Capítulo 15- No me conoces
Este capítulo es uno de los más largos que he hecho, así que no quiero quejas, ni un "actualiza, porfaa" cuando saben perfectamente que actualizo los fines de semana.
Con amor<3
Lauren.
— ¡Pero no es como crees! —intenté replicar pero él no me hizo caso y se levantó aún molesto.
— ¡Me dijiste que no tenías familia, joder! ¡¿Cómo me pudiste ocultar algo así?! ¡Tienes una hermana en un orfanato! —su cara se tornó roja y mi labio inferior tembló; era la primera vez que se lo confesaba a alguien abiertamente, así, sin mentiras.
Y era algo también difícil de afrontar para mí.
—David, es que...
—No, Lauren, te di demasiado tiempo, ¿en qué más me has mentido? ¿Tienes otro nombre o qué? —él se estaba pasando de dramático, pero tenía razón en cierta parte.
—David, espera —me preocupé cuando comenzó a caminar a la puerta de salida pero él no se detuvo, simplemente me ignoró — ¡David! ¡Ay! —me acosté otra vez cuando el dolor en mi culo aumentó.
Ay, por Joaquín, dolía como la mierda.
— ¿A dónde vas? —pregunté antes de que saliera y él se detuvo unos segundos repirando con pausa.
—Le prometí a esa niña que estaría contigo mañana.
Eso fue lo único que respondió, luego de eso, cerró la puerta dejándome con el remolino de pensamientos y emociones que me embargaron como tan solo pronunciar cuatro palabras.
Maya es mi hermana.
...
Unos brazos me rodearon y sentí un calor en mi hombro izquierdo, no le di mucha importancia, solo sonreí porque se sentía realmente bien, me estaban abrazando.
Suspiré y acomodé mi cara en la almohada mientras evitaba mover mi trasero y pierna izquierda que aún dolían mucho; al igual que mi codo derecho.
Expulsé el aire y volví a caer en el pesado sueño mientras escuchaba una voz femenina hablar desde la distancia, como si estuvieran hablando conmigo o con alguien más.
Estaba demasiado cansada para pensar o siquiera abrir los ojos.
Estaba agotada.
— ¿David? —murmuré la pregunta y el cuerpo de la otra persona dejó de vibrar, dejó de hablar.
Solo sentí silencio, lo demás no era muy claro, creo que me habían dado calmantes o algo, me sentía verdaderamente relajada, adormilada.
—No, pendeja, soy yo —la voz de una chica interrumpió la paz y sonreí un poco; desde los más recónditos pasillos del infierno caliente, aquí estaba mi mejor y más loca amiga. Georgia Bullock.
— ¿Cómo supiste que estaba aquí? —me costó pronunciar cada palabra pero no fue imposible.
—Tengo mis contactos, amorcito, ¿cómo estás? Me dijeron que tienes más golpes que un saco de papa, ¿todo bien? —reí un poco y gruñí al no poder siquiera abrir los ojos, estaba demasiado cansada.
—No, me duele hasta el cabello —relamí mis labios y sentí una caricia en el codo derecho, justo donde me dolía.
—Tienes una venda, amor —asentí lentamente y todo volvió a quedar en silencio —. Bueno, duerme un poco más, estaré aquí lo que pueda, como tú no me visitas tengo que buscar a la señorita alquila vientres.
—Nadie te llamó, perra —respondí ante su ofensa y escuché su risa.
—Sé que me extrañaste —murmuró y sonreí un poco.
Sí, la había extrañado bastante.
...
David.
— Vaya, no esperaba esta... Visita —la madre superiora me sonrió amable y yo igual mientras entraba a su oficina viendo alrededor, la decoración era algo... ¿Antigua? No fea, antigua.
—Sí, la verdad es que fue algo inesperado para ambos pero no podía esperar más, necesitaba hablar con usted sobre una de las chicas que... Viven aquí —ella asintió comenzando a sospechar de quién se trataba y yo relamí mis labios sentándome frente a su escritorio cuando ella me indicó.
—Ya veo, ¿quiere hablar de Maya Thomson, no? —asentí y ella suspiró tragando lentamente, como si estuviera a punto de hacer algo difícil o complicado.
—Ella es la hermana de Lauren Thomson, ¿no es así? —la señora asintió y yo suspiré aún sin creer que Lauren me hubiera mentido con eso. Con un problema de esa magnitud.
—Así es, ambas llegaron hace algunos años, fueron registradas como hermanas y ninguna quizo ser adoptada, al menos Maya no, Lauren nunca lo permitió —fruncí el ceño y aclaré mi garganta. Lauren era huérfana...
— ¿Cuándo... Cuando llegaron ellas aquí? —la mire con atención y la madre superiora simplemente apretó sus labios y entrelazó sus dedos sobre el escritorio.
—La historia de ambas chicas es algo complicada. Por temas de confidencialidad me temo que no puedo dar muchos detalles sobre ninguna, pero lo que pasó y lo que sé de ellas, es algo muy grave —boté el aire lentamente y volví a acomodar mi corbata, me sentía sofocado.
—Supongo que fue algo traumático para ambas, ¿no? Al saber lo que sé de ellas... —la madre desvió un segundo su mirada al escritorio y luego tragó lentamente saliva —. Quisiera que me permitiera la custodia de Maya, claro que a nombre de Lauren, pero en este momento ella se encuentras en el hospital —la madre superiora apoyó su mentón en sus manos hechas puño y luego me miró atentamente intentando aparentar calma.
— ¿Es usted pariente cercano de Lauren? ¿A caso es su... —la miré a los ojos y luego desvié la mirada sintiéndome un poco nervioso.
—Ehm, no. Digamos que tengo una relación particular con ella, nada de romance, solo... Legal, creo —fruncí el ceño ligeramente y ella asintió levemente.
— ¿Pero entonces simplemente es una ayuda personal? —asentí y ella se acomodó en la silla — ¿Qué desea conseguir haciendo este acto tan... Bondadoso? —me acomodé en la silla y relamí mis labios.
—No espero conseguir nada, realmente. Pero Lauren es especial para mí y si noto que ella necesita de algo o alguien que la haga sentir completa, desde luego que intentaré satisfacerla, lo laboral no es solo para que me sirva y ya, ella no es una empleada, ella mas bien me está ayudando con algo muy... Importante, ahora quiero ayudarla a ella —la madre superiora me miró unos segundos asombrada y luego asintió lentamente, como entendiendo.
— ¿También le importa satisfacer a Maya? Es decir, ¿otorgarle los cuidados necesarios que una adolescente de dieciséis años requiere? —la pregunta me hizo dudar un poco pero luego recuperé la compostura viendo su ceja alzada en forma analítica.
—Sí, me importa —dejé mis dudas de lado y luego aclaré mis ideas.
Si Lauren necesitaba de su hermana para estar tranquila, yo la iba a ayudar. Eso era lo que me estaba ocultando, ¿no? Pues ya no quería que hubieran más secretos, al menos no de esa magnitud. Si ella necesitaba de Maya yo la ayudaría al igual que ella me estaba ayudando a mí. Lauren me necesitaba igual o más que yo a ella, aunque no, nos necesitábamos por igual, ella tenía a mi hijo, yo tenía a su hermana. Maya y Lauren estarían juntas, costara lo que costara.
—Bien, pues vayamos a hablar con la señorita Thomson. Ahora mismo deben estar desayunando las niñas, es el último día que estarán aquí —la cara de la madre cambió completamente y un semblante de tristeza la embargó por un momento, como si decir eso la hubiera herido.
— ¿Por qué es el último día? —pregunté confundido y ella sonrió intentando aliviar un poco el malestar que se le notaba.
—Hace tres semanas hubo un incendio que acabó con casi toda la mitad del edificio. Se quemaron creo que cuarenta y tres literas y dos baños, por suerte no hubo ninguna niña herida, pero quedamos sin espacio suficiente para atenderlas a todas —fruncí el ceño y luego asentí lentamente viendo todo, la verdad es que la mitad del edificio sí se veía más oscura que la otra, pero el incendio había sido más grave de lo que pensé.
— ¿Y por qué tardaron tanto para trasladarlas? —la pregunta salió de mí antes de asimilarla y la madre simplemente se encogió de hombros.
—En la primera semana intentamos recuperar las cosas que quedaron, algunas pudimos reutilizarlas, otras quedaron inservibles. Pensamos que podríamos convivir si cuatro niñas dormían en una sola litera, pero después nos dimos cuenta que se les complicaba mucho, al menos a las adolescentes, que en su mayoría, son las que viven aquí. Casi todas las chicas se levantaban adoloridas e incómodas, decían que no descansaban bien y que usar los baños se les dificultaba más todavía, simplemente fue imposible... Por eso contactamos con varios orfanatos católicos y bueno, las niñas sin habitación se irán de aquí —asentí lentamente, debía ser fuerte para ella.
— ¿Y por qué no les pidieron ayuda al Estado o a la iglesia? ¿A caso no tienen a nadie que se preocupe por ustedes? —la madre sonrió irónica y luego negó.
—La única ayuda que tenemos, hijo mío, es la de Dios. Después de ver que ninguna niña sufrió daños, la poca atención que recibimos se esfumó. No vino nadie cuando llamamos, ni siquiera las campañas que ayudan a los niños a salir de las calles, quedamos en manos del señor y espero que estas niñas encuentren un buen futuro con todo lo que se les avecina —miré al suelo y luego a los alrededores.
El pasillo era largo y silencioso, pero no de esos pasillos que dan miedo, no. De hecho, se pensaría que es un hospital antiguo. Las luces salen por cada habitación y con el viento entra un aire de melancolía que te hace pensar que todas las personas aquí hablan en susurro. No hay siquiera un papel tirado en el suelo, todo está muy limpio y ordenado, tanto, que estoy seguro de que si me acuesto en el suelo, no me queda ni una pelusa en el traje.
— Le duele, ¿no? Tener que separarse de ellas —la miré un segundo y la madre sonrió asintiendo, las arrugas en su rostro me daban a entender que era de sonreír poco pero muy sinceramente.
—Sí, realmente sí. Estas niñas son muy especiales para mí, incluso Lauren y todas las que ya se fueron. Cada una ha sido una lucecita en la pared de vidrio, y espero paz, salud, bienestar y amor para cada una de ellas —sonreí un poco y asentí lentamente, era fuerte hablar un tema tan delicado con una desconocida.
Iba a responder algo pero entonces una idea vino a mi mente cuando ambos pasamos al comedor y vimos a todas las niñas desayunando tranquilamente.
Algunas estaban calladas disfrutando creo que de su avena. Otras estaban hablando en voz baja mientras comían. Otras reían bajo mientras tomaban un poco de jugo y otras, bueno, en realidad, a parte de todas las demás niñas, habían dos que reían escandalosamente comiendo y hablando si parar. Una era Maya, la otra era la copia de Maya pero con cabello un poco rojizo y ojos verdes.
Ambas eran las ovejas negras de este lugar.
—Señoritas... Señoritas —la madre superiora comenzó a llamarlas a todas y esperé a que las niñas callaran poco a poco para hacer notar mi presencia; creo que era el único hombre aquí aparte de algunos bebés en el área donde habían mojan jóvenes dándoles de comer —. Antes que nada, buen provecho a todas.
—Gracias, madre Carla —todas las niñas respondieron al mismo tiempo y unos ojos azules oscuro conectaron con los míos enseguida, mirándome con asombro y confusión.
— Bueno, buen día, pequeñas... —la madre las miró a todas con algo de tristeza y nostalgia y luego aclaró su garganta buscando con la mirada a la hermana de Ren —. Maya Thomson, señorita, ven con nosotros —la ojiazul abrazó con fuerza a la chica de ojos verdes y luego ambas se miraron por última vez mientras ella se levantaba y caminaba hasta nosotros con nerviosismo.
— ¿Qué onda? —Maya llegó hasta mí con una sonrisa de labios apretados y sonreí detallándola un poco más. Tenía la misma mirada de Ren, los mismos ojos, el mismo cabello, no eran completamente iguales pero sí, se notaba que eran hermanas, ¿cómo no me di cuenta?
—Todo bien —asentí y ambos seguimos a la madre por todo el pasillo hasta su oficina.
— ¿Cómo supiste que estaba aquí? —Maya me miró por fin y yo relamí mis labios suspirando lentamente.
—Ren me lo dijo todo ayer —confesé y la chica se detuvo un segundo de golpe mirándome con asombro.
— ¿T-te lo dijo? ¿T-te habló sobre mí? —tartamudeó un poco y asentí extrañado, ¿qué tenía de raro?
—Sí, ¿por qué? —alcé una ceja y ella simplemente negó mientras jugaba con sus dedos nerviosamente.
—Nunca había conocido a un novio de Lauren frente a frente—murmuró y la miré con atención —. Mucho menos pensé que... Que se embarazaría de alguien tan rápido —sus ojos me evaluaron fijamente por unos segundos y luego aclaró su garganta incómoda — . Porque es tuyo, ¿no? —asentí de inmediato —. Debes ser especial, supongo... Gracias por eso —le iba a responder pero entonces la madre Carla se giró y nos miró con una sonrisa mientras se apartaba para dejarnos pasar de primero.
— ¿A qué te refieres con que nunca habías conocido a un... —la madre Carla se sentó frente a nosotros y callé acomodándome frente al escritorio.
...
— ¿Q-qué? —Maya me miró de nuevo a mi luego de que la superiora terminara de hablar y yo sonreí un poco incómodo — ¿M-me adoptarás? —que ella lo dijera sonaba algo... Extraño, pero sí, técnicamente la iba a adoptar.
—Sé que no nos conocemos mucho pero quiero que entiendas que eres muy importante para Ren, y si para ella eres importante para mi igual... —no pude seguir hablando porque los brazos de Maya me rodearon con fuerza haciendo que me quedara paralizado unos segundos.
—D-David, pensé que me habían llamado para trasladarme, oh Dios, pensé que Lauren te había enviado para despedirme, Dios, maldito susto —la madre superiora se aclaró la garganta por la palabrota de la chica y ella simplemente rodó los ojos separándose de mí.
Sus ojos estaban llenos de lágrimas.
—Gracias, David, gracias —sonreí un poco y miré a la madre, quien tenía los ojos húmedos por la escena — ¿Vio, madre Carla? Acaban de adoptar a su huérfana favorita —la pelinegra rió y yo rodé los ojos, se parecía demasiado a su hermana.
—Sí, me alegro por ti —la madre Carla respiró hondo y Maya poco a poco perdió el semblante divertido para apoyarse en uno más nostálgico.
—Ya no tendrá que preocuparse por mis bromas pesadas —rió un poco y la madre sonrió.
—Sí, si se va Stephany quedo libre de las ovejas negras —los ojos de ambas se llenaron de lágrimas y acomodé el cuello de mi camisa intentando pasar el momento; era incómodo.
— ¿Me puedo despedir de Teffy? —Maya me miró unos segundos y yo asentí haciendo que corriera hasta la puerta y saliera en busca de la que supongo era su mejor amiga.
— ¿A cuantas niñas van a trasladar? —pregunté sacando mi teléfono para anotaciones y la madre Carla suspiró lentamente.
—Ochenta y seis niñas, nos quedaremos con ochenta más —abrí mucho los ojos; eran demasiadas.
— ¿Cómo es que hay tantas niñas...? —abrí y cerré la boca, ¿en qué momento el abandono incrementó tanto? ¿Por qué habían tantos niños sin familia, sin un hogar? Joder, no me explicaba cuanta mierda debía existir en la mente de las personas para exigir más un embarazo no deseado que las vidas que en serio sí valían la pena. La de los niños que estaban entre nosotros.
—Me temo que es algo que está fuera de nuestras manos... —asentí lentamente y luego de analizar en mi mente lo que equivaldría un edificio como este, llegué a la conclusión de que podía comprar tres sin ningún problema.
Tragué saliva y saqué mi chequera mientras llamaba a uno de los inversionistas y a un analista para que me ayudaran con la tarea que estaba organizando en mi mente. Dejé en manos de Spencer- mi asistente y mano derecha -todo el trabajo de conseguir un lugar o al menos unos trabajadores que repararan todos los daños del incendio y encargué sesenta y tres literas más repuestos que era lo que suponía necesitaban más que todo.
En todo ese tiempo la madre salió a atender a las otras niñas sin siquiera sospechar lo que yo estaba haciendo. Dejé un momento las responsabilidades de la empresa Crild y me encargué de averiguar por el celular cuanto invertiría en este lugar, no me importaba el dinero, pero quería la mayor comodidad para ellas, era algo que las niñas y los bebés necesitaban.
—Sí, señor, equivaldría a un millón de dólares más el pago de los trabajadores... —asentí lentamente y anoté todo mientras me despedía del otro hombre en la línea, creo que ya estaba solucionado.
—Muy bien... —murmuré terminando de anotar todo. Dejé la chequera de un lado y me levanté por fin.
Este orfanato seguiría en pie con todas sus niñas.
...
Lauren.
— ¡No quiero! —chillé como una niña pequeña y la enfermera rodó los ojos mientras intentaba no reír por mi cara de sufrimiento.
—Señorita, la gelatina de fresa le aseguro que es la mejor —miré con desconfianza ese moco rojo y Georgia rodó los ojos quitándoselo a la pobre mujer que solo estaba haciendo su trabajo.
—Lauren, no seas caprichosa, si te lo están dando es por algo, ahora come esa mierda o te la meteré por la nariz —alcé una ceja y mi amiga me retó con la mirada.
—Vale, está bien —miré a la enfermera y solté un largo suspiro —. Lo siento —me disculpé con la mujer, nadie sabía mejor que yo lo irritante que era, a veces era muy infantil.
—Tranquila, no eres la primera ni serás la última —la mujer rió y se fue mientras yo tomaba el envase en donde estaba la "gelatina de fresa".
—Ya estaba acostumbrada a la comida de Davidcito —murmuré y le di el primer bocado a la cosa blanda.
No sabía tan mal.
—Mhmm, no sabe mal —le di otro bocado y luego repetí la acción aún más rápido —. Está rica, le hace falta algo de... —comí más —Azúcar, pero está buena —Georgia se rió de mí y negó.
—Te lo dije.
...
— ¡Ahhh, estoy tan feliz! —abracé con cuidado a Maya y ella rió mientras se acostaba conmigo en la camilla intentando no lastimarme.
Maya había llegado hace una hora cuando David la trajo, Georgia se había ido antes de que ella llegara y, a pesar de que Maya parecía estar contenta, pude notar algo extraño en David, no me parecía el mismo, era extraño, y eso me tenía nerviosa.
— ¿Por qué sigues aquí si el doctor dijo que no había sido nada grave? —Maya habló y yo suspiré apoyando mi cara de su hombro; tenía mucho tiempo sin dormir al lado de ella.
—David insistió en hacerme unos exámenes de cuerpo completo de nuevo, quería verificar que no tuviera ninguna fractura, ya sabes como es... —rodé los ojos y Maya frunció un poco el ceño.
—No, no sé como es, Lauren —su voz cambió a una más seria y tragué lentamente — ¿Cómo se te ocurre ocultarme que estás embarazada, ah? ¿Y si pierdes a ese bebé? ¿Y si algo te hubiera pasado? ¿Por qué no me dijiste que habías encontrado novio? ¿Por qué...?
—Stop, Yelena. Primero que nada, ¿quién te dijo que David es mi novio? —la miré con una ceja alzada y ella me miró sin entender —. Estoy embarazada de él, sí, pero David y yo no tenemos nada... Solo somos socios... Sí, socios. David... Él está comprometido —relamí mis labios y Maya fruncí el ceño confundida.
—Pero está enamorado de ti —la miré atentamente y ella bufó —. Por favor, si me hubieras dicho que están a punto de casarse te creo, David está enamorado de ti, solo tienes que mirarlo —reí y negué, mi hermana y su mentalidad de adolescente.
—No, tonta. Él ama a su prometida. Amelie es bellísima y ambos están muy estables —suspiré y Maya frunció el ceño —. Lo nuestro fue mas bien un encargo.
— ¿Encargo?
—Sí, fue algo como... No lo sé, no me explico. Yo necesitaba de él y él de mí, así que decidí... Dar mi vientre para tener a su hijo —Maya frunció el ceño aún confundida.
—¿Tendrás un hijo con él? —bufé y negué.
—No, Maya, no es mi hijo, es el de David. David y Amelie —aclaré y mi hermana jadeó.
—Pero lo tienes tú.
—Pero es de ellos.
—No, Nas, ¡lo tienes tú! ¡Es tuyo! Tu bebé —tragué con dificultad y negué lentamente, era un poco extraño que mi propia hermana lo viera así.
—No, Yelen, firmé un contrato e hice un acuerdo. El bebé lo engendro yo, pero los padres son ellos —Maya frunció el ceño y negó.
—Pero Lau, es mi sobrino... —puso sus manos en mi vientre y sentí un nudo en mi garganta, ¿por qué tenía ganas de llorar?
—No, Yelena. No es tu sobrino ni es mi hijo. Simplemente estoy cargando con el bebé de alguien más, fin —hablé seria y Maya quedó en silencio.
— ¿Y si te arrepientes? —la pregunta me hizo estremecer y me acosté mejor en la camilla.
Sí, esa pregunta había rondado cientos de veces por mi mente. Me causaba escalofríos y no me dejaba dormir bien. ¿Qué pasaría si me arrepintiera de tener a este bebé? ¿O si me arrepintiera de entregarlo? De tan solo pensarlo se me erizaba la piel, era algo muy fuerte y algo... Intenso para mí.
¿Qué pasaría si sintiera cariño por este bebé y no lo quisiera entregar? Era una pregunta tan fuerte y siniestra a la vez... Una pregunta que debía evitar a toda costa. No era ni una pregunta, ni una opción.
—Eso no pasará —respondí por fin y cerré los ojos para dormirme.
—Eso espero.
...
— ¡No! —escuché el grito femenino y toda mi piel se erizó.
Había mucho viento, el aire me pegaba con fuerza y todo era iluminado por la luz de la luna; me sentía perdida.
Habían árboles alrededor de mí y todo el piso era de tierra, estaba descalza, ¿o no? No sentía el rustico de suelo, solo podía sentir la tela del vestido rozar de forma ligera mi piel.
— ¡No! —la voz volvió a sonar con eco y jadeé por el terror que me causaba eso, el recuerdo, el entorno.
— ¡Ayuda! —grité aterrada intentando esconderme de ahí, intentando huir, como siempre.
—¡Mamá! —la voz de una niña se escuchó a la lejanía, era una voz entre llanto — ¡Papá! —mis ojos se nublaron y enterré mis dedos en mi cabello intentando despertar de esa maldita pesadilla —¡Mamá! ¡Papá! ¡Vuelvan! ¡No me dejen sola!
—Tengo miedo... —murmuré y caí de rodillas al tiempo que unos brazos me envolvieron.
— ¡Ren! —el rostro de David me trajo a la realidad y me levanté de golpe sintiendo el dolor en mi culo y el malestar general, ¿qué mierda había pasado?
— ¿Dónde está Maya? —balbuceé buscando a mi hermanita y David simplemente me hizo acostarme mientras inspeccionaba mi temperatura.
—Salió hace un rato, tú no despertabas así que le dije que yo te cuidaba. Cálmate, ¿sí? Tienes mucha fiebre —sus manos me tocaron lentamente y yo cerré los ojos sintiendo el frío colarse por mi piel.
—Me siento mal —aclaré mi garganta y David acercó su rostro al mío mientras yo intentaba mantener los ojos abiertos —. No sé qué me están dando, David, pero estoy muy pendeja —mi tormento hizo el intentó de reír pero su preocupación fue más fuerte.
—No te han dado nada, pero como no comiste desde ayer en la noche, el sueño ha estado sustituyendo el hambre —toda mi piel se erizó cuando el pañuelo frío se detuvo en mi cuello.
—T-tengo mucho f-frío —intenté quitarlo pero David no me dejó hacerlo, él mantuvo su mano sobre el trapo.
—Esto es para que te baje la fiebre, el doctor te revisó hace unos minutos y dijo que tal vez tu organismo está en marcha para combatir un virus o algo así, no afecta al bebé, no tienes que preocuparte —asentí lentamente y gemí por lo horrible que se sentía el pañuelo helado.
— ¿Me voy a morir?
—No, Ren, no te vas a morir —jadeé cuando cambió el pañuelo y lo puso en mi pecho, por debajo de la bata del hospital.
—D-David... —las lágrimas bajaron por los bordes de mis ojos y él las secó mientras acomodaba la tela intentando no tocar de más.
—Tranquila, Ren, pronto se te pasará, creo que ya se te está bajando la fiebre —mentira, me seguía sintiendo horrible.
— Gracias por buscar a mi hermana —relamí mis labios y suspiré, si me iba a morir, lo mejor era agradecer con tiempo.
—No fue nada, se lo prometí —cambió de lugar y puso el pañuelo en mi pierna derecha.
—Mierda —gemí y él subió la sábana dejando al descubierto mis piernas.
—Tienes un moretón de aquí, —su dedo se detuvo en la parte trasera de mi muslo e hice una mueca porque dolía —hasta aquí —deslizó su dedo hasta un poco más debajo de mi trasero y me removí un poco nerviosa; él prácticamente me estaba tocando una nalga.
— ¿Se ve muy mal?
—No, se ve como una caída —asentí y me acomodé con dificultad mientras él detallaba mi codo.
—El culo también me duele mucho.
—El cóccix, Lauren, se dice cóccix —rodó los ojos y yo sonreí levemente mientras intentaba arroparme por el frío.
—El cóccix me duele como la mier... —callé cuando él me lazó una mirada acusatoria y reí lentamente.
—Maya es igual a ti —murmuró y lo miré con atención.
— ¿Cómo lo sabes? No la conoces aún. Ella es mucho mejor.
—No, es igual a ti —me miró serio y yo suspiré cuando se acercó a mi para dejar de nuevo el pañuelo en mi frente.
— Aún no me conoces lo suficiente —murmuré y aguanté la respiración cuando acercó su rostro de forma peligrosa y nada correcta al mío.
¿Qué...?
—Pienso conocer lo que me hace falta de ti, Ren.
...
[SI EL CAPÍTULO TIENE ALGUNA FALLA, LA CORRIJO DESPUÉS]
Vaya, vaya.
¿Qué crees que le esté pasando a David Crild?
Stop, en este capítulo no apareció Amelie, ¿dónde estará?
Con mucho amor y un beso en la boca.
-Nepasavoir.
Puto el que lo lea.
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