16. Gruñido.

Recuerda el ronroneo de Aioria, siente una gran tranquilidad mental cuando piensa en eso, aunque no es algo que pase a diario y hasta el momento no se le ha ocurrido mencionarlo que quiere escucharlo, esta idea se pasea por su mente varias veces, sobre todo porque sabe que el león no le va a negar nada, pero un ronroneo podría ser demasiado poco cuando están cómodamente acostados en la cama, aun tibios por la actividad previa.

—Aioria, haz ese sonido. —su voz sale perezosa, esta algo cansado, pero aun así mueve sus brazos para pasarlos por detrás del cuello de su amante, buscando la cercanía para que el sonido no escape demasiado lejos de entre ellos dos.

—¿Qué?

—Quiero que gruñas para mi —pide casi en un susurro, sintiendo la repentina emoción en el otro, por un momento quiere burlarse de él, así que ajeno a las consecuencias, además de susurras, habla lentamente, estirando cada letra que puede—. Me encantas cuando lo haces.

Es difícil salir de la cama ese día, porque Aioria gruñe de forma posesiva todo el tiempo... Gruñe hasta el día siguiente cuando intenta levantarse a tomar un simple y necesario baño.

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