CAPÍTULO 8. "Corazones rotos"
18 de septiembre del 2015.
Por fin lo he hecho, he invitado a Beth a una cita. Nuestra primera cita, ella luce tan feliz y extasiada con la idea que no puede borrar esa sonrisa de su rostro.
Beso continuamente su rostro mientras ríe, la atraigo hacia mí depositando un beso rápido en su mejilla ya que sus padres aún no saben de nosotros, según ella tiene una aburrida comida con sus padres, corre hasta el auto de su madre que nos observa de manera sospechosa y se despide con la mano.
Permanezco observando como el auto desaparece por completo, río, Beth nunca tendrá remedio alguno. Tomo el celular mientras subo a mi camioneta marcando el número del restaurante verificando que la reservación que hice ayer por la noche siga en pie, todo está en orden. Suspiro.
Conduzco hasta mi casa, me baño y me arreglo con unos pantalones ajustados negros y una camisa de botones blancas, después de varios segundos decido que parezco un mesero y opto por cambiar la camisa a un color vino más elegante. La arremango hasta mis codos y despeino un poco mi cabello, coloco mis zapatos negros, me coloco desodorante y perfume, sonrío ante mi reflejo en el espejo, todo un galán.
Marco el número de Bethany, pero éste me manda al buzón, lo ignoro, de seguro aún se está alistando o con sus padres, ¡Mujeres!
Tomo las llaves de la casa y la billetera antes de montarme de nuevo en la camioneta y manejar hasta el restaurante. Quería pasar por Beth, pero dijo que mejor no porque las cosas en su casa estaban muy tensas, así que tendría que verme aquí en unos cuantos minutos más.
Llegué al restaurante y en la recepción una linda chica me condujo hasta una mesa privada en la terraza, no se fue sin antes dejar su número de teléfono y decir que una fiesta estaba cerca por si me aburría aquí, a lo cual asentí distraídamente y ella se fue moviendo sus caderas, ese era un buen culo, negué rápidamente sabiendo que ya no tenía ojos para nadie que no fuera mi adorada Beth.
Miro el reloj de nuevo, ya he perdido la cuenta de las veces que lo he revisado, dan las 10 de la noche y me preocupo brevemente porque Beth tenía que haber llegado a las 8:30 pm. Frunzo el ceño marcando su número, y me preocupo aún más cuando me manda directo al buzón, pido la cuenta de la botella de vino que estaba bebiendo y la linda chica se sienta a un lado dejando la cuenta muy cerca de mi mano, como si pretendiera tocarme, la observo con curiosidad.
—Es una lástima —Me observa con picardía—, que estúpida es la chica que te dejó plantado. Yo no dejaría a un chico tan guapo y sexy como lo ha hecho tu novia. —Arruga su nariz antes de sonreír.
Sonrío dando un sorbo a mi copa, le sirvo una y niega diciendo que estaba en horario de trabajo, pero que saldría en pocos minutos. No me pierdo el toque seductor en su voz con las últimas palabras.
—Yo no tengo novia. —Afirmo después de varios segundos más de pensarlo. Si Beth podía dejarme plantado eso significaba que nuestra relación no le era de mucha importancia.
—Qué suerte para mí entonces, ¿Qué te parece si vamos a divertirnos a una fiesta cercana? Es el cumpleaños de un amigo.
—Aquí te espero, cariño. —Asentí mientras esa sonrisa egocéntrica se deslizaba por mi rostro.
(=)
—Por cierto —No la miro, de hecho, tengo unas inmensas ganas de voltear los ojos cuando no para de hablar—, me llamo Rebbeca.
Pasan varios segundos en los que sus palabras quedan suspendidas en el aire, alzo una ceja dándole por fin mi atención, suspiro con aburrimiento.
—No esperas que te diga mi nombre, ¿O sí?
—Ah, ¿Sí? —Exclama como si fuera obvio, luego señala una enorme casa en la cual se puede notar lo que parece una gran fiesta— Me gustaría saber quién es mi acompañante de esta bella noche, vamos, no te pienso secuestrar si es lo que te preocupa.
—Grayson.
—Así que eres uno de esos —Frunzo las cejas—, de los que no tiene sentimientos, genial, me gusta.
Esta mujer estaba loca.
Cuando entramos a la fiesta ella inmediatamente se pierde y me alegro ya que me estaba fastidiando mucho, enarco mucho los ojos cuando a lo lejos veo una cabellera rubia bastante conocida, me acerco y le suelto un golpe en la nuca.
—¿No que estabas enfermo, idiota? —Se queja y me observa con cautela antes de suspirar.
—Bueno un poco sí —Lo observo con fijeza—, está bien. Como ya decidiste dar ese paso del compromiso con la pequeña Beth, decidí que no voy a pervertirte para que lo arruines por algo estúpido como emborracharte de más o meterte con alguna de estas pillas, a decir verdad, son bastantes convincentes.
—Que esté con Beth no significa que debamos dejar de salir, ella lo entiende y confía en mí. Además, creo que ya terminamos.
Niega antes de tomarme por los hombros y llevarme hasta la barra.
—Ni preguntaré porque sé que no me lo dirás, así que bebe esto —Me entrega lo que parece un poco de vodka— y mañana después de que se te pase la cruda hablas con ella.
Solo río de las ocurrencias que salen de su boca, decido que esta noche me voy a divertir, sin importarme lo que mañana pueda decir Ed, Bethany, mi padre o quien sea.
Después de varias horas ya es pasada la uno de la madrugada, tengo a Rebecca dejando pequeños besos en mi cuello, bien pegada a mi cuerpo bailando al compás de la música, esta casa retumba de lo fuerte que está. Le doy un trago a mi bebida, y la tomo de las mejillas dándole un buen beso, largo y húmedo. Sé que ya estoy bastante borracho, me encargo de disfrutar a la chica a mi lado, sin embargo, hay bastante gente aquí y no lo hago como me gustaría. Me separo brevemente cuando siento mi móvil vibrar, lo tomo y el brillo del celular me hace achicar los ojos, pero estos se abren rápidamente cuando veo la llamada perdida de Beth.
Otra llamada entra y contesto porque supongo que puede ser una emergencia, me separo solo un poco de Rebbeca y frunce los labios, ella sí que está ebria.
—¿Sawyer? —No respondo— ¿Estás en una fiesta?
—Si lo estuviera, créeme que estaría en todo mi derecho.
—Yo... puedo explicarlo —Empieza a lamentarse y a soltar palabras que de verdad no registro y no comprendo—, déjame explicarte. No es lo que piensas.
La ira de se apodera de mí.
—No tengo tiempo en este momento, Bethany. Búscame luego por ahí. —Y cuelgo dejando media palabra saliendo de su boca.
Acerco más a Rebecca y la beso por largos minutos, le propongo ir a mi casa y encantada acepta. De alguna manera logramos llegar sin estrellarnos y cuando abro la puerta me tiró en el sofá mientras la observo desnudarse, y como es de esperarse, Bethany aparece por la puerta, la conozco demasiado bien.
Sonrío.
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