Te estoy observando por las malditas cámaras. ¡Aléjate de él! 

- Sí, definitivamente, se ha equivocado de número, señor.- responde con esa calma irritante. 

- ¡Te estoy mirando las malditas tetas! 

- No se preocupe, no hace falta que se disculpe. A todos les pasa.- responde, y su tono sarcástico me arrastra al borde de la locura. 

- ¡DEJA DE TOMARME EL PELO Y SAL DE AHÍ YA MISMO! 

Y así, sin más, cuelga. Pero al menos no regresa junto a Peter, se queda sentada frente a su computadora, mientras él sigue tecleando en la suya. 

La rabia sigue corriendo por mis venas, así que empiezo a llenar su teléfono de mensajes, pero ella ni siquiera se molesta en mirarlos. Sigue trabajando, tecleando, buscando algo en su escritorio, y luego, de repente, me mira directamente a otra cámara. Me sonríe, como antes, con esa arrogancia que me exaspera. Y en un abrir y cerrar de ojos, las cámaras comienzan a apagarse una por una. 

- No, no, no... ¡Joder!- aprieto los dientes, oprimí el botón de mi computadora.- Debe ser un fallo. 

Claro que es un fallo... El fallo de Adira. 

Me apagó las malditas cámaras. 

Con manos temblorosas, saco mi móvil y llamo a Black. Responde al primer pitido, como siempre. 

- Comandante, ¿qué requiere? 

- ¿Podrías revisar las cámaras de la sala de computación? Algo falló, parece que no funcionan. 

- Aguarde un segundo que me fijo. 

Espero unos segundos, cada minuto estirándose como una eternidad. 

- Las cámaras están funcionando bien, en este momento están dos de los tenientes trabajando con la base de datos del Comando. 

- Qué raro... debe ser un fallo en mi computadora. 

- ¿Quiere que vaya a revisar? 

- No es necesario, solo me preocupé. Pero si dices que las cámaras están bien, no hay problema. Gracias por tu ayuda. 

- No hay de qué.- cuelgo la llamada.

No solo me apagó las cámaras. Me hackeó la computadora. Soy el único idiota que no puede ver lo que está haciendo. 

Con furia, vuelvo a enviarle un mensaje.

Déjame ver las malditas cámaras.

A💙

Eres experta desactivando
cámaras, a ver cómo las activas
ahora.

Las desactivo solamente

cuando estoy contigo.
  Ahora enciéndelas.

Ja, sigue soñando. 

Entiendo que estés enojada, pero
por favor, prende esas malditas cámaras, si no quieres
que mate a alguien. 

Número equivocado.

Ya mismo estoy yendo a
esa maldita sala.

Te voy a bloquear y poner una perimetral.

Justo cuando me levanto de la silla, el celular vibra nuevamente. 

Vuelve a tu puta oficina y
déjame trabajar.

¿También es parte del trabajo
que te dejes mirar las tetas?

VUELVE A TU PUTA OFICINA O
ME CONOCERÁS VERDADERAMENTE ENOJADA.

Levanto la vista hacia la cámara, está usando mis propios métodos contra mí. Decido darme la vuelta y regresar. Adira enojada me asusta, realmente. 

El celular vuelve a vibrar. 

Buen chico.

Con un gruñido, lanzo el celular sobre el sillón de mi oficina y cierro la puerta de golpe. Esta mujer me pone de los nervios. 

Pero ya me las cobrará.

[....]

Adira.

Ha sido un día agotador. Pasé horas en la sala de computación vigilando la base de datos del Comando y de otras sedes. Normalmente eso lo hace mamá, pero hoy me asignó la tarea a mí, y acepté sin pensarlo. Peter estuvo un rato conmigo, haciendo unos trámites que tenía que entregar. 

Aproveché para seguir fastidiando a Luke. Estoy enojada, y la verdad me limité a no hablarle. Pienso mantenerme así durante mucho tiempo. 

No me importa un carajo si se siente arrepentido o no, me lastimó y eso es lo único que importa ahora. 

- Adiós, Agente. Que tenga buena noche.- me saluda un soldado al cruzarse conmigo en el estacionamiento. 

- Gracias, igualmente, soldado. 

Mientras saco las llaves de mi bolsillo, siento el frío metal de unas esposas atrapando mi muñeca izquierda. Me giro rápidamente y encuentro dos ojos verdes mirándome con una intensidad que me hace estremecer. 

Joder, este hombre no se da por vencido. 

- Tienes dos segundos para explicarme qué mierda estás haciendo.- le digo, intentando mantener la calma. 

- Raptándote.- responde con una sonrisa perversa, colocando la otra mitad de las esposas en su muñeca derecha. 

ME HA ESPOSADO. REPITO, ME HA ESPOSADO. 

Me siento atrapada, vulnerable y furiosa. 

- Quita esas putas esposas y déjate de tonterías.- digo, agitándolas, pero Luke me da un tirón que me hace chocar contra su torso. 

Siento su calor, su fuerza, su aroma... Todo me hace sentir aún más enfadada. 

- Aquí lo único que te voy a quitar va a ser la ropa.- dice con una voz baja y sensual. 

Me siento mareada por la emoción, pero mi enojo se mantiene firme. 

- Ahora sube al auto.- me ordena. 

- Estás loco.- le respondo, intentando zafarme de él. 

- Por ti, bonita. No me queda otra.- responde con una sonrisa arrogante. 

Me subo al coche, pasando al asiento del copiloto mientras él se acomoda detrás del volante. Me siento atrapada, sin escapatoria. 

- Me vas a hacer enojar y te juro que... 

- Shhh, cuando lleguemos a casa lo discutimos.- me interrumpe. 

- ¿Casa?- regunto, confundida. 

- Sí, a MI casa.- responde con una mirada tan intensa que me revuelca por dentro. 

- A la única casa a la que vas a llevarme es a la mía.- le contesto, furiosa. 

Me ignora y pone la radio. Eso me saca de quicio, así que decido no decirle nada más. 

- ¿Qué? ¿Ya no dices nada?- pregunta, claramente disfrutando de mi silencio. 

No respondo. Cuando el semáforo se pone en rojo, aprovecha para poner su mano sobre mi muslo, presionando con fuerza. Me siento incómoda, vulnerable y llena de rabia. 

Quito su mano de mi pierna, pero él la vuelve a poner. Intento apartarla de nuevo, pero esta vez me aprieta la piel con más fuerza, subiendo la mano. Involuntariamente suelto un jadeo. 

Es algo que, por supuesto, disfruta, porque puedo ver cómo se marca una pequeña sonrisa en su rostro. 

Finalmente, el semáforo cambia y tiene que retirar la mano para seguir conduciendo. Yo, por mi parte, me limito a mirarlo con desdén, con la peor cara que puedo poner. 

- No me mires así, bonita. Cuando lleguemos a casa, te pondré las manos encima de nuevo.- me dice con una sonrisa torcida. 

- Me pones una mano encima y te corto el pito.- le respondo con amenaza. 

Él vuelve a reír, y eso me irrita aún más. Sé que disfruta viéndome enfadada. Solo quiero llegar, quitarme esas malditas esposas y acabar con esta tortura.

[....]

Una vez que llegamos a su enorme casa, estaciona mi auto en su garaje junto a los demás vehículos.

Es la primera vez que vuelvo aquí después de años, ya que, desde que regresé, todas las veces que estuvimos juntos han sido en mi departamento.

Todo está tal como lo recordaba: una casa rodeada por grandes rejas, con una alberca, un garaje lleno de lujosos autos. Definitivamente, es una casa moderna y elegante.

Luke me guía hacia la entrada tomandome de la mano, su agarre es fuerte y no me queda más opción que resignarme a seguirlo. Aprovecha la situación para estirarme hacia él, pegándome a su cuerpo todo el tiempo. Yo respondo intentando alejarme, pero cada vez que lo hago, las esposas me lastiman más la muñeca.

- Ya basta, saca la llave.

- ¿Quieres algo de tomar?- me arrastra hacia la cocina.

- Luke, ya basta.

- ¿Te gustaría cenar? Puedo pedir algo. ¿O prefieres dormir? 

- Lo que quiero es irme a casa.

- Pues, qué lástima, porque hoy te quedas aquí.- vuelve a estirarme hacia él.- Te quedas conmigo.

- Me duelen las muñecas. No serías tan bestia de dejarme esposada toda la noche, ¿verdad?

Se fija en mi mano, observando las marcas leves que tengo.

- ¿Y cómo no vas a tener marcas si no has dejado de hacerme estirones?

- Ay, perdóname, no es como si estuviera esposada y arrastrada contra mi voluntad.- le digo con ironía.- Debería denunciarte por secuestro.

Saca la llave, me quita las esposas y acaricia mi muñeca. El gesto me deja tonta; soy incapaz de retirar mi mano de él. Lo miro mientras lleva mis manos hacia sus labios, besando suavemente las marcas que dejaron las esposas.

- Perdón.- dice, sin dejar de mirarme.

- ¿Por las esposas o por la mierda que dijiste anoche?- le pregunto, con frialdad.

- Por ambas.- intenta tomarme de la nuca, pero me aparto.

Lo escucho suspirar detrás de mí mientras le doy la espalda.

- Escucha... Actué como un idiota.- dice, obligándome a darme vuelta y enfrentarlo.- Y quiero repetirte lo que te dije antes: no busco a ninguna mujer que no seas tú. Desde hace mucho, esto es así. Pero entiéndeme, es frustrante no poder tomarte de la mano o besarte en público.

- ¿Por qué querrías que todos sepan lo que hay entre nosotros? Estamos bien manteniéndolo en secreto.

- ¿Por qué quiero que todos lo sepan?- Repite.- Joder, porque quiero presumirte, quiero mostrar lo afortunado que soy de tenerte.

De alguna manera, sus palabras me golpean fuerte. Lo dice con tanto orgullo y emoción que el corazón me late más rápido.

¿Se siente orgulloso de tenerme?

- ¿Te sientes afortunado de tenerme?- pregunto, sorprendida.

- ¿Quién no lo haría?- avanza hacia mí y me toma de la nuca.- Tus padres y Jay no son los únicos afortunados de tenerte.- une su frente a la mía.- Pero entenderé si quieres seguir manteniéndolo en secreto. Realmente no sé por qué lo prefieres así, pero me conformaré con venerarte y admirarte en secreto, como un secreto entre tú y yo.

Me besa la frente suavemente antes de mirarme a los ojos. Su expresión cambia al ver que mis ojos se cristalizan.

- Lamento lo que dije. Merezco que no me hables después de eso, pero quiero que sepas que me arrepiento muchísimo. Pero por favor, no llores.- seca una de mis lágrimas.

- No lloro por eso.- respondo.- Te dije que te diría por qué no quiero hacer público lo nuestro, que lo haría cuando estuviera lista.- respiro profundamente.- Te lo diré, así como te diré por qué me fui hace cuatro años.

Me mira, y entonces tomo un largo suspiro. Estoy lista para decir la verdad, para ser completamente sincera con él.

No quiero que siga pensando que no lo quiero como él me quiere. No quiero que se siga haciendo ideas equivocadas.

Es hora de ser honesta, de contarle la verdad.

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Primer cap de la semana!! En realidad tenía pensado subir este capitulo ayer pero me enferme así que lo pospuse, igualmente el capitulo 27 y 28 ya están en edición así que seguramente los publique en estos días.

Por cierto, la historia llegó a 4k de lecturas, realmente se me hace irreal que la historia que comencé hace 3 años haya tenido tantas visitas (pronto llegará a 2k de votos también) Muchas gracias a los que comentan y votan.

Besos.

Lourdes.

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