VI

"Que lindo amanecer"

Me encantaría decir eso, pero lamentablemente desde esta porquería de zona laboral no hay un buen lugar para ser espectador de lo magnífico que es visualizar un amanecer, además de que amaneció hace 1 hora y estoy tratando de agarrar fuerzas para levantarme del piso de la sala de conferencia donde decidí dormir por lo menos dos horas para poder funcionar mejor.

En unos minutos interrogarán a la chica y no me lo puedo perder.
De pensarlo me da escalofríos.

Toc toc

La pelirroja hace acto de presencia en la sala entrando tímidamente.

—Blay, eh, hola.— Me regala una sonrisa.

—¿Mhmm? Dime Lana.—Hablo entre dormido sentandome en el piso.

—Es que...yo
Está mujer se arma unos dramas para poder decirme algo impresionantes.

—¿Tu...?.—La incentivo a que termine la oración.

—Estoy nerviosa con todo este tema de la muerte de esas personas, me trato de poner en el lugar de esa pobre niña y no me imagino lo doloroso que debe ser perder a absolutamente toda tu familia de esa manera tan horrible...los gritos, la sangre...me parece tétrico. Retorcido.

Todo eso lo dijo caminando de un lado al otro mientras sus manos temblaban. Siempre Lana ha sido muy positiva y sentimental pero al ser policía no pensé que sería tan empática con esas situaciones, quizás porque yo nunca ví las cosas así. Me enseñaron con el fin de resolver, solucionar conflictos pero creo que nunca intenté ponerme en los zapatos de esas víctimas a las que ayudé, tal vez esa es la marcada diferencia entre mi papá y yo.

—Si, tienes razón.—Me coloqué de pie para darle aliento a mi compañera, parecía a punto de llorar. —Pero sabes una cosa mi querida Watson.
Hago una pequeña referencia a Sherlock Holmes.

Ríe y me mira con atención.

—¿Qué?

—Nosotros nos encargaremos de ayudar a las víctimas en estás situaciones, nosotros hacemos el cambio.—Mi mano posa gentilmente en su hombro, sus ojos se encargan de mirarme expectante, como si estuviera esperando eso, alguien que la calmara.

—No te puedo decir que no van a volver a pasar porque sería la mentira más grande que te han dicho en tu existencia, pero podemos hacer lo que está a nuestro alcance para ayudar a que las personas que salieron heridas por culpa de esos sinvergüenzas puedan descansar mejor sin preocupaciones, sabiendo que se les hizo justicia.

No pasan ni dos segundos de decir esas palabras cuando Lana se me lanza encima para abrazarme, un cálido abrazo, pienso devolvérselo, lamentablemente soy interrumpido por alguien que aplaude desde la puerta.

—Que maravilla niño, por fin te escucho decir algo bueno salir de esa grosera boca tuya.—Harper me mira con mucho orgullo.

—Es talento natural.

Lana se aleja para darle una pequeña sonrisa a Harper y decirme un "Gracias" susurrado mientras se va.

—¿Y ese gusto de la noche a la mañana hacia las pelirrojas?

Pregunta el muy metiche sentándose en una de las sillas de la gran sala de conferencias.

—A ver, en primer lugar no es tu problema y en segundo no me gusta esa mujer. —Aclaro.

—Si lo dice usted.—Encoge sus hombros pero con una sonrisa burlona nada amigable.—Será verdad.

 Mejor terminar esa conversación.

Cuando decido salir de la sala para ir al baño entra Copello rápidamente ignorando mi existencia yendo directamente  hacia dónde está Harper.

—Harper.—Dice apresurada

—Sara.—Responde él muy tranquilo.

—Hay un abogado afuera que dice que viene a  respaldar legalmente a su prima.

Cómo buen entrometido  me meto en la conversación.

—¿Y quién se supone que es su prima?—Sara voltea a verme y dice:

—Veronica Peacock.

Dios Santo.

—Dice que su "Prima" no puede estar encerrada en esa sala de interrogación por más de 24 horas, la única manera es que se tenga alguna prueba de que está involucrada en la muerte de su familia y hasta no tenerlas, en el caso de que existan, Veronica sigue siendo una víctima más. El señor pide que interroguen rápido a su prima para llevársela a su casa.

—Y es completamente cierto.—Es lo que responde Harper, se levanta y sale.

. . .

Me toca interrogar a la pobre víctima del caso, la que lleva toda la madrugada en la sala de interrogación sin derramar ni una lágrima por su difunta familia, solo se sentó pasó el rato y se acostó en el suelo a dormir.

Oh, que terrible la debe estar pasando.

Para mi desgracia, a la mente brillante de Sara se le ocurrió ponerme de compañerita a Jenna, está claro que es un tipo de venganza.

—No me molestaría que te quedaras callado la boca solo evaluando sus conductas, Blay.—Insinuó acercándose a la puerta para entrar.

—¿Tanto te preocupa que te opaque?.—Le lanzo justo donde le duele.

—Pss, patético.—Finge que no le importa y abre la puerta.

Quizás en ese momento solo pensé que era un interrogatorio común y ya. Llegaría en unas horas a mi casa a dormir tranquilamente... quizás si yo hubiera hecho las cosas como se consideran correctas, la manera de Verónica actuar  sería distinta, quizás lo que alguna vez llegó a surgir ni siquiera hubiera dado senales de aparecer si...ella y yo no nos topábamos.

—Buenas tardes señorita.

 Jenna al decir las primeras palabras al ingresar a la habitación le trata de dejar en claro a la contra parte que ella es la que va a manejar la situación, Verónica ni se toma la molestia de vernos.

 Que simpática. 

  Tomamos asiento al frente de ella, siguiendo los protocolos basicos de un interrogatorio, mientras la mujer seguía observando la mesa si una pizca de interés en nosotros.

—Tranquila no te estamos acusando de nada, entendemos que estás pasando por una situación terrible, a nadie le gustaría vivir eso, debe ser frustrante e impactante para ti, pero tienes que ser fuerte, y por favor ayudarnos a comprender lo que ocurrió en tu casa anoche.
Escupe ese montón de palabras con un tono de dulzura, finalmente trata de tomar su mano pero la chica la evade y arruga el rostro. La incomodidad de ambas es evidente, sin embargo el show sigue. Jenifer saca de su carpeta una foto de la casa de los Peacock en perfecto estado, un hermoso jardín delantero deslumbra la imágen.

—Es tu casa, ¿Cierto?.—Inquiere la detective, la joven asiente mirando hacia otro lado, todo su cabello tapaba los costados de su cara, y ese mechón rebelde en específico ocultaba una parte de sus ojos, su gélida mirada hacia la nada.

—¿Nos podrías contar que pasó anoche, Verónica?

Un gran silencio invadió la sala, los ojos verdes de Jenna esperaban ansiosos una respuesta que nunca llegó, Verónica no hizo ningún gesto, nada que demostrara que el suceso de anoche le importaba. Eso me preocupa.

—¿Tus padres pelearon anoche?

¿Y esa insinuación? Veo de reojo a mi compañera, mientras ella sigue concentrada en  Verónica, quien por su parte por fin hace ese contacto visual que tanto esperaba la morena a mi lado. Era una mirada desafiante, como si tuviera mucho odio acumulado. Y en ese instante nuestras miradas se encontraron, sus ojos fueron de Jenna a mí y ambos observamos como formaba una pequeña sonrisa fugaz, fue algo tan breve que me desconcertó.
¿Qué fue eso?

—Agua.—Le exigió a Jenna en voz baja

Por fin escucho su voz, usó un tono algo demandante, su voz es un poco grave.

Jenna me da una mirada significativa, está molesta, y se levanta lentamente.

—Espero regresar y poder conversar contigo Verónica.—Es lo último que dice para luego dejarnos solos.

Y esa fue la primera de muchas veces en las que Veronica y yo nos miramos, nos soportamos y disfrutamos en nuestra soledad.

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