21. Celo omega.

No tiene ningún calendario a la mano, tampoco ha preguntado por la información debido a lo personal que es, sin embargo, tomando en cuenta que su celo había sido no hace mucho, hace un esfuerzo por fijarse detenidamente en los patrones de Shaka, busca en su aroma alguna señal de aviso ante los días más "especiales" y con los que se supone debían de tener cuidado, excepto, claro, que él no tenía ninguna intención de que se cuidaran, era un deseo sincero desde el fondo de su corazón, aun si solo era uno o veinte, deseaba tener un cachorro, había soñado con aquello durante mucho tiempo, incluso tenía pensado ser el quien cuidara mayormente del bebé de los dos mientras el rubio se seguía dedicando a su meditación, no tenía por qué abandonar su puesto, si su hermano mayor pudo encargarse de él, de seguro él también podría hacerlo con su hijo.

Pero, no hay ninguna señal del próximo celo de Shaka a la vista, es más, además del celo falso inducido por la concentración de su aroma en el templo de leo, no recordaba que el omega hubiera presentado anteriormente la capacidad de tener un celo, algo que le carcomió ligeramente la conciencia, si Shaka no podía entrar en celo, significaba que tenían que decirle adiós a la idea de tener un cachorro propio, esta noticia claramente los iba a afectar por separado ¿Shaka sabia? ¿Realmente no tenía celo o simplemente estaba tomando algún tipo de medicación? ¿Qué tanto sería correcto preguntar?

Esta nervioso el día que decide acercarse a disipar algunas de sus dudas con el guardián del templo de la virgen, no está seguro de como iniciar aquella conversación, pero necesita la información para dejar de imaginar cosas que no eran y poder dormir bien durante la noche. Así que se acerca, decidido a preguntar la primera y más lógica razón por la cual su omega no entraba en celo desde quien sabe cuándo.

—Entonces tu —empieza, casual, después de saludar y decir algunas otras cosas antes, jugando con sus manos en clara señal de nervios, mientras busca las palabras correctas para hacer la pregunta antes de decantarse por ser lo más directo posible y salir de dudas— ¿Estas tomando supresores?

—Si, siempre los he tomado, no vi porque suspender la medicación —piensa un momento, por supuesto, ignorando la manera en que la ansiedad con la que había llegado Aioria cambia por otro sentimiento que no alcanza a percibir correctamente—. Las doncellas se aseguraron de corregir mi toma desde que marcaste. —su voz sigue siendo monótona, sin entender exactamente qué problema hay con eso—. ¿Por qué? ¿Pasa algo?

—Ah... —su decepción es obvia, pero rápidamente hace un fuerte sonido de carraspeo para intentar escapar de la situación—. ¡No, no, no! No pasa nada, ¿Sabes qué? Acabo de recordar que Milo quería hablar conmigo, iré a verlo antes de que espere más tiempo por mí, ¡Nos vemos en la cena!

Se apresura a salir del templo de la virgen, por la puerta que dirige a su templo y no a Escorpio como acaba de decir que haría, ni siquiera piensa en lo sospechoso que debe de ser eso, en su cabeza solo existe la decepción de la falta de un celo, la fantasía de perderse en los brazos de su omega caliente al que podría intentar llenar lo suficiente como para que tuvieran un cachorro.

Carraspea de nuevo, nervioso y claramente consternado por el deseo que claramente no comparte con su omega, intenta evitar que la pesadez en su corazón le afecte, pero no logra sentirse triste por el resto del día mientras maldice con la cara contra la almohada.

Si tan solo no el tema no le diera vergüenza, tal vez podría hablarlo con Shaka... Sería lo más correcto.

Aunque se muriera por querer simplemente ser impulsivo y tener cachorros como si no hubiera un mañana.

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