Capítulo II - Tan Solo Un Juego.
— ¿Papá, falta mucho? — La dulce y aguda voz de la Princesa Lucy resonó en el carruaje.
El Rey Peter negó con su cabeza. - No mucho.
— ¿Ya llegamos?— Preguntó de nuevo. A su lado, la Reina Susan rió entre dientes al ver la expresión de su esposo.
Su padre se limitó a negar con su cabeza, y acariciar el cabello de la pequeña.
— Papi — Lucy batió sus pestañas a su padre, y sonriendo. Peter alzó una ceja hacia ella. — ¿Ya llegamos?
Desde afuera, el coche habló. — Majestad, ya estamos en la posada.
— ¡Sí! — La Princesa exclamó con una gran sonrisa en sus labios.
Sus padres le sonrieron. —Vamos—Dijo ella.
El cochero abrió el carruaje, para sorprenderse cuando Lucy fue la primera en bajar, sonreía ampliamente y veía de un lado a otro, emocionada por el cambio del lugar. Los dos Reyes bajaron detrás de ella.
— Creo que alguien está emocionada — Dijo Tumnus con una sonrisa en sus labios. Sobre su hombro, Reepicheep se apoyó.
Lucy empezó a caminar hacia uno de los extremos, pero un par de grandes brazos la detuvieron. Río e intento zafarse de los brazos de su padre.
— ¿A dónde crees que vas? — Su tono era amable y cálido.
— Quiero ir a jugar ¿puedo? — Y pestañeó repetidamente.
Peter río entre dientes. — Está bien, pero no puedes alejarte de aquí, recuerda que estamos cerca de...
Ella lo interrumpió. — De los telmarinos y que no debo acercarme. ¿Puedo irme ya? ¿Si? —Y le irritaba.
Susan se acerca a ambos y les molesta. Había escuchado toda la conversación. — Haz lo que dice tu padre, Lu.
—Sí, mamá.
— Y no te acerques a los bosques, los caminos hacia Telmar están allí. Y tampoco hables o les des la espalda a extraño, Lucy.
La Princesa ladeó su cabeza. — ¿Por qué?
Peter suspir y negoci con su cabeza. — Olvidalo, solo no lo hagas. — Lucy abrió la boca para decir algo más, pero su padre continuó. — Ve antes de que me arrepienta, Lu — La niña suena de nuevo y abrazo a sus padres antes de irse del lugar.
Susan pasó una mano por la cintura de su esposo. — ¿Ya olvidaste quién era así?
Peter la comprobó. - ¿What? ¿Quien?
Ella río. —Tú, Pedro. Es igual a ti.
— Si, y por eso me preocupo por ella. Nos metimos en peligro muchas veces.
Susan alzó una ceja hacia él. — Los peligros en los que tú nos metiste.
Peter rió entre dientes antes de inclinarse y besar los labios de su esposa. Unos segundos después ella se separó de él para atender unos asuntos.
Tsk tsk.
Tumnus y Reepicheep se acercaron disimuladamente. — Vigilen a Lucy de cerca, no confío en estos lugares — Susurro, ambos asintieron y siguieron el camino de la Princesa sin que nadie los viera.
Había conseguido un pequeño lago y unas varas, Lucy jugaba distraídamente con ella, haciendo formas en el agua o haciendo dibujos en la misma tierra.
— Se fue por aquí — Susurro una voz a lo lejos, pero la Princesa estaba tan inmersa en su juego que no la escudo.
Otra voz respondió. — No, se fue por aquí — Estaban más cerca y esa vez Lucy si oyó.
Se volvió al momento, se encontró con Tumnus y Reepicheep discutiendo cerca de un árbol. — ¿Tumnus, Reepicheep?
Ambos se volvieron y tragaron saliva con dificultad al ver que habían sido descubiertos. - Lucía...
La niña estrecha sus ojos hacia ambos. — ¿Qué hacen aquí?
— Este... bueno... — Empezó el fauno, miro a su alrededor, sobre él había un árbol de manzanas rojas, nerviosamente tomo una y se la ofreció. — ¿Una manzana?
Pero antes de que Lucy reclamara, el ratón intervino. — ¿Roja? Las verdes son mejores — Y desde el hombro de Tumnus se lanza hasta un árbol de manzanas verdes.
— Por supuesto que no, las rojas son mejores.
— Verdes.
—Rojas.
— Verdes.
-Rojas
Lucy vio su perfecta oportunidad para escapar por lo que en silencio retrocedió hasta que corrió por los árboles. Miró a su alrededor, rió entre dientes al ver que se había zafado de los guardias. Caminó hacia atrás, asegurándose de que no estuvieran por ahí.
De repente chocó contra algo, pero estaba segura de que no era ningún árbol. Se volvió lentamente.
Unos ojos marrones la miraban molesto. — ¿Tu quién eres y qué haces aquí? —Exigio el niño. Tenía el cabello negro, su piel era blanca y tenía pecas en la nariz, retrocedió un paso de ella.
Lucy abrió sus ojos como platos y también dio un paso hacia atrás. El niño empezo a acorrarla después de tomar confianza, pero la Princesa grababa perfectamente las palabras de su padre, siguió retrocediendo, manteniendo la misma distancia entre ambos.
— ¿Qué estás haciendo? — Preguntó él finalmente, cansado de lo que hacía.
A pesar de que tenía miedo, ella no se dejo pisotear por él. — Mi padre dice que no le debo dar la espalda a los extraños o telmarinos.
— ¿Y haces todo lo que tu padre te dice? —Dijo él socarronamente.
— ¡Claro que no!
Él alzó una ceja hacia ella. — Estoy seguro de que eres la consentida — Se burló de nuevo, Lucy se acercó a él en silencio. — Los telmarinos hacemos lo que queremos, no tenemos miedo — Y empezó a caminar en la dirección opuesta a ella, demostrandole que no le daba miedo darle la espalda, Lucy lo siguió de cerca. Saltaba entre las rocas sin trastabillar ni un segundo, aunque ella no lo viera, él sonreía ampliamente.
Grrr.
Ambos se detuvieron, la mirada del niño ahora era preocupada. Lucy lo miró con los ojos como platos.
Grrr.
— ¿Qué es eso? — Pregunto a la Princesa.
Grrr.
Un par de ojos ámbar salió de detrás de uno de los árboles. — Lobos. ¡Corre! — No necesitaron más, ambos empezaron a correr entre los árboles. Los lobos, bestias que no hablaban, empezaron a perseguirlos un par de segundos después.
Corrieron durante varios minutos, ambos se detuvieron jadeando. — Creo que los perdidos — Dijo él.
Grrr. Grrr. Grrr.
Miraron a su alrededor, mas lobos estaban cerca. Edmund empezó a correr sin decir nada.
— ¡Me vas a dejar aquí sola! —Dijo ella con miedo.
Él siguió corriendo. — ¡Los distraeré! ¡Sube al árbol! — Exclamo, ella se acercó y con dificultad empezó a subir, los lobos se habían ido detrás de él.
Tomando un árbol como apoyo, Edmund dió una vuelta en "U", dejando más distancia entre él y los animales. Utilice sus últimas fuerzas para llegar al árbol y subirse. Los lobos no alcanzaron a ver a donde se había ido, después de unos segundos, se dieron por vencidos y se fueron.
Los dos niños se vieron y se estallaron en risas. — ¡Eso fue increíble! — Exclamo Lucy, llena de adrenalina. — ¿Viste el tamaño de esos dientes? —Ambos rieron extasiados. — Hacemos un gran equipo... Y tú, eres muy valiente.
El niño se sonrojó y sonrio levemente. — ¿Tu crees? — Ella asintiendo con una sonrisa. —Me llamo Edmundo.
— Y yo soy Lucy — Se presente. — Mejor bajamos de aquí — Él ascendió y bajo de primero, luego la ayudó.
Una idea se formó en la cabeza de la Princesa. Con una sonrisa tocó el hombro de Edmund y luego empezó a correr, no llegó muy lejo al darse cuenta de que él no la seguía. — ¿Qué esperas? ¡Vamos!
Él se le quedó observando, totalmente confundido.
—Te toque, te toque—Dijo ella. Edmund frunció el ceño y siguió observandola. — ¿No sabes cómo se juega? —Finalmente, él negó con su cabeza. — Yo te toco, tu corres y me buscas — Explico. Una vez más, tocó su hombro y empezó a correr. Entendiendo la dinámica del juego, empezó a correr detrás de ella. Pero antes de que la tocara chocó contra algo duro y fuerte.
Subió la mirada y sus ojos se abrieron como platos al ver a un hombre frente a ella, antes de que pudiese hacer algo, delate de él, se puso su madre.
—Peter .
—Jadis
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