10. Parche.
Respira profundo, intentando calmarse, en un principio había pensado que podría sobrellevar los murmullos a su alrededor, tiene semanas que la gente habla a sus espaldas desde que Aioria prácticamente lo mantiene marcado con su aroma, lo que no se esperaba, era que la intensidad de esos murmullos aumentara exponencialmente en cuanto la gente comenzó a notar el parche en su cuello.
El león no lo había dejado marchar del templo sin curar sus heridas primero, aunque la mordida en su cuello sería lo más visible dentro de algunos días y justo ahora resaltaba por el parche que tenía que usar para que no volviera a sangrar, no significaba que Aioria no había mordido o lastimado otras partes de su cuerpo.
—Shaka, buenos-...
Evito la necesidad de mover la cabeza tras escuchar el saludo de Camus de Acuario, a su lado, un irrespetuoso silbido proveniente de Milo se dejó resonar por el templo, antes de ser silenciado por el onceavo santo con algo parecido a un codazo, algo fácilmente perceptible por la manera en que Escorpio perdía aire repentinamente.
—Disculpa por eso, con tu permiso.
—¡¿Qué?! ¡Camus, tenemos que pregun-...!
—Que nos vamos, Milo.
La discusión aparentemente se alargó un poco más mientras el permanecía tranquilamente en su posición de flor de loto, espero hasta que el sonido hubiera desaparecido por completo antes de levantar una de sus manos y cubrir el parche que tenía en el cuello, durante la mañana, no le había dado la importancia suficiente, ni siquiera cuando las sirvientas lo miraron, pero solo tenía que pensar en el chismoso de Escorpio para que su rostro se calentara.
Fue menos de una hora el tiempo que le tomo al resto de los dorados comenzar a pasearse por su templo con la excusa de "Tengo que ir a tal lugar", aunque la intención claramente era ver que, en efecto, alguien se había atrevido a reclamar al santo de Virgo como compañero. Respiro profundo, intentando mostrarse orgulloso como todos los días mientras lo único que parecía importarle a la gente era ver el parche en su cuello, aunque al final lo único que sentía era pena por la manera morbosa en que lo miraban.
Necesitaba conseguirse algo con que cubrirse el cuello.
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