37

—Aquí vamos.—Susurro soltando el aire de sus pulmones.

El taxi le había dejado frente al salón, se había plantado en el lugar unos cinco minutos; pensando en entrar y mentalizándose que vería a personas que no había visto hace mucho, con un último suspiro comenzó su camino. Justo enfrente de la puerta de encontraba un guardia quien le pidió su invitación, Jimin se la dio y recién pudo entrar. El salón era muy lindo, bastante grande y elegante, para su suerte no fue el primero en llegar, sino que parecía ser el último.

Algo que no quiso era llamar la atención, en cuanto se puso en la puerta unos cuantos ojos se pusieron sobre él, no pudo evitar el sonrojo en sus mejillas. Antes disfrutaba demasiado de la atención, le fascinaba, pero ahora que había crecido y madurado, no le era muy cómoda.

Se movió de la puerta yendo hacia la gran mesa que tenía encima de ella ponche y demás bocadillos, se sirvió un poco de ponche mientras se iba a un lado a parar.

Al estar en una esquina tomando del líquido se dio cuenta que debió de traer siquiera a Seulgi, porque Jimin no tenía ni un amigo con el que reencontrarse, muy distinto a los demás; que cada poco tiempo muchos se iban abrazando mientras compartían risas.

Y se volvió a decir que fue una mala idea el haber venido, no tenia con nadie que reunirse, literalmente solo había hecho un amigo durante sus años dentro y de paso, las cosas terminaron con él. Luego recordó, que precisamente había viajado, porque este sería un lugar en el que podría encontrarse con Jungkook, así darle la gran disculpa que se merecía.

Se había viajado kilómetros solo para verlo, se sentiría tonto, pero no lo hacía. Estaba enamorado y quería arreglar las cosas, por fin, con Jungkook.

Suspiro antes de terminar su ponche.

—Jimin.—Escuchó a su lado, fue de sorpresa por lo que saltó en su lugar, al voltearse se encontró con un rostro familiar.

—Yoongi.—Saludó con una sonrisa.

—Ah, no esperaba verte.—Sonrió, aún conservaba aquella sonrisa de encías.

—Yo tampoco esperaba hacerlo...te ves bien.—Halago.

Habían terminado en un buen término, después de todo. Sería bueno tener a alguien con quien hablar durante toda la noche.

—Gracias, lo mismo digo.—Volvió a sonreír.—¿Cómo has estado?

Así fue como su conversación poniéndose al día sobre sus vidas comenzó. Yoongi había vuelto a vivir en Daegu, empezó a estudiar economía y ahora gozaba de un buen puesto en una empresa prestigiosa, gozaba también del amor de un buen novio; el cual había conocido en sus días de universidad. Tenía una historia de amor similar a la que Ian y Jimin tuvieron, obviamente, no contando con las veces que Jimin había llorado noches enteras por un corazón desolado.

Jimin se alegró porque a su antiguo amigo le haya estado yendo bien en la vida.

Yoongi le pregunto sobre él y Jimin tuvo que hacerle un pequeño resumen de todo lo que había hecho, claro, obviando las partes donde se rompía constantemente, no tenía porque saber eso.

Después de ponerse al día con sus vidas, se sirvieron más ponche.

—No quiero incomodarte pero...—Dijo Yoongi.

—¿Qué pasa?

—Jungkook te ha estado viendo desde hace un buen rato.—Con aquellas palabras logro que Jimin se congelara en su lugar.

Con todos los nervios del mundo se volteó, tomado de sorpresa al encontrarse con los ojos redondos de Jungkook.

Había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que vio a Jungkook, por aquello no pudo evitar el sonrojarse. Ya que la mirada de Jungkook era pesada e hipnotizante.

Se miraron por un par de minutos, sostenían sus miradas a lo largo del salón. Parecía que se llamaban, como si se hubiesen extrañado todos estos días en los que no se vieron, y es que era así.

Las miradas se tuvieron que detener, fue Jungkook quien primero la retiró.

Jimin soltó un poco del aire que había retenido, estaba muy nervioso.

—Iré al baño, quiero refrescar mi rostro.—Dijo.

—Está bien, yo te espero acá.—Le sonrió amablemente.

Una sola mirada de Jungkook le había bastado para ponerlo muy nervioso, sentía sus manos sudar mientras que su corazón palpitaba contra sus tímpanos.

Al entrar a los baños fue a uno de los cubículos para así recostar su espalda contra la fría pared, creía que tendría la fuerza y que los nervios no le jugarían en su contra al volver a ver a Jungkook. Pero vaya que estaba equivocado, sus manos sudando se lo decían.

Fingiendo usar el retrete salió del cubículo, llevándose una más gran sorpresa que hizo que saltara en su lugar. Nuevamente los nervios consumiéndolo por dentro.

—Hola.—Susurro.

Jungkook quien estaba lavando sus manos lo vio por el espejo, sorprendido por su presencia.

—Hola.—Respondió.

Jimin realmente quisiera haber respondido de la misma forma, tan calmado y pacifico, pero casi empieza a tartamudear.

Fue a su lado para hacer lo que había venido a hacer, refrescar un poco su rostro. Al terminar de mojar su frente y mejillas vio a Jungkook secando sus manos, con la intención de salir del baño.

—Espera.—Habló, interrumpiendo la salida de Jungkook.

—¿Qué pasa?

—Yo...quisiera hablar contigo.

—¿Acá en el baño?

—No, uhm, en el hotel que me alojo.—Vio a Jungkook levantando una ceja muy confundido.—¡Cerca de mi hotel hay un restaurante!—Exclamó para aclarar cualquier mal entendido.—Podríamos vernos allí, ¿crees que podríamos?

Vio que Jungkook se lo estaba pensando, realmente esperaba que le dijera que sí, porque sino tendría que darle su gran disculpa en un baño.

Deberían dejar de tener conversaciones en un baño.

—Sí, yo creo que sí podemos vernos.—Rascó su nuca, algo nervioso.

—Gracias.—Sonrió.

—Si eso es todo...

—¿Cómo podríamos organizarnos para vernos?—Pregunto Jimin, interrumpiendo una vez más el que Jungkook se vaya.

—Por mensajes, te desbloqueo...y así nos organizamos.

—Está bien...

—Okay...

El silencio incómodo se podía sentir hasta en las baldosas frías detrás de sus espaldas. Se volvieron a mirar, ojos profundos, sentimientos ocultos. Muchas palabras les envolvían pero parecía que no pudiesen decir ni una de ellas.

—Es bueno verte de nuevo, Jungkook.—Dijo Jimin.

—Lo mismo digo.—Sonrió ligeramente.

Las palabras que querían decir eran más grandes de lo poco dicho, pero sus lenguas parecían estar atadas, por eso no dijeron nada más.

—Nos vemos, Jimin.

—Nos vemos.

Jungkook salió por la puerta dejando a Jimin solo en el baño.

Por los nervios volvió a mojar sus mejillas, cada vez estaba más cerca a remedirse de sus grandes errores y miedos.

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