Capítulo V - El Maestro de la Mentiras.
Para cuando llegaron a Cair Paravel eran altas horas de la noche. Todos empezaron a caminar hacia el castillo, Edmund entre ellos. Pero antes de que entrara, Peter se adelanto y lo fulmino con la mirada. Claramente no lo quería allí con las personas más cercanas a él.
Un par de metros lejos de ellos, Lucy los vio. Se acercó a Edmund.
— Ven, hay un lugar en el que te puedes quedar — A pesar de que le molestaba completamente la actitud de su padre, era un asunto en el que ella no podía intervenir, llevarlo a la cabaña que estaba cerca de ahí era lo más que Podría hacer por Edmund.
Era un lugar frío, pero aparte de eso, no estaba mal. Habían pasado peores épocas en Telmar si se iba al caso.
Asintió hacia ella en silencio en forma de agradecimiento.
— Oye — Llamó su atención. —Gracias por salvarme hoy.
Aquello llamó la atención del Príncipe. Su tono era de burla. — ¿Qué clase de cazadora eres, Princesa? Estuviste a punto de morir.
- ¿What? — Dijo ella, ofendida por lo que él decía.
— No podrías durar ni tres días por tu cuenta — Siguió él, caminando por el lugar.
Lucy no se inmutó y empezó a seguirle el juego. — ¿Y supongo que tú si podrías?
— Por supuesto — Respondió como si fuese la cosa más obvia del mundo.
— ¿Y supongo que también podrías enseñarme?
Siguió con su actitud orgullosa. — Por supuesto — Un segundo después se dio cuenta de lo que había hecho.
— ¡Lucía! ¡Ven ya! —Llamó a su padre desde afuera.
- ¡Un momento! —Respuesta.
Camino hasta Edmundo. —Está bien, acepto. Veremos si eres capaz de impresionarme — Dijo antes de pasar por su lado y acercarse a la puerta.
El Príncipe sonriendo con orgullo de nuevo. —Estaré esperando, Princesa.
No muy lejos de ahí, Caspian abrió los ojos como platos al ver que su hermano dejaba ir a la chica tan sencillamente. Miró a su madre atónito. — ¡Dejo que se fuera! Si hubiera sido yo...
— Silencio — Ordenó Jadis. — Todo salió de maravilla, Peter le creyó. Y entre más cerca este Edmund de la querida Lucy, estará más cerca de Peter. Y cuando este con él a solas... — En un ataque de rabia paso sus largas uñas por la corteza de un árbol, dejando cinco rayones.
Caspian miró impresionado la marca que había dejado su madre alli. Jadis comenzó a caminar de regreso a los bosques, silenciosamente ya una buena distancia de ella, la seguida.
Se removió inquiento en la cama. Se estremeció mientras daba otra vuelta en la cama.
Estaba acostado al borde del acantilado, sus manos se extendían hacia más abajo, intentando por todos los medios llegar a él. Por sus ojos azules ya corrían lagrimas calientes.
— ¡Aslán! —Grito con desespero. Pero el león apenas podía sostenerse, aun así seguía mirando directamente a los ojos de su heredero.
Aslan había acogido a Peter como su propio hijo cuando lo habían dejado en las puertas de Cair Paravel cuando apenas era un bebé. Lo había criado y levantado como el Príncipe de Narnia, su sucesor.
— Pedro, ¡ayúdame! —Gritaba.
—¡Aslan!—Dijo de nuevo.
Detrás de él, una risa malvada se escuchó perfectamente. Se volvió, se encontró con los ojos oscuros de Miraz, una sonrisa seguía puesta en su rostro.
— Aslan... Un poco más — Estiró sus dedos, casi podía rozar sus patas. Pero él casi resbaló hacia abajo, aun así, unas callosas y grandes manos lo sostenían.
Miraz irritante. — Te tengo — Dijo sosteniendolo, sus dedos dejaron de tocar a Aslan.
— ¡Pedro! — Su agarre se soltó, empezo a ver como caía hacia el fondo del lugar. Sus ojos se abrieron como platos.
Gritó con todas sus fuerzas. - ¡No! — Se volvió hacia Miraz de nuevo, pero no era él, el juvenil rostro de Edmund lo veía con la misma sonrisa de su padre.
— ¡Pedro, despierta! — Se levantó de golpe, apretó sus ojos con fuerza. Sentía la mano de su esposa sobre su hombro. Lentamente comenzó a respirar con calma, sabía que Susan esperaba pacientemente a que se calmara. Para cuando los abrieron los ojos azules de ella brillaban preocupados. — Peter, ¿qué paso?
Suspiro mientras se dejaba caer entre las almohadas, llevando a Susan con él. — Solo una pesadilla, estoy bien.
— Pero... — Intentó presionarla.
— Shh, vuelve a dormir. Esta todo bien — Ella lo observó durante un par de segundos antes de besar su mejilla y cerrar sus ojos.
La imitó, ya casi calmado por completo. Por culpa de Edmund los fantasmas de su pasado estaban regresando, y aquello lo único que hacía era lograr que le desagradara más el muchacho.
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