La distancia no es más que ese ángel maligno que nos separa de donde queremos estar y con quién. Ese guardián eterno de tu soledad. Las ganas de ser quien te dé esos buenos días se apoderan de mí dejando un vacío enorme en mi interior. Sólo es conocimiento de dios lo mucho que deseo tenerte a mi lado. Me he dado cuenta que a la vida le gusta jugar y que sólo somos una ficha más entre millones. Cuando crees que es ahí, que ya encontraste tu lugar, con quien quieres permanecer para siempre; por arte de magia aparece nuestra querida "distancia". No sé si sea un juego, o más bien una prueba: "Si no soy capaz de esperar lo necesario, no creo que merezca disfrutar de lo que tienes para ofrecer". Pero aún así esperaré, esperaré lo necesario, porque cada segundo que pasa, estoy un segundo más cerca de verte. Así de sencillo, así de grato, así de doloroso.