Capítulo IV - Nos Volvemos A Encontrar.
Dio un paso adelante, moviendo su espada con rapidez. Pero él lo estaba haciendo mucho mejor que ella.
Girando su espada en la mano, la clavo en la vaina de la suya propia y la lanzo unos metros fuera. El filo de la espada contraria toco su pecho.
Sonrió con orgullo. — Estas listo — Dijo Jadis observando a su hijo. Los oscuros ojos de Edmund estaban encendidos, la sensación de la batalla seguia corriendo por sus venas. Lentamente bajo la espada. Ya no era el niño que peleaba con su hermana y le temía a su madre. No, el Príncipe Edmund se había convertido en todo un hombre, era casi del mismo tamaño que Caspian, su hermano mayor. Sus músculos se habian desarrollado, su cabello había crecido.
— Tienes la misma alma pervesa de tu padre — Murmuró ella, girando alrededor de él, inspeccionandolo. — ¿Cual es tu misión, Edmund?
Una voz grave respondió. — Vengar a mi padre, y tomar las tierras que nos pertenecen.
— ¿Y quién es tu enemigo?
— Peter es mi enemigo.
Jadis sonrió. — ¿Y cómo lo vencerás?
— Yo voy a matarlo — La decisión era clara en su voz, sus ojos no dudaron ni un segundo la respuesta que estaba por dar.
Los soldados telmarinos que estaban allí empezaron a sonreír. Jadis se detuvo justo delante de su hijo. — ¡El Príncipe Edmund esta listo! — Exclamo, sus ojos negros brillaron extasiados. Todos a su alrededor estallaron en vitoreos.
Los nobles estaban organizados una fila frente a la otra, dejando un camino libre para la Princesa. Al final de ellos, Peter y Susan esperaban a su hija.
Por las puertas, Lucy apareció. La pequeña niña había quedado atras, ya era toda una mujer. Su cabello castaño había crecido, sus ojos azules eran maduros, sus curvas se habían acentuados.
Peter suspiró cuando la vio acercarse a ellos con una sonrisa. Susan también tenia una sonrisa en sus labios, abrazó a su esposa por la cintura, buscando algún tipo de consuelo en ello. A su izquierda, Tumnus y Reepicheep tambien veían a la Princesa. Los ojos del fauno estaban vidriosos.
Cuando llego frente a ellos, Susan se separó de su esposo y abrazó a su hija. — Sé que lo harás muy bien.
Peter las miraba un par de pasos atrás. Lucy lo miró a los ojos. — Papa — Su voz tenía incluso un tono musical. — Tienes que prometerme que lo haré sola — Pidió. Detrás de él, Susan alzo una ceja.
El Rey suspiró derrotado. — Esta bien — Lucy sonrió y abrazó a su padre. Tumnus se acercó a ellos y le tendió a la Princesa las riendas de un caballo.
Dandoles una sonrisa a sus padres. Subió sobre el caballo, sacudió las riendas antes de empezar a galopar con rapidez hacia los bosques.
Para cuando todos se dispersaron, Peter se acercó a sus dos mas fieles compañeros. — Asegurense de que no le suceda nada — Y se dio la vuelta como si no les hubiese dicho nada. El ratón y el fauno se observaron antes de empezar a seguir el camino hacia los bosques.
Después de haber galopado durante un buen rato, empezó a descender la velocidad del corcel hasta detenerse. Sacó su arco y una flecha de carcaj, miro a su alrededor, hasta que un movimiento le alertó que los ciervos estaban cerca.
Empezo a jalar las riendas del caballo, pero lo hizo muy rapido. Los animales empezaron a correr. — Maldición — Masculló por lo bajo antes de agitar las riendas y galopar detrás de ellos.
Caspian y Liliandil observaron la pila de leña frente a ellos. La chica apreta la antorcha que tenia en su mano. — Apurate, Caspian. Ya Lucy salió de cacería.
Gruñó. — No entiendo por que tenemos que hacer esto si Edmund esta tan listo. Si madre tan solo me diera una oportunidad...
Liliandil puso los ojos en blanco. — Tonterías, termina de prender la maldita fogata.
La fulmino con la mirada antes de volver a su trabajo. No tardo demasiado. Cuando las llamas ardieron él inclino la antorcha hasta que ésta se encendiera. — Aquí esta.
— Perfecto — Dijo ella mientras encendía la suya propia.
Tumnus y Reepicheep empezaron su camino por los bosques, habían tomado finalmente un camino diferente al de Lucy, en el caso de que ella se regresara.
— No la veo por ningún lugar — Dijo el ratón. El fauno asintió dandole la razón.
Movió su caballo en silencio, vio una serie de raíces cerca de ahí y lo movió para no hacer ruido, aín así, una de las patas traseras del animal las piso. Los ciervos que estaban a la vista empezaron a correr de nuevo.
Lucy se mordió la lengua para no maldecir de nuevo. Empezo a galopar detras de ello, evitando los árboles que se metian en su camino. Después de varios minutos de persecusión, un par de figuras hicieron que su expresión cambiara por completo.
Estaban buscandola cuando divisaron un gran grupo de ciervos viniendo hacia ellos. Abrieron los ojos como platos antes de protegerse detrás de un árbol. Pero era tarde, ella ya los había visto.
- ¿Qué están haciendo aquí? - Dijo ella, molesta. Pero el silencio de un par de segundos por parte de ambos le revelo todo ante sus ojos. Su expresión de volvio herida. - Me mintió. Me prometio que me dejaría hacerlo sola. ¡Y no es cierto!
Tumnus negó con su cabeza. - No es cierto, Lucy. Él no quiere que te pase algo.
Sus ojos azules estaban vidriosos por las lágrimas. - Sabía que no me dejaria hacerlo sola, que jamás me daria una oportunidad. Lo haré sola, lejos de Cair Paravel - Dijo con dolor antes de volver las riendas del caballo y empezar a galopar hacia la otra dirección.
- ¡Lucy! - Exclamo Reepicheep. - ¡Vuelve aquí! - Pero era tarde, ella estaba en un corcel, jamas la alcanzarian.
Llego hasta un campo abierto. Detuvo el caballo, y respiro profundamente. Paso una mano por su rostro, limpiando las lágrimas que habían conseguido caer.
Cerro sus ojos hasta que escucho el sonido de pisadas. Al abrirlos vio que estaba otra manada de ciervos, no perdería tiempo esa vez. Empezo a galopar hacia ellos.
Liliandil y Caspian observaron desde una colina a la Princesa y a su caballo. Ella sonrió sobre su propio corcel, inclino la antorcha hasta que toco la hierba seca del campo, empezo a galopar, aún rozando la antorcha con la hierba. Caspian la seguia de cerca.
- Es suficiente - Declaro finalmente. - ¡Vamonos! - Le grito a Caspian, lanzaron las antorchas en el suelo y desaparecieron del lugar.
Los ciervos estaban corriendo, pero ella tenía su arco y flecha preparados. Habían llegado a una colina, y por un par de segundos no los vio. Fue suficiente para eso, para cuando estaba a punto de soltar la flecha, vio como el grupo entero empezaba a regresar hacia ella.
Ya había empezado a atarceder, sobre el cielo rosado y naranja, un resplandor amarillo se veia detrás. Supo de inmediato que era.
Fuego.
Le dio media vuelta a su caballo y empezo a galopar como si corriera por su vida, y en ese caso, así lo era.
Jadis y Edmund estaban en una columna cerca. Ella le sonrió. - El plan esta en marcha - Dijo. Su hijo tenía la mirada perdida en el fuego que empezaba a extenderse por el bosque. -¡Ve! - Exclamo, tomando las riendas de su corcel, Edmund empezó a alejarse de ella.
Desde Cair Paravel, el Rey Peter estaba en el balcón de su habitación, desde donde se veían todos los bosques alrededor del castillo. Cerca de él, su advisor, Cornelius intentaba calmarlo.
- Todo estara bien, mi señor. ¿Qué le podría pasar? - Dijo casi con inocencia.
Un resplandor negro por el rabillo de su ojo hizo que levantara la vista. Una columna de humo iba hasta el cielo no muy lejos de allí. - No... - Susurro. - ¡Lucy!- Exclamo antes de empezar a correr fuera de su habitación. - ¡Busca a los soldados! - Dijo sobre su hombro mientras corría hacia los establos.
Galopaba freneticamente por todos los lugares, pero aún así, el fuego estaba llenando todos los bosques. El pánico empezaba a llenarla. Su caballo estaba muy asustado debajo de ella, y casi no veía por donde iba. Intentando calmarlo, no vio la rama que iba frente a ella.
Smack.
Golpeo su frente y cayó hacia atras del caballo, el animal siguió su camino. Con su frente latiendo con fuerza, empezo a correr, intentando poner tanta distancia como podia entre ella y el fuego.
A pesar de que éste no la había alcanzado aun, el humo llego a sus fosas nasales. Apenas podía respirar. Corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron, pero frente a ella, la tierra estaba dividida, seguía unos metros mas alla. Miro hacia atrás, el fuego venía por ella.
Era su única oportunidad.
Tomo impulso y saltó hacia el otro extremo, sus dedos consiguieron aferrarse del borde. Lucho con sus pies para subir, pero finalmente lo logró.
Intento respirar, pero no hallaba el oxígeno dentro de todo ese humo. Cayó al suelo, buscando las fuerzas que ya no tenía.
Pero fue en vano, un momento después la oscuridad la trago.
Edmund vio como saltaba y caía al piso, unos segundos después se había desmayado. Bajo de su caballo y se acerco a ella. Se agacho y la tomo entre sus brazos, parecía un cuerpo inerte sobre él, la montó sobre el corcel antes de hacer lo mismo.
Viendo que el fuego ya empezaba a tomar ese extremo, empezo a galopar hacia en la dirección contraria.
Era mas difícil de lo que pensaba sostenerla y manejar al caballo debajo de él. Frente a él, el Gran Río apareció, era su única oportunidad de perder el fuego por completo.
El caballo llegó a la orilla y empezo a nada hacia la otra. Estaba helada, pero aún siguio cabalgando. A medio camino, se rindió, no podía seguir así, tomandola en sus brazos bajo del corcel y empezo a llevarla por sus propios medios. Al caballo también le parecio lo mejor porque relincho y lo siguió justo detrás.
Finalmente, llegaron a la otra orilla. La llevo hasta estar en tierra firme.
Consiguiendo oxígeno casi limpio por completo, Lucy empezo a toser hasta que poco a poco volvio en si. - ¿Dónde estamos? - Fue lo primero que pregunto despues de encontrar su voz.
Edmund la observó. - En los bosques de Cair Paravel.
- ¿Cair Paravel? ¡No! - Se levantó del suelo y vio su ropa totalmente mojada, al igual que la de él. Lo fulmino con la mirada. - ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Y tu quién eres? - Exigio.
El Principe clavó su mirada en ella. - Soy nada menos que el que te salvo la vida.
- No te necesitaba. Yo lo tenía todo bajo control - Respondio ella mordazmente. - ¿Quién eres? - Pidio de nuevo.
- ¿Tan rápido olvidas? - Se burlo él.
Lucy lo miro durante un instante. Ese rostro lo había visto antes, muchos años antes, pero apenas se parecía la niño que recordaba. - ¿Edmund?
Él asintió y antes de que pudiese seguir hablando. Varias voces se escucharon cerca. Ambos se volvieron, Peter fue el primero en llegar, desenvaino a su espada al ver al chico con su hija.
Lucy intervino de inmediato. - ¡No! - Dijo poniendose junto a él. - Papa, él me salvo.
Peter bajo la espada al ver que su hija estaba tan cerca. Miró desconfiado a Edmund. -¿Tú? ¿Por qué?
Edmund bajo la cabeza, el plan estaba en marcha. Empezo su gran mentira. - Humildemente, pido que me dejes volver a Narnia.
- No - Dijo el Rey de inmediato, dando un paso hacia él, Edmund retrocedió - Fuiste desterrado junto con los otros.
Edmund lo miro directamente a los ojos. - He dejado a los telmarinos. Estoy solo. Juzgame por quien soy ¿o me culparás por algo que yo no hice? - Dijo acusadoramente.
Peter lo fulminó con la mirada antes de empezar a caminar frente a él.
Susan, quien abrazaba a su hija empapada, intervino. - Peter, salvo la vida de Lucy
- Su esposo tan solo gruñó y siguio caminando.
Cornelius habló. - Su Majestad tiene razón, estamos en deuda. Y el protocolo real exige que se paguen todas las deudas - Le recordó.
Suspiró finalmente. - Prevalecerá la ley de Aslan. Por ahora, me reservo mis opiniones. Ya veremos quien eres en realidad - Dijo antes de darse la vuelta y empezar a caminar de regreso.
Una sonrisa de satisfacción se dibujo en los labios de Edmund. Susan y Lucy tambien le sonreian, complacidas con la decisión a la que habia llegado su padre.
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