27. Rutina.

Es complicado alcanzar una rutina inducida con Shaka siempre tan bien medicado y tampoco es un tema que sepa como tocar correctamente, después de todo, su deseo no tiene por qué superponerse a la manera en que al rubio le gusta vivir acorde a su situación de Omega. Sus infantiles sentimientos y su escaso conocimiento de que las doncellas se encargaban de eso siempre, le hicieron olvidarse de que, para que ellas pudieran seguir cuidando de Shaka, él tendría que estar en su templo y tan ignorante como podría ser con la información que nunca pide, ni siquiera sabe en qué temporadas el rubio debe consumir el medicamento que lo mantiene estable.

Así que no es difícil darse cuenta en qué momento la situación se les salió a los dos de las manos, con Shaka retorciéndose contra las sábanas de un nido ampliamente y bien construido, sosteniendo el brazo del Alpha con la fuerza que es capaz de mantener en medio de un sorpresivo calor que ninguno de los dos esperaba.

Se siente mal mientras se recuesta en su espacio designado dentro del nido, permitiendo al tembloroso Omega buscar esconderse entre sus brazos y relajarse en el aroma dominante, su compañía, por el momento, es suficiente antes de que el calor se vuelva exigente y en la mente de Shaka solo predomine la necesidad por ser anudado, llenado de tal manera que el cuerpo no entrara en calor por lo que resta del año.
Gruñe mientras es marcado por el dulce aroma del santo de Virgo, acción que le hace respirar profundo, solo para ahogarse en su fragancia y no sorprenderse ante el calor que lentamente recorre su cuerpo, la presencia de una rutina para acompañar al calor de su, pronto, desesperado Omega.

Los dedos de sus manos tiemblan mientras ayuda a Shaka a retirarse la ropa que no va a ser necesaria dentro de pocos minutos, de la misma manera, las manos más delgadas se encargan de realizar la misma acción, pero con la ropa contraria. Es complicado ceder ante sus deseos a la primera cuando está seguro si Shaka realmente está listo para algo así, sin dejar de lado que, aun consciente de la situación, le da vergüenza esta primera vez compartiendo el calor de al menos uno de los dos, la fragancia del Omega en celo además de excitarlo también le alcanza a parecer tierno, quiere tener unos minutos más para poder adorarlo como debería, desea haberse dado cuenta a tiempo para preguntar correctamente si podía estar ahí y tomarlo con la delicadeza que se merece.

Y entonces Shaka le regresa la mirada, inesperadamente se encuentra con los brillantes ojos azules que le observan tanto con lujuria como con amor, o al menos eso imagina. Su encuentro solo dura unos segundos antes de que el cuello ajeno, justo donde la marca descansa, sea ofrecida como invitación.

Aun con dudas y tímido como solo él podría estar en esa situación, acepta. Porque es de demasiada mala educación rechazar la invitación de su amado omega.

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