23
Los días había pasado muy rápido, pero aún tenía contados los días en los que no había visto a Jungkook. Sinceramente, los días parecían moverse dolorosamente; le dolía mucho no verlo. Pero suponía qué tal vez ya Jungkook se había cansado de él y por eso había dejado su mensaje en leído. Otra vez Jungkook había salido de su vida, una vez más.
Y ciertamente se sentía muy mal por eso, porque sin darse cuenta, había planeado una vida a su lado. Pero solo eran fantasías suyas.
Hoy era de esos días en los que no tenía ganas de cocinarse algo, por lo que ahora se dirigía al restaurante más cercano, quería hundirse más en su soledad por lo que no llamaría a su novio. Ingreso al restaurante y de forma inmediata encontró una mesa vacía.
—Dando para la ventana, justo lo que necesito.—Susurró.
El menú llegó a sus manos y se puso a pensar unos cinco minutos en lo que pediría, habían muchas delicias que se asomaban a su vista, pidió lo más ligero que había; una ensalada César.
Se recostó en su mano mientras veía por la ventana, al parecer al restaurante a donde fue a parar era uno muy popular entre las parejas de enamorados, cada cierto tiempo veía a parejas tomadas de la mano entrando al restaurante. Se sentiría aún más solo al ver toda la felicidad de todos los tórtolos.
Decidió distraerse con uno de los juegos que tenía instalados en su celular, así mataría el tiempo.
Y cómo si el universo le odiase, levantó su mirada para seguir curioseando entre las demás personas; vio en la entrada a Jungkook con su novia. Bajo rápidamente su mirada, queriendo esconderse entre su celular y el mantel, no podía estar pasándole esto. Ver a la persona que amaba almorzando con su nueva pareja.
Pero le estaba pasando, y aún aumentando a su mala suerte, ambos se sentaron en la mesa de atrás.
Ahora quería huir del restaurante y encerrarse en su oficina para llorar, pero no podía hacer eso ya que ni siquiera tenía la cuenta. Definitivamente su racha de mala suerte solo iba aumentando cada vez más.
Lo único que podía hacer era terminar su ensalada lo más rápido que podía y correr. Eso es lo que haría.
—Su ensalada, señor.—Una mesera le hablo amablemente.
—Gracias.—Hizo su voz más gruesa, así Jungkook no se daría cuenta que estaba allí.
Empezó a comer tratando de hacer oídos sordos hacia la conversación que se originaba a sus espaldas, su corazón se rajaba al oír las rodillas soltadas por Jungkook, todo iba bien con su plan de acabar lo más rápido de su comida, hasta que su vejiga le molestó pidiéndole desahogo, era un muy mal día, sin duda alguna.
Se levantó de su asiento dándole la espalda a la mesa de atrás e hizo de todo para no voltear. Por suerte aquello fue efectivo y pudo escabullirse hacia el baño. Una vez dentro suspiro pesadamente e hizo lo que debía hacer. Al terminar fue hacia el lavabo para lavarse las manos, mojando sus manos escucho como la puerta se abría, no le dio importancia.
Al mirarse al espejo quiso caerse de espalda.
Jungkook estaba a su lado lavando sus manos.
—¿Me estás evitando?—Pregunto Jungkook mirándolo a través del espejo.
—¿Qué?
—Que si me estás evitando ¿Por qué lo haces?
—Yo no lo hago.—Mintió, obviamente lo hacía.
—Lo haces.
—Tú eres el que me evita.—Dijo Jimin sin pensar.
Quería golpearse y tal vez construir una máquina del tiempo para cerrarse la boca.
—¿Qué? ¿Cómo te estaría evitando?—Pregunto Jungkook con el ceño fruncido, secando sus manos con una toalla de papel.
—Dejaste mi mensaje en leído.—Era algo tonto lo que decía, pero lo hacía desde su corazón roto, en ese estado era muy tonto.
Jimin sacudió sus manos y peinó sus cabellos con el agua que caía de ellas, calmada sus nervios de tener a Jungkook tan de cerca después de tanto tiempo. Soltó un suspiro y se dio la vuelta para encararlo.
—¿Por eso crees que yo te ignoro?—Nuevamente hablo Jungkook.
—Sí.—Dijo firme.
Disimulando ser firme, sus piernas temblaban al ver a Jungkook, sus redondos ojos y sus firmes cejas, sus finos labios y su fuerte nariz. Podría suspirar cual colegial enamorado.
—Jungkook....—Susurró. Hipnotizado completamente por las pestañas de Jungkook, por el palpitar de su corazón.—...te extraño.
Dos palabras no deberían de mover el mundo de Jungkook, pero logró algo. Sin embargo, no era suficiente.
Antes de que alguien diga algo más, los impulsos ganaron a Jimin, acercándose más hacia Jungkook, poniéndose de puntitas y enredando sus brazos en el cuello de Jungkook, ambos juntando sus labios en un beso. Un beso lento y suave, sosteniendo sus cuerpos cálidos en sus brazos.
Jungkook fue quien se alejó antes del beso, apretando sus labios y soltando un suspiro. Él también había extrañado a Jimin. Pero no lo diría en voz alta.
Jimin por su parte, creía que aquel beso le haría sentir mejor, pero fue todo lo contrario; le destrozó desde adentro. Pues solamente le hizo poner los pies en las brasas, recordándole que Jungkook no es suyo.
Y no lo sería.
—Nos vemos, Jimin.—Dijo Jungkook. Sin mirar atrás.
Jimin no dijo nada, solo suspiro esperando a que las lágrimas no caigan sobre sus mejillas, luego de unos segundos salió por la puerta; topándose de frente a Jungkook y Soojin riendo.
Fue hacía su mesa y pidió que le empacaran lo que le restaba para comer, no podía acabar con su almuerzo pues había perdido el apetito. Con su envase en una bolsa de retiro del restaurante, siendo seguido por la mirada pesada de Jungkook.
Sus caminos se habían enredado tanto que se había quedado sin oxígeno dentro. Aún seguían caminando en direcciones distintas, a pesar de todo, no habían aprendido a sentarse a hablar sobre los problemas que había entre ellos, a pesar del tiempo aún no podían sentarse a hablar sobre sus sentimientos por el otro.
La marea corría de la misma forma que años atrás, recolectando piedrecitas y haciendo encallar a peces.
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