Capitulo 21

"Pánico y terror"

Adira.

Ha dicho mi apellido. ¿Me conoce?

El pasillo parece haberse vuelto interminable, el eco de sus palabras martillea en mi mente. Mi cuerpo se tensa automáticamente, pero mi mente está corriendo más rápido de lo que puedo procesar. 

No tengo armas. El lugar está desierto.

Carajo.

- Lo siento...- murmura el hombre, entrecerrando los ojos como si intentara descifrarme.- La confundí con alguien más. Usted me recordó a alguien que conocía.- sacude la cabeza y se frota el rostro, como si intentara borrar el error. 

¿Me confundió? Pero... acaba de llamarme por mi apellido. Y antes mencionó el nombre de mi madre.

¿Quién demonios es este hombre? Lo observo detenidamente, buscando algo que me dé contexto. Es mayor, alto, de piel clara y cabello pelirrojo. Su acento francés es inconfundible. 

¿Está con Smith? ¿Conoció a mi madre? Hay algo en su rostro, algo inquietantemente familiar que no logro ubicar... 

- ¿Señorita, se encuentra bien?- la voz de Cloe me saca del trance. 

Giro rápidamente y la encuentro ahí, vestida como parte del servicio de limpieza, empujando un carro lleno de productos. La sincronización es perfecta. Mis compañeros han actuado rápido; escucharon todo desde los micrófonos que llevamos. 

- Sí...- respondo, intentando que mi voz no tiemble.- Estoy bien. Solo que... mi vestido se manchó. 

- Le daré unas toallas para secarse.- Cloe se inclina sobre el carro, sacando algo con deliberación. 

Siento la mirada del hombre aún fija en mí. 

- Disculpe, ¿cómo dijo que se llamaba?- pregunta, su tono cargado de una extraña mezcla de interés y sospecha. 

- Soy Eva Rodríguez.- la mentira fluye con naturalidad, pero mi corazón late con fuerza. 

- Está con el joven Jones, ¿verdad?- asiento con un gesto medido, mientras mis ojos se deslizan hacia Cloe, que discretamente me ofrece unas toallas. Entre las botellas y los productos de limpieza, distingo un arma oculta. Le hago una señal con los dedos, indicándole que no haga nada. 

- Soy Gerard, uno de sus hombres.- se quita el saco y me lo extiende.- Tenga, puede usar esto para cubrirse. 

- Oh... muchas gracias.- lo tomo con una sonrisa forzada, agradeciendo internamente que la situación no haya escalado. 

- Le avisaré al joven que se encuentra bien.- asiento nuevamente, pronunciando un educado "gracias" mientras se marcha finalmente. 

En cuanto desaparece, me apresuro hacia el baño con Cloe. Revisamos cada cubículo antes de hablar. 

- ¿Qué pasó?- Cloe rompe el silencio, su expresión es una mezcla de preocupación y alarma.- Escuché que dijo tu apellido. ¿Te reconoció? 

- No lo sé.- mi voz suena más aguda de lo que me gustaría.- Creo que no me reconoció a mí... sino que me confundió con mi madre. 

- ¿Tu madre?- pregunta, sus ojos llenos de incredulidad.- Pero ese hombre está con Jonathan. 

Sacudo la cabeza, frustrada. 

- No lo sé, Cloe.  No sé qué demonios acaba de pasar. Lo único que sé es que tengo que volver a la mesa y darle una respuesta a Jonathan.

- La Capitana está al otro lado.- dice, susurrando, y yo asiento con un gesto. 

Mi mente sigue trabajando a toda velocidad. Esto no fue una coincidencia, pero ¿quién es realmente Gerard? ¿Y qué significa para nuestro plan?

- Capitana.- digo.- ¿Qué demanda hacer?

- Soldado, tendrá que aceptar la propuesta. No podemos apresarlo hoy, sabíamos que no sería muy posible, pero con esto podremos conseguirle una pena mayor, debes fingir más tiempo.

Me explica el plan muy rápidamente.

- Y tendremos que averiguar quién es ese hombre, y si su identidad está o no en peligro.

- Como diga Capitana, yo me encargo.

- Regrese a la mesa. Rodríguez está cumpliendo con lo pactado, no ha dicho nada que la ponga en peligro.

Vuelvo a mi puesto, yendo hacia la mesa donde se encuentran los caballeros que dejé antes.

- ¿Todo bien?- pregunta Jonathan.

- El vestido se arruinó, pero ya está.- vuelvo a tomar asiento.- Respecto a su propuesta, su confianza en mí me alaga muchísimo, así que si mi padre lo cree prudente.- dirijo mi mirada hacia Jorge.- Estaré encantada de aceptar.

- Bueno Jorge, parece que todo queda en tus manos ¿Aceptaría que su hija dirija uno de los negocios más importantes de California?

Jorge me mira, supongo que creyó que no aceptaría la propuesta, habrá creído que intentaríamos apresar ahora a Jonathan, pero no, a él le esperan otras cosas.

- Si es lo que ella desea y si eso le traerá ganancias, no veo nada que lo impida.

- Genial, entonces ¿socios?- Jonathan estira su mano en mi dirección.- Ya lo éramos, pero ahora podemos afianzar más esta unión.

- Socios.- estiro mi mano estrechándola junto a la suya, una sonrisa de lado se muestra en su rostro mientras yo finjo estar contenta.

Sus ojos marrones se conectan con los míos y miles de cosas pasan por mi cabeza.

Solo espero el momento en el que arruine su maldito plan, el momento en que haga que desconfíe de su propia gente y el momento en el que le coloque las esposas para arrastrarlo a prisión por siempre.

Pero antes de eso, tengo muchas cosas que planear y ejecutar para llegar a ese objetivo. Tendré que tener cuidado y ser lo más cautelosa posible.

El trato se finaliza al igual que la noche y mi supuesto padre y yo nos despedimos del idiota que tengo en frente.

- Te van a matar.- dice Jorge cuando estamos yendo hacia el auto.

- No me subestime, y cállese la boca de una vez.- nuestros "guardaespaldas" nos abren la puerta de nuestro coche.

Estamos de regreso en la propiedad.

- La primera fase está completa.- escucho a Torres.- Ya tenemos información sobre lo que está planeando y ya hasta logramos acercarnos más.

Nos comunicamos con la sede Central y ellos nos informan que deberemos quedarnos un tiempo más en Colombia.

Jonathan quiere personas para reabrir el prostíbulo, así que eso es lo que le vamos a dar, por eso tres de los sargentos seleccionados para esta misión, van a infiltrarse.

Estarán entre el grupo de mujeres que serán secuestradas y llevadas. Y el día en que Jonathan me cite para empezar hacerme cargo de ese lugar, ese día accidentalmente la ASPA caerá en California.

¿Cómo haremos para que no sospechen de mí? Fácil, antes de eso vamos a empezar a plantar la desconfianza en su gente.

Con ayuda de la cámara y el micrófono que pusimos sabotearemos algunas cosas y finalmente cuando creamos correcto encarcelaremos a todos sus cómplices.

Nadie sospechará de mi por qué estaré en prisión igual que Jorge. No levantaremos sospechas.

Ese es el plan, la fase dos empieza a ejecutarse. Tendré que mantenerme al tanto de lo que Jonathan requiera.

[....]

- Gerard Rousseau.- Mamá me extiende una carpeta, con una seriedad que me eriza la piel.- Esto es lo que averigüé sobre él. 

Es el archivo del hombre con el que me crucé en los pasillos. 

Abro la carpeta y comienzo a leer. No hay mucha información: es francés, tiene 55 años, y toda su vida ha servido a Smith. Tiene un hijo, Bastian Rousseau, y por lo que indica aquí, él también forma parte de la mafia francesa. 

- Aquí hay más fotos de él.- Mamá coloca un pequeño fajo de imágenes sobre la mesa. 

Las examino rápidamente. En casi todas está junto a Smith. Sus expresiones son calculadoras, impenetrables. Pero entonces... mi vista se detiene en una foto distinta. 

En ella se ve más joven. Claramente fue tomada hace años. 

Clic.

Algo dentro de mí se remueve violentamente. Es la misma sensación que tuve cuando me llamó Kiervan. La misma sensación que me invadió cuando lo miré a los ojos por primera vez. 

Su rostro... ahora lo entiendo. Ahora sé por qué me resulta tan familiar. 

- ¿Qué sucede, cariño?- la voz de mamá llega a mis oídos, pero parece distante, como si me hablara a través de un túnel. 

- Lo conozco.- las palabras salen antes de que pueda detenerlas.- Conozco a este hombre. 

- ¿Qué? ¿De dónde?- pregunta mi hermano.

Mi cerebro reacciona. Es como si la fotografía fuera una llave que desata una tormenta. Los recuerdos bloqueados comienzan a filtrarse, como agua escapando de un dique roto. 

De repente, mi cabeza empieza a dar vueltas. 

El aire se siente espeso, y el dolor aparece sin previo aviso, intenso y lacerante. Es como si algo oscuro y enterrado hubiera sido desenterrado a la fuerza. 

Me llevo las manos a la cabeza, intentando contener las punzadas que llegan una tras otra. 

- Adira, ¿estás bien?- Cloe está junto a mí, sujetándome por los hombros cuando me tambaleo. 

Los recuerdos no son claros, pero son suficientes para hacerme temblar. Momentos fragmentados de la época en que estuve encerrada comienzan a emerger, imágenes difusas de miedo, gritos y sombras. 

El aire me falta. Mi respiración se acelera, mis manos sudan, mis ojos comienzan a arder. 

Todo da vueltas. 

- ¡Adira!- Mamá grita, alarmada, mientras mi cuerpo pierde toda fuerza. 

No sé en qué momento caigo, pero el impacto frío del suelo es lo último que siento antes de que mi mundo se apague. 

- ¡Adira!-

Su voz se pierde en la oscuridad. Todo es negro, vacío, como un abismo interminable. Pero en ese vacío, el dolor y la angustia permanecen, pesados, como si nunca fueran a desaparecer. 

*Flashback*

- ¿Cuánto tiempo estaremos aquí encerradas?- Sam le pregunta al hombre que nos escolta a nuestra habitación.

- Ya no podrán salir tan seguido como antes.

- ¿Por qué? ¿No podremos ir al jardín a jugar?- pregunto.

- Me temo que no... es por su seguridad.- llegamos a nuestra habitación.- Deben prometer que se comportarán y no harán enojar a las personas aquí ¿Lo prometen?- se agacha hasta quedar a nuestra altura.

- Lo prometemos.

- Niñas buenas. Ahora entren y descansen.

*Flashback*

- ¿A dónde vamos Rou?

- Tengo una sorpresa.

- Pero ya es tarde... nos regañarán si no estamos en nuestra habitación.- dice Sam.

- Hoy podrán salir.

Sam me toma de la mano mientras salimos de nuestra habitación. Nunca salimos, esto es raro, pero la alegría llega a mi cuerpo cuando noto que estamos yendo hacia el patio.

Los colores de las flores que relucen a la luz del sol me dejan asombrada, miro al hombre que está a nuestro lado sin entender qué está sucediendo.

- ¿No dijeron que ambas querían ver las mariposas y flores? ¿Qué esperan? Vayan.- nos anima.

Sam y yo corremos por el césped verde, vimos este lugar la primera vez que vinimos y desde allí no dejamos de recordarlo. Lo he pintado y dibujado para Sam millones de veces, porque adora las mariposas y las flores.

Corre mientras las mariposas vuelan a su alrededor.

- Olvidaste esto.- Rou aparece detrás de mí y cuando volteo veo lo que lleva en sus manos.

Un cuaderno y lápices de dibujo.

- Feliz navidad, pequeña.

*Flashback*

- ¿Ya no vendrás a visitarnos Rou?- Sam no puede ocultar las lágrimas.

- ¿Por qué? ¿Hicimos algo?

- No han hecho nada, solo tengo mucho trabajo, ahora otra persona se encargará de cuidarlas.

- Pero no queremos a nadie más que nos cuide.- dice mi hermana.

- Las cosas deben ser así.- acaricia nuestras cabezas.

- Rousseau, el jefe te necesita.

Sam no puede ocultar su tristeza y me preocupa que se altere, está enferma y puede perjudicarla.

- Tranquilas, nos volveremos a ver, lo prometo.

[....]

- Adira cariño.- alcanzo a escuchar.

- Ya está despertando.

Miro a mi alrededor confundida, mis compañeros están aquí, mientras yo estoy acostada en el sillón de la sala.

- ¿Qué sucedió?- pregunto.

- Te desmayaste.

- ¿Te encuentras mejor?

- Eso creo.- intento reincorporarme y alguien me alcanza un vaso de agua el cual acepto.

- Adira ¿Quién es Rou? No parabas de decir ese nombre.

Rou.

Rousseau.

Miro a mi madre y ella no tarda un segundo en entenderme.

- Fuera, déjenos a nosotros.- les dice a los demás soldados.

Cloe y Jay se quedan y entonces las palabras me salen.

- Él...es Gerard, el hombre de ayer. Yo no lo recordaba... pero estuvo cuando Sam y yo estábamos encerradas.- empiezo.- Él era el que se encargaba de nosotras, nos vigilaba todo el tiempo y nos escoltaba a todos lados.

- Era uno de los hombres de Smith, el único con el que hablábamos, porque era el único que no era malo con nosotras... Él se preocupaba y se aseguraba de que estuviéramos bien.- mi voz sale cada vez más débil.

- No lo recordaba porque supongo que mi cerebro bloqueo su rostro, mi cerebro ha bloqueado demasiadas de las cosas que viví en California, apenas recuerdo algo.

- Pero recordé cuando nos llevó fuera de nuestra habitación, a ver las mariposas que Sam tanto adoraba. La dibujaba jugando y correteando, y atesoré ese dibujo hasta que me encontraron y me llevaron a Boston. Recuerdo que se tuvo que marchar y nunca regreso.

- Bueno, regreso una última vez, cuando Sam murió en mis brazos. Fue Rousseau quien me quito su cuerpo, porque yo no dejaba que nadie la tocara. Luego de eso no volví a verlo hasta ayer.

Mamá se acerca a abrazarme mientras Jay y Cloe toman mi mano.

Había olvidado al amigo que teníamos mi hermana y yo. No me sorprende porque la verdad es que he querido olvidar todo lo que viví en California, mi cerebro lo usa como protección, incluso he empezado a olvidar pequeñas cosas sobre Sam, pero algo despertó en mí al ver su rostro.

Gerard Rousseau me prometió que nos volveríamos a ver, lástima que la última vez que lo vi, Sam no pudo hacerlo.

Gerard fue quien estuvo cuando Sam y yo solo teníamos pánico y terror del mundo.

No sé si realmente se dio cuenta de que era yo, solo espero que si lo ha hecho, no me delate. Espero que siga teniendo al menos algo de compasión por la niña a la que su propio padre no quería.

Me alegra haberlo recordado, haber recordado ese momento con Sam.

───── »◦✿◦« ─────

Holiii, nuevo capítulo que espero les haya gustado. Ahora que sabemos quien es Rousseau, díganme si creen o no que delatara a Adira, o si volverá a ser el hombre que la protegía.

Besoss <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top