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—Ya, deja de tomar fotos.—Rió Jungkook.
—Déjame.—Jimin le ignoró mientras seguía tomando distintas tomas del mar. Todo con una sonrisa que lograba que Jungkook también sonriera.
—¿No quieres entrar?
—Estoy bien desde aquí.
—¿Qué sentido tiene si solo tomarás fotos y no entrarás?—Rió caminando hacia él.—Entremos.
—Bueno, me convenciste.—Sonrió.
Jimin corrió hasta el auto para dejar su celular entre su mochila y volvió corriendo mientras reía. Se sentía como un niño ansioso por meter sus pies en el agua. Se paró al lado de Jungkook y dejó que le tomara la mano para que ambos se dirigieran a la orilla, se deshicieron de sus prendas entre empujones y risas hasta solo quedar con sus bóxers.
—El negro te sienta bien.—Dijo Jungkook con una ceja levantada mientras miraba a Jimin.
—Lo sé.–Sonrió guiñándole y dejando que sus mejillas se sonrojen.—Deja de mirar y entremos.
—No me pidas que te deje de mirar.
Jimin rodó los ojos.—Entonces te dejo atrás, perdedor.
Sacándole la lengua volvió a correr, esta vez con más cuidado, corría mientras reía y sentía como la arena se metía entre sus dedos, Jungkook lo veía desde su lugar con una sonrisa, feliz por haber causado aquella felicidad en Jimin, feliz de haber sido el responsable. Siguió observándole hasta que entró a las olas, fue golpeado por una haciéndolo tambalear, pero solo siguió riéndose, se hundía en el agua mojando sus cabellos y tomando piedras de la arena bajo el agua para arrojarlas lejos.
Dejo de observarlo y se metió junto a él, lo empujó para que se cayera y volviese a estar bajo el agua, Jimin hizo una cara demasiado graciosa al salir del agua que Jungkook no pudo evitar reírse de ella.
—No hagas eso.—Se quejó limpiándose el rostro y tirando agua hacia Jungkook.
–Tú tampoco hagas eso.—Le tiro más agua de vuelta.
—Deja de mojarme.—Volvió a repetir su acción de tirar el agua hacia el rostro de Jungkook.
—Tú también deja de hacerlo.
Iniciaron una guerra de agua donde solo se la echaban en la cara, todo cada vez con más fuerza, reían por las caras que hacían y por cómo el agua sonaba contra sus cuerpos. Hasta que una ola los golpeó hundiéndolos, dejaron de jugar y nadaron hasta estar frente a frente, pues la ola les había separado.
—Esa fue la señal para dejar de jugar.—Rió Jungkook.
—Ya lo creo.—Sonrió.
Se miraron durante un par de segundos, aún sus sonrisas en sus rostros y las gotas cayendo por sus cabellos. Podían escuchar como las olas chocaban con las rocas y como las gaviotas volaban cerca, todo hacia un sonido tan relajante que no pudieron evitar dejar que los sonidos del mar les envuelvan.
—Gracias.—Susurró Jimin.–Este es...es un gran regalo. Gracias.
—No agradezcas.—Alzó su mano para llevarla a la mejilla de Jimin. Acariciaba la suave piel mientras observaba cada porción del rostro de Jimin, tan bonito.—Haría esto y más por ti.
Jimin sonrió, sonrojado hasta las orejas, escuchando su corazón palpitar mientras sus mejillas dolían por la sonrisa en su rostro.
Lo amaba tanto.
En momentos así ambos lograban olvidar todo lo malo que pasaba, todo lo malo que se habían hecho, en las subidas siempre se sentían tan eternos y tan infinitos que no podían pensar en nadie más que la persona que estaba frente a ellos, no les importaba todos los crujidos que se habían dado durante tanto tiempo, en las subidas la vista se nublaba y solo podían pensar en lo felices que estaban. Aunque la bajada sea más larga.
Jimin se acercó hacia Jungkook y lo besó.
Se sostuvieron de sus nucas para que las olas no lograran separarlos, se besaron con tanta tranquilidad y tanta ternura que endulzó sus corazones, endulzó las rajaduras que se habían hecho.
—Feliz cumpleaños, duraznito.—Sonrió Jungkook sobre los labios de Jimin.—Feliz cumpleaños, mi amor.—Susurró contra los labios de Jimin antes de volver a besarlo.
Las subidas siempre traían miel a sus corazones, les enmelaba tanto que no podían pensar en las bajadas pasadas o en las futuras, solo podían pensar en el presente. Solo podían pensar en hacer durar aquel momento por más tiempo, querían tomar aquel momento entre sus manos y guardarlo en una pequeña caja para esconderla en lo más profundo del océano, así no habría más bajadas.
Así la inseguridad y el miedo no les visitaría, estarían a salvo en una caja.
—Me gusta cuando me dices por apodos.—Susurró Jimin mientras miraba a Jungkook a los ojos.
—Al fin lo admites.
—Perdería una parte de mi si lo admitía.—Rió.
—Deberíamos salir.
—¿Por qué? Estamos bien aquí.—Se quejó haciendo pucheros.
—Porque va a llover, mira las nubes encima de nosotros.—Señaló.
Nubes grises y negras se habían reunido en todo el cielo anunciando una pronta llovizna.
—Bien ¿Te trajiste ropa?
—Sip, hay que traer todo doble ¿Tú?
—Igual.—Sonrió.—Entonces...¿Vamos?
Jimin ofreció su mano, Jungkook la observó por un momento pero la aceptó, se sentía tan suave a su toque, tan pequeña.
Podría jurarse como el hombre más feliz de la faz de la tierra, podría hacerlo, porque sosteniendo a Jimin mientras caminaban juntos se sentía bien. Siempre se sentía bien a su lado. Tanto que quería tomarlo de la cintura y confesarle todo lo que le hacía sentir.
Había pensado en eso durante mucho tiempo. Confesarse a Jimin, ya que algo le decía que Jimin también sentía lo mismo, no importaba lo que pasaba a su alrededor y con ellos, algo le decía que Jimin también sentía aquel palpitar en su corazón cuando se besaban.
Lo suponía por la forma en la que suspiraba en medio del beso, por la forma en la que sus mejillas se sonrojaban y por cómo sus ojos se iluminaban al sonreír.
Él también sentía lo mismo.
Antes de entrar al auto se secaron con las toallas que habían traído y se pusieron las prendas secas, entre risas y algunos empujones se refugiaron en el auto mientras veían como las gotas de lluvia empezaban a caer. Luego de hablar un rato y comer el kimbap que habían comprado quedaron en irse al portaequipajes que era más amplio porque ahí estarían más cómodos. Acomodaron un par de mantas como almohadas y se echaron en ellas mientras veían como la lluvia caía por las ventanas.
—Ya anocheció.
—Sip ¿Quieres irte?—Preguntó Jungkook.
—Aún no, sigue lloviendo, es peligroso manejar así.
–Solo di que quieres estar más tiempo conmigo.—Rió.
Jimin rodó los ojos.—Quiero protegernos de un posible accidente.
—Si, ajá.
Jimin se acomodó mejor en su lugar para poder recostarse en el hombro de Jungkook que tenía los ojos cerrados, sí, quería estar más tiempo de esa forma con Jungkook. Porque al llegar a la ciudad uno de los dos volvería a correr, como siempre hacían. Huyendo de todo el sentimiento, huyendo a los brazos de la inseguridad y de los miedos. Era difícil. Aunque pareciera muy fácil como admitir a los vientos que amaba a Jungkook, no lo era. El miedo era más grande. El miedo de repetir la historia de sus padres.
El miedo de ser como sus padres que se hacían daño con la excusa de que al final del día volverían a sus brazos porque se amaban.
No quería eso. Y la alarma en su cabeza le decía que repetiría eso. Solo bastaba con ver el recorrido corto que tenían. Cuando uno lanzaba una piedra el otro lanzaba dos, así era constantemente. Corrían y corrían.
Aunque lo que no sabía Jimin era que Jungkook se había cansado de correr. Quería amar y ser amado. Quería sentir el susurro de un 'te amo', quería sentirse a salvo en los brazos de alguien. Quería dejar de correr para enfrentar todos sus sentimientos.
Pero Jimin quería seguir corriendo.
—¿Tanto te gusta mirarme?—Preguntó con una sonrisa viendo de reojo a Jimin.
—Tienes bonitos ojos.—Confesó en un susurro.
—Tú también tienes lindos ojos. Parecen los de un gatito bebé.
—¿Bebé? ¿Por qué bebé?—Se quejó.
—Porque son rasgados pero también son redonditos, ovalados.–Dijo delineando los ojos de Jimin.—Pero también lucen como dos lunas menguantes.
—¿Por qué?
—Cuando sonríes o ríes tus ojitos desaparecen.—Jimin sonrió inconscientemente dándole razón a Jungkook.—¿Ves? Dos lunas menguantes.
—Deja de hablar y bésame.—Ordenó acercándose a Jungkook para tomarlo de las mejillas y besarlo.
Se besaban con el sonido de la lluvia de fondo, con sus bocas abiertas y sus lenguas escurriéndose dentro, tocando más allá de las prendas que les cubrían, Jungkook se posicionó a encima de Jimin para así poder tener más acceso a sus labios y a su cuerpo, lo acariciaba como si de una escultura se tratase, con tanta delicadeza y fascinación. Jadeaban en la boca del otro mientras hacían caminos de besos por sus cuellos, marcando un poco en su piel. Enredaron sus piernas mientras las prendas ya eran carentes en sus cuerpos.
Se miraban a los ojos sonriendo y besando sus narices mientras sus cuerpos se mecían en sincronía, con gemidos oyéndose en el auto y jadeos muriendo en el cuello del otro. Se tomaron de las manos mientras llegaban a su climax, siendo más íntimo aún, besando sus frentes y recostando sus cabezas en sus pechos. Abrazándose después de haberse besado y acariciado el cuerpo. Cubiertos por una manta mientras sus párpados eran pesados y la lluvia aún hacía eco alrededor.
Jimin fue el primero en dormirse, acurrucado en el pecho de Jungkook.
Jungkook acariciaba su espalda mientras se embriagaba en el dulce aroma de Jimin. Beso sus cabellos mientras lo abrazaba más a su cuerpo.
—Te amo, Jimin.—Susurró con la esperanza de ser oído y correspondido.
Pero no lo fue, Jimin se había dormido.
Se había confesado al viento y la lluvia se lo había llevado hasta el mar, perdiéndose entre las olas.
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