Capitulo 1
* Antes de empezar esta historia quiero aclarar que es un borrador viejo que empecé hace 3 años y nunca pude terminarlo hasta ahora, por lo tanto si ya lo conocías y habías leído los primeros capítulos que subía, te aconsejo que lo releas ya que el 70% de la historia ha sido cambiada. Muy pocas cosas se mantienen (como los nombres de los personajes) sin embargo sus historias son totalmente distintas *
*ESTA HISTORIA TIENE CONTENIDO NO APTO PARA TODO TIPO DE LECTORES, TRATA TEMAS COMO ASESINATO, SANGRE, VIOLENCIA FÍSICA Y VERBAL, ABUSO. POR FAVOR, QUEDA BAJO RESPONSABILIDAD DEL LECTOR SEGUIR O NO CON LA LECTURA DE DICHA HISTORIA*
*ESTO AÚN ES UN BORRADOR, QUE SERÁ EDITADO CORRECTAMENTE CUANDO TODOS LOS CAPÍTULOS ESTEN SUBIDOS*
*LOS PERSONAJES, SITUACIONES Y ESCENARIOS SON TOTALMENTE FICTICIOS*
ESTA HISTORIA TIENE UNA AGENCIA POLICIAL Y UNA MAFIA, AMBAS CONTIENEN SU PROPIO SISTEMA DE RANGO.
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"La Sombra Negra"
Hace años...
Desde el primer aliento de Adira Kiervan, el destino la empujó hacia las sombras. Desde el momento en que sus padres se conocieron, el caos ya se había desatado. Ella nació en un entorno lleno de sangre y sufrimiento, donde la esperanza era solo un eco lejano.
Todo comenzó cuando sus padres se conocieron, y aunque no fue el mejor comienzo, tampoco podría haber sido de otra manera. No sería fácil si desde el principio, sus destinos estuvieron marcados por el odio y la violencia.
Así fue como todo empezó: con una misión que enfrentó a una organización policial secreta y a una de las mafias más temidas del mundo. Un choque de fuerzas, una lucha entre dos personas cuya voluntad de destruir al otro era todo lo que quedaba.
Aurora Kiervan y Sebastián Smith no eran solo enemigos; eran opuestos en cada aspecto. Lo que buscaban no era solo ganar, sino borrar al otro del mapa. Cada encuentro entre ellos era un choque de titanes, una batalla en la que ceder no era una opción, porque hacerlo significaba sucumbir.
A medida que la guerra se intensificaba, todos los agentes de la Agencia Secreta y Policial de América (ASPA) tuvieron que enfrentarse a La Sombra Negra, una red de psicópatas asesinos que operaban con la precisión de un reloj y la brutalidad de una tormenta.
La Sombra Negra no era solo un grupo de criminales; era una entidad global, infiltrada en todas las esferas del crimen organizado. Extorsión, tráfico de drogas, lavado de dinero, asesinatos por encargo... sus actividades eran tantas y tan bien organizadas que la sola mención de su nombre causaba escalofríos.
El poder que ejercían era inalcanzable, y el miedo que sembraban era palpable. Su líder, Sebastián Smith, era el peor de todos. Un asesino imparable, un hombre que se movía en las sombras y gobernaba con puño de hierro.
Smith había logrado eliminar a todo aquel que intentaba detenerlo, hasta que una agencia secreta comenzó a pisarle los talones. Al principio, no le preocupó demasiado; pensó que serían solo más tontos intentando atraparlo, una molestia más en su camino. Pero pronto descubrió que esa agencia no era como las demás, y en ella se encontraba una mujer que cambiaría su vida para siempre.
Aurora Kiervan no era solo una agente más. Era una de las mentes más brillantes, una de las mujeres más letales y astutas del mundo. Y Smith, acostumbrado a controlar todo a su alrededor, pronto se dio cuenta de que había subestimado a su peor enemigo.
La noche que se cruzaron por primera vez fue como un destello en la oscuridad. Smith, acostumbrado a moverse entre el lujo y la ostentación, vio en Aurora a una simple mujer, un rostro atractivo que podría ser solo un placer efímero tras una larga jornada de negocios. Pero esa suposición fue su primer error.
La Agente no era una simple mujer. No estaba allí por casualidad, sino porque había pasado meses investigando cada uno de los movimientos de Smith. Su encuentro no fue un accidente, sino el resultado de una meticulosa operación de infiltración.
Smith, cegado por su arrogancia y su deseo de control, cometió el error de llevarla a una de sus propiedades más exclusivas. Creyó que tenía el control, que ella no representaba más que un juego de una noche. Pero se equivocó. En un abrir y cerrar de ojos, la mujer pasó de ser una indefensa presa a una feroz cazadora.
Aurora, armada con más que solo su belleza, desató el caos. En segundos, la habitación se llenó de disparos, y soldados, el lugar se transformó en un campo de batalla. Smith, con todo su poder y su experiencia, tuvo que huir. De no haberlo hecho, habría muerto en ese instante.
Aurora no solo era parte de una agencia secreta; era la mejor teniente de su unidad. Experta en tecnología, una estratega nata, y con habilidades excepcionales con las armas. En esa noche, no solo destruyó la ilusión de control que Smith tenía sobre su vida, sino que le mostró lo que realmente significaba enfrentar a alguien que no se dejaba intimidar.
Aquello fue una humillación para él, haber tenido que correr colo una rata que se esconde en una alcantarilla.
Smith, humillado y enojado, juró venganza.
La presencia de Aurora en su mente era como un veneno que no podía quitarse. No solo la quería, no solo deseaba destruirla; lo que realmente anhelaba era romperla, hacerla pagar por la humillación que le había causado.
A partir de ese momento, la guerra entre ellos alcanzó nuevas dimensiones. La Mafia Francesa, que antes operaba en las sombras, apareció de golpe en todas partes. Y ahora, el objetivo de Smith era claro: capturar a esa mujer, hacerla sufrir, y destruir todo lo que ella representaba.
Con todo el poder de La Sombra Negra a su disposición, Smith ideó una trampa. Tomó a varios de los soldados de la Agencia como rehenes, y con ello, dio el golpe más fuerte a la ASPA.
- Ha tomado de rehenes a cincuenta de nuestros soldados.- dicha oración resonó en toda la habitación.
- Mierda.- mascullo la Teniente Black.
Lo peor no terminó allí. A medida que los días pasaban, los cuerpos empezaron a aparecer, esparcidos por toda la ciudad.
Los rehenes de Smith sufrían torturas físicas y psicológicas, y muchos de ellos, agotados y desesperados, pedían clemencia mientras él disfrutaba del dolor ajeno.
Pero entre los cuerpos, había uno que no apareció. El de la Agente Kiervan. No había señales de su muerte. Los informes indicaban que había sido tomada como rehén, pero su cuerpo nunca apareció. Todo apuntaba a que seguía con vida.
- ¿Qué se sabe sobre Kiervan?- pregunto el General.
- Nada. No hay rastro de ella, todo indica que sigue con vida.
- La va a torturar.- dijo uno de los Capitanes allí.- Smith está obsesionado con ella.
- Debemos sacarla.- La Teniente Black se negaba a dejar a su amiga sola.
- No podemos, tenemos demasiado que perder, ya perdimos a cuarenta y nueve soldados, no podemos perder más.- el General no estaba dispuesto a seguir derramando sangre.
- ¡No podemos dejarla!- el caos se armaba en la ASPA.
Por un lado, los amigos de la Agente y muchos familiares de los soldados asesinados, estaban dispuestos a rescatarla, mientras otros decían que no podían pisar suelo Francés, era un peligro y una desventaja.
- Perdí a mi hijo en esta estúpida guerra.- explica el General Harkan.- No perderé a más de mis hombres.
- ¡Aurora dio todo por la Agencia! ¡Le debes esto!- la Teniente Black lloraba y suplicaba por algo que no iba a tener.
Todos conocían la obsesión de Smith por Kiervan. La Agente no tenía manera de escapar. En el mejor de los casos, él la asesinaría de la forma más cruel; en el peor, la haría sufrir hasta destruirla lentamente.
Mientras el caos se desataba en la Agencia, Smith se divertía con la Agente. Ella era la única que no suplicaba ni temblaba de miedo ante su presencia.
Aurora soportó cada golpe, cada vejación con una calma que enfurecía a Smith. No pedía clemencia, no derramaba lágrimas. En lugar de doblegarla, su sufrimiento alimentaba su odio, un odio que él saboreaba como un manjar.
La determinación de Aurora dejó a Smith fascinado. En su mundo, no era común ver a mujeres con tanta firmeza. Aunque ella había causado innumerables muertes y pérdidas en la mafia, Sebastián no podía evitar sentirse atraído por ella. Llevaba meses obsesionado y había planeado todo.
La belleza de aquella estadounidense lo hechizó completamente y eso la condenó a ella.
Smith consideró tenerla a su lado. Si lograba que se uniera a su bando, sería una ventaja increíble... Pero la Agente no estaba dispuesta a traicionar a su gente ni a vender su alma.
Aurora no tenía familia. Sus padres murieron en combate cuando era muy pequeña, y desde entonces, se dedicó por completo a la lucha contra el crimen. Si debía morir, lo haría con honor.
Nunca nadie había rechazado la oferta de Smith de unirse a su negocio. Por eso, él vio en ella una oportunidad para divertirse a su manera.
El mafioso no le concedió la muerte. En lugar de eso, buscó quebrarla de todas las formas posibles. Aurora pasó meses de sufrimiento, sometida a una brutalidad que intentaba despojarla de su humanidad. Cada día era una batalla por mantener su identidad intacta, mientras soportaba la crueldad física y psicológica impuesta por Smith y su red de violencia.
Fue así como, tras dos meses de cautiverio, Aurora quedó embarazada. Smith, que nunca había tenido hijos, tenía cientos de mujeres, pero nunca permitió que ninguna de ellas diera a luz a su hijo. Decía que la madre de sus hijos debía ser una mujer digna.
Aurora esperaba que él la matara, finalmente. Prefería morir antes que seguir viviendo en aquel calvario, sin embargo, Smith decidió que Aurora Kiervan debía ser la madre de su hijo. Decidió que aquello era la forma perfecta de vengarse de ella.
De todas las mujeres que había conocido, Aurora era la más bella y desafiante. Nunca vio temor en sus ojos, ni siquiera durante las noches en que él la obligaba. Al haber sido una agente, le ofrecía aún más razones para que fuera la madre de su hijo. Buscaría cualquier excusa para burlarse de la ASPA... para humillarlos.
Smith se sorprendió al descubrir que no venían solo uno, sino dos hijos. La noticia se esparció rápidamente, él, anunciaba con orgullo que dos hijos iban a nacer de la Agente.
Por supuesto, Smith aprovecho aquella situación al máximo, causándole más dolor a Aurora. Era un experto en manipulación, así que sembró mentiras, manipuló documentos, difundió falsas confesiones y desacreditó su nombre, asegurándose de que su historia fuera puesta en duda por aquellos que debían protegerla
Estaba obsesionado con destruir su impecable carrera como soldado estrella.
Y finalmente lo consiguió, porque la Agencia comenzó a dejar de lado la idea de rescatarla. Circulaban rumores sobre su supuesto enamoramiento con el mafioso y su traición a sus compañeros. Algunos decían que se encontraba bien junto a él, mientras que otros insistían en que estaba siendo torturada y obligada.
Ada Black seguía exigiendo su rescate, pero ya era inútil. Todo el mundo sabía que no quedaba nada de la Agente que habían conocido. Había dos opciones: o Aurora se había unido al enemigo para sobrevivir, o estaba siendo torturada hasta el agotamiento. En ambos casos, la Agente que había sido ya no existía.
[....]
Finalmente, todo estaba preparado para que los hijos de Smith nacieran. Él y toda Francia esperarían con ansias la llegada de los herederos. Cuando el médico entregó al primero, Smith se acercó, ansioso, pero al recibir a su hijo, una oleada de furia irracional lo invadió.
No podía ser. Algo no estaba bien. Pensó el mafioso, en estado de shock.
Cuando los gritos de las criaturas recién nacidas rompieron el silencio, Smith sintió una ira abrumadora.
No eran dos varones, como había esperado. Eran dos niñas.
Smith no entendía lo que había ocurrido. ¿Por qué eran dos niñas, si el médico le había dicho que serían varones?
Dos niñas. Dos frágiles criaturas, cuando él necesitaba guerreros.
Smith deseaba dos varones, no dos mujeres. Buscaba herederos letales, no criaturas que necesitaran protección.
Porque para él, las mujeres no tenían cabida en su mundo. No eran capaces de convertirse en algo temible. Lo único que podían hacer era servir a los demás. Jamás podrían heredar su imperio.
Sin pensarlo, las manos de Smith se cerraron alrededor del cuello de Aurora, apretando con furia mientras gritaba una y otra vez que no había sido capaz de darle dos hijos varones.
Los médicos presentes no se atrevieron a intervenir. Sabían que, si querían seguir vivos, no podían. Aurora forcejeaba con desesperación, intentando liberarse, pero sus esfuerzos eran inútiles. Las manos de Smith eran garras, apretando implacablemente.
Cerró los ojos en su agonía, pidiéndole al destino que la misma persona que la ayudó a ocultar la verdad sobre sus hijas lograra protegerlas del mal que habitaba en Smith. No quería dejarlas... pero no pudo seguir resistiendo y finalmente sucumbió al estrangulamiento, dejando a dos niñas huérfanas de madre.
Murió temiendo por sus hijas, con el terror de que su padre las convirtiera en monstruos iguales a él.
Y luego de asesinar a la madre se sus hijas, el se acercó y las miró por un segundo, se encontraban en los brazos de dos enfermeras, y ambas lloraban sin parar.
Los hombres de Smith se sorprendieron al ver que de la sala de parto, el mafioso no salía para nada contento.
Smith pidió a los médicos y enfermeras que se encargaran de las niñas, y que las sacarán sin que nadie las viera, aunque no fueran los varones que quería, eran de su sangre.
Nadie dijo nada cuando él anunció que no había tenido ningún hijo, si no que tuvo hijas.
Hijas a las cuales primeramente no rechazo, las mando a cuidar y proteger, su contacto con ellas era mínimo, Smith quería al menos adaptarlas al mundo en el que nacieron. Una de ellas parecía adaptarse más fácil que la otra, sin embargo estaba lejos de ser la heredera de toda la mafia Francesa. Ninguna podría serlo.
La decepción se hizo clara en La Sombra Negra. Seguían sin tener aquel heredero que buscaban. Es por eso que luego de unos meses, Smith se caso con Sara Jones.
Sara Jones era una mujer hija del líder de un grupo de sicarios de España, Sara tenía un sobrino, el hijo de su difunta hermana. Era tres años mayor que las hijas de Smith, y a los años de casarse con el mafioso, tuvieron un varón. El varón que Smith tanto anhelaba.
Sara nunca quiso a ninguna de las hijas que Smith tenía, ya que eran un obstáculo para su hijo y su sobrino. Porque por más que fueran mujeres y que nunca fueran una opción para heredar todo, Sara era mujer y sabia que si crecian en ese lugar tarde o temprano terminarian siendo grandes potencias.
Por ello, no permitió el acercamiento de las niñas hacia su hijo. Es por eso que durante todo el embarazo, ambas niñas fueron enviadas lejos.
Mientras el mundo mafioso festejaba la llegada de aquel varón. Las hijas de la Agente se encontraban siendo llevadas a América, California por orden de Smith.
Cinco años tenían cuando fueron llevadas a América, donde se encontraban en una mansión en la que se producía la trata de blanca. Un lugar lleno de mujeres que eran preparadas desde pequeñas para ser prostituidas al cumplir la edad necesaria.
Las mujeres eran tratadas como esclavas sexuales.
Sin embargo, las hijas de Smith no estaban allí para ser tratadas como prostitutas. Ya era una vergüenza haber tenido dos hijas, así que no permitiría pasar vergüenza haciendo que se conviertan en prostitutas de La Sombra Negra. Estaban allí porque el mafioso no soportaba verlas, al crecer fue más difícil mantenerlas allí ya que solían llamar mucho la atención, habían heredado toda la belleza de su madre.
Es por eso que al crecer, no se les permitía casi salir de su habitación, la habitación era custodiada las veinticuatro horas del día, y no se les permitía salir casi nunca de allí, las criadas les llevaban de comer. No dejaban que nadie las vieras salvo las mujeres.
Eran cuidadas y tratadas mejor que otras mujeres allí. Asi que por eso se ganaban el odio de muchas mujeres del lugar. Además de que la belleza que ambas portaban, no era nada común.
Ambas niñas eran obligadas a escuchar los gritos de aquellas mujeres que eran torturada y asesinadas en aquel horrible lugar.
Conocían quien era su padre, y que su madre había sido una mujer muy bella a la que su padre había tratado como una basura. Conocían la historia de la Agente que había caído en las garras del francés.
La historia era algo que resonaba por toda Francia y otras partes del mundo.
En América aprendieron otro idioma y otras costumbres, nunca las dejaban salir de sus cuartos. Sin embargo ambas eran muy inteligentes, no había mucho que hacer en la habitación además de leer. Porque ni siquiera tenían permitido ver la televisión.
Adira y Samantha Smith, fueron las dos niñas que provenían de la que algún día había sido una de las mujeres más inteligentes de la ASPA y del hombre más despiadado del mundo criminal.
Fue la belleza y determinación de su madre lo que las llevó a caer en las garras de él, y fue la crueldad de su padre lo que las llevó a vivir atormentadas.
Esta es la historia de la hija que conoce el sufrimiento desde antes de nacer...
Y aunque tambien lleve la sangre de Smith, ella prefiere sólo ser una Kiervan
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Finalmente estoy de regreso con esta historia. Como ya dije, muchas cosas fueron cambiadas, pero fue por el bien de la trama.
Espero les guste y se sumen a leer esta historia llena de enfrentamientos entre mafias y fuerzas policiales
ASPA: Agencia Secreta Policial de América
Historia publicada el 20/3/24
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