•CAPÍTULO 16•

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Abro la puerta de mi departamento y observo la hora para darme cuenta de que son las cinco y dieciséis de la tarde. Enciendo las luces de éste, luego tiro mi bolso a una esquina y me encamino hasta el sofá.

Cuándo estoy a centímetros de él, me tiro exhausta y en cuestión de segundos caigo en un profundo sueño.

Mi teléfono vibra a un lado de mi sofá y eso hace que me despierte rápidamente dando un brinco del susto.

Enciendo mi teléfono y en la pantalla se lee el nombre de Marcus en un mensaje.

Marcus.
Mensaje
Hoy, 9:42 pm.

Marcus: Hoy habrán peleas ¿vas a pelear o no?

Yo: Ni descansar me dejas.
Yo: ¿A qué hora serán?

Marcus: Las de hoy empiezan a las doce y las de mañana empezaran a las nueve.

Yo: Prefiero pelear mañana, hoy estoy muy cansada.

Espero un mensaje de vuelta con regaños pero éste nunca llega.

Luego de aquel día en el entrenamiento con James no lo volví a ver más y ya ha pasado una semana de ese fatídico día, para mí.

Y ojalá no se vuelva a aparecer más nunca por allá, porque ese día llegué destrozada al departamento. Y como al día próximo no fui porque ni siquiera podía pararme ya que mis músculos estaban adoloridos, Marcus me colocó entrenamiento doble.

Algo más doloroso y cansón a la vez.

Me levanto de mi cómodo sofá y busco la toalla para darme una relajante ducha.

Entro al baño y me deshago de mi ropa, me meto en el pequeño espacio donde se encuentra la ducha y me coloco en una esquina para que cuando la abra no me salpique el agua fría.

Abro la ducha y trato de regular la temperatura y cuando ya está lista me meto de una vez para luego ir a mi cama y dormir plácidamente como lo estaba haciendo minutos antes de que mi teléfono sonara.

A

l salir, escojo lo más cómodo que encuentro en mis gavetas. Ya que la mayoría de mi ropa es color negra y de cuero.

¿Ya les dije que amo el negro? Bueno, se los vuelvo a repetir.

Peino mi cabello quitando los nudos que se formaron cuando lo lavé para luego acostarme y segundos después caer en los brazos de morfeo.

***

—¡Pégale más rápido! —grita—, ¡Sólo faltan treinta segundos, vamos Leah, más rápido! —se calla y luego de los treinta segundos suena el silbato haciendo que yo deje de golpear el saco de boxeo.

Quito mis guantes con suavidad ya que mis nudillos arden por no haberme puesto las vendas.

Marcus al verme con los nudillos llenos de sangre, viene hacia mí con un envase de alcohol en sus manos.

—Estás loco si piensas que me echarás eso.

—Es para que no se te infecte —rueda los ojos—. Te han pasado cosas peores, Leah. Déjame curar eso.

Le extiendo mis manos un poco dudosa y él destapa el envase para echarme en los nudillos.

—¡Mierda Marcus, maldita seas! —grito por el ardor que me causa en las heridas y él sólo voltea los ojos para luego reír de mí.

—Te he dicho muchas veces que no entrenes sin las vendas. ¿Donde las dejaste? —pregunta.

—Se me olvidaron en casa, hoy salí rápido, venía retardada y no quería ejercicios demás.

Él no responde y sigue concentrado en lo que ha estado haciendo por un par de minutos.

—Las diablas no lloran —dice una voz gruesa detrás de Marcus.

Y es una voz que reconocería en cualquier lado.

Levanto mi vista y observo a Jacob mirándome fijamente a los ojos con una sonrisa burlona en su rostro.

—¿Qué se supone que estás haciendo aquí? —interrogo.

—Vine a buscarte, es lógico —responde, al mismo tiempo que baja su vista a mis pechos y al cabo de unos segundos la eleva hasta mis ojos—. ¿Qué hay, Marcus? —saluda, a lo que el susodicho le responde el saludo con un choque de puños.

—¿Para qué? —pregunto curiosa—. Estoy entrenando, en éstos momentos no puedo.

—No importa, te esperaré afuera —y dicho eso sale por la misma puerta que entró.

—¿En qué te metiste ahora? —me regaña terminando de curarme.

—En nada que yo sepa ¿por qué?

—Porque cuándo Jacob va personalmente a buscar a las personas para hablar, precisamente no es para nada bueno. Te lo puedo asegurar.

Él decide dejar el entrenamiento hasta ahí porque con los nudillos en ese estado no podría hacer casi nada, voy hasta los vestidores y busco mi bolso para salir de ese lugar.

Luego de despedirme de casi todos los que se encontraban ahí, salgo y me encuentro con Jacob al lado de un auto negro y un cigarrillo en sus manos.

Todo un chico malo con sus pantalones negros rasgados, una camisa color blanca y una chaqueta de cuero negra encima de ésta... Y jamás podrían faltar las botas de combate.

—¿Qué quieres hablar conmigo, Jacob? —pregunto un poco asustada por lo que me ha dicho mi entrenador.

—Sólo vine para decirte que te están buscando, Leah —murmura—. Están buscándote para matarte.

Luego de decirlo se va sin decir más, dejandome con un gran miedo colado en mi sistema y los nervios a flor de piel.

Mis ojos se cristalizan por un segundo pero recuerdo que yo soy fuerte. Y no dejaré que nadie decida hacerme cambiar de opinión.

Entro de nuevo al gimnasio y busco a Marcus con la mirada. Cuándo lo veo en las cuerdas con un chico nuevo, voy hacia allá a paso rápido.

—No pelearé hoy, no me siento bien —le digo, y antes de que se ponga furioso y deje salir improperios por su boca hablo—. En la próxima te daré el doble ¿vale?

Sin dejarlo responder, salgo corriendo de ese lugar hasta llegar a dónde dejé mi moto estacionada.

Al fin te tengo en mis manos, amor mío –susurro para mis adentros.

Me subo en ella y la enciendo para correrla como nunca hasta mi casa.

Puedo sentir de nuevo la libertad que me proporciona manejarla.

Puedo sentir de nuevo la adrenalina en mi sistema.

Y esto lo hace todo para que mis ganas de ir a las carreras aumenten y en vez de ir camino a casa, me encamino a las carreras.

***

Hola mis bebés.
Quería subir éste cap junto con el otro el lunes de la semana de arriba, o sea, el 30 de abril. Ya que ese día escumpleaños y quería que fuese especial tanto para ustedes como para ; pero como soy tan impulsiva, no aguanté y me picaron las manos por actualizarles hoy.
Soy de esas escritoras que tienen un capítulo listo y tienen que publicarlo de una vez, amenmeeeeeee por ser así, y otra cosa... Dejen de ser unos fantasmas, voten y comenten que quiero leerlos.

Los amo,

xoxoxo.

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