12. Supresor.

Hay un pequeño problema entre la siguiente misión de Aioria y el calendario de su celo al que jamás le ha prestado atención porque nunca había sido necesario, en realidad, las doncellas del templo de la virgen eran quienes llevaban la cuenta de los días para su celo y posteriormente se aseguraban de entregarle la cantidad de medicamento según lo necesitaría de acuerdo a su situación, debido a su propia ignorancia sobre su situación en la jerarquía, al final del día terminaba tomando el supresor sin siquiera preguntar, no le importaba mucho, tenía mejores cosas de que preocuparse.

—Nos estábamos preguntando, sobre el control de natalidad... —choca sus dedos entre si mientras observa con una leve sonrisa el rostro del santo de virgo, está consciente de que no "ve" directamente su rostro, aunque claramente debe de estar sintiendo su incomodidad cuando toca el tema—. ¿Qué deberíamos de hacer con los supresores?

—¿Cómo que, que deberían de hacer? —no solo se siente mal cuando responde con otra pregunta, sino también redundante, por lo que puede pasar totalmente por alto que la doncella haya pedido su opinión para algo que hace mucho tiempo dejo de ser de su interés.

—Bueno, como debe de saber, los supresores inhiben sus hormonas la mayor parte del tiempo, excepto en situaciones extremas, ya que usted tiene una toma suave del medicamento —hace un esfuerzo por ser lo más clara posible, no muy lejos hay otras dos compañeras que sostienen la nueva medicación y un vaso con agua—, esto hace que su libido disminuya y su celo... Amm... Bueno, prácticamente usted no tiene celo.

—Entiendo —ni siquiera es capaz de recordar si en algún momento la primer doncella le explico cómo funcionaba el supresor, lo único que sabe es que solo lo empezó a tomar y jamás cuestiono nada—. Solo síguelo administrando.

Hay un minuto de silencio, no ve la forma en que el rostro de la doncella se deforma ante su simple respuesta, pero siente la perturbación en el cosmos que la joven no sabe usar, un sentimiento que no entiende porque aparece ni porque le preocupa demasiado a alguien como ella, no es como si el celo fuera realmente algo importante.

—Esta, ¿Está usted seguro? ¿No quiere hablarlo con el santo de Leo? —esta, probablemente, demasiado ansiosa por seguir dando el medicamento cuando probablemente su santo a servir ni siquiera entiende hasta qué punto las hormonas controladas pueden arruinar ciertas cosas.

—No creo que le moleste ¿La nueva toma afectara a mi aroma? —piensa un momento, probablemente Aioria también toma su propia porción de medicamentos, así que esto no debería de ser ninguna novedad.

—No, no, la nueva toma solo, regulara el desbalance que debe de tener por el enlace que los une... —aprieta los labios mientras considera sus opciones, probablemente esto sea algo a charlar primero con el patriarca, mucho mejor si designan a alguien realmente especializado en explicarle que era ser un omega en lugar de una doncella que solo trae la comida y medicamento. Si, eso deberían de hacer.

—Entonces está bien, dame el supresor.

Deja salir un leve suspiro, antes de llamar a sus compañeras que han estado esperando para entregar el medicamento. Cuando Aioria de Leo entra al templo de la virgen ellas han terminado y se dan la vuelta para irse, probablemente esto era lo mejor, eran una pareja demasiado reciente como para dejarlos sin medicamento cuando muy posiblemente, ninguno de los dos sabe cómo funcionan las cosas.

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