Capitulo 10

"El regreso II"

Luke.

He estado evitándola, siendo lo que nunca fui con ella: un imbécil. Su cercanía me arrastra al pasado, a heridas que no han cicatrizado, así que he decidido mantenerla lejos.

Pero es inútil. Mis ojos siempre la buscan cuando no me ve. La vi hacer el circuito en el campo de entrenamiento esta mañana, con esa mueca de enojo que tanto me divierte. Estoy seguro de que me maldice con cada paso. Y cuando está con Cloe y Jay, esa sonrisa que se le escapa me desconcierta. Es como si viviera dos vidas: una con ellos, llena de alegría, y otra donde el peso del mundo se refleja en cada mirada.

La veo caminar por los pasillos con el mentón en alto, invulnerable. Ya no es la misma chica que muchos intentaron aplastar. Ahora, Adira es temida y respetada, una de las mejores tenientes del ejército. Mi madre siempre dice que en eso se parece demasiado a su difunta madre: mujeres Kiervan que, contra todo pronóstico, marcan logros que otros sólo sueñan alcanzar.

A pesar de mantener mi distancia, no puedo evitar desear acercarme. Hay tantas cosas que quiero preguntarle, tantas conversaciones que dejamos inconclusas. Quisiera recuperar algo, lo que sea, de lo que éramos antes de que todo se fuera al infierno.

[….]

La observo en el campo, entrenando a los soldados, hasta que finalmente nuestros ojos se cruzan. Su mirada azul se clava en mí, y en un segundo, todo se desmorona. Con una sola mirada, logra encenderme de una manera que odio admitir.

- Es todo por hoy. Vayan a las duchas, aún queda mucho por hacer.- ordena, y los soldados, agotados, se retiran tras saludarme.

Adira camina hacia mí con esa seguridad que sólo ella tiene.

- Señor.- saluda con formalidad.

- A juzgar por las condiciones de tus soldados, parece que fue un entrenamiento duro.

- Es la única forma de que progresen. Hay potencial, pero les falta compromiso.

- Espero que seas capaz de cambiar eso. Te asignamos esta tarea porque confiamos en que eres capaz.

- Así será, señor.

Estoy a punto de irme cuando su mano se cierra en mi brazo, tomándome por sorpresa. El contacto, aunque breve, me desconcierta.

- Disculpe, pero necesito hacerle una pregunta.

- ¿Qué sucede?

- Anoche dormí en el Comando, y ya había una habitación reservada.

- Ajá.- murmuro, cruzándome de brazos.

- No fue mi padre quien lo hizo, y nadie más sabía de mi llegada. ¿Fuiste tú?

La miro con el ceño fruncido. Obviamente, fui yo. ¿Quién más podría haberlo hecho? Jay no tenía idea de que venías, y si ya descartaste a tu padre, seguramente ya sabes la respuesta.

- Sí, fui yo.- admito sin rodeos.

Me divierte ver su expresión de sorpresa. Seguro no esperaba que lo admitiera.

- Gracias, pero no era necesario.- la sonrisa que me regala me hace mirarla como idiota.

- ¿Te sorprende que haya sido yo?

- No, lo intuía. Lo que me sorprende es que lo admitas, considerando que no pareces muy contento con mi regreso.

- ¿Eso crees?- se detiene, obligándome a hacer lo mismo.

- Bueno, que me hayas robado las llaves no me ayuda a pensar lo contrario... Y que encima me hayas puesto un castigo por llegar tarde cuando claramente lo hiciste a propósito

Oculto la sonrisa que se me quiere formar.

- ¿Qué te dije sobre tutearme en el trabajo?- me acerco, reduciendo el espacio entre nosotros.

Adira vuelve a sonreír y en este preciso momento la odio por ello. Tiene la sonrisa más perfecta del mundo.

- Lo siento, señor.- pronuncia la última palabra con lentitud.- pero llevo casi toda la conversación tuteandolo y recién ahora se da cuenta.

Me pasa por andar de distraído con sus ojos y su sonrisa.

- No te robé nada. Y para que quede claro: tu regreso no me molesta. Si fuera así, no te habría permitido volver.

- Pero...

- Lo que ocurrió entre nosotros pertenece al pasado.- las palabras salen más frías de lo que me esperaba.- Aquí soy tu superior, y tú mi soldado. Eso es lo único que importa.

La miro directamente a los ojos, intentando no perderme en ellos.

- Admito que sigo enojado, y probablemente siempre lo estaré. Pero eso no cambia que te admiro como profesional. Este puesto te lo ganaste.

- Gracias, Luk...- se detiene antes de terminar mi nombre.- Comandante.

- Te reservé una habitación porque imaginé que con las prisas lo olvidarías. No tiene nada que ver con otra cosa, lo habría hecho por cualquiera de mis soldados.

Que mentiroso saliste.

- Te lo aclaro porque no quiero que te ilusiones por mi gesto.

- ¿Ilusionarme?- pregunta, con una leve sonrisa irónica.- Es lo último que haría.

- Perfecto.- respondo, pero nuestros cuerpos están demasiado cerca.

Intento ignorar la tensión, pero se me hace imposible. Cada vez es más difícil fingir que lo que hay entre nosotros se ha disipado.

- Luke…- dice mi nombre con lentitud.- Seré sincera contigo, me gustaría... recuperar el trato que teníamos antes. 

Me quedo recalculando por un instante, en el que la confusión es clara. Sus ojos bonitos me miran y su rostro me distrae por un instante. Maldita.

Se acerca un poco hacia mi, y su perfume me golpea de repente.

- ¿Qué quieres decir?- intento hablar pero es casi imposoble.

- Que me gustaría que fuéramos amigos otra vez.- su voz es tan baja que parece un susurro.

- ¿Amigos?- preguntó con una sonrisa incrédula. No me lo creo.

- Sí. Antes de que arruinara todo, nosotros…

Sus malditos ojos y su voz inocente me cabrean, porque me ponen cachondo. No me resisto, y antes de que termine la oración, la tomó de la cintura.

- ¿Amigos es todo lo que quieres que seamos?- preguntó siguiendo su juego.

Intensificó mi agarre en su cintura sintiendo cómo se pone nerviosa ante mi toque.

- Eh… sí…- apenas puede hablar y tengo que ocultar mi sonrisa de satisfacción.-  No... quiero decir, claro.

- Mentirosa.- mi sonrisa se amplía, y puedo ver como sus mejillas se sonrojan.

- ¡No miento!- se defiende, soltándose de mi agarre.- Quiero que seamos amigos... ¿tú no?

No puedo pensar teniéndola a tan poca distancia, hablándome y mirarandome de esa forma, en cualquier momento la tomo de la nuca y le estampo la boca de un beso. Sin embargo no puedo hacer eso, si lo hago no hay vuelta atrás.

- Sigues siendo la misma.- me pone de mal humor saber que aun con los años, no dejo de desearla.- Pasan los años, y no cambias. 

Pienso en huir de la situación antes de enloquecer, así que me doy media vuelta y comienzo a alejarme.

- ¡Espera! ¡Tienes razón, no quiero ser solo tu amiga! 

Me giro hacia ella cuando escucho lo que dice. Claramente tampoco quiero ser su amigo, pero no quiero ceder. Es una situación peligrosa.

Mi cerebro dice, aléjate. Pero mi cuerpo no hace caso y termino dando un paso hacia ella, quedando a una corta distancia.

- Entonces, ¿qué es lo que realmente quieres?- no puedo evitar mirar sus labios.

Joder.

La distancia es mínima, pero me gustaría que fuéramos nula.

- Quiero… dejar de pelear contigo.- me dice.

Coloca su mano en mi brazo tomándome por sorpresa, su piel sobre la mía despierta cosas en mi. Bajo la mirada observando su gesto, pero me toma del mentón, obligándome a mirarla a los ojos.

- ¿Eso es todo?- susurro a centímetros de su boca.- ¿Solo dejar de pelear? 

Estoy tan pero tan jodido, ahora lo único en lo que pienso es en sentirla aún más cerca de mí.

Pega su rostro a mi cuello, y la sensación es tan buena, que no encuentro palabras para describirlo. El olor de su cabello me encanta. No puedo evitar soltar un suspiro y me reprendo por ello, parezco un adolescente hormonal.

- Quiero esto.- susurra en mi oído.

Estoy demasiado enfocado fantaseando cosas que no me doy cuenta de lo que tiene planeado hasta que se aparta de mi y me muestra lo que lleva en la mano.

Hija de...

Me saco la tarjeta de mi habitación del bolsillo.

De repente comienza a correr alejándose de ella y me veo en la obligación de seguirla.

- ¡Adira!- gritó mientras la persigo.

- ¡Voy a recuperar mis llaves, a como de lugar!- me mira por encima del hombro, desafiándome.

- ¡No te atrevas a entrar en mi habitación!- le advierto, pero se que es inútil.

La escucho reírse mientras corre. Si entra a mi habitación creo que puedo llegar a fallecer. No quiero caer.

Ay por favor, caíste desde que regreso.

Maldigo cuando un grupo de soldados se me cruza en el camino.

- ¡Muévanse!- les digo con urgencia. 

Veo a Adira cada vez más lejos y aumentó el ritmo, intentando alcanzarla. El mundo está en mi xontra porque de repente me choco con no se que cosa y caigo al piso.

Que puta vergüenza.

Adira voltea al escuchar el ruido y la carcajada que suelta me hace levantarme rápidamente antes de que me de un infarto por la pena.

- ¡Adira!- la maldita dobla en una esquina.

Color hasta allí pero se que es tarde porque ya ha llegado a mi puerta, me apresuro a alcanzarla pero me la termina cerrando en la cara.

En ese momento me río de mi mismo. Se supone que soy su superior, y me está cerrando puertas en la cara. Cualquiera podría ser sancionado por ello pero a Adira le da totalmente igual.

- ¡Adira! Si no abres esta puerta ahora mismo, te juro que te arrepentirás.

Golpeo y golpeo la puerta pero es inútil. No recibo respuesta. Continúo con mis advertencias, esperando una respuesta.

Maldita me las vas a pagar.

La cabo de unos minutos, escuchó el sonido de la puerta desbloqueadose y no pierdo tiempo al adentrarme en mi habitación.

- ¿Divertida?- pregunto una vez dentro.

- Mucho.- responde con confianza.

Su confianza desaparece cuando doy un paso hacia ella, acortando la distancia hasta que apenas queda espacio entre nosotros. 

Como me gusta verla titubear cuando me tiene frente a frente. Y más me gusta que quiera fingir que no la pongo nerviosa.

- ¿Te crees graciosa, eh?- murmuro.

- Un poco.- responde con nerviosismo.

- Dame las llaves.- le ordeno.

- Son mías, yo no te ando pidiendo las llaves de tu casa.- se cruza de brazos con el ceño fruncido y debo reprimir la sonrisa que se me quiere escapar.

Intenta pasarme de largo y dirigirse hasta la salida pero no se lo permito, y me coloco de brazos cruzados frente a la puerta.

- Muévete, anda.

Me quiere correr pero la tomo de la cintura, y la levanto con facilidad para colocarla de espaldas a la puerta y arrinconarla con mi cuerpo. Se peniques disfruto aún más cuando pongo uno de mis brazos contra la superficie de la puerta, justo al lado de su cabeza.

Su mirada viaja a mis brazos tatuados y mi ego se regodea al ver sus ojos puestos en mis músculos. Desvía la mirada hasta mis ojos, y disfruto tanto de verlos de cerca.

- Adira, ¿cuántas veces te he dicho que no juegues conmigo?

- ¿Y cuántas veces te he dicho que yo hago lo que quiero?

Nuestras miradas no se apartan, y crei que podria estar asi por mucho tiempo. El silencio entre nosotros es tenso, como si algo estuviera por explotar en cualquier momento.

Ha cometido un grave error viniendo aquí, y un error aún mayor provocándome en el campo de entrenamiento.

[....]

(Después de que Luke le dijera que se fuera de que habitación)


Intento concentrarme mientras camino hacia mi oficina, pero es inútil. La imagen de Adira, con su cabello oscuro y esos ojos que siempre han sido mi perdición, se cuela en cada rincón de mi mente. Respiro hondo, reprimiendo el impulso de llamarla. Tomo el teléfono una y otra vez, dudando, sopesando las consecuencias. 

¿Y si voy a buscarla? No, seguro me mandará al infierno. 

¿Habrá ido a casa? Decido revisar las cámaras desde mi laptop. Su coche sigue aquí. Mi pecho se alivia un poco, pero no por mucho tiempo. La veo salir de su habitación y dirigirse a la oficina de Torres. 

¿Por qué va a su oficina? Intento convencerme de que es por trabajo. Tiene que ser eso. ¿Qué otra razón habría?

Pero el tiempo pasa, y no sale de allí. La impaciencia empieza a escalar como una tormenta. ¿Y si hay algo entre ellos?
Sacudo la cabeza. No. Imposible. Apenas se conocen.

Carajo. No debí tratarla así. 

Reviso las cámaras otra vez, pero no tengo acceso al interior de esa oficina. La frustración me consume, y termino marcando a Jay. 

- ¿Pasa algo? -pregunta al contestar, relajado, como siempre. 

- ¿Estás con Adira? La llamo y no responde. 

- Está en una reunión con Torres -responde con indiferencia. 

- ¿Reunión de qué? 

- ¿Cómo que de qué? -su tono se vuelve obvio, casi burlón.- Del entrenamiento de los sargentos. Seguramente están hablando sobre cómo van los soldados. 

- Pensé que el informe te lo daría a ti. 

- Decidí que Torres la ayudara con eso. Ambos se especializan en lo mismo, y no quería que Adira se sintiera incómoda si alguien empezaba a decir que la ayudo demasiado. 

- Podrías haberme dicho que Torres se haría cargo de ella.- mi molestia es evidente, pero no me importa. 

- Pensé que lo sabías. Torres se encarga de todo ahora. Pero... ¿por qué preguntas tanto? -guarda silencio, esperando una respuesta que no doy. Entonces suelta una carcajada que me irrita.- No me digas que... ¡te molesta! 

- No digas estupideces -gruño. 

- Si no te molesta, ¿por qué tantas preguntas? 

- Porque es mi deber saber qué está haciendo un teniente nuevo.- respondo con obviedad, pero él no se lo traga. 

- Ajá... claro, lo que digas. En fin, si te molesta tanto, siempre puedes dar la orden de que los informes te los dé a ti. 

- ¿Por qué haría eso? 

- Para tenerla cerca, idiota.- dice, y cuelga antes de que pueda responder. 

Entre Jay y Adira, no sé quién respeta menos los rangos. 

¿Cómo que Torres se encarga de ella? Pensé que solo le informaría sobre la misión en Colombia. Ese informe debería haberlo manejado yo, pero pedí que lo hiciera Torres porque verla me hacía querer arrancarme el cabello.

¿Cuánto tiempo puede tardar en dar un simple informe? 

Sigo revisando las cámaras, esperando a que salga. Finalmente lo hace, pero no está sola. Torres camina junto a ella, demasiado cerca, demasiado cómodo, conversando y sonriendo. 

¿Por qué tan amigable? Adira no sonríe así con cualquiera. Aquí sus únicos amigos son Cloe, su hermano, y... 

Ya no eres su amigo, idiota.

Se separan en el pasillo. Adira vuelve a su habitación, pero no tarda en salir y dirigirse al estacionamiento. Al menos se va sola. Eso me tranquiliza un poco, pero no lo suficiente. 

He pasado el día entero preguntándome qué demonios hablaban tanto ella y Torres. Es irónico. Pretendo que no me importa, pero aquí estoy, siguiéndola a través de las cámaras como un adolescente inseguro. Lo mío ya no tiene remedio. Soy patético.

¿Por qué la corrí? ¿Por qué la traté así, cuando en realidad me muero por hablar con ella?

La respuesta es sencilla, y sin embargo, me aterra admitirla. Porque tengo miedo.

Miedo de que vuelva a irse. Miedo de que esta vez sea para siempre. Y ni siquiera sé por qué se fue la primera vez. Llevo años con esa duda clavada como una espina. ¿Fue algo que hice? ¿O simplemente se cansó de mí? 

Cuando la tuve tan cerca de nuevo, como en los viejos tiempos, me asusté. Me prometí no volver a caer... pero aquí estoy, cayendo otra vez. 

───── »◦✿◦« ─────

¡¡Omg!! Bueno chiquis estos capítulos narrados por Luke son para conocer y saber como es todo desde su perspectiva. Como podrán ver el niño es muy cambiante ¿Qué signo creen que es Luke? ¿Y qué signo creen que es Adira?

Espero disfruten los capítulos, disculpen por no haber subido capítulos estos días.

Besos.

Lourdes.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top