Capítulo 46- Lo correcto

ATENCIÓN: No quiero que tomen esto como algo real. Es ficción, por lo cual cambiaré muchas cosas que en la vida real se resolverían de una manera diferente. No soy abogada, por lo cual no conozco de leyes y mucho menos sé cómo se resolvería un caso parecido en nuestra vida diaria. Repito: NO se tomen nada a pecho. Es ficción, no realismo. Es drama literario, no literal. 



David.


Flashback.

Esperé a que la señal de tráfico cambiara pero bufé cuando una chica se estrelló contra mi auto de forma torpe.

— ¡Fíjate por dónde vas! —me gritó sacándome el dedo del medio y yo fruncí el ceño por su descaro.

— ¡Estoy en el semáforo, fíjate por dónde vas tú...! —Dejé de regañarla cuando se quitó el cabello de la cara y me dejó ver bien su rostro — ¿Rebecca?

Bajé más el vidrio y le hice una seña para que se acercara, ella lo hizo caminando adolorida hasta mí.

— ¡David! Lo siento, en serio, es que estaba muy apurada y... —negué sonriendo un poco y la observé con preocupación. Se había pegado duro.

— ¿A dónde vas? ¿Te duele mucho? —señalé su pierna y ella negó sonriendo.

—Voy al trabajo, iba muy rápido porque llegaré tarde y ningún taxi quiere detenerse —miró hacia los lados fastidiada y yo le quité el seguro al auto sonriendo amable.

—Sube, yo te llevo.

—No te preocupes, puedo...

—Sube, no seas tonta —insistí y ella sonrió agradecida rodeando el impala.

— ¡Muchas gracias! Te debo el favor —negué y le pedí la dirección escuchando sus quejas del por qué iba a llegar tarde.

— ¿Y eso que trabajas de noche? —pregunté buscando un espacio decente para estacionar. No era el lugar más seguro de Los Ángeles.

—Trabajo como maquillista de las bailarinas, este es el Burlesque New, una vez que entras no dejas de venir —me guiñó un ojo y yo la seguí cuando me invitó a pasar. No tenía nada mejor que hacer así que acepté, tomaría una copa y me iría — ¡Te vas a enamorar del lugar! Todas las chicas son divinas, está Georgia, Penélope y La... ¡Oh, ya va a empezar el número! Me tengo que ir a camerinos, siéntete como en casa, pediré una copa de ¿whisky? Para ti —reí y asentí sentándome en una de las pocas mesas vacías. El lugar estaba bastante lleno y todos parecían estar ansiando el próximo espectáculo. Nunca había estado en un sitio así, ¿qué es lo que hacían aquí? Supongo que bailar, Rebecca dijo que había bailarinas.

Apoyé mi cabeza de una mano y seguí tomando mi segundo vaso de whisky. No me quería ir y dejar a Rebecca mal, pero ya estaba aburrido y no tenía a nadie para pasar el rato; excepto una de las camareras que no dejaba de pasar por mi mesa intentando buscarme conversación. Pero nada de eso, tenía prometida y estaba muy estable con ella.

Mi mano tembló y casi me voy de lado cuando los reflectores encendieron dejando ver a una figura femenina bastante imponente. La chica tenía una larga cabellera roja recogida en una coleta alta.

Sonreí cuando comenzó a cantar la primera estrofa de Lady Marmalade.

Miré a los lados sorprendido cuando todos comenzaron a moverse y cantar junto a ella. Algunos gritaban Penélope, por lo que supuse era el nombre de la bailarina. Era bastante linda, tenía un corsé negro con rojo (parecido al del vídeo) que destacaba todos sus atributos.

La segunda en salir y cantar la parte de Pink, fue una tal Georgia, (todos comenzaron a gritar como locos), la chica era una pelinegra bastante hermosa, se veía joven, pero su maquillaje la hacía parecer un poco mayor de lo que era. Rebecca hacía un gran trabajo, todas, (incluso la tercera en salir y cantar la parte de Lil' Kim en tono lento), se veía increíble.

Me apoyé de la silla esperando la parte de Christina Aguilera, la chica que iba a cantar tendría que tener una gran voz para llegar a las notas de esa mujer.

Observé a los lados sorprendido al notar a todos eufóricos, creo que estaban esperando tan ansiosos como yo, ya que algunos se habían levantado para gritar o saltar.

Reí y giré encontrándome con una cabellera negra de espaldas, nada que ver con Georgia, esta otra chica era de otro mundo. Me enderecé mejor tragando saliva y agudicé mejor mis oídos para escuchar a semejante diosa.

— ¡Es mi favorita! —una chica en la otra mesa dio palmaditas y yo parpadeé intentando volver a la realidad, pero no podía despegar la vista del cuerpo de esa mujer.

¿Quién era ella?

Sentí un escalofrío recorrerme cuando la chica se giró por completo dejando ver su hermoso rostro, en serio era bellísima.

—Hey, Hey, Hey! —la voz ronca y ligera llegó a hasta una nota aguda y yo tragué saliva intentado detallarla mejor. Joder... Era demasiado sexy.

Su cabello negro caía en ondas por su espalda. Sus ojos oscuros estaban centrados en un lugar específico del público y sus caderas se movían de un lado a otro hipnotizando a todos, ella tenía el poder y lo sabía.

Di un gran respiro al notar que sí, la chica tenía una increíble voz que hizo que todos se quedaran callados por un segundo y luego comenzaran a gritar como locos. Las demás chicas siguieron cantando junto a ella, tenían una coreografía y todo, pero yo solo había visto la de... La última, la que me gustó.

Todas me gustaron, pero ella me encantó... Digo, de forma profesional, era muy, muy buena.

—Están divinas, ¿verdad? —escuché una voz femenina a mi lado y asentí lentamente repasando el cuerpo de esa mujer. Tenía un bralette y una falda apretada de diamantes que brillaban bajo la luz de los reflectores, aunque algo me decía que eran imitación. Su figura se moldeaba a la perfección y aún no entendía como podía bailar tan bien con esos gigantescos tacones blancos. Era demasiado perfecta — ¿Te gustan? Son las más populares —ladeé la cabeza apartando la mirada de su gran trasero y me giré hacia Rebecca viéndola con impresión.

—Sí, son buenas —aclaré mi garganta y ella sonrió alzando las cejas divertida.

—Ya veo.

— ¿Cómo se llama la pelinegra? —aclaré mi garganta de nuevo intentando sonar casual y Rebecca tomó un sorbo de alguna bebida sonriendo pícara.

— ¿Georgia? —Negué y ella rió divertida detallando mi cara —Así que te gustó la más aclamada —fruncí el ceño y bufé —Se llama Lauren, Lauren Thomson.

Se llama Lauren...

—No me gusta, tengo novia —aclaré y ella rodó los ojos viendo al escenario, ya las chicas se habían ido.

—Como digas —la miré mal y ella rió.

No me gusta...

Me repetí removiéndome en mi cama. Miré hacia el techo recordando su voz, su cara y sus movimientos y todo mi cuerpo tembló cuando me desperté por segunda vez. Necesitaba sacarla de mi mente.

Tenía prometida, me iba a casar, amaba a Amelie... ¿Entonces por qué estaba pensando tanto en esa mujer? ¿Quién era ella? ¿Por qué aparecía tanto en mis sueños?

¿Qué me estaba pasando con Lauren Thomson?

Fin del Flashback.


Sonreí deslizando mis dedos por la mejilla de Ren. No lo podía creer. La misma mujer que me había hechizado esa noche ahora era mi esposa y la madre de mis hijos. Ren era la mujer que amaba, aún no entendía por qué era tan insegura. Su cara, su cuerpo, su personalidad, ella; era perfecta. ¿Cómo podía sentirse menos? ¿Cómo podía ponerse celosa de Amelie? Mi esposa era una diosa, mi diosa, y estaba locamente enamorado de ella.

— ¿Por qué me estás viendo dormida? —escuché su murmuro ronco y alejé mi mano de su cara avergonzado —Estás rojo, Davidcito, ¿en qué estabas pensando? —ella alzó las cejas pícara y yo sonreí rodando los ojos.

Estaba pensando que ya hemos hecho todo lo que soñé contigo y aún falta más.

—Nada —respondí conectando mis ojos con los suyos. A veces me impresionaba lo hermosos que eran sus ojos azules oscuros, cada vez que ella me veía sus pupilas se dilataban al máximo, eso la hacía verse más hermosa —Te amo, ¿sabes?

—Y yo a ti —ella acercó su cara a la mía y dejó un suave beso en mis labios antes de apoyar su cabeza en mi pecho —Demasiado —murmuró abrazándome y yo rodeé su cuerpo con mis brazos deslizando mis dedos por su espalda.

—Tal vez ya podemos hacer algo de eso —sonreí cuando su cuerpo se tensó y luego ella levantó su cabeza con una sonrisa radiante.

— ¡¿En serio?! —se sentó sobre mí apoyando sus manos en mi pecho y yo hice una mueca poniendo mis manos en su cadera.

—Sí, solo tenemos que encontrar un tiempo porque... —callé cuando el llanto de un bebé interrumpió la paz y al segundo otro se le unió —Tenemos tres tormentos en la casa —sonreí cuando unos nudillos tocaron la puerta y segundos después una cabellera negra se asomó por la puerta.

—Buenos días, papis, son las ocho y media de la mañana, ¿puedo salir ya? —Maya sonrió tímida y Ren y yo nos miramos a los ojos antes de reír asintiendo — ¡Gracias! Vuelvo en unas horas, Lena me dijo que iba a hacer ensalada de frutas para mí.

—Ve tú, estoy cansada —bufé y me di la vuelta dejando a mi esposa a un lado de la cama.

—Ya vuelvo —escuché la puerta principal cerrarse y saludé a Coco caminando hasta la habitación de mis hijos —Hola, peques —los cargué y caminé hasta mi habitación deteniéndome en la puerta para ver a Lauren; ya se había dormido —Amor... —la llamé sentándome a su lado.

—No quiero alimentar a los desagües —se quejó y luego destapó su cabeza de las cobija viendo a nuestros bebés con sueño —Si son antojosos.

—Amor, son unos bebés —reí y le pasé a Adrien meciendo a mi hija para que dejara de llorar. Aún no entendía cómo le hacía Ren para hacerlos callar, solo era cuestión de que los cargara, ella los tranquilizaba enseguida.

—Son muy antojosos —siguió refunfuñando y se sentó comenzando a amamantar a Adrien, el pequeño ya se había acurrucado en los brazos de su madre sujetando un mechón de su cabello, esa era otra maña que tenía.

—En poco tiempo comenzarás la universidad —comenté cuando terminó de alimentar a nuestra hija ya dormida. Acosté a los bebés en la cama boca abajo después de sacarle los gases y observé a Ren esperando que dijera algo.

—Sí, estoy muy nerviosa —ella se mordió el labio inferior y luego tocó mi rostro viéndome fijamente —Te amo mucho —sus ojos brillaron y yo fruncí un poco el ceño al notar algo raro, la conocía, sentía que se estaba despidiendo de mí.

— ¿Pasa algo, amor? —Ladeé la cabeza y ella suspiró negando — ¿Segura? Puedes confiar en mí, lo sabes —ella tragó con dificultad levantándose.

—Estoy bien, Dave, no es... —tomé su mano y la halé haciendo que cayera sentada sobre mí.

— ¿Qué tienes, Ren? —pregunté más serio y ella agachó la mirada deteniéndola en mi pecho.

—Muchas cosas... —dudó y yo jugué con sus dedos mirándola fijamente.

— ¿Qué cosas?

—Tengo que llamar a mi abuelo el mafioso, tenemos que enfrentar a los abogados de Amelie y... Quiero ver a Nick —terminó lo último viéndome con nervios y yo fruncí el ceño.

— ¿Qué? ¿Por qué? —las imágenes de ella en esa bañera vinieron a mi mente y volví a centrarme en Ren sin saber qué decir. No la entendía, ¿por qué quería ver a ese maldito?

—Quiero hablar con él, Dave, fueron seis años a su lado y... Quiero hablar con él sobre todo lo que me hizo, sobre todo lo que me dijo, sobre todo lo que intentó hacerme... Siento la necesidad de tener esta última conversación con él, sé que puedo ser tonta pero yo lo quiero ver. En algún momento de mi vida creí estar enamorada de él y quiero enmendar ese lado de mi vida, quiero superarlo definitivamente —aparté la cara y ella tomó mi rostro entre sus manos viéndome con súplica —Por favor, David, no te pongas así, necesito que me apoyes, ¿sí? No quiero que te sientas decepcionado de mí por hacer esto.

—No estoy decepcionado de ti, Ren —ella frunció el ceño extrañada y yo sonreí un poco —De hecho estoy orgulloso, muy orgulloso. Por esto y por lo de ayer.

— ¿Ayer? —me miró extrañada y yo asentí.

—Enfrentaste a Amelie, nunca lo habías hecho de esa manera. No estoy feliz por lo que pasó, estoy orgulloso de que te dieras tu puesto, estoy orgulloso de que respetaras a tu persona, de que no te dejaras humillar. Esa es mi chica —ella parpadeó repetidas veces y luego me abrazó con fuerza dándome otro largo beso.

—Pensé que te habías molestado —negué.

—No me molestó, solo que ayer estaba muy estresado y bueno, Amelie no se merecía todo eso —ella alzó una ceja y yo pasé una mano por mi cabello —Vale, sí lo merecía, pero no de esa manera. Ella es muy diferente a lo que aparenta, es una chica muy sensible —Ren rodó los ojos y se levantó cruzándose de brazos.

—Cásate con ella entonces —caminó molesta hasta el baño y yo reí siguiéndola. Luego decía que el celoso era yo.

—Amor, no te pongas así... —sujeté la puerta antes de que la cerrara y me apoyé en ella viéndola fijamente —Te amo a ti.

—Ajá —Ren siguió quitándose la camisa con molestia y yo tomé su brazo acercándola a mí.

—Te amo a ti —dejé un beso en sus labios y me giré acorralándola contra la puerta —Me encantas tú —dejé otro beso en su cuello y ella soltó un suspiro dejando caer su short de pijama —Me vuelves loco tú —toqué lentamente todo su cuerpo y ella apoyó sus manos en mis hombros viendo hacia la izquierda —Y estoy casado contigo porque el amor de mi vida eres tú —sus ojos se conectaron con los míos y ella no tardó ni dos segundos en sonreír tontamente viéndome con ojos los brillantes.

—Que forma de contentar tan buena, Davidcito.

...

Lauren.

—Hola, primo —saludé a Viktor con una sonrisa y él rodó los ojos abriendo la puerta del auto.

—Hola —contestó metiéndose al auto con una actitud floja — ¿Y Maya? El abuelo quiere hablar con las dos.

—Está en la casa de Lena, fue a pasar la tarde con los gemelos —mordí mi mejilla nerviosa y Viktor asintió encendiendo el auto —Tenemos que ir a buscarla.

—Vale.

Apoyé mi cara del cristal viendo los árboles pasar con rapidez. Aún no sabía qué pensar sobre todo esto, sobre mi pasado y sobre la reacción de Maya. No fue la mejor.

Mi hermanita se había mostrado tensa y distante respecto al asunto, no le convencía la idea de tener otra familia, no confiaba en nadie que no fuera nuestro entorno. David había intentado hablar con ella pero se negó. Desconfiaba plenamente de ellos.

— ¿Qué dijeron todos referente a nosotras? —me atreví a preguntar y Viktor redujo la marcha estacionando frente a la casa de mi suegra.

—Nada, todos están en shock —asentí lentamente y le envié un mensaje a Maya para que saliera. No quería ver a Lena porque ella me sacaría toda la información, esa mujer tenía poderes.

— ¿Y tu hermano? No me has dicho como se llama —lo observé con curiosidad y él resopló viendo al frente.

—Se llama Edmon Damien Ivanov —sonreí.

—Ay, nombre de chico guapo —Viktor rodó los ojos y se guardó una sonrisa. ¡Já! Le había sacado una sonrisa al Grinch.

—Hola, Nas —Maya sonrió y le lanzó una mirada seria a Viktor. Ambos tenían el mismo carácter, aunque mi hermanita era mucho menos amargada —Hola.

—Hola —Viktor respondió el saludo y encendió el auto cuando Maya cerró la puerta trasera.

Hora de enfrentar nuestro pasado.

...

—Habla —Viktor me insistió que caminara hasta la pantalla y yo tragué saliva muerta de nervios. Oh, mierda, ¿en serio haría esto?

—No la presiones, si no quiere hacerlo pues no lo hará. Él tardó trece años en buscarnos, puede esperar —Maya respondió cortante y yo le lancé una mirada de advertencia. Le había pedido amabilidad, ellos no tenían la culpa.

—Vale, tómate tu tiempo —nuestro primo alzó las manos y yo agaché la mirada recordando con detalle los rostros de mis padres. Sus voces, ya no recordaba mucho sus voces, pero mi imaginación siempre jugaba con ese recuerdo. La canción que mi madre nos cantaba a Maya y a mí para dormir, el cuento que siempre le pedía a mi padre que me leyera, las historias que mi madre me contaba mientras reparaba autos, las tareas que mi padre me ayudaba a hacer mientras él hacía su trabajo... Las risas, los abrazos, los besos, los mimos. Mis padres habían muerto y más nunca iban a volver, pero tal vez hablar con mi abuelo y con mi familia materna, desvaneciera algunas dudas sobre la muerte de ellos. No me los iban a devolver, pero sí me iban a recordar cosas que había olvidado.

— ¿Lista? —Le pregunté a Maya y ella alzó los hombros indiferente —Compórtate, por favor —le pedí tomando su mano con delicadeza.

—Vale —bufó y ambas caminamos hasta la gran pantalla plana. Para llegar a este lugar todo fue un misterio, pero creo que valía la espera.

—Silencio —la voz rotunda y ronca de un señor invadió el espacio y las voces que se oían en ese lado de la pantalla, callaron enseguida.

Habían tres mujeres, dos eran jóvenes, la otra era una señora como de cincuenta y tantos muy, muy hermosa; se parecía a mi madre...

—Mucho gusto, suponemos que no hablan nuestro idioma con fluidez —Maya y yo negamos y el señor de aspecto severo asintió lentamente entendiendo —Me alegra que decidieran hablar con nosotros.

—Yo no quería.

—Es un gusto —apreté la mano de Maya para que dejara de comportarse así y ella rodó los ojos apartando la mirada de la pantalla.

—Bueno, imaginé que reaccionarían así —el señor suspiró y yo sonreí forzada.

—Oh, oh, ¡yo quiero hablar! ¡Son bellísimas! Siempre lo dije, Alisa era muy bella para tener hijas feas —una rubia despampanante habló con total emoción y yo reí. Cuando Viktor me dijo que todos en esa familia eran serios no mentía, la única que estaba sonriendo era esa mujer y la señora que parecía ser mi abuela.

—Mamá —escuché el murmuro y observé con más atención al hombre en la pantalla. Se parecía muchísimo a Viktor, por lo que supuse era Edmon, mi otro primo. Era increíblemente guapo, al parecer en mi familia materna reina la belleza.

— ¿Qué? Es verdad —la mujer rodó los ojos y centré mi mirada en la que suponía, era la hermana de mi madre. No había hablado, se veía muy seria para ser tan joven, le calculaba unos treinta, no se veía tan mayor. Al lado de ella, un niño como de la edad de Maya, tal vez menor. Tenía el mismo cabello negro de la familia.

— ¿Alisa? —la señora abuela miró directamente a la pantalla y sentí mi corazón encogerse cuando todos la sujetaron sin previo aviso; había comenzado a llorar —Alisa, ¿eres tú? —la mujer volvió a preguntar viendo fijamente a Maya y mi hermanita dio unos pasos atrás apretando mi mano con fuerza.

—No, abuela, son Maya y Lauren, son tus nietas —Edmon puso sus manos en sus hombros y la mujer suspiró parpadeando confundida.

— ¿Mis nietas? ¿Tengo nietas? —algo en mi mente hizo clic. Tenía Alzheimer.

—Sí, abuela, son las hijas de tía Alisa —mi labio inferior tembló. Esto era demasiado para mí.

—Yo... Me quiero ir —apreté la mano de Maya con fuerza y respiré hondo alejándome de la pantalla. Ignoré las llamadas, las voces, todo.

Tenía una familia completamente real. Ellos existían, ellos estaban en algún lugar del mundo.

¿Por qué tuvieron que aparecer justo ahora?

...

—Amor —David se acostó a mi lado y dejó que me calmara en su pecho. Me había pasado toda la tarde llorando y Maya tampoco había querido salir de su habitación. Ambas estábamos en shock.

—L-los vi... Eran reales, Dave... Ellos son reales —lloré contra su pecho sin poder contenerme. Una cosa era decirlo y otra cosa presenciarlo — ¿Por qué aparecieron ahora y no antes? ¿Por qué nunca lucharon por encontrarnos? —Mi tormento acarició mi cabello y yo respiré agitada aferrándome a su cuerpo —Es injusto...

—Lo sé, amor, lo sé —murmuró contra mi cabello y respiré hondo cuando el cuerpo de una adolescente se coló en medio de nosotros abrazándome con fuerza.

—Necesito piojito —Maya murmuró contra mi pecho y reí en medio del llanto acariciando su cabello con suavidad.

—Ustedes son muy fuertes, las cosas pasan por algo, saldremos de esto juntos, estaré aquí para ustedes —David nos abrazó a ambas y nos consoló cuando comenzamos a llorar como dos niñas pequeñas —Sí, Coco, te puedes unir —los tres reímos cuando la pequeña perrita saltó a la cama acostándose sobre el vientre de Maya.

Y luego de una sesión de abrazos, piojitos y palabras de ánimo, mi pequeña hermanita se quedó dormida abrazada a David, con una pierna sobre mí. Maya dormía horrible.

—Ella lo superará, es muy orgullosa para aceptarlos tan rápido —sonreí y asentí cuando David arropó a Maya con cuidado de no despertarla. Al fin había terminado de llorar.

—Lo sé, aunque hubieras visto la cara de todos cuando aparecimos frente a la pantalla —David me miró con atención —Fue como si creyeran estar viendo fantasmas, supongo que sí, ellos pensaban que estábamos muertas —toqué la cara de mi esposo con lentitud rosando su leve capa de barba. Me encantaba como se veía, sexy, masculino, caliente.

—A veces siento que me violas con la mirada, Ren —reí intentando no despertar a Maya y ambos nos levantamos con dificultad.

—Mañana es la cita con los abogados —salí de la habitación seguida de mi tormento alias Davidcito y este asintió tomando mis manos entre las suyas.

— ¿Estás lista, amor? —entrecerré los ojos y suspiré asintiendo decidida.

—Sí, es hora de luchar por los que amo —sonreí y él me besó con fuerza acorralándome contra una pared del pasillo.

—Te amo, preciosa, en serio te amo —jadeé cuando deslizó sus manos por todo mi cuerpo y lo besé con más intensidad intentando transmitirle todo lo que sentía por él. Para que nunca se le olvidara cuanto lo amaba, a él y a mis hijos.

—Eres el amor de mi vida, David Crild, nunca dudes de nosotros —tomé su cara entre mis manos y lo observé con dolor en la mirada —Nunca dudes de mi amor, nunca dudes de mí —él frunció el ceño extrañado y yo lo abracé con fuerza intentando aferrarme a este momento. Era tan perfecto como él.

—No hagas eso —murmuró y me miró con seriedad —No te despidas de mí.

Es lo que menos quiero hacer, amor.

—No te preocupes —sonreí intentando eliminar las lágrimas y lo volví a abrazar pasando mis manos por su cuello.


Flashback.

—Viktor, ¿tú sabes de contratos? —Mi primo frunció el ceño y asintió terminando de comer su pedazo de pizza — ¿Te puedo mostrar este documento? Te daré los detalles si es necesario, pero necesito que me ayudes, ¿sí?

—Vale —él accedió y yo suspiré pasándole la copia del contrato que había sacado a escondidas de David. Necesitaba hacer esto sola.

—Hace unos meses firmé este contrato, en el que le otorgo mis bebés a Amelie Fave y a David... El contrato no tiene método de anulación, al menos no uno que yo conozca. Dice que cuando nazcan los bebés y cuando ya no me necesiten, me deberé alejar de ellos, si intento escapar o luchar por ellos, iré a tribunales, ¿qué sabes tú de esto? —esperé a que Viktor estudiara los papeles con detenimiento y tomé un sorbo de jugo viéndolo con ansiedad.

—Bueno, según lo que veo, hay dos opciones. La primera es que los autores de este contrato cancelen el mismo, y la otra es que te den la autorización de estar cerca de los bebés —negué lentamente y apoyé mi cabeza en mis manos.

—Eso es imposible, Amelie nunca cederá, ella hará todo lo posible por recuperar a David —respiré hondo y mordí mi labio con fuerza.

—Pero tú estás casada con él, es imposible que ella pueda volver, al menos que te amenace por medio del contrato...

— ¿De qué hablas?

—Es obvio, Nastia. Ella buscará la forma de alejarte de él, y si eso conlleva a utilizar el contrato, pues lo hará, te dará dos opciones, o tú te quedas con David y ella con los bebés, o tú te alejas de David para que él se quede con los bebés...

—... Y ahí atacará ella —terminé por él cubriendo mi boca con una mano.

Claro. Amelie me amenazaría con llevarse a mis hijos si no me alejaba de David. Pero si lo hacía, si me alejaba... Ellos tendrían la oportunidad de estar a salvo, estarían con su padre.

—Todavía falta la reunión con los abogados, creo que algo puede cambiar esto —me aferré a esa esperanza y mi primo ladeó la cabeza no muy convencido.

—Las leyes pueden protegerte, pero si no es así... —él levantó su camisa y me mostró su arma de seguridad —Déjaselo a mi hermano —negué. No iba a meter a la mafia en esto. Ese no era mi mundo y nunca lo sería.

Yo no era mafiosa.

—Amelie se quedará con mis bebés si no me alejo de Dave... Ella nunca me dará su autorización para estar cerca de ellos —mi labio inferior tembló y tragué el nudo en mi garganta intentando mantener la calma —Pero si me alejo de David, ella no tendrá ninguna excusa para llevárselos, porque ya no estaré yo.

— ¿Lo harás? —Viktor frunció el ceño extrañado, como si no se esperara eso.

—Por mis hijos soy capaz de cualquier cosa, Viktor. No dejaré que esa mujer y su padre toquen a mis bebés, jamás —mi primo me observó unos segundos sin decir nada y luego negó en desacuerdo.

—No puedes, mueres por David —él me siguió cuando me levanté caminando hasta la salida de la pizzería —Estás casada con él, ¿y Maya? Son una familia...

—Una familia que muy pronto será separara si yo no hago algo —sonreí con tristeza y él apartó la mirada.

—Al menos espera hasta la cita con los abogados, si no llegan a nada, pues te alejas de ellos —limpié mis lágrimas y asentí lentamente subiendo al auto.

Solo hasta la cita con los abogados.

Fin del flashback.


—Prométeme que no te irás —David me miró fijamente a los ojos y yo respiré hondo apartando la mirada. Él tenía tanto miedo como yo.

—Prometo hacer lo correcto por ustedes. 



...

BUENAS BUENAS.

¿Cómo estás mis hermosos lectores? 

Admito que con este capítulo me entraron ganas de llorar, pero no me paren, a veces se me sale lo Dania, digo, lo mariquita. 

¿Qué les pareció este cap?

¿Les gustó el recuerdo de David al conocer a nuestra querida Ren? 

La falda de Ren en ese show: 

Con mucho amor y un beso en la boca. 

-Nepasavoir. 























Puto el que lo lea. 

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