·CAPÍTULO 2·


   POV. LEAH


Después de decirle a Nick que yo era 'La Diabla de Canadá' empezó hacerme preguntas como loco, es un tío muy amable, pero gilipollas cuando ve a una tía con senos grandes y culo operado, me cayó bien, es pura joda. En los minutos que estuve con él, lo que hicimos fue conocernos más, es la primera persona con la que entablo una conversación desde que llegué aquí. 

-Bueno princesita, en diez tenés que estar en la pista, ¡a rugir motores!-Dice Nick, con una sonrisa como el gato de Alicia en el país de las maravillas, y yo no me le quedo atrás, también le devuelvo la sonrisa.

(...)

El por qué a mi me dicen 'La Diabla de Canadá' es que antes de venirme a Estados Unidos yo era de allí, desde los catorce años he esto participando en carreras como éstas. Un día a mis trece años, estaba sentada en el porche de mi casa, y vi que Wil-mi vecino- estaba arreglando su motocicleta, y vio que yo me había acercado para verla mejor, él se dio de cuenta que no más la vi, me brillaron los ojos, y ahí supo que quería aprender a manejarla. Él me enseñó todo lo que sé, como hacer los cambios, como dominar las curvas sin perder el control, todo, absolutamente todo. 

Estuve dos años aprendiendo a manejar bien una motocicleta. Ya a mis quince fue mi primera carrera, me tuve que escapar de casa, pero valió la pena el sermón que me dieron. Mi primera competición fue con un tío de unos veintiocho años, ese año él era el rey de la pista, hasta que llegué yo, una chica con tan sólo quince años le venció, y ahí fue cuando me nombraron 'La Diabla de Canadá'; siempre estuve participando, nadie me ganaba. Pero hubo un incidente, y tuve que dejar de correr. 

¡PERO VOLVÍ!

Mientras que recordaba desde que empecé a manejar, se me fue el tiempo, es hora de la competición. 

-¡SEÑORAS Y SEÑORES, LLEGÓ LA HORA DE ENTRAR A LA PISTA!, ¡SE LES QUIERE A LOS PARTICIPANTES ESTAR EN LA LÍNEA!-Se escuchó por lo altavoces, yo en ningún momento me quité el casco, no quiero quitarmelo, pero sé que al final me lo tendré que quitar.-¡ÉSTA NOCHE LA COMPETENCIA ESTARÁ MUY REÑIDA!-Ya me lo imaginaba-LOS COMPETIDORES SON; ¡EL RAYO, EL DIABLO DE LA PISTA, Y POR ÚLTIMO Y MENOS IMPORTANTE, Y TAMBIÉN ES LEYENDA EN LAS PISTAS, LA DIABLA DE CANADÁ!-Al pronunciar éste último, una sonrisa apareció en mi rostro, las personas que estaban alrededor gritaron a todo pulmón, algunos estaban sorprendidos, ¿quién no?, nadie pensaba que yo volvería a la pista, y mucho menos después de lo que pasó. 

Fuimos los tres a la línea, y como en todas las carreras que se hacen, estaba una chica con con ropa minúscula, una minifalda que le llegaban a mitad del trasero, un brasier, y pintalabios rojo sangre-ella no tiene la culpa de ser así-pensé, y reí para mis adentro.

En el momento en que ella bajó las banderas, dando el inicio a la carrera, acelero todo lo que da la motocicleta, éstas calles tienen muchas curvas, pero logré todas, viene una curva que es demasiado angosta para pasarla rápido, pero qué más, hay que arriesgarse para aprender de ello, paso la curva a todo lo que va la moto, por un momento perdí en control, pero al segundo lo volví a tomar, ¡esto si que se siente bien!, extrañaba la adrenalina corriendo por mis venas, es lo mejor, echo un vistazo a los otros dos corredores, Diablo es el que viene pisándome los talones, ya casi llegando a la meta me alcanza, pero acelero más, pero fue en vano.

Fue empate. 

Estoy echa furia, maldita sea, fue empate.

Veo que el chico, al que le dice Diablo se baja de la moto también, echo una furia al igual que yo, se le marca la vena del cuello, al igual que de los brazos y frente. Sus ojos se oscurecieron, pero no me dejé intimidar.

-¡ÉSTA ME LA VAS A PAGAR, IMBÉCIL!-Me grita, esto me cabrea mucho, ¿por qué sólo no puede aceptar que fue empate y ya?, maldito orgullo de hombres. Apuesto a que no se ha dado cuenta que soy una chica, a pesar de la presentación que me hicieron, estoy segura que no se ha dado cuenta.-¡AHHH, MALDITA SEA!-Le da una patada a mi motocicleta-

Ahí reaccioné. 

Le metió una patada a mi motocicleta. 

Y le partió el espejo izquierdo, es que más imbécil no pudo ser.

Me quito el casco y me le enfrento-¡¿A TI QUÉ MIERDAS TE PASA, GILIPOLLAS?!-Antes de que me responda, mi puño ya se encontraba dándole un puñetazo en el ojo, que estoy segura que le quedará morado. No es el primer golpe que doy, tampoco será el último, gracias a que entreno boxeo sé defenderme de gilipollas como éste. 

El chico es un Dios Griego, cabello castaño oscuro, ojos azules, mide alrededor de 1.85. A este chico sí que lo hicieron con ganas. 

-A mi no me grites-Me susurra amenazante, mirándome fijamente a los ojos, no pretendo quitarle la mirada, él no será más que yo, ni yo más que él.

-Yo hago lo que se me dé la puta gana, y más te vale arreglarme lo que partiste-Le amenazo, sin una pizca de miedo al enfrentarme a él.

-¿O qué, niñata?-Me retó, se atrevió a retarme.

-No querrás saber-Le miré fríamente, sin mostrar sentimiento alguno. 



  «—» «—»«—»«—»«—»«—»«—» 

¡Hola de nuevo!  

  (Jacob West)

Segundo capítulo del día, jsjs.

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Besopos, L.


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