Rescate
Vivir en un pueblo apartado podía ser muy idílico, pero también tenía sus desventajas. Ariana solía pensar que todo el mundo se parecía a la ciudad: con tiendas y todo tipo de locales con todas las comodidades, pero se dio cuenta de su error. Aunque se hallaba en un lugar turístico, distaba mucho de ser la gran urbe a la que estaba acostumbrada, pero le gustaba, tal vez no hubiera grandes centros comerciales, pero sí había iglesias y otras obras hermosas que admirar.
Cruzó la calle con su café en una mano y una revista en la otra y se dirigió al parque donde la señora Doubs la esperaba.
Habían salido de paseo para conocer el lugar, ya que, si pasaba más tiempo encerrada se iba a comenzar a desquiciar. Lo comprendió cuando comenzó a discutir con Jason por cosas sin importancia, indicio de que necesitaba un tiempo a solas.
—¿A dónde iremos ahora?
—Me encantaría pasear por los Jardines Barnsdale.
—¡Pues los jardines serán!
Incluso antes que la última palabra saliera de su boca, la desazón la invadió. Un vehículo conocido se detuvo justo frente a ellas. Era la camioneta negra que los había perseguido al salir de Manchester. Ariana se quedó helada cuando su prima Emily salió de él.
—Hola, querida —saludó como si nada—, no ha sido fácil dar contigo, ¿sabes? ¿Has disfrutado de tus vacaciones?
—Señora Doubs, ¿podría adelantarse? La alcanzaré en seguida.
La anciana se fue con ciertas dudas, pero obedeció.
—No puedo creer que estuvieras detrás de esto. ¿También tuviste que ver con la muerte de mi madre?
—Otra muerte es lo que trato de evitar y es tan fácil cómo darme tu firma en un tonto papel.
Ariana miró con desesperación a su alrededor.
—Si, claro, un tonto papel en el que te entrego el legado de mi madre. Creo que no.
—¿Qué buscas alrededor, querida? Tu caballero de brillante armadura no vendrá, de hecho es su muerte la que quiero evitar.
—¿Qué quieres decir?
Le mostró la pantalla de su móvil y Ariana sintió que le quitaban la tierra sobre la cual pisaba.
Era él, sin lugar a dudas, incluso con la venda en los ojos, la ropa manchada de sangre y las manos atadas a la espalda en el respaldo de la silla, Ariana podía estar segura de eso.
—¿Nos vamos? —invitó la pelirroja.
****************
La habitación del hotel era anodina: las cortinas, la ropa de cama, el color de las paredes. Ariana descolgó el auricular del teléfono junto a la cama, pero como suponía, la línea había sido cortada. En tres horas estarían ahí los abogados con los documentos donde le entregaba a la familia Gardner las acciones que su madre le había dejado. ¡Zorra! ¡Perra! ¡Bruja! ¡Arpía! No importaba cómo la llamara, no aliviaba la angustia que dominaba su corazón. Nada le garantizaba que liberaría a Jason después que firmara los papeles.
La puerta se abrió de pronto. Era uno de los hombres de Emily.
—¿Cómo se atreve a entrar sin tocar?
—No te quejes, princesita, no queremos matarte de hambre.
Dejó paso a una muchacha del servicio que entró con una charola. El gorila usa un tenedor para escarbar en la comida.
—¡Qué asco!
—No correremos riesgos.
La muchacha que se había mantenido con la cabeza baja, buscó la mirada de Ariana por un instante. ¡Era Odaly! Hizo una seña con la palma de la mano hacia arriba, moviéndola de izquierda a derecha, para salir silenciosamente, como había entrado.
—Si no la quieres... —dijo el tipejo con una asquerosa sonrisa.
—Es mi comida, sí la quiero, ahora déjame sola.
El hombre salió carcajeándose y cuando cerró la puerta, Ariana deslizó la mano bajo la carretilla de la comida. ¡Había una nota!
"No firmes nada. Averigua dónde está, nosotros haremos el resto. Te escucho. AH."
Rompe el papel y lo deja ir en el lavabo. "Gracias Adrian, sabía que no me dejarías sola".
Los abogados ponen frente a Ariana, al menos veinte páginas impresas por ambos lados donde el lugar para la firma está señalado con una "X" en tinta azul.
—¿Cómo sé que está vivo? —pregunta poniendo los papeles en la mesa y cruzándose de brazos como una niña obstinada. Emily rueda los ojos.
—Ok, una llamada.
—Videollamada.
—Ja, ja. ¿Crees que soy tonta?
¡Maldición! ¿Y ahora qué? Emily marca un número y se lleva el móvil al oído.
—Una palabra, una palabra fuera de lugar y está muerto, ¿entiendes?
Traga fuerte y asiente seriamente, tratando de pensar cómo averiguar la localización de Jason.
—Ponlo al teléfono —ordena Emily y luego de un momento le entrega el aparato a Ariana.
—¿Hola?
—¿Ariana? ¿Estás bien?
Su voz apagada y temblorosa hace que Ariana sienta un nudo en la garganta.
—Te sacaré de ahí —promete la chica al borde de las lágrimas.
—No firmes —pronuncia apenas.
—Jason...
—Recuerda... Nuestro cielo lleno de estrellas...
—Hay que cursi —dice Emily, le arrebata el teléfono a Ariana y corta la llamada—. Ahora, ¡firma!
Ariana toma la pluma y traza garabatos sobre el papel presionando tan fuerte que se manchan todos de tinta.
—¡Lo tengo! —grita mientras se tira debajo de la mesa.
Los agentes de la NCA entran y someten a los tres gorilas, los abogados y a Emily. Uno de los agentes ayuda a Ariana a ponerse de pie y salir de aquel infierno. Al bajar al lobby Adrian y Frederick corren hacia ella.
—¡Papá! ¡Adrian!
—¡Ariana, pequeña, estás bien!
—¡Rápido! Tenemos que ir a Oakham —grita y sale corriendo seguida de su amigo y su padre, y varios agentes.
En el camino le explican que estuvieron siguiendo a Emily y lograron dar con ella. Los agentes envían varias unidades a Oakham y Ariana les da la localización exacta de la cabaña.
Cuando llegan, ve una camilla salir de la cabaña, pero el cuerpo va totalmente cubierto con una sábana.
—¡No! —grita, pero al quitar la sábana ve un rostro desconocido. Detrás viene otra camilla y, a pesar del mal estado en que está, ella llora de alegría al ver que está vivo.
—¡Jason!
—Lo siento señorita —dice un enfermero que sostiene en alto una bolsa de suero—, está sedado. No podrá hablar con él hasta dentro de unas cuatro horas.
—Papá...
—Tranquila, estaremos ahí esperando.
—¡Gracias!
Al llegar al hospital, una enfermera los conduce a una sala privada donde hay un par de sillones, mantas y cafetera. Frederick es uno de los principales benefactores de ese Hospital-Escuela por lo que la deferencia es palpable.
—Señorita Brimill —dice una enfermera en la puerta. Ariana se levanta de donde ha estado abrazada a su padre.
—¿Sí? —pregunta con ansiedad.
—Su prometido ha despertado y quiere verla.
Adrian y Frederick la observan entre asombrados y divertidos.
—Ve hija, no hagas esperar a tu prometido.
Ariana deseaba echar a correr, pero tuvo que conformarse con ir detrás de la enfermera. Delante de la puerta le dejó paso.
—Sea breve por favor, necesita descansar el mayor tiempo posible.
—Lo haré, gracias.
Dio un tímido paso dentro de la blanca habitación, junto a una ventana estaba la cama.
—Hola —saluda acercándose.
—Hola —responde y puede notar que su voz ya es más firme, lo que hace que una oleada de alivio la libere del peso que ha estado cargando por horas —. Siento tanto no haber podido protegerte.
—Por favor, no te disculpes por eso. Espero que nunca más tengas que hacerlo, si algo te pasara por mi culpa, no lo soportaría.
Lo abraza con cuidado y deja su frente sobre la de él unos momentos.
—¿Crees que sea oportuno pedir tu mano?
Ella se ríe un poco y se separa para mirarlo a los ojos.
—Mejor espera salir de aquí.
—De acuerdo.
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