Capítulo 22- La cita 1/2
David.
—No puedo creer que estén drogadas —cerré la puerta de mi camioneta con fuerza y le hice una seña a Oliver para que me siguiera con la camioneta de Daniel.
—Yo tampoco —Dania rió y miró a Daniel con una sonrisa embobada — ¿Por qué eres tan hermoso? —le preguntó comenzando a besarlo y yo rodé los ojos poniendo en marcha el vehículo.
Antes de que el doctor se fuera, Sthepen le pidió revisar a una de las chicas a ver si sabía qué demonios tenían y, efectivamente, estaban drogadas. La cosa es que no sabía cómo o por qué, pero tenía mis sospechas.
El humo que salía en la pista de baile.
Miré hacia mi costado cuando sentí unas piernas acomodarse sobre mi regazo y alcé una ceja al ver a Ren recostada en la ventana del asiento del copiloto. Estaba viendo hacia la carretera, como tenía la ventana abierta hasta la mitad, su cabello se movía libremente. Seguro estaba perdida en sus pensamientos.
—Ponte el cinturón —le hablé y ella me miró de nuevo unos segundos antes de tomar el cinturón para abrocharlo con fastidio. Con su posición suponía que era más incómodo, pero no la iba a dejar estar así.
—Yo también quiero una baticogida —rió y yo desvié mi mirada a la carretera sin prestarle mucha atención —. ¿Sabes? Le diré a Bryan, tal vez él sí me la dé —me giré de golpe cuando habló y sus ojos azules se conectaron unos segundos con los míos antes de sonreír.
—No —murmuré molesto sin poder contenerme y ella me miró con seriedad antes de volver a sonreír achicando sus ojos.
— ¿No?
—No.
— ¿Por qué no? —alzó una ceja y yo aparté la mirada sin saber qué decir. Tenía que enfocarme en conducir, estaba distrayéndome mucho.
—Joli, cálmate... —Daniel intentó bajar a su prometida de su regazo pero ella comenzó a besarlo de manera bastante posesiva. Joder, si seguían así, terminarían teniendo sexo en mi camioneta con público incluido.
—Esto es porno en vivo —Axel los miró a los dos desde el otro lado y Rebecca le dio una cachetada leve para que apartara la mirada —. Auch, ¿qué?
—Es su intimidad, no seas pervertido —Axel rió y dejó besos en toda su cara haciendo que riera tontamente —. Déjame, fastidioso —chilló.
— ¿Qué pasó con Tay? Se desapareció —Ren volvió a hablar después de un rato y me fijé con sorpresa que estaba acariciando su vientre distraídamente, como si ya estuviera acostumbrada a hacerlo.
—Yo tampoco lo sé, con tal no se haya drogado allá también, todo bien.
—Creo que se fue con Geor, ella muere por él y seguro que cuando lo vio le saltó encima —reí y la miré, conociendo a mi hermano, podía ser cierto. Taylor era muy mujeriego al igual que Daniel. Bueno, Daniel ahora era todo lo contrario.
— ¿Georgia, tu compañera de trabajo? —Ren asintió riendo levemente.
—Sí, tiene una foto de él en el camerino, siempre que se va a presentar le da un beso de la buena suerte, está loca —alcé las cejas y asentí; lo estaba. Además, era asqueroso imaginarme a mi hermano menor siendo "deseado". Todavía no me acostumbraba a eso.
—Bien, con tal no me deje sobrinos regados, él puede hacer lo que quiera.
...
—Ayuda... —Oliver pidió jadeante y todos reímos viendo como sufría cargando a una Sofía dormida.
— ¿Por qué carajos no la despiertas? —Venus rió bufando y Oliver la miró como si estuviera loca.
— ¿Sabes lo que pasaría si la despierto ahora mismo? Me mata, nos mata a todos, me lanza por las escaleras, nos lanza por las escaleras a todos —reímos y seguimos subiendo entre conversaciones sin sentido.
Los chicos habían decidido subir las escaleras conmigo y con Ren para hacernos compañía, bueno, Axel y Rebecca no, ellos habían utilizado el ascensor y todos sabíamos para qué.
—Ayúdenme, por favor —pidió Oliver de nuevo y Daniel rodó los ojos cargando con Sofía, la cual se notaba bastante pesada.
—Solo tiene cinco meses de embarazo, son unos exagerados —las chicas rieron y entrelacé mis dedos con los de Ren al ver que estaba comenzando a subir más lento, como si se estuviera cansando más. Supongo que sí, ella también estaba embarazada.
—La bebé Halsey, ¿eh? —Dania tocó a Oliver con su codo en modo de broma y él sonrió mirando al suelo, al parecer le emocionaba bastante el tema.
— ¿Ya les dijo? Casi me muero —él miró a Sofía con una sonrisa y luego puso una mano en su vientre —. Mi primera pequeña.
—Voy a vomitar arcoíris —Lauren sonrió y tocó su hombro en modo alegre —. Felicitaciones.
—Wells, tu turno —Daniel pasó a Sofía a los brazos de Sthepen y todos reímos subiendo más lento, cargar a una embarazada dormida jodía mucho.
—Tu turno, David —me pasaron a Sofía y suspiré soltando la mano de Ren, esta sería una subida bastante larga.
...
—Llegamos —Lauren brincó un poco e introdujo la contraseña adelantando su paso.
—Por fin, paz... —o no.
— ¡Mamá! —Noah corrió torpemente hasta Venus llorando y detrás de él vinieron Kendall y Harry buscando consuelo.
Dael también se encontraba llorando, solo que en los brazos de una desesperada Maya que estaba intentando quitar toda la harina de la camisa de Simón Bazan, el mejor amigo de Taylor.
— ¡Amor! —Dania corrió hasta Maya y cargó a Dael intentando calmarlo, él se encontraba llorando a todo pulmón, también tenía harina en el pecho, solo tenía pañal y estaba sin ropa.
—Ya, bebé, cálmate —Venus movió de lado a lado a Noah y Sthepen cargó a Kendall intentando consolarlo.
—Tranquilo, campeón, estamos aquí —Oliver dejó a Sofía sobre el sofá y cargó a Harry sentándose a un lado de ella.
—Hey, nosotros también —Rebecca llegó un poco agitada y todos miramos mal a la pareja mientras Axel le agradecía a Oliver.
—Fue horrible, pitufo mayor, no pienso tener hijos jamás —Maya me abrazó y yo toqué un poco su cabello viendo con atención a Simón cuando comenzó a hablar.
— ¿Y a mí quién me consuela? También estoy mal —hizo un puchero y se acercó a Lauren abrazándola con fuerza.
—Bien, ya, basta de consuelo —lo separé de Ren y todos me miraron raro haciéndome aclarar mi garganta —. ¿Quiénes se van y quienes se quedan? Hay una habitación extra de invitados —Oliver alzó una mano y yo asentí haciendo que él se levantara para cargar a Sofía hasta la habitación.
— ¿Me llevo al bebé o lo dejo con ustedes? —Axel caminó detrás de Oliver con Harry dormido en sus brazos y el moreno lo miró un segundo encogiéndose de hombros.
—Déjalo con nosotros, igual ya está dormido.
—Yo sí me voy, hermanito —Venus dejó un beso en mi mejilla y yo sonreí dejando un beso en su frente.
—Cuida a mi hermana, Wells —lo miré serio y él sonrió un poco nervioso. Él sabía que aún no olvidaba la escena del club.
—Nosotros nos vamos, Dael ya se calmó —Daniel cargó las cosas que había traído y Dania acomodó mejor a su bebé despidiéndose de mí.
— ¿Y Sarah y Taylor? ¿Desaparecieron? —Simón frunció el ceño confundido y todos reímos. Mejores amigos tenían que ser.
—Ya, nos vemos luego, cuídate, cuñadita, un gusto —mi cara enrojeció y la de Lauren igual cuando Daniel dejó un beso en su mejilla divertido.
—A-adiós —Ren tartamudeó y luego de eso cerramos la puerta despidiéndonos de todos al fin.
— ¿Estás muy cansada? —le pregunté recorriéndola lentamente con la mirada cuando comenzó a subir las escaleras primero que yo. Ella no lo notaba, pero aún seguía viéndose condenadamente hermosa a pesar de haber estado drogándose sin saberlo, bailando, bebiendo y haciendo locuras.
—Realmente, sí. Sé que me comporté muy mal, lo siento, es que bebí tres shots, comencé a bailar y todo se nubló... —escuché la puerta de la habitación de Maya cerrarse y seguí a Lauren cuando entró a su habitación, quería hablar un poco más con ella.
—Mañana vamos al doctor para que te chequee —no pregunté, aclaré. Ella rodó los ojos y luego asintió pasando una de sus manos por su cara.
— ¿Bryan?
—No —realmente estaba pensando en cambiar de doctor, nada personal, solo que no me gustaba para nada que la encargada de mi hijo estuviera saliendo con el doctor mientras se besaba conmigo. Vale, sí era personal —Otro, se llama Steven, es muy bueno.
—Bryan también es muy bueno... —la besé cuando volvió a hablar de él y sentí sus manos tensarse a los lados de su cuerpo —. David, tú también bebiste y seguro el alcohol te está afectan... —la volví a besar deslizando mis manos por toda su espalda descubierta. Me encantaba como le quedaba ese vestido.
—No hables más de él, no soporto que hables de él —volví a besarla y ella jadeó tocando mi hombros y cuello.
—Tú tienes un límite, David, yo no. Si pasas de esto, yo no me detendré —su voz ronca me hizo detenerme y la miré unos segundos fijamente antes de asentir; ella tenía toda la razón.
Yo siempre sabía cuando y como parar. Lauren no, Lauren se dejaba llevar siempre y nunca me decía que no, yo siempre la dominaba a ella y ambos lo sabíamos.
—Yo, no... —pasé mis manos por mi cabello y me di la vuelta con intención de salir de su habitación; esto no estaba bien.
— ¿Me ayudas a quitarme el vestido? —su voz tímida me hizo detenerme y miré al suelo unos segundos sin saber qué decir.
—Creo que... —intenté negarme pero ella me interrumpió caminando hasta mí lentamente.
—Vamos, solo es un vestido —dijo como si nada y yo boté el aire. Pero es tu vestido, eres tú; eso no es cualquier cosa y lo sabes.
—Ren, yo...
—Por favor, Dave —pidió y relamí mis labios viendo fijamente su cuerpo en aquel vestido negro, no se notaba su embarazo en absoluto.
—Bien —accedí y ella se giró dejando que aflojara las cintas plateadas que ajustaban el vestido, realmente era un vestido bastante sexy. No, la dueña era realmente sexy.
—Gracias, tormento —murmuró antes de girarse y estampar sus labios con los míos en un beso nada inocente.
Deslicé mis manos por su espalda descubierta y tragué con dificultad al notar que ella me estaba dando el permiso para hacer lo que quisiera. Todo lo que quisiera.
Bajé mis manos hasta su trasero y la hice saltar enrollando sus piernas en mi cintura con mucha facilidad.
Nuestros labios se separaron y se volvieron a unir creando un ritmo adictivo y delicioso, moría por besarla así hasta que ya no pudiera más.
—David... —su voz se ahogó en un gemido cuando mis labios tocaron la piel de su cuello solo un poco, sin siquiera bajar hasta su pecho, no me atrevía.
La dejé caer en la cama y ella me ayudó a quitarme la chaqueta con algo de torpeza y rapidez. Estaba ansioso y nervioso a la vez.
Puse mis manos en su cadera y le di la vuelta dejándola acostada sobre mí. Ella solo sonrió dando besos repetidos en mis labios una y otra vez, como si estuviera deseando que no fuese un sueño en verdad.
—Ren... —murmuré cuando comenzó a desabotonar mi camisa. Mi pulso estaba a mil y deseaba muchísimo esto; con ella estaba sintiendo más que con cualquier otra mujer... Más que con mi prometida —. Ren, espera —intenté pararla pero se me hizo difícil al sentir sus manos recorrer mi torso... Era demasiado difícil —. Lauren, espera —tomé sus manos para que dejara de hacer eso y me giré de nuevo quedando sobre ella; estaba demasiado confundido. Esto no estaba bien.
— ¿Qué pasa? —preguntó un poco perdida y acaricié su rostro un poco. Ella no se merecía esto. Ella no se merecía esto y me sentía como la peor mierda porque sabía que esto era mi culpa. Mi culpa por ilusionarla. Mi culpa por confundirla. Mi culpa por desearla. Mi culpa por dejarme llevar.
—Es mi culpa, lo siento, pero esto no está bien —me levanté un poco y sentí un apretón de culpabilidad en mi pecho cuando su mirada se apagó —. Lo siento, Ren, no podemos hacer esto, lo siento...
—Vete, David —pidió y sentí mi pecho contraerse por lo mal que me hicieron sentir esas dos palabras.
—Ren, lo siento, en serio yo...
—Vete —volvió a pedir e intenté tocarla para que me mirara, ella me estaba esquivando la mirada.
—Lauren...
— ¡Que te vayas, joder! ¡¿No era lo que querías?! ¡Vete ya entonces! Déjame sola, vete —sus manos apretaron con fuerza las sábanas alrededor de su cuerpo y atajé la chaqueta cuando me la arrojó con fuerza —. Vete, por favor —pidió a punto de llorar.
—Lo siento... —mi voz se cortó cuando la puerta se trancó con fuerza justo delante de mi cara.
...
Una semana después.
Lauren.
—Eso es, Lauren, con fuerza —Tiffany me motivó y le di tres puños al saco de boxeo jadeando por mis músculos tensos —. Para, descanso —detuve mi golpe y apoyé mis nudillos en el saco intentando calmar mi respiración.
— ¿Voy bien? —pregunté tomando un poco de agua y ella asintió sentándose en el suelo acolchado, al igual que yo.
—Te ves un poco menos mediocre —sonreí y tomé un gran sorbo de agua. Viniendo de Tiffany, era un halago.
—Vaya, gracias —sequé el sudor de mi cara con una toalla y ella simplemente se concentró en su teléfono respondiendo varios mensajes.
Estos días no había pasado gran cosa, no después de esa noche.
Cuando digo "gran cosa", me refiero a David y a mí. Ya no pasaba nada, ni siquiera nos mirábamos.
David solo me hablaba para preguntarme sobre el bebé o cosas triviales como "¿qué hiciste hoy?" a lo que yo le respondía, "comer, dormir, entrenar, valer verga" y él me respondía "vale".
Yo no planeé esto. Realmente la noche en la que lo eché de mi habitación solo pretendía estar molesta con él un día, ¡estaba drogada, joder! ¿Quién piensa bien estando drogado? Exacto, nadie. Pero David no lo vio de esa manera, él se lo tomó muy en serio. Supongo que pensó que yo no le quería hablar más y no estaba en mi mente andar detrás de él; por el bien de mi salud mental, lo correcto era mantenerlo lo más alejado de mí posible.
Aunque hubiera sido más sensato aplicar eso antes de besarlo. Antes de estar a punto de hacer el amor con él, corrección, tener sexo, porque era obvio que con él nada era sobre amor. Él no me amaba.
Y yo tampoco.
Pero igual estaba muy triste porque ya me había acostumbrado a hablar con él día y noche de cualquier estupidez. Ya me había acostumbrado a las tardes de películas. Ya me había acostumbrado a las bromas de Maya sobre nosotros y, oh, hablando de mi pequeña hermana, obvio había notado el extraño cambio y nos había preguntado cientos de veces lo que había pasado. Entendía a Maya, ella también se estaba acostumbrando a nuestros momentos y ahora que ya no los teníamos, la casa se sentía bastante apagada.
Y sola. Porque la única que hablaba con ambos era ella, y algunas veces se cansaba de insistir.
—Creo que será mejor que te vayas a casa, tengo un asunto que atender —Tiffany habló provocando que volviera a la realidad y yo la miré unos segundos perdida antes de asentir.
—Oh, vale —me levanté acomodando mi camisa, creo que hoy estaba más enérgica que nunca.
—Ahí estás, perra —levanté la mirada cuando la pelirroja sonrió de lado y me giré abriendo mucho los ojos al ver una cabellera castaña muy conocida.
— ¿Dania? —pregunté sin entender cuando la chica se acercó a nosotras mirando con una sonrisa retadora a Tiffany.
—Hola, Ariel —saludó a mi profesora de boxeo.
—Hola, Dora —ambas sonrieron y se dieron un beso en la mejilla.
— ¡Lau! ¿Entrenas aquí? —Dania me miró confundida y yo sonreí.
—Yo la entreno, ya sabes, defensa personal —Dania asintió y me miró fijamente unos segundos antes de entrecerrar los ojos.
—Lástima que no estoy dando clases, me hubiera gustado enseñarte —abrí los ojos sorprendida y la miré sin entender.
— ¿Tú boxeas? —ambas chicas rieron y luego de un momento, Dania me guiñó un ojo cambiándose para subir al ring de boxeo junto a Tiffany.
—Tú solo observa.
...
Se dieron hasta con el tobo.
Pensé entrando al pent-house. Aún no salían de mi mente las imágenes de esas mujeres casi matándose. Se dieron durísimo, ambas eran tremendas boxeadoras, ¿cómo es que yo no sabía ese lado de Dania? Tan tranquila que se ve.
Me quité el bolso y lo puse al lado del sofá encendiendo mi teléfono para ver lo que contenía. Mensajes de Venus, de Georgia, de... Bryan.
Sonreí sentándome en el sofá y abrí el contacto. Bryan no me había hablado estos días y no sabía por qué, ahora que veía un mensaje de él, me sentía un poco emocionada.
El doctorcito guapo, 13:22 pm.
¿Quieres salir hoy?
Chillé cubriendo mi cara con un cojín y después de calmar mi respiración, aclaré mi garganta dispuesta a responderle un mensaje que no se viera tan desesperado ni tan seco.
Mitad y mitad.
Lauren, 14:12 pm.
¿A dónde?
Respondí bien, ¿verdad? Me tengo que hacer la desinteresada.
Calma, Lauren, no seas tan desesperada.
El doctorcito guapo, 14:14 pm.
Cena, tú y yo, restaurante algo lujoso, ¿te parece? :)
Reí y mordí mi labio inferior recordando su beso, me gustó bastante su beso.
Lauren, 14:15 pm.
Uhm, ¿solo tú y yo? Me suena a cita romántica.
El doctorcito guapo, 14:15 pm.
Porque lo es, Ren.
Mi sonrisa se borró al ver el diminutivo que utilizó. Justo ese. Justo el que David usaba.
Maldita sea.
Dejé el teléfono en mi regazo y pasé mis manos por mi cara intentando calmarme. Solo es un apodo, Lauren. No seas tan exagerada...
Pero es el apodo de Dave, no es cualquier cosa.
Así me llama David. Solo él.
Lauren, 14:20 pm.
Con una condición.
El doctorcito guapo, 14:21 pm.
¿Cuál?
Respiré hondo y tragué con dificultad tecleando con lentitud.
Lauren, 14:22 pm.
No me vuelvas a decir Ren.
Dejé el teléfono a un lado y me levanté sorprendiéndome al darme cuenta de la presencia de David.
—Hola —balbuceé y él simplemente tragó con lentitud el agua que tenía en su vaso.
—Hola —lo miré unos segundos fijamente antes de tomar mi teléfono y mi bolso para marcharme a mi habitación.
—Hey, espera —me detuve cuando me llamó y luego de eso sus pasos fueron los más lentos del mundo (en mi mente) antes de que llegara a mí.
— ¿Qué? —pregunté un poco a la defensiva sintiéndome así, que debía estar lo más indiferente posible.
— ¿Cómo te fue en el entrenamiento hoy? —mi cuerpo botó el aire como un globo desinflado. Eso. Solo era para preguntar eso.
—Bien, lo mismo de siempre, ah, y Dania volvió mierda a mi entrenadora —me giré para irme pero todo mi cuerpo se tensó cuando los dedos de David sujetaron mi brazo evitando que me marchara.
—Yo... Eh... Lo siento —él me soltó enseguida cuando me giré frunciendo el ceño —. ¿Cómo que la volvió mierda? ¿Dania tuvo pelea?
—Sí, fue a modo amistoso, pero parecía odio —lo miré con recelo y él me detalló unos segundos más antes de apartar la mirada como si le afectara mi presencia.
¿Tanto se arrepentía de esa noche? Auch.
—Vale, yo me iré a duchar y... Bueno, nos vemos, David —me intenté girar pero él me volvió a detener haciendo que rodara los ojos por su intensidad —. ¿Qué?
—Es que... No sé, ¿cómo está Maya? —alcé una ceja sin entender. Él vio a Maya esta mañana al igual que yo. Él fue el que la dejó en el instituto, ¿estaba intentando buscarme conversación?
—Bien, ya está grande —asentí y él me miró unos segundos más antes de clavar su mirada en el suelo —. ¿Estás bien?
No me pude contener, necesitaba preguntarle algo también. Me estaba preocupando su actitud.
— ¿Yo? Sí, claro, estoy bien, yo... —lo miré fijamente cuando comenzó a hablar y luego de un momento sonreí al ver lo rojas que estaban sus orejas. Realmente se encontraba muy nervioso.
—No te ves bien —confesé sincera detallando sus ojeras y el hecho de que a pesar de que todos estos días nos hubiésemos estado ignorando, no había podido evitar notar que él casi no salía de su estudio de trabajo; se la pasaba encerrando ahí.
— ¿No? Realmente, tú tampoco —él señaló mis muy evidentes ojeras y yo tragué con dificultad apartando la mirada. Sí, no había podido dormir bien estos días, ¿y qué? Eso no significaba que fuera por estar peleada con él.
No era por él.
O tal vez sí...
—Sí, tu hijo no me deja descansar bien —y eso tampoco era mentira. Los vómitos y malestares eran mí día a día, sumando las pesadillas y la fiebre que, por suerte, nadie había presenciado.
—Pero son síntomas normales, ¿no? —frunció el ceño preocupado y yo asentí sonriendo un poco. Realmente lo extrañaba.
—Sí —suspiré mirándolo fijamente. Tenía muchas ganas de besarlo, digo, de abrazarlo.
—Bien.
—Bien —ambos sonreímos un poco y luego de unos segundos ladeamos la cabeza para volver a la realidad. Yo comenzando a subir las escaleras y él perdiéndose en su estudio de trabajo.
...
Terminé de subir el cierre de mi vestido y me miré al espejo sonriendo satisfecha con el resultado. Un vestido azul oscuro resaltaba el color de mi piel blanca. Mis uñas estaban pintadas de un rojo pasión al igual que mis labios. Mis ojos tenían un delineado casi perfecto por todas esas prácticas con Georgia y Rebecca y una sombra casi plateada cubría mis párpados.
Me veía preciosa.
Tomé el bolso de mano y me sonreí al espejo antes de tomar una gran respiración para comenzar a bajar las escaleras. Mi vestido me llegaba hasta la mitad de las piernas, era ajustado pero podía respirar bien. Unos tacones plateados bajos acompañaban mi outfit y me hacían sentirme un poco más alta y segura. Al menos con ellos no me iba a cansar tanto.
El moretón en mi pierna seguía notándose, pero cubrí con maquillaje la zona lastimada al igual que el día en el club, nadie lo había notado y decidí repetir la técnica.
Oh, y hablando del club, al final mis sospechas fueron ciertas. Georgia y Taylor estuvieron juntos. Al día siguiente mi mejor amiga me llamó casi gritando contándome absolutamente todo lo que pasó esa noche. Sí, con detalles incluidos. Según lo que había entendido, Taylor y ella casi parten la cama del hotel. Él le rompió las bragas a ella y ella dejó muchos rasguños en su espalda como si fuera una fiera. Aún me daba risa recordar su cara cuando me dijo que le costaba sentarse y caminar, que había sido una de las mejores noches de su vida y que si antes estaba loca por ese Crild, ahora estaba obsesionada.
Fue realmente raro imaginarme a Taylor en ese estado... Digo, lo veía como un hermano, era raro. Y con mi mejor amiga aún más.
Pero en fin, Taylor era un mujeriego y yo entendía que mi amiga también amara el sexo.
Terminé de bajar las escaleras con cuidado y me sorprendí al encontrarme con la mirada de mi hermanita y mi tormento, quienes se encontraban hablando sentados en el borde del sofá.
— ¿Buenas noches? —sonreí un poco nerviosa y ellos fruncieron el ceño poniéndose de pie.
— ¿A dónde vas? —preguntaron ambos al mismo tiempo y alcé una ceja. ¿Ahora se comunicaban telepáticamente o qué?
—Pues... Tendré una cita —dije como si nada yendo a la cocina por un vaso de agua. Estaba sedienta.
Suspiré y caminé de nuevo a la sala frunciendo el ceño, ¿por qué ahora parecían mejores amigos? ¿Hermano y hermana? ¿Padre... E hija?
— ¿Con quién? —Maya preguntó esta vez y yo suspiré avisándole a Bryan por mensaje que ya estaba lista.
—Solo me gusta un chico, Maya, solo con él saldré —sonreí forzada y conecté mis ojos con los de David desviándolos de inmediato.
— ¿Quién, el doctor? —preguntó alzando una ceja y yo sonreí de nuevo asintiendo.
—Exacto —la apunté y ella rodó los ojos cruzándose de brazos.
— ¿Por qué no te quedas con nosotros? Veremos una película animada.
—Quiero salir con él, Maya, tal vez haya acción —le guiñé un ojo y sentí la mirada pesada de David posarse en mí de inmediato. Mala vibra... Tal vez... ¿Celos?
¿David celoso?
—Iugh, no quiero saber eso —Maya hizo una mueca de desagrado y yo reí caminando hasta la puerta.
—Entonces no preguntes, hermanita —iba a cerrar la puerta cuando un cuerpo se detuvo a mi lado en un abrir y cerrar de ojos.
—Yo te acompaño —David me miró serio y yo lo miré sin entender.
— ¿Qué...?
—Hasta la puerta del edificio, yo te acompaño —insistió y boté el aire. Por un momento pensé que se refería a que me acompañaría a la cita.
—Ehm, pero Maya se quedará so...
—Ay, no importa, vayan hasta donde quieran —mi hermanita sonrió desde el sofá y yo le lancé una mirada asesina. Traidora.
—Vamos —suspiré y esperé a que él cerrara la puerta para comenzar a bajar las escaleras en silencio.
Ninguno se atrevía a decir palabra. El momento realmente era muy incómodo.
—Estoy nerviosa —confesé después de unos minutos y David me miró un segundo antes de asentir con una pequeña sonrisa.
—Todo saldrá bien —suspiré y me agarré con fuerza de su brazo cuando tropecé con un escalón.
—L-lo siento, Davidcito —puse una mano en mi pecho para calmar mi corazón acelerado y él puso una mano en mi cintura deteniendo su paso. Realmente vi mi vida pasar por delante de mis ojos.
—Cálmate, Ren —apoyé mi mentón en su hombro cuando todo mi cuerpo tembló como una gelatina y él me rodeó con sus brazos sin pensarlo mucho.
—Extrañaba que me dijeras Ren —murmuré y luego de unos segundos nos separamos viéndonos fijamente a los ojos.
—Yo extrañaba que me dijeras Davidcito —él sonrió y yo reí un poco separándome.
—Ya, creo que ya, Bryan debe estar esperándome —le di un leve apretón de manos y él entrelazó nuestros dedos provocando que mi piel se erizara.
Bajamos las escaleras con algo más de rapidez hasta que a mí se me ocurrió decir la estupidez más estúpida del mundo.
—Tal vez hoy Bryan me dé una baticogida —David se detuvo de golpe y su mano entrelazada con la mía me hizo detenerme a mí también como si fuera una muñequita de trapo.
— ¿Qué? —preguntó el mayor de los Crild y yo tragué con dificultad al notar sus ojos más oscuros de lo normal.
—N-nada, que...
—Tú no vas a tener nada con él —habló serio y fruncí el ceño. Él no era nadie para decirme o no lo que yo podía hacer.
—Creo que eso lo decido yo —hablé seria y él se acercó a mí provocando que mi pobre corazoncito latiera como loco.
—Pues decídelo tú, pero de igual forma, no tendrás nada con él —David sonrió sin nada de gracia y yo tragué con dificultad al ver bastante confianza en su voz.
— ¿Qué te hace sentirte tan seguro?
—Pues... —su rostro se acercó de manera peligrosa al mío y mis piernas temblaron como cuerdas de guitarra al ser tocadas. Por Joaquín, él tiene toda la razón.
—Pues... Pues... Déjame —lo separé de un empujón y puse una mano en mi pecho para calmar mi respiración. Era obvio que eso lo estaba haciendo para molestarme.
Terminamos de bajar las escaleras y me despedí del portero sonriéndole.
—Creo que me puedes dejar seguir sola —miré a David y él me miró a mí como queriéndome decir algo.
— ¿Dónde está Bryan? —preguntó y entrecerré los ojos buscando la doctor con la mirada.
—Oh, es él —y viene en auto. Me dije cuando el doctorcito estacionó a unos veinte metros de la entrada.
—Vale, cuídate —David me miró detenidamente y yo suspiré asintiendo.
—Lo haré —puse una mano en mi vientre —. Al bebé no le pasará nada.
—No hablo solo del bebé, Ren, hablo de ti —él me miró serio y luego suspiró —. Cuídate mucho.
—Bien.
—Y llámame si pasa cualquier cosa, estaré pendiente del teléfono.
—Bien.
—...Me avisas si te sientes mal y no tomes nada de alcohol.
—Bien.
—... Envíame un mensaje apenas llegues al sitio.
—Bien.
—... No te acuestes con Bryan, no te acuestes con nadie —fruncí el ceño y él suspiró —. En serio.
—Ya me voy, yo... —me giré pero él tomó mi brazo y me volvió a voltear provocando que mi cuerpo chocara con el suyo.
—Te quiero —murmuró y suspiré mucho más nerviosa que antes. No me acostumbraba a esa muestra de afecto.
—También te quiero —lo miré fijamente y luego de unos segundos nos separamos.
Yo caminando hacia mi cita y él caminando hacia las escaleras.
...
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