Capítulo 33 - Inseguridades
Capítulo dedicado a @Dollie7w7r <3
"Creo que mi pareja fav siempre será Daren, por alguna razón siento que es la pareja más madura y fuerte, porque bueno Dania realmente veía mucho las cosas y era muy inmadura en diferentes aspectos, y pues Venus y sthepen eran muy muy jóvenes, en cambio David ya es lo suficiente mayor como para pensar desde un punto de vista muy diferente al que lo vería Daniel. Mi punto es que está historia tiene una muy buena trama acordé a los personajes, y que quedó muy bien cada aspecto en ellos, las historias de dónde vienen e incluso lo que quieren, va muy bien con la trama, por eso es mi top en este arete Crild, claro todavía falta mucho más y todo podría cambiar (digo por la historia de Taylor) pero por ahora soy feliz leyendo y releyendo capítulos de EPE :3"
Lauren.
— ¡Bájate de esa mierda! —seguí golpeando el vidrio de la ventana para que el conductor de uno de los autos negros abriera la puerta. No me iba a acobardar más, que pasara lo que tuviera que pasar — ¡¿No me escuchas o qué?! ¡Bájate! —seguí chillando como niña chiquita y no pasaron ni cinco segundos cuando un hombre como de dos metros salió del auto acobardándome enseguida —. H-hola...
— ¿Qué quieres? —preguntó completamente serio y yo tragué saliva con dificultad. Ay, por Joaquín.
—Ehm... Tú... Y ese... Ese auto... Me estaban siguiendo, a mí y a mi hermana... —tartamudeé bajo la atenta mirada del tipo.
—Sí, ¿y?
—Q-que... Que... No lo hagas, ¿sí? —el hombre me mantuvo la mirada por unos segundos más y luego rodó los ojos sacando un cigarrillo de una pequeña caja.
—David Crild nos contrató, niña, somos tus guardaespaldas — ¿qué?
— ¿Qué? —fruncí el ceño confundida y observé el otro auto brevemente. ¿Eran guardaespaldas?
—No, Dave no me dijo nada —negué sin creerle mucho y el hombre simplemente le dio una calada al cigarrillo botando el humo hacia un lado.
—Pues, se supone que no debías darte cuenta —fruncí el ceño. Eran muy malos para ocultarse entonces.
—No te creo, pareces mafioso —el hombre de unos veinticuatro solo sonrió y pude ver unos dientes perfectamente blancos. Una estupenda sonrisa y un rostro atractivo.
—También dijo que dirías eso, por lo que estoy obligado a decirte la palabra clave: Joaquín —abrí mucho los ojos y di un paso atrás. ¡Por Joaquín! Era cierto.
— ¿Qué tal si lo secuestraste, eh? Por algo no contesta las llamadas —contraataqué y el chico simplemente rodó los ojos, parecía fastidiado.
—No contesta porque está en una reunión muy importante con sus socios. Si no me quieres creer, no lo hagas, pero te lo dejaré en claro, Lauren; Mikael cuidará de Maya, yo cuidaré de ti —entrecerré los ojos y me crucé de brazos. Era muy amargado y su acento ruso no ayudaba mucho.
—Bien, pero llamaré a David para confirmar esto. Si me intentas secuestrar, no dudaré en darte una patada de kung-fu —el chico sonrió divertido y yo fruncí el ceño. Había algo en él que... No lo sé, de alguna forma, sentía que lo conocía, se me hacía familiar.
—Bien.
...
David.
—Los documentos están firmados, solo falta su aprobación frente a todos —asentí lentamente y sonreí levantándome de la silla.
—Bien, gracias a los socios que hicieron esto posible, a todos ustedes, el tiempo invertido en este proyecto, gracias a nuestros asistentes por soportar el estrés compartido —todos rieron —. Gracias también a mis hermanos; Taylor, que en este momento no se encuentra aquí y Daniel, el mejor en su trabajo —todos levantamos las copas y brindamos por fin, sellando uno de los tratos más importantes del año. Cincuenta millones de dólares ahora estaban en manos de un nuevo proyecto de inversión.
—Un gusto hacer tratos con usted —varios socios estrecharon mi mano y yo sonreí acercándome a mi hermano menor. Daniel se encontraba igual de contento que yo mientras hablaba con un socio sobre futuros acuerdos.
—Felicitaciones, enano —reí poniendo una mano en su hombro aunque era mentira, Daniel y Taylor tenían la misma estatura que yo.
—Felicitaciones, idiota —ambos nos abrazamos y salimos para despejar un poco la oficina. Habíamos pasado horas en esa reunión discutiendo algunos detalles sobre el trato.
Gracias al cielo habíamos completado todo, fueron meses de trabajo invertido, meses en los que trabajé el doble porque el inteligente de mi hermano firmó un contrato que lo hizo irse del país por cuatro meses. Hubieran sido más, pero yo logré contactar al socio y le ofrecí una elevada suma de dinero a cambio la "libertad" de mi hermano. Ante todo, estaba la felicidad de ellos.
—Joder... —susurré cuando encendí el teléfono. Tenía al menos sesenta llamadas perdidas de Ren. Veinte mensajes en mayúscula. Diez audios de quince minutos. Una foto mostrándome lo molesta que estaba: se encontraba al lado de Viktor (el guardaespaldas que había contratado para ella) intentando verse lo más seria posible, aunque, siendo sinceros, se veía condenadamente sexy y tierna.
—Uy, ¿por qué tan nervioso? —Daniel rió sentándose en mi silla presidencial y yo rodé los ojos yéndome a un lugar más apartado. Lauren me iba a matar.
— ¿Hola...?
— ¡¿CONTRATASTE DOS GUARDAESPALDAS SIN COLSUTARME?!
—Sí, amor, pero...
— ¡¿POR QUÉ CARAJOS NO ME DIJISTE NADA?!
—Se supone que...
— ¡CASI MUERO INTENTANDO HUIR DE ELLOS! ¡¿SABES?! IBA CON DOS NIÑAS, DAVID CRILD, IBA CON DOS NIÑAS Y TU HIJO, ¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE SEAS TAN DESCONSIDERADO?! NO SABES EL SUSTO QUE PASÉ, EN TU VIDA ME VUELVAS A HACER ALGO ASÍ —esperé a que terminara de gritarme y me pasé una mano por el cabello. Demonios, me gustaba cuando me regañaba.
— ¿Ya conociste a Viktor? —pregunté como si nada y la línea quedó en silencio. Supongo que ella estaba calmando su respiración después de gritar dos minutos seguidos.
—Sí, es muy odioso —sonreí y asentí. Sabía que diría eso.
—Es bueno en su trabajo, Ren —caminé por el baño de mi oficina y suspiré acomodando mi camisa de vestir frente al espejo.
—Eso no le quita la cara de amargado —murmuró como niña pequeña —. Fui al centro comercial, compré algunas cosas para Coco, unos útiles que necesitaba Maya, me compré las cremas frías que recomendó el doctor, ¿sabes qué me faltó? —ladeé la cabeza —No, no, después te digo, ya entré a una tienda para comprarlo. Viktor no deja de pisarme los talones, ¡es un intenso!
—Pásamelo.
—Nunca dijiste que iba a ser tan insoportable —la voz gruesa de mi viejo amigo invadió la línea y reí apoyándome en una pared de la gran habitación.
—Le tomarás cariño, solo dale tiempo —callé cuando la voz de Ren se escuchó con más claridad, supongo que él había activado el alta voz.
— ¿Tú qué dices, Vik, morado, verde o negro? —fruncí el ceño sin entender de qué hablaban.
—Mentolado rojo, es más sexy — ¿en dónde estaban esos dos?
— ¿Tú dices? ¿Después no duele?
—No, para nada, relaja bastante...
—Uy, ya los has probado, ¿eh? Si quieres compro algunos más y comemos después.
¿De qué carajos hablaban?
—Pues sí, pero es cuestión del hombre también, no todos tenemos la misma resistencia.
—Es interesante, nunca lo había hecho.
— ¿En serio? Tienes cara de que lo haces muy bien.
—Oigan, sigo aquí, ¿saben? —exclamé para nada contento con su charla. ¿Estaba celoso? Demasiado. Yo no solía ser tan celoso, ¿qué me estaba haciendo Lauren?
—Oh, lo siento, Davidcito, pensé que Viktor ya te había colgado —fruncí el ceño por el tono nervioso de Ren —. Hablábamos de... De otra cosa, no es nada...
—Déjalo, Lauren, le explicas en persona —habló mi supuesto amigo con su acento ruso y respiré hondo intentando calmarme.
—Bien, pues... Te amo, Dave... Digo... Gracias, adiós.
¿Me tenía que preocupar?
...
—Dios, vine lo más rápido que pude, ¿todo bien, peque? —intenté sonar lo menos angustiado posible y la falta de respuesta me hizo inquietarme más —. Maya, ¿qué pasó?
Me vine al instituto de Maya cuando su llamada extraña interrumpió el silencio de mi oficina. Ella se encontraba llorando y me dijo que fuera al instituto a buscarla, que no podía salir del baño y que llegara lo más pronto posible.
No dudé ni un segundo en venir aquí.
—Peque... ¿Qué tienes? —fruncí el ceño y seguí el ruido de los sollozos. El instituto estaba desierto, todos los adolescentes se habían ido hace al menos dos horas, Maya era la única que se encontraba aquí.
—E-es que... David, hay sangre en mis bragas —abrí mucho los ojos y tragué con dificultad. ¿Qué...? —. Manché un poco mi falda, William se burló de mí con sus amigos, tuve que salir corriendo y no puedo salir, hay mucha sangre —parpadeé repetidas veces sin saber qué hacer. William era el hijo de la directora, vivía molestando a Maya, se notaba que estaba loco por ella.
—Maya, ¿tú...?
—No, David, no me he desarrollado. Al menos, antes no... Tengo miedo de que me pase algo malo, ¿y si es algo malo? No sé cómo voy a salir de aquí —apreté mis labios. No sabía qué decir.
—Tranquilízate, ¿sí? Primero te tenemos que sacar de aquí —lo pensé dos segundos y me levanté enseguida pidiéndole a Mikael (el guardaespaldas de Maya) que fuera a comprar urgentemente un paquete de toallas sanitarias.
— ¿David? —la vocecita de Maya interrumpió el silencio y caminé rápidamente hasta quedar frente a la puerta de su cubículo —. No me dejes sola, ¿sí?
—No lo haré, peque, tranquila —me quité la chaqueta y se la pasé por la parte de arriba de la puerta —. Tienes que salir de ahí, Mikael te comprará algunas cosas, pero necesito que salgas de ahí.
—Si me muevo un centímetro me desangro —sonreí y negué, Maya me recordaba mucho a Venus.
—Pues ambos corremos.
— ¡Por los dioses eslavos, pitufo mayor! ¡Para, para! —Maya chilló con cara de tragedia cuando tomé su mano para comenzar a correr a mi auto, necesitábamos llegar allá antes de que ella se arrepintiera de seguir.
— ¡Llegamos! —le abrí la puerta de copiloto y corrí hasta mi puerta de conductor encendiendo el auto con prisa.
—Oh, mierda, creo que soy una fuente de sangre —Maya intentó sentarse de lado sin éxito, se le notaba bastante incómoda —. Esto es muy vergonzoso.
—Tranquila, peque, a mi hermana Venus le ocurrió algo parecido —conté la tragedia de mi hermana y Maya me miró curiosa intentando dejar de lado el hecho de que se estaba "desangrando".
— ¿Cómo?
—Pues, se desarrolló a los quince. Tuvo la suerte de que sus amigos la defendieran de las burlas de sus compañeros de clase. Cuando Daniel, Taylor y yo fuimos a su rescate, ella se encontraba llorando en el baño. Daniel y yo duramos una hora frente a la estantería de la tienda decidiendo qué toalla era la más cómoda mientras Taylor y sus amigos intentaban animarla en el baño de su instituto, fue un día muy extraño —sonreí recordando y miré a Maya brevemente dándome cuenta que sus ojos estaban llenos de lágrimas. Parecía preocupada por algo — ¿Qué tienes, Maya?
Pasaron varios minutos en los que la menor no me dijo nada. Ambos estábamos buscando un lugar en donde ella pudiera correr a ponerse la toalla, Mikael le había comprado un paquete de cada marca.
—Es que... David, no se lo digas a nadie, ¿sí? Ni a Lau... —fruncí el ceño y asentí preocupado. ¿Por qué tanto misterio? —Perdí mi virginidad y... Y no sé si hice algo mal o no sé... Tengo miedo de que por eso sea que estoy sangrando —tragué grueso y quedé en completo silencio.
"Perdí mi virginidad".
"Tengo miedo de que por eso sea que estoy sangrando".
"No se lo digas a nadie".
¿Qué carajos? ¿Maya perdió su virginidad? ¡Es una niña! ¡Es muy pequeña!
¡Es mi hija!
—Maya, ¿qué...? —giré un poco sin saber qué decir y noté la cara encogida de ella, parecía bastante apenada por su confesión.
—Es que... No lo sé, no hicimos nada malo, fue muy seguro, en serio... Pero fue nuestra primera vez y tengo miedo, David, ¿y si me hice daño? —apreté mi mandíbula y seguí conduciendo.
Analizando. Maya ayer había ido a clases normal, luego, fuimos a comer un helado, la golpearon, cenó y todo normal... ¿Con quién perdió su virginidad? ¿Por qué parecía tan apenada? ¿Por qué carajos no me di cuenta de que tenía novio?
—Tranquila, tranquila —intenté aligerar tensión. Mi hija, mi pequeña, acababa de perder la virginidad. Necesitaba un momento para calmarme.
—Creo que ese es mi guardaespaldas —Maya suspiró triste y se bajó rápidamente cuando estacioné frente a un pequeño local. No tardó mucho en correr adentro con el paquete de toallas escondido entre sus brazos.
— ¿Todo bien? —le pregunté al hombre y este me hizo una señal positiva. Mikael era mudo, pero tenía la capacidad de hacer que todo el mundo se sintiera entendido por él, te escuchaba, analizaba y daba respuestas a través de palmadas o señas.
—Ya —Maya pasó por nuestro lado cabizbaja después de unos minutos y yo la seguí subiendo junto a ella al auto. Mikael iba en el suyo propio.
—Hey, todo está bien, ¿sí? Todo estará bien —encendí el auto y arranqué con la mirada fija en la carretera —. Estoy seguro de que todo es coincidencia. A ver, ¿Cuánto llevas con ese chico? ¿Estudia en el instituto? ¿Cuándo fue que perdiste tu virginidad?
—Pues... David, es que... —la observé un minuto y ella suspiró removiéndose nerviosa en su asiento —. Sabes quién es...
—Oh, ¿lo conozco? —Ella ladeó la cabeza y luego de un segundo asintió tímidamente — ¿Cómo se llama?
—No es lo que crees...
— ¿A qué te refieres? ¿No estudia contigo? —fruncí el ceño y ella negó lentamente.
—No, no estudia conmigo.
—Bien, ¿es mayor que tú? Porque si es mayor que tú juro que lo buscaré y...
—No, David, no es mayor que yo...
—Bien, entiendo, ¿cómo se llama?
—Es que no sé...
—Bien, lo conozco pero no estudia contigo, no es mayor que tú... ¿Quién es, Maya? —miré a la adolescente sin entender y ella suspiró viendo al frente. Estaban pasando un grupo de chicos, mujeres y hombres, todos parecían reír de algo mientras cruzaban la calle con rapidez, estaban en su mundo.
—No es nada de lo que crees, pitufo mayor —fruncí el ceño por su respuesta, ¿ahora de qué hablaba?
—No entiendo, Maya, ¿es algo malo?
—No, bueno, no lo sé, es que... —sus ojos se llenaron de lágrimas y fruncí el ceño poniendo una mano sobre su hombro. Odiaba verla llorar —No quiero que te sientas decepcionado de mí... Sé que ahora mismo lo estás...
— ¿Qué? No, no, peque... No estoy decepcionado de ti, eres una gran chica, ¿por qué lo estaría? Eres inteligente, talentosa, esto no te hace ni más ni menos, es algo tuyo que quisiste experimentar, no te hace mala, te hace humana... —aminoré la marcha para tener una mejor conversación, no quería tener un accidente de tránsito por ir dando consejos.
—Es que... No... No es solo eso, pitufo mayor... Yo... No quiero que ustedes se sientan decepcionados de mí, tú y Lau... Solo quiero ser normal... —sus sollozos me hicieron detener el auto y estacioné con lentitud al lado de la carretera. No podía dejarla así, necesitaba saber lo que le estaba pasando.
—Sea lo que sea, me lo puedes decir, pequeña. Soy tu papá adoptivo, ¿lo recuerdas? Soy el novio de tu hermana, puedes confiar en mí, dime, ¿qué tienes? ¿Qué está pasando?
—David... —Maya me abrazó con fuerza llorando en mi pecho y no dudé mucho en corresponder su abrazo, se notaba que tenía miedo, pero ¿de qué? ¿Qué le provocaba tanta inseguridad?
—Confía en mí, pequeña, no te juzgaré sea lo que sea —tomé su cara entre mis manos y sequé sus lágrimas con mis pulgares. No quería verla así, ella no merecía sufrir. Ni ella ni Ren.
—No fue con un chico, David... —fruncí el ceño y ella lloró un poco más escondiendo su cara entre sus manos —Mi virginidad... No la perdí con un chico...
— ¿Qué? ¿Entonces...?
—No me gustan los chicos, David. Nunca me han gustado. Me parecen lindos, algunos son agradables, pero nunca me han gustado, ellos son como amigos... Solo me gustan las chicas... Soy lesbiana, me gustan las mujeres —abrí mucho los ojos y parpadeé incrédulo —Y... Perdí mi virginidad con una chica.
...
F por Thomas.
F por los lectores que tenían esa ilusión.
¿Cual es tu #teoríaMaya?
No sé ustedes, pero yo quiero que Maya sea mi novia.
Con mucho amor y un beso en la boca.
-Nepasavoir.
Puto el que lo lea.
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