1. Voz.
—Aioria. —llama a su vecino con confianza, deteniendo su avance para tener una corta conversación.
Hay un momento, después de las duras batallas en el santuario, donde mantiene los ojos abiertos en todo momento y observa directamente a sus compañeros de armas, dedicándose a darle un rostro más definido a las voces que escucha a diario. A diferencia del mundo exterior, la jerarquía entre alfas, betas y omegas no se siente tanto, aunque existen pequeños detalles que les recuerdan que esas pequeñas diferencias se encuentran entre ellos, aunque a nadie le importa, ya que desde pequeño están conscientes de que la fuerza no proviene de su lugar dentro de la jerarquía.
Escanea a Aioria mientras espera a que le conteste, no es difícil hacerse a una idea de la voz que va a escuchar, es su vecino de toda la vida, está casi seguro de cómo es su tono, al igual que como había pasado con el resto de sus compañeros, solo necesita darles un vistazo para saber que voz es de cada quien.
—S-s... Shaka.
Excepto que ahora, su voz no parece coincidir con su apariencia.
—¿Tus heridas han sanado? —sigue siendo lo más cordial que puede, llevando una plática casual que no es de su tipo, ignorando por completo que él no suele tener "platicas" en primer lugar.
Por alguna razón la voz de Aioria le parece más suave de lo que debería de ser, está seguro de que frente a sus ojos tiene a un alfa, su templo esta más que marcado con sus fuertes feromonas, es verdad que esa fuerza no le atrae en un principio, pero es el tono suave con el que dijo su nombre el que verdaderamente llama su atención.
—Sí, nuestra diosa se encargó de curarme, así que prácticamente estoy como nuevo. —levanta uno de sus brazos mientras muestra su musculo, intentando reírse, aunque los nervios hacen que su sonrisa se veía extraña.
—Entiendo, me alegro por ti —por un momento sigue su acción antes de volver a mirarlo fijamente, esta fascinado con el tono suave en que Aioria le está hablando, muy diferente a lo tosco que se ve a primera vista y a los "rugidos" que suele recordar de él, sobre todo cuando discutieron en la cámara del patriarca—. Espero que podamos seguir hablando con este tono.
—Yo también lo espero. —se rasca la parte posterior de su cabeza, nunca había tenido la oportunidad de ver durante tanto tiempo los ojos del santo de virgo, por lo que además de nervioso, se sentía desnudo ante su tranquila mirada.
No hay más palabras entre ellos y de un momento a otro decide cerrar sus ojos, despidiéndose sin decir nada, asegurándose de guardar el brillo en los ojos esmeralda en su memoria junto al suave tono de voz, no necesita de un alfa fuerte a su lado, de esos hay muchos y son tontos, lo sabe, aunque tiene la suerte de no tener que tratar con ellos, Aioria, sin embargo, suena tan tierno como un gatito, no le molestaría que le ronroneara al oído.
Oh, sí, su voz era casi como un ronroneo, digno del santo de Leo.
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