Respiró hondo, disfrutando del momento. Después de varios finales neutrales, a Sans al fin se le había concedido el gusto de una ruta pacifista y ahora todos contemplaban la puesta de Sol.

Por alguna razón le pareció el atardecer más cálido y hermoso de todos los que había visto. Incluso si se veía exactamente igual a como lo recordaba.

Como debía pasar, cada quien tomó su camino y de a poco la noche cayó sobre ellos.

Sans se permitió ver las estrellas, las verdaderas estrellas, por todo el tiempo que le quedaba, negándose a ir a dormir.

Sabía lo que pasaría al abrir los ojos y aunque usualmente era resignado, aún no estaba listo para ello. Así que permaneció ahí, en aquel prado cerca de la casa que su hermano habían proclamado como su nuevo hogar, ignorando los reclamos de Papyrus y acostado en el suelo con los ojos abiertos mirando hacia el cielo hasta que el sueño lo venciera finalmente.

Por unos instantes creyó ver una estrella fugaz. Se dijo que posiblemente era una alucinación producto de su cansada vista, pero aún así se permitió sonreír una vez más, deseando que el siguiente reinicio terminara como éste.

Que tuviera un final feliz.

Al final lo venció el sueño y durmió. Soñó con que el humano decidiría dejar las cosas así, que se sentiría satisfecho por lo que había logrado y dejaría que fueran felices en esta ruta.

Pero al abrir los ojos, vio el techo de su habitación.

Suspiró, sonriendo con pesadez.

Al menos logró disfrutar la libertad mientras duró.

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Efímero (español): Aquello que dura un periodo muy corto de tiempo.
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