Capítulo I - Los Herederos de Dos Pueblos.

Una extraña sonrisa se posó en sus labios cuando observó el pequeño bulto entre sus brazos. Una de sus pálidas manos acarició su mejilla, rozando sus largas uñas en su suave piel. El bebé se removió levemente entre sus brazos antes de suspirar y seguir durmiendo plácidamente.

Su cabello negro estaba despeinado, y pequeñas pecas se agrupaban alrededor de su nariz. Su piel era blanca como la de ella misma. Era la perfecta combinación entre sus dos padres.

Lo dejo en la cuna de madera y se volvió. Alzó la barbilla con majestuosidad mientras veía sus alrededores.

Un cuadro en la pared parecía devolverle la mirada. La mirada de Miraz era orgullosa, temeraria, altanera. Todo lo que lo había llevado a ser Rey por tantos años, lo mismo que lo había asesinado hacía apenas meses.

Pero dentro de su mente todo estaba planeado, esa muerte no quedaria impune, ella misma se encargaría de eso. Miraz lo había elegido a él como su heredero, por encima de sus hermanos mayores, y ella velaría porque esa fuese una buena decisión.

Algún diía, en algunos años. El Príncipe Edmund se encargaría de asesinar al Rey Peter, y devolverles lo que era suyo por derecho.

Porque ese era su destino desde el día en el que había nacido.

Se dejó caer sobre las almohadas, apenas podía respirar, sentía que le habian sacado una parte de ella, y así era. Podía escuchar los gritos del bebé, pero se oían lejanos, sabía que no podría permanecer consciente mucho tiempo más.

Vió como la matrona limpiaba a la bebé y se la tendía a su esposo. Peter lo tomó con delicadeza y se acerco a ella.

- Es una niña - Declaró hablando en susurros, para no perturbarla después de haber conseguido que dejara de llorar.

Lágrimas de felicidad inundaron sus ojos, mientras hacia un último esfuerzo para tomar a la bebé entre sus brazos.

- Hola, hermosa - Susurró mientras rozaba con sus dedos los de ella, abrió sus ojos al momento y respiro aliviada. Sus ojos azules, como los de su padre, brillaban alegres de volver al calor de su madre.

Peter estaba inclinado sobre ambas, una lágrima se deslizaba por su mejilla. - Gracias, Susan - Dijo posando sus labios sobre los de ella.

Ella sonrió levemente mientras volvia su atención a la bebé. - ¿Cómo la llamaremos? - Preguntó mientras seguia rozando sus dedos.

- Lucy - Respondió él cuando sus ojos se encontraron. - Claro, si te parece - Ella había estado esos nueve meses con su hija, y había pasado por tantos dolores. Ese era un derecho que le pertenecía a ella.

- Me gusta - Dijo Susan. - La Princesa Lucy.

Peter sonrió mientras besaba la frente de la bebé, quien habia vuelto a quedarse dormida. - La Princesa Lucy - Repitió con orgullo. Lentamente la quito de los brazos de su madre, Susan apenas podía mantener los ojos abiertos. - Descansa, hiciste un gran trabajo - Dijo besando su frente. Justo allí la Reina cayó en los brazos de Morfeo.

Los narnianos se reunían entre sonrisas y alegrías. Habían pasado tantos años bajo el yugo de Miraz, todo lo bueno era bienvenido y recibido entre risas.
Los siervos abrieron las grandes puertas para Coriakin, quien asintió en agradecimiento. En los tronos estaban sentados el Rey Peter y la Reina Susan. Hizo una reverancia frente a ellos.

- Coriakin - Dijo la Reina con una sonrisa. - Me alegra verte.

Peter asintió. - Ha pasado ya un tiempo - Y si que lo había pasado, desde su coronación unos meses atras no había sabido nada del hechicero.

- Así es, Majestad - Respondo él. - Pero creo que hoy he venido por un asunto muy diferente al último ¿no es así? - Y sonrió.

Susan asintió y se puso de pie. Lucy estaba despierta en sus brazos. Caminó hacia el hechicero y la enseño.

- He de decir que es una bebé muy hermosa - Murmuró él con respeto. - Estoy seguro de que esta destinada a grandes cosas.

Peter carraspeó y los miró a ambos. - ¿Estamos listos?

Coriakin asintió. - Por supuesto - Susan camino hacia su esposo y se colocó a su lado.

El rubio sonrió y beso sus labios con delicadeza. - Narnia tiene una nueva princesa.

Gruño mientras veía a todos las criaturas alabando a la Princesa que estaba siendo presentada a su pueblo. Ya tenía lo que quería.

Empezó a correr hacia el bosque de nuevo, lo estaban esperando y por su vida lo mejor era no darse de largas. Siguió por unas horas hasta que llegó.
Jadis lo esperaba sentada en un caballo, algunos soldados la rodeaban.

- Milady - Se inclinó ante ella.

Ella asintió. - Maugrim - Dijo en forma de saludo. - ¿Y bien? ¿La viste?

El lobo respondió. - Si, es una niña.

Una risa tenebrosa salio de los labios de la mujer. Sonrió con satisfacción. - Peter nos lo pone mucho mas facil - Hizo una pausa. - ¿Cómo se llama?

- Lucy - Respondio él de inmediato, sus ojos amarillentos esperando por una respuesta.

La sonrisa de Jadis decayó. - Pues, la Princesa Lucy sabra de nosotros mas pronto de lo que cree. Y Peter deseará jamás haber tocado a Miraz.

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