Capítulo 14
"Misión uno"
Adira.
Día nuevo, entrenamiento nuevo, técnicas nuevas. Una misión por delante y un único objetivo: ser los mejores.
Ajusto el agarre de la Glock en mi mano. Respiro hondo. En un movimiento fluido, levanto el arma, apunto, y disparo. Cinco tiros, cinco impactos perfectos. El eco de las balas retumba en el aire, una sinfonía que provoca un escalofrío en la habitación. Bajo el arma y, con calma calculada, me quito los cascos protectores, girándome hacia el grupo que espera detrás.
- Es su turno.- mi voz es firme, casi fría. Los soldados se posicionan al instante, la tensión en sus rostros palpable.- Como les expliqué la última vez.
No hay margen de error en esta sala ni en el campo. Han estado entrenando precisión y estabilidad conmigo, y hoy es el momento de demostrar que están listos. Como experta francotiradora, sé lo que se necesita para no fallar, y ellos están a mi cargo. Si no superan esto, no sobrevivirán en Colombia.
- ¡Fuego!- ordeno, y los disparos llenan el lugar nuevamente.
Camino entre ellos, corrigiendo posturas, ajustando brazos, evaluando cada tiro como si sus vidas dependieran de ello. Porque lo hacen. Mi presencia no admite dudas. Soy la autoridad aquí, y lo saben.
Horas después, tras finalizar el entrenamiento, los soldados se retiran agotados pero con la satisfacción de haber progresado. Me quedo sola en la sala de armas, ordenando y limpiando el equipo. Podría delegar esto a cualquiera, pero prefiero hacerlo yo misma. El olor a pólvora, el peso del acero, me tranquilizan. Aquí, entre las armas, todo tiene sentido.
La puerta se abre, y Torres entra con su característico andar despreocupado.
- ¿Sabes que puedes pedirle a los soldados que hagan esto, verdad?- dice mientras me observa limpiar una M4.
- Lo sé, pero prefiero hacerlo yo. Me ayuda a pensar.
Torres sonríe con ironía.
- Reflexionar rodeada de armas. Qué filosófico.
- Para mí funciona.- le aseguro.
- Bueno, he visto tus informes. Han progresado mucho. El Comandante está impresionado. Parece que diste en el clavo.
- Eso lo sabremos en la prueba final.- Coloco el arma en su sitio y me dirijo hacia la puerta junto a Torres.
- Te apuesto un trago a que todo saldrá bien.- bromea.
- Te lo aceptaría, pero no tomo.
- Claro que sí. Si te conocí en el bar de Harkan.- la mención de aquel nombre me hace tensarme por un momento, aunque no lo muestro.
- Fue una ocasión especial.
Torres me lanza una mirada divertida, pero cambia de tema rápidamente, y doy gracias por ello.
- Por cierto, el soldado que recomendaste será transferido.
- ¿De verdad?
- Hoy lo aprobaron.- me informa.- Él y otros soldados serán trasladados pronto.- me cuesta contener la emoción, pero al final no lo hago. Lo abrazo de forma impulsiva, casi tirándolo hacia atrás.
- ¡Gracias!- digo, pero terminó liberándolo al instante, algo avergonzada.- Oh lo siento, me emocione.
- No hay problema.- contesta amablemente.- Walker tiene un gran expediente. Puedes darle la noticia si quieres.
- Lo haré. Gracias otra vez.
Torres se despide, y yo me quedo en el pasillo, sintiendo cómo la euforia me invade. Peter estará feliz, y yo también. No hay mejor recompensa que saber que mi trabajo y mis decisiones están marcando una diferencia.
Camino por los pasillos hasta mi dormitorio con el teléfono pegado a la oreja, feliz de poder confirmarle a Peter, que pronto estara en el ejército principal. Al no obtener respuesta, dejo un mensaje de voz.
- Oye, tengo noticias importantes. Llámame cuando estés libre o mándame un mensaje.- la alegría en mi voz es evidente.
Guardo el teléfono y saco mi tarjeta del bolsillo, pero la emoción me traiciona, y la tarjeta se me cae. Al agacharme para recogerla, una presencia detrás de mí me pone alerta.
- Parece que te has vuelto más torpe de lo normal.- la voz me congela por un segundo. Me levanto lentamente y me volteo.
Es Luke. Su expresión es tan seria como siempre desde mi regreso. Me pregunto si alguna vez volveré a ver al Luke despreocupado y alegre que conocía antes.
- ¿Y ahora qué se supone que me volvió más torpe?- pregunto, confundida.
- Torres.- su tono está cargado de desdén.- Ese abracito te dejó atontada ¿cierto?.
Oh, con que era eso... Vio el abrazo.
- No me molestes, Harkan. Estoy demasiado feliz como para soportar tus estupideces.- abro la puerta de mi habitación para pasar.
Y antes de que me dé cuenta, él ya ha entrado detrás de mí.
- Sí, adelante, pasa.- ironizo, cerrando la puerta con un ligero portazo.
- ¿Tu felicidad se debe a Torres?- pregunta, cruzándose de brazos, con su tono lleno de reproche.
Intento ignorarlo mientras reviso mi teléfono, esperando alguna respuesta de Peter. Pero de pronto, Luke me toma del brazo y me gira, obligándome a enfrentarlo.
- Te hice una pregunta.- su mirada se clava en mí como un dardo.
- Solo respondo preguntas laborales, mi Comandante.- respondo con un tono frío, tratando de liberarme de su agarre.
- No juegues conmigo, niña abandonada.
Pésimo apodo por cierto.
- Creí que ese era nuestro trato ahora: mantener las cosas estrictamente profesionales.- intento soltarme de nuevo, pero él solo aprieta más.
- Lo preguntaré otra vez porque parece que también te volviste sorda. ¿Estás tan contenta por Torres?
Sus palabras están cargadas de frustración, pero yo solo sonrío y me acerco, notando cómo su cuerpo se tensa cuando casi rozo mi rostro contra el suyo.
-¿Y si te digo que sí, qué harás?- lo desafío con una sonrisa que sé que lo irrita.
- No quieres saberlo.- su voz baja es una amenaza helada.
- Sí, sí quiero.- lo reto, con mis ojos fijos en los suyos.
Nuestras miradas no se apartan, y la tensión empieza a crecer al igual que mis dedos comienzan a cosquillar al querer sentir su piel contra la mía.
- No es por Torres.- finalmente admito, y su expresión muestra un atisbo de alivio antes de endurecerse de nuevo.
- ¿Qué hay entre ustedes?- insiste, con su mirada intensa.
- Nada.- respondo sin dudar, pero su expresión de incredulidad lo dice todo.
- ¿Es él el candidato del que hablabas?- frunce el ceño, y su seriedad me hace reír con incredulidad.
- ¿Esto me suena a un reclamo?- pregunto, cruzándome de brazos.- ¿Me estás reclamando algo, Luke?
- Sí.- su respuesta, directa y sin rodeos, me desarma.
- Que yo sepa, no tenemos ningún tipo de relación como para que me reclames.- camino hacia la puerta y la abro, indicándole que se marche. No estoy para juegos.
- Repítelo.- su voz me detiene en seco. Se acerca hasta quedar a centímetros de mi rostro, su aliento rozando mi piel.- Repite que no hay nada entre ustedes.- más que una orden, es una súplica.
El aire se vuelve pesado, y mi respiración se acelera.
- No hay nada entre nosotros.- susurro, cayendo y perdiéndome en su mirada.
Antes de que pueda decir algo más, cierra la puerta de golpe empujandola y me atrapa con un beso que incendia todo lo que intenté mantener apagado. Sus labios se mueven con una urgencia que no puedo resistir, y entonces lo sé: este juego no tiene vuelta atrás.
El beso me toma por sorpresa. Intento resistirme, pero mi cuerpo reacciona a él instintivamente. Sus manos se aferran a mi rostro mientras las mías ascienden hasta rodear su cuello.
Su boca, agresiva como siempre, desciende hasta mi cuello, y su aliento cálido me eriza la piel. Sus manos recorren mi cuerpo con firmeza antes de estrecharme contra él, como si quisiera fundirnos en uno solo.
La electricidad recorre cada fibra de mi ser al sentir su cuerpo pegado al mío. Quiero perderme en este momento, pero una alarma en mi mente me obliga a detenerme.
No puedo hacer esto. No quiero repetir el mismo error.
No estoy dispuesta a aceptar migajas. Lo quiero completamente o no lo quiero en absoluto.
- Espera.- susurro, apartándolo suavemente.- No.
Su rostro refleja confusión.
- ¿Qué sucede?
- No puedes venir aquí, reclamarme, pedirme explicaciones, y besarme luego de actuar como si no te importara lo que sucedió hace unos días. No caeré en lo mismo que antes. Si vas a fingir que no te importo, entonces vete.
- Adira...
- No. No lo soportaré de nuevo. No me creo ese cuento de que lo del otro día fue un momento sin importancia. Esto, "esto"- dibujo comillas en el aire.- Que acaba de pasar, demuestra lo contrario. Te importa verme con alguien más. Te importa tenerme cerca. Te importo yo.
Por un instante creo que va a negarlo, que me dirá que estoy exagerando. Pero su expresión cambia. Ya no hay dureza en sus ojos, sino algo más... algo que no esperaba ver.
- Me importas.- confiesa, con voz baja.- Pero yo...
Espero a que termine la flase pero no lo hace, y eso me hace soltar una risa amarga.
-¿Pero tú qué?- insisto a que termine lo que ha comenzado a decir.- Háblame, porque no puedo entender tus acciones si no me lo explicas. Te quejas de mi, y de mi ida hacia Alaska, pero tampoco me dices que sucede contigo.
Lo miro, esperando una respuesta. Su mirada está cargada de emociones, como si luchara consigo mismo para decir lo que realmente siente. Pero antes de que pueda hablar, un sonido interrumpe el momento.
La puerta. Maldita sea.
Camino hacia ella, me arreglo el cabello y me miró en la pantalla de mi celular asegurandome de no verme sospechosa antes de abrir la puerta. Al abrirla, me encuentro con Nathaniel Russo. Su rostro refleja seriedad mientras me observa.
- Kiervan.- dice, con un leve asentimiento antes de mirar detrás de mí.- Comandante.- dice algo sorprendido.- Lamento interrumpir, pero los necesitan en la sala de reuniones.
Suspiro y salgo de la habitación, seguida por Luke.
Al llegar a la sala de reuniones, noto que ya hay varios soldados presentes. Mi padre toma la palabra, pidiéndonos que todos tomemos asiento. Están presentes los dos generales, los capitanes y los tenientes.
- Ricardo Díaz está suelto.- anuncia, presionando un botón que enciende la pantalla frente a nosotros.- Escapó sobornando a varios guardias.
Las imágenes en la pantalla muestran un camión de carga interceptado, lleno de armas y tecnología avanzada.
- ¿Hace cuánto fue esto?- pregunta Luke, mirando la pantalla con el ceño fruncido.
- Nuestro equipo de inteligencia lo detectó hoy. Pero al parecer, el escape ocurrió hace varias horas, al igual que el ataque al camión.- responde mi madre, tomando la palabra.
- ¡¿Por qué nadie me informó sobre esto?!- exclama el Comandante.
- Acaba de suceder, nos tomó desprevenidos a todos.- dice Zhang.- Hemos localizado su posición.- añade, señalando un mapa-. Está en una propiedad cerca de Cambridge. Sospechamos que intenta vender el cargamento para financiar su fuga del país.
- Creí que el tema de Ricardo Díaz estaba resuelto.- comenta Torres, con evidente frustración.
- Pues ya ves que no.- responde Luke, molesto.- El mal nacido siempre se las ingenia para seguir jodiendo.
Los comentarios de los demás revelan que nadie entiende cómo Díaz logró escapar. Fue uno de los mafiosos más peligrosos que enfrentamos, dueño de empresas utilizadas para el lavado de dinero y el comercio ilegal de armas y drogas. Lo encarcelamos hace tres años tras una sangrienta operación que acabó con la mayoría de sus hombres.
La furia de Luke es palpable. Él fue quien lo capturó y lo hirió en su último enfrentamiento. Verlo libre después de tanto esfuerzo lo enfurece.
Nos ponemos en marcha, organizamos los móviles y el equipo necesario para ir tras él y devolverlo detrás de las rejas. Mi madre hace todo lo posible para dar con la ubicación del maldito, utilizando las cámaras que rodean la ciudad.
- Después de que atrapemos a este hijo de puta, terminamos nuestra conversación.- dice Luke en mi oído, justo antes de descender de la camioneta en la que vamos.
A pesar del caos que rodea la misión, no puedo dejar de pensar en lo que quedó pendiente entre nosotros. Maldito Díaz. Tenía que elegir justo este momento para escapar y arruinarlo todo. Otro motivo más para volver a encerrarlo.
Nos dividimos en grupos. Las tropas se posicionan estratégicamente, los drones vigilan desde el aire y las rutas de escape están completamente cubiertas. Sabemos que no podemos dejarlo escapar; su cargamento podría causar un desastre en manos equivocadas.
El lugar es un laberinto de pasillos y habitaciones, con una estructura diseñada para confundir. La casa es enorme, pero nos movemos con precisión. Los hombres de la entrada caen rápidamente bajo nuestro ataque coordinado. Las salidas están bloqueadas, dejando a los ocupantes sin posibilidad de escapar. Cada movimiento está cuidadosamente planeado.
- Wood, Torres.- la voz de mamá suena en mi auricular.- Hay diez hombres en el ala sur.
- Entendido, nos encargamos.- responde Jay.
Mamá accedió a las cámaras de seguridad y tiene el control total. Su voz guía cada paso.
- Mendes, Steven. Vayan por las escaleras del frente.
- Recibido.- Vanessa responde con determinación.
Nathaniel y yo avanzamos, yo lidero con mi arma apuntando y él me sigue el paso. En un pasillo, detecto a tres hombres armados y antes de que nos vean nos escondemos detrás de una pared y coordinamos.
Con movimientos sincronizados, rodeamos y tomamos por sorpresa a los enemigos. Los silenciadores hacen su trabajo: tres disparos precisos, tres cuerpos cayendo al suelo sin un sonido más.
- Capitana Black, localice a Díaz.- habla Torres.- Oficina al fondo, a la derecha. Pero el Comandante está más cerca de esa zona.
- Entendido.- Luke interviene por el auricular.
- ¡Espere, esa zona está llena de hombres! No avance.- mi madre le hace saber pero todos sabemos que no hará caso.
Luke, siempre el primero en lanzarse al peligro, sigue adelante.
- Yo me encargo, acaben con el resto.- insiste Luke.
Las cosas se complican. Nathaniel y yo estamos corriendo. En un pasillo estrecho, nos topamos con varios hombres de Díaz. Estallan disparos; nos cubrimos detrás de los muros.
El caos estalla. Las balas rebotan en las paredes, y el sonido es ensordecedor. Nathaniel y yo intercambiamos miradas rápidas; no hace falta hablar para entendernos. Nos movemos en un vaivén calculado, usando cada rincón como cobertura y disparando para despistar al enemigo.
Uno de los hombres intenta flanquearnos, pero lo detengo con un disparo limpio al pecho. Otro asoma desde una puerta lateral, y Nathaniel lo neutraliza con precisión.
- Tenemos que alejarlos de Díaz y Harkan.- miro a Nathaniel, quien asiente.
Con un gesto, le lanzo una granada de humo que activa al instante.
- ¡Retrocede!- grito mientras la nube blanca llena el pasillo.
Usamos el momento de confusión para movernos hacia la sala principal. Allí, el espacio es más amplio, pero también lo es el riesgo. Tres hombres aparecen desde diferentes ángulos. Nathaniel se lanza hacia una esquina, cubriéndose detrás de un sofá, mientras yo ruedo por el suelo hasta una mesa volcada.
Uno de ellos comete el error de centrarse en Nathaniel.
- ¡Cúbreme!- le grito a Nathaniel mientras ruedo por el suelo. Desde allí, cambio de táctica, sacando mi navaja. Aprovecho la distracción del enemigo, que responde al fuego de Nathaniel.
Un movimiento rápido, un corte limpio que corta su garganta antes de que pueda gritar. La sangre salpica, pero no tengo tiempo de detenerme.
- ¡Cuidado a tu izquierda!- grita Nathaniel.
Me giro justo a tiempo para disparar al hombre que intenta apuntarme. Su cuerpo cae frente a mi.
En el auricular, la voz de la Capitana resuena:
- Dos hombres más acercándose desde el ala este. Muevanse rápido.
Nathaniel y yo seguimos avanzando. Nos encontramos con Vanessa y Cloe, ambas atrapadas en un enfrentamiento con varios enemigos. Sin dudarlo, lanzo otra granada de humo en su dirección.
- ¡Atrás!- les advierto.
La explosión libera una cortina densa que desorienta a los enemigos. Vanessa aprovecha para disparar, mientras Cloe golpea con la culata de su rifle a uno que se tambalea. Otros doa caen bajo el fuego cruzado.
- ¿Todos bien?- pregunto, jadeando.
- Sí, gracias por el apoyo.- responde Cloe, limpiándose el sudor de la frente.
- Andando, no hay tiempo que perder.- dice Nathaniel.- Hay que ir por Diaz.
Vamos a la oficina de Díaz, pero no hay nada, ni rastro de él ni de nadie. Solo veo cuerpos en el suelo. El lugar está vacío, y mi corazón late más rápido al notar la ausencia de Luke.
- ¿Dónde están?- pregunto, con el auricular pegado a la oreja, buscando respuestas.- ¿Dónde están Díaz y el Comandante?
- Arriba, en la azotea. Un grupo escapó con las armas, Zhang los persigue.- La respuesta de mi madre llega con rapidez.
Jay y Torres aparecen justo en ese momento.
- Ustedes vayan afuera.- ordena el Capitán Torres con tono firme.- Nosotros vamos a la azotea.
Cloe y Russo corren hacia la salida.
- Voy con ellos.- Jay los sigue al instante.- Ustedes quédense con Torres.
Steven, Torres y yo subimos las escaleras hacia la azotea. Cada paso está cargado de tensión. El silencio es opresivo, roto solo por el eco de nuestros movimientos y el ruido lejano del viento.
- No hay cámaras allá arriba, no sé qué está pasando. Voy a usar más drones.- Responde la Capitana Black con preocupación.
- Hazlo.- digo, apretando los dientes mientras me dirijo a la azotea.
La comunicación se empieza a interrumpir y, cuando estamos cerca, escuchamos tres disparos. El sonido retumba en mi cabeza y, por un segundo, mi corazón se detiene.
No... Por favor...
La puerta de la azotea se abre de golpe, y los tres nos lanzamos hacia el lugar con las armas listas.
Casi me choco con la figura que aparece frente a mí.
El viento frío nos recibe, junto con la imagen de Luke, de pie, ensangrentado, con el arma aún en la mano.
Nuestros ojos se encuentran. Siento una mezcla de alivio y miedo que me atraviesa completa.
- ¡Comandante!- grita Steven, obligándome a reaccionar.
- Estoy bien.- Luke asegura, más para mí que para los demás.- Está acabado. Díaz está muerto.- su voz es firme.
Díaz en el suelo, con dos heridas de bala en el pecho y una en la cabeza. Muerto. Cinco hombres más están tirados a su alrededor, también sin vida. La escena es un campo de batalla.
- La carga.- recuerda Torres con rapidez.- Hay que salir, necesitamos saber si han recuperado la carga.
Corremos de regreso, pero no puedo evitar mirar a Luke. Está golpeado, y manchado de sangre. Un nudo se me forma en el estómago.
- ¿Estás bien?- me mira y esta a punto de responder cuando nuestros auriculares suenan.
- Zhang detuvo el camión que estaba escapando.- los comunicadores vuelven a funcionar y, como un susurro en mi oído, la voz de mamá me hace tensarme.
- ¿Seguro que estás bien?- repito una vez que estamos fuera de la casa, con la preocupación asfixiándome mientras salimos de la casa.
- Sí.- siente- ¿Tú estás bien?
Antes de que pueda contestar, Steven se acerca rápidamente colocándose frente a mí.
- Comandante, debemos curar las heridas.- se interpone entre nosotros, pero mi mirada no puede dejar de ir hacia Luke.
Russo, Cloe y Jay se acercan también.
Me distraigo con mi hermano y mi cuñada, quiero atender a Luke, pero veo que Steven ya está a su lado. Prefiero confiar en que lo está haciendo bien, aunque una parte de mí se revuelca con la necesidad de estar allí.
- ¿Están bien?- les pregunto a ambos, con la voz quebrada, casi rogando una respuesta tranquilizadora. Ellos asienten, antes de abrazarme.
Parece que todo está en su lugar. Los hombres de Díaz no sobrevivieron, los cuatro que llevaban la carga tampoco. Las armas y los artefactos están intactos, todo ha sido recuperado.
Nos apresuramos hacia las camionetas, pero mi instinto me lleva a buscar a Luke. Quiero ir con él, asegurarme de que está realmente bien. Pero antes que yo, Vanessa y Steven suben.
- Lo siento, teniente, camioneta llena.- su tono es cortante, y disimulo mi disgusto mientras subo a la otra camioneta, con un sentimiento incómodo en el pecho. Ese era mi lugar
Me subo a la otra camioneta, aunque ese no era mi lugar.
Nos alejamos del lugar y me esfuerzo por mantener la calma, aunque no puedo dejar de mirar a Luke cuando bajo de la camioneta, él está rodeado por Russo, Steven, Zhang y varios soldados que se apresuran a ayudar con el equipo.
Vacilo entre ir hacia él, mi corazón sigue acelerado, pero me llaman para ayudar con las armas. No puedo hacer más que seguir órdenes, aunque mi mente no deje de pensar en él.
Descargamos todo lo más rápido posible. Cuando por fin quedo libre, me dirijo hacia mamá y papá. Los abrazo, su alivio y orgullo me llegan como un bálsamo.
Voy hacia los pasillos, buscando la oficina de Luke. Me informan que está en una reunión con los Generales. El tiempo pasa y sigo esperando en la recepción, pero no llega. La ansiedad me consume, así que decido ir hacia los dormitorios masculinos.
Me cruzo con Torres, quien me pregunta qué hago por aquí.
- Eh, busco a Wood.- miento, y mi voz se oye más tensa de lo que quiero admitir.
- Creo que ya se ha ido con Mendes.- responde, sin notar la creciente preocupación en mi rostro.
- Oh, está bien, muchas gracias.
- No hay de qué.- justo cuando estoy a punto de irme, hace el ademán de hallarme nuevamente. - Estuviste muy bien hoy.
- Lo mismo digo. Trabajo de equipo.- choco los puños con él, y sonríe amablemente.
- Si ves a Wood, dile lo de los tragos. Creo que es un buen momento para adelantar la celebración. No puedes rechazarlo.- me señala.
Me río, parece que no me dejara de insistir hasta que salgamos a beber.
- Está bien. No rechazaré tu propuesta.
Y entonces, escucho una voz detrás de mí. Una voz que me hace detenerme en seco.
- ¿Qué propuesta?
Es el Comandante.
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Buenasss, primer cap de la semana, y ya es bastante largo. ¿Qué tal les pareció? Empieza haber mas participación de Torres, Nathaniel y Zhang. Pronto tendremos más apariciones de los demás personajes.
Me encantó escribir este capitulo, vayan preparándose para el de la misión de Colombia.
Espero hayan disfrutado mucho y estén atentos al próximo capítulo.
Besos.
Lourdes.
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