Capitulo 2
"El inicio de una nueva vida"
Años después de la muerte
de Aurora.
En todos lados resuenan las atroces cosas que ha hecho La Sombra Negra durante todos estos años. La mafia, originaria de Francia, se ha expandido hasta América.
En el mundo de la mafia se oye sobre aquella organización que se enfrentó a La Sombra Negra una vez... y falló.
ASPA: Agencia Secreta y Policial de América.
Una organización formada por agentes altamente entrenados, con experiencia en operaciones especiales y contrainteligencia. Cuentan con tecnología de vanguardia y recursos ilimitados para llevar a cabo sus misiones. Su enfoque principal durante muchos años ha sido "La Sombra Negra."
En los últimos años, han logrado combatir parte de las mafias y la delincuencia que ha llegado a América. Sin embargo, Smith sigue siendo la mayor amenaza. Nunca se recuperaron del golpe que vivieron hace unos años.
La ASPA lleva más de 10 años buscándolo, y rastreando a las hijas de aquel monstruo, ya que la noticia de que una agente había dado a luz a dos niñas era conocida.
Las niñas pertenecían al ejército, al mismo ejército al que su madre había pertenecido alguna vez.
Los rumores de que en América escondían a las dos niñas llegaron hasta la ASPA cuando capturaron a alguien que trabajaba con Smith. Este confesó que las niñas estaban escondidas en un centro de prostitución.
Así fue como la ASPA, en una misión silenciosa, buscó por todos lados hasta dar con ese centro de trata de blancas.
La Agencia neutralizó la operación en América, desmantelando uno de los mayores centros de prostitución en EE.UU., dirigido por Smith. Liberaron a cientos de mujeres víctimas de explotación sexual. Entre ellas, a una de las hijas de la agente. La misión fue liderada por la agente Black y el comandante Wood, ambos grandes amigos de la difunta agente Kiervan.
Afortunadamente, aquella noche en la que las balas resonaban por todos lados, la pequeña Adira fue rescatada de la pesadilla en la que vivía.
Con solo 11 años, la sacaron del cautiverio en el que había estado durante años.
Al realizarle estudios médicos, se descubrió que nunca había sido abusada y que, a diferencia de muchas otras, no presentaba golpes. Pero ella no fue torturada físicamente... Lo peor de todo es que jugaron con su mente.
Al solo verla, supieron de quién era hija. Esos ojos azules eran iguales a los de su padre, pero el cabello y las facciones del rostro eran iguales a los de su madre.
Los integrantes de La Sombra Negra decían que su parecido a su madre aumentaba cada año, pero también se recalcaba que tenía la misma mirada que Smith. Esa mirada aterradora que hacía estremecer a cualquiera.
La mayoría de las mujeres secuestradas tenían una familia que las había buscado por años, un lugar al cual volver. Pero Adira no. No había ningún registro que denunciara su desaparición. Así que fue más que obvio quién era ella.
La rescataron. Le ofrecieron un lugar donde dormir, abrigo y comida.
Pero, ¿dónde estaba Sam?
Su hermana falleció de cáncer poco después de llegar a América. Nunca fue tratada, ya que a Smith no le interesaba.
Para él, era mejor: una menos. Así fue como, a los 8 años, Sam falleció por una enfermedad que, de haber sido tratada a tiempo, podría haberse curado.
El odio que Adira sentía hacia Smith crecía cada día más. Lo había visto muy pocas veces en su vida. Después de que las trasladaron a América, no volvió a saber mucho de él.
Hubiera preferido mil veces que la mataran, al igual que a su madre. Porque vivir en un lugar donde solo se oían los gritos desgarradores de cientos de mujeres que eran abusadas e incluso asesinadas era lo peor que podía sucederle.
El día que la encontraron, la trasladaron a una sala de interrogación, donde la sentaron y le dijeron que esperara.
Sentada en una silla metálica, solo podía preguntarse qué sería de su vida ahora. ¿Smith volvería para atormentarla? ¿Estaba a salvo ahora?
El ruido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos. Un hombre uniformado entró acompañado de una bella mujer de cabello rubio.
- ¿Cómo te llamas? - preguntó la mujer rubia, aunque en realidad sabía muy bien quién era la niña. Después de todo, la misión había comenzado con el objetivo de encontrar a Adira.
La pequeña se mantuvo en silencio, con la mirada perdida en sus manos.
- No ha dicho una sola palabra. Cuando llegamos al lugar estaba encerrada en una habitación. Es la única que no aparece en el sistema.- informó su acompañante.
- Aquí dice que no presenta signos de lesiones.- la mujer hablaba mientras leía unos papeles que llevaba en la mano y tomaba asiento.
- ¿Eres Adira, cierto? - preguntó, pero Adira no respondió.- ¿Sabes quiénes somos?
- Él es el comandante Wood y yo la agente Black.- se presentó la mujer.- Conocíamos a tu madre.
Eso fue suficiente para que Adira dirigiera la mirada hacia ellos. ¿Conocían a su madre?
- Estás a salvo. Te hemos rescatado.
- Smith...- fue lo primero que Adira pronunció.
- Está bien. Ya no podrá hacerte daño.- intentó tranquilizarla la mujer.
- Smith...- repitió casi en un susurro.
Las palabras no salían de su boca. Estaban atoradas en su garganta. Adira levantó la mirada hacia las dos personas que tenía frente a ella.
- Smith. Me matará.- repitió, casi en una súplica.
Ambos adultos la miraron con lástima, y a la pequeña se le llenaron los ojos de lágrimas.
- Me matará si no vuelvo. Él me matará
- la desesperación en su voz era evidente, y ambos intentaron calmarla.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas. El aire empezaba a faltarle y la garganta le ardía. Se levantó de la silla y corrió hacia la puerta en busca de una salida, pero el picaporte no se movía.
- ¡No! ¡Necesito salir! - Ambos se le acercaron con cuidado mientras ella recostaba su espalda en la fría puerta, dejándose caer.
- Estás a salvo. Mírame.- la mujer le tomó el rostro.- Te protegeremos.
- Nadie puede protegerme de él.- contestó aterrada.- Dijo que si alguna vez huía, él me encontraría. Dijo que me daría un final peor que el de mi madre.
Adira tenía miedo. No se sentía segura en ningún lado y solo se limitaba a juntar sus rodillas al pecho y hundir la cabeza entre ellas, abrazándose a sí misma, mientras suplicaba que la liberaran.
El terror que le tenía a Smith era demasiado grande. Al morir Sam, él dijo que Adira nunca podría salir de ese lugar. Le dejó en claro que no era nadie ni nada para él, pero que jamás la dejaría libre. Que moriría encerrada.
Cada día era obligada a ver y oír las torturas que recibían muchas mujeres en el centro. Tenía miedo de que la encontrara. Nadie podía protegerla. Nadie.
No pudieron proteger a su madre, ¿por qué la protegerían a ella?
La mujer intentó acercarse más y ayudarla. Le explicó que estaba en la sede principal de la ASPA, lo que significaba seguridad. Le contó cómo conoció a su madre, lo cercanas que fueron. A pesar del dolor en sus palabras, la rubia intentaba mantener la voz firme al mencionar el nombre de Aurora, lo que hizo que Adira empezara a confiar un poco. Finalmente, esas palabras lograron calmarla.
- Huir. Debo huir antes de que me encuentre. Por favor...ayúdenme a huir.- suplico.
- Ya no puedes huir.- le contestó el hombre frente a ella.- Debes pelear. Pelear por tu vida.
- ¿Qué pasará conmigo?
- Aún no lo sabemos. Pero te aseguro que te protegeremos.
Ambos adultos lo prometieron, le aseguraron que estaría bien. Por alguna razón, Adira sintió que decían la verdad. Eso le dio una pequeña esperanza de vivir.
Aurora Kiervan era toda una leyenda en la ASPA. Sus padres habían muerto cuando era muy pequeña, y la familia Black se encargó de cuidarla. Los padres de Ada, la mujer que estaba junto a Adira. Crecieron juntas, y la pérdida de Aurora fue de las peores cosas que le sucedieron a Ada. El hombre junto a ella era su esposo, Edric.
- Tienes sus pecas.- le confesó Ada.
Mientras la trasladaban a una habitación con una cama, donde podía descansar, ambos agentes no se despegaron de ella y le prometieron que todo estaría bien.
La noche llegó y el cansancio también. Al día siguiente, volvieron por Adira. Una mujer le trajo ropa cómoda y cosas básicas como cepillo de dientes y pasta dental.
Permaneció ahí unos días mientras los médicos la revisaban. Todo parecía estar bien.
Durante días, se debatió su destino. Algunos en la ASPA pensaban que llevarla allí había sido un error, temiendo que fuera parte de un plan de Smith. Otros defendían que Adira era solo una víctima más, que no representaba una amenaza.
- Es la hija de la agente Kiervan, una mujer respetada.- insistió Ada en una reunión.- Esta joven es la prueba viviente de las atrocidades de Smith. Si lo que dice fuera falso, Aurora estaría aquí hoy. Confiamos en ella, y yo pongo las manos en el fuego por ambas.
- Smith podría buscarla en cualquier momento y poner en riesgo toda nuestra organización.- replicó un hombre, preocupado.
- ¿Cuándo le hemos temido a Smith? -respondió Edric con firmeza.- Nunca.
- Rescatamos a cientos de mujeres y niñas secuestradas, y también la trajimos a ella. ¿Por qué no tiene los mismos derechos que las demás para rehacer su vida? - Ada no estaba dispuesta a ceder.
La discusión se intensificó, voces se alzaron en la sala, dividiéndose entre quienes querían protegerla y quienes la veían con recelo.
- Inocente.- se oyó una voz pequeña y temblorosa.- Soy inocente, lo...lo juro.
Adira se puso de pie, mirando a todos los presentes con ojos suplicantes.
- Lo único de lo que soy culpable es de llevar la sangre de ese hombre malvado.- continuó, con la voz quebrada.- Nunca se preocupó por mí ni por mi hermana. La dejó morir, y seguramente a mí también me dejaría morir. Mi vida ha sido un infierno por su culpa. No conozco el mundo por su culpa...
Algunas miradas se suavizaron, mientras otras seguían cargadas de desconfianza.
- No conocí a mi madre, pero sé que era una mujer digna y honorable, lo contrario a él. En La Sombra Negra siempre hablaban de cómo la torturó. Si ella hubiera traicionado a su ejército, no la habrían matado, y todos ustedes estarían muertos.- dijo con fuerza, intentando hacerles entender que ella no era como su padre.- Por favor, no dejen que él vuelva a encerrarme.
Las lágrimas finalmente escaparon de sus ojos, mientras su voz se quebraba en la última súplica. Decidieron que debía retirarse de la sala para esperar afuera. Ada la acompañó, y antes de volver a entrar, le prometió nuevamente que haría todo lo posible por protegerla. Estaba dispuesta a enfrentarse a quien fuera necesario por la hija de su difunta amiga, lo último que quedaba de Aurora.
El tiempo transcurría con lentitud agónica. Afuera, Adira deseaba que tuvieran compasión de ella, mientras que adentro, Ada y Edric luchaban por su protección.
Pareció pasar una eternidad antes de que las puertas de la sala se abrieran, dejando salir a varias personas. Pero los únicos rostros que Adira buscaba eran los de Ada y Edric.
Un rayo de esperanza recorrió su cuerpo al verlos acercarse.
- Te quedas con nosotros.- dijo Ada, regalándole una sonrisa llena de calidez.
Adira miró a Edric, quien replicó el gesto de su esposa con una sonrisa igualmente reconfortante.
- Nos encargaremos de tu bienestar.- dijo Edric con voz firme.- Vivirás con nosotros y serás entrenada por la ASPA.
- Te cuidaremos como ella hubiera querido hacerlo.- añadió Ada con suavidad.
Sin pensarlo demasiado, Adira los abrazó. Ellos tardaron un instante en reaccionar, pero al final le devolvieron el abrazo con la misma intensidad.
Mientras los tres se estrechaban, Adira recordó que hacía años que no abrazaba a nadie, no desde antes de perder a Sam.
En ese instante, depositó toda su confianza y su anhelo de tener una vida mejor en aquel abrazo. Con él, entregaba su vida a los Wood Black.
Supo entonces, que aquel momento era el inicio de una nueva vida.
───── »◦✿◦« ─────
Wuuu, con este capítulo habla un poco sobre lo que ha vivido Adira siendo hija de Smith y estando encerrada por años, y se da inicio a la nueva vida que creará siendo soldado y agente del ejército.
¿Qué les va pareciendo la historia?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top