Identidad secreta
16 de febrero del 2021
5:30pm
- Ojalá vivir no me fuese tan difícil. Ojalá mis días no fuesen un tormento.
- Antes hubiera dicho que nosotros mismos somos los que hacemos la vida difícil, en cambio, hoy estoy de acuerdo con usted. La vida es difícil y punto. No nacemos con un manual de instrucciones, solo crecemos escuchando consejos o referencias de aquellos que nacieron antes que nosotros pero ¿qué pasa cuándo nuestros propios pensamientos chocan con los de ellos? La respuesta es simple: se siembra el caos -respondo aunque aquél señor no estuviese hablando conmigo.
- Y después los de mi generación dicen que la juventud no tiene pensamientos sabios; deberían escucharte hablar
- Un cumplido nunca viene mal ¿Café negro?
- Como los cuarenta y dos años que tiene mi alma
- A veces el alma necesita que la escuchen -digo en voz baja mientras bebo un sorbito de mi café.
- Una vez más tienes razón jovencita ¿Te gustan las historias con final inesperado?
- Umjumm
- Pues agarra esa taza que este viaje acaba de empezar -dijo con voz pausada.
- ¡Listo!
- El 9 de febrero del 2021 suspiraba cansada, aún quedaban cuatro días para que fuese sábado. Cuatro días para volver a sentirse extasiada, para que esos ojos la miraran con candente deseo. ¿Qué sorpresa la estaría esperando esta vez? ¿Una peluca roja o esas botas de tacón aguja que él le había comentado la semana pasada? Se miró al espejo y volvió a revivir como sus nalgas habían quedado expuestas aquella noche que usó su primera falda ante él. Como sus manos rodearon su cadera y poniéndola de espaldas le besó el lóbulo de la oreja. Nunca recordó como luego de dos tragos fue penetrada por un desconocido dentro de un motelito de afueras de la ciudad, pero sí, como el rubor tiñó sus mejillas cuando le dijo que se arrodillara para darle de beber. Desconocido que se convertiría en su gran amor. Comenzó a recorrer su cuerpo en un vago intento de que sus manos imitaran los movimientos expertos de aquel hombre que la había hecho sentirse mujer durante meses. El sudor bañaba las sábanas de la desolada habitación y sus labios solo pedían entre gemidos ahogados a su amado Rubén. Intensificó el vaivén de sus dedos enredados en su sexo cuando sintió unos pasos acercarse. Explotó en un orgasmo que manchó de blanco la cómoda de su esposa. Lo limpió con tristeza, hacía meses que ella ya no era su fuente de excitación. Se levantó y acomodándose el pantalón y la hebilla, se colocó la máscara de hombre. Después de todo, solo faltaban cuatro días para volver a ser mujer.
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