Bienvenido al mañana
Abro mis ojos y veo un destello en medio de la obscuridad, estoy en una camilla esponjada, la luz cambia de dirección del centro a la izquierda y luego a la derecha, escucho a alguien murmurar, no puedo escuchar muy bien pero creo que dice algo sobre mi salud, mi mente está en blanco, no se que pasa, no recuerdo nada, ni como me llamo, solo recuerdo el idioma que hablo y ciertas cosas básicas de una persona.
-¿Que hacemos ahora?- dice una voz femenina que alcanzo a distinguir pero aun no puedo ver nada solo esa luz que ahora se mueve erraticamente de un lado al otro.
Quiero formular una palabra pero me es imposible, intento recordar algo de mi vida pero todo es en vano, tengo que hablar de una u otra manera.
-uhg....- logro decir, pero a costa de eso sentía como mis cuerdas vocales se destrozaban, como si hubieran estado atrofiadas por mucho tiempo.
-Creo que dijo algo- dijo una voz profunda que escucho a la derecha de mi cabeza
-Déjalo que intente hablar- otra vez era esa voz femenina, esta vez a la izquierda de mi cabeza
Ahora es el momento, me dieron la oportunidad de articular una frase, adelante se que puedo.
-D-Donde e-e-estoy- logro decir a duras penas con un dolor insoportable en mis cuerdas vocales
-Tómelo con calma señor Adam, sus memorias están en camino-
Adam, así me llamo, tengo algo de información sobre mi pero algo no cuadra, por que dijo "sus memorias están en camino", ¿acaso se pueden trasladar?.
Puedo ver algo, mis ojos empiezan a ver poco a poco, empiezo a ver mi cuerpo en una camilla, no puedo moverme, mis ojos empiezan a recorrer esa habitación extraña, veo a un hombre de unos 30 años en una silla limpiando unas jeringas con unos paños pequeños, veo al otro lado una chica de unos 25 años viéndome fijamente, creo que aun no sabe que puedo ver.
Intento mover mi cabeza o mis manos pero es imposible, pareciera que estuviera paralizado, veo que esa habitación es un poco rara, parece estar hecha de una especie de metal con pequeños destellos verdes, y esa luz que podía ver era una maquina instalada en la camilla que era plana con 3 focos de color naranja en su interior, veo una ventana por la cual entra una pequeña brisa que puedo sentir con mi cuerpo aun paralizado pero noto que el cielo es una rara tonalidad de amarillo y verde.
De repente una puerta que se encontraba en la esquina derecha del cuarto que era automática se desliza a la derecha para dar paso a un médico con su traje celeste y con un barbijo, se dirige a mi camilla mientras saca de su bolsillo un pequeño cilindro azul.
Algo que me dejo sorprendido es que al sacarlo lo tiró y este empezó a flotar para luego seguirlo detrás de el.
-Señor Adam, su periodo de tiempo termino- dijo mientras el pequeño cilindro se abría y salia un pequeño foco el cual se enciende y rápidamente se dirige a mis ojos para deslumbrarme con es luz amarillenta brillante.
-Parece que ya puede ver correctamente- menciona mientras el hombre sentado le pasa una de esas pequeñas jeringas con un liquido transparente que luego procede a inyectarme en el brazo derecho.
Al momento de inyectarme esa sustancia siento como mi cuerpo empieza a recuperar su movilidad poco a poco, aun no sabia que pasaba, de como llegue aquí, ni que fue de mi antes, esas preguntas rondaban en mi cabeza sin cesar en ningún momento.
Creo que fueron unos 15 minutos que pasaron después de que me inyecto esa sustancia, cuando ya podía mover mis brazos y piernas, la mujer y ese hombre se habían ido hace minutos con el doctor, quedé en ese cuarto yo solo con mis pensamientos tratando de resolver el enigma que me carcomía desde adentro, el por que de todo esto, no tenia un solo recuerdo alguno de mi vida, o que hice para que sucediera todo esto.
Al estar pensando el tiempo se me había ido, ya había pasado mas de media hora, yo sabia que tenia que encontrar respuestas, así que traté de levantarme de la camilla, aun estaba débil pero se que podía ponerme de pie, mientras movía mis brazos para agarrarme de un lado de la camilla trataba de mover mis piernas hacia abajo, luego de varios intentos dolorosos logre sentarme tambaleándome en la camilla, vi mi alrededor, todo era muy extraño, no sabia ni donde estaba, un hospital, un asilo mental, no lo sé.
-Señor Adam, aun no tiene fuerzas para levantarse- escuché desde la puerta y era esa mujer que ahora vestía un uniforme celeste con su barbijo y unos guantes verdes, ahora que podía ver perfectamente otra vez, la vi de pies a cabeza, ella me miraba con una vista dudosa, yo la vi, era de una tez blanca, nariz perfecta, con unas pequeñas pecas, su cabello negro como la noche, lo que me llamo la atención fue que tenia unos raros ojos, un intenso amarillo verdoso casi como el cielo que se encontraba afuera.
-¿Que es este lugar?- logro decir mientras la miro
-Un hospital- dice mientras se acerca a mi, siento un intenso calor al momento que ella se acerca y deja una bandeja con un pequeño sándwich y un vaso con agua, ella lo deja en la mesa de alado para luego ir a la puerta.
-Sera mejor que te recuperes rápido- dijo para luego salir de la habitación
-Un hospital- susurro,-al menos no es un asilo mental- me digo a mi mismo, luego de unos minutos ya me había acabado el pequeño sándwich y el vaso de agua.
Era el momento, tenia que levantarme de una vez por todas, me apoye en la pequeña mesa de alado de la camilla y trate de levantarme, lo había logrado estaba de pie pero no podía caminar, me sentía muy débil, pero tenia que hacerlo, trato de caminar sosteniéndome por las paredes empiezo a caminar lentamente mientras sentía un poco de dolor que hacia tambalearme de un lado a otro de vez en cuando, tras recorrer casi toda la habitación por la pared la cual era de un metal con pequeños brillos verdes que parecen estar incrustados en la pared, luego de un rato logro llegar a la dichosa ventana a la que tenia mucha curiosidad, al ver por ella, no creía nada de lo que mis ojos veían, era un hospital de unos 30 pisos y yo estaba en el ultimo, todo era una metrópolis gigante con edificios físicamente imposibles, algunos flotando, otros con formas que no deberían existir y allá en el horizonte de esa metrópolis estaba un sol verde gigante que contrastaba con el cielo amarillento que tenia, justo al ver el cielo vi como una nave gigante del tamaño de un edificio paso al lado del hospital, no podía creer, todo era tan futurista, pero mi mente no comprendía por que de todo eso, pero de repente escuche como la puerta se abría y entraba esa mujer.
-Bienvenido al mañana Señor Adam- dijo mientras traía una rara maquina que decía en una etiqueta..."Memorias".
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