Capítulo 21 - Parte II
Aalis y Margueritte han derivado a temas más fáciles y logré calmarme. Margueritte se dedica a pinchar a Aalis con Dragah.
—Te aburrirás si te casas con ese simplón.
—Tú que sabes.
—Debes elegir a alguien que te haga sentir... No sé... Algo, ¡lo que sea! ¡Ayuda Diana! Dile qué se siente estar enamorada.
—¿Yo?
En ese mismo instante la puerta principal se abre y Ro entra gritando. Dejo escapar un gran suspiro.
—... por favor, sólo una.
—Ya te dije que tendrás una, no necesitas rogar.
Ro entra dando saltitos alrededor de Jason, que viene cargando con un pequeño saco lleno de frutas. Sin duda las ha intercambiado por la caza del día. Aalis se levanta y va corriendo hacia ellos.
—¡Oh, santo cielo! Son manzanas, mira que rojas —. Toma el saquito y viene, seguida de Ro, hacia la mesa. Todas parecen muy emocionadas, como si comer manzanas fuera un lujo reservado para los dioses.
Jason me mira con curiosidad, no entusiasmo ni arrobo, sólo curiosidad. Me siento un poco decepcionada. Se acerca a mí y pone el mechón detrás de mi oreja, entonces sí sonríe y murmura a mi oído: "Preciosa". Un cosquilleo me recorre la columna y trato de contener una risa nerviosa.
—Te encantará lo que Diana cocinó para ti —dice Aalis con la mejor de las intenciones.
—Si cocinar le llamas a poner a hervir agua —. Margueritte se ríe, pero veo algo en sus ojos, como si una chispa se hubiera apagado. Muerde una manzana e ignora las protestas de la mayor de los hijos Askell, Ro se entretiene en contar las manzanas como le han enseñado sus hermanos. Nos sentamos a la mesa.
—Ella tiene razón, estoy muy lejos de cocinar algo.
—Tienes mucho tiempo para aprender, no te preocupes por eso.
Pongo delante de él un poco del delicioso caldo que preparó la encantadora chica, ahora que lo pienso Margueritte tampoco ayudó mucho.
—Pero no puedo seguir necesitando de tu madre y tus hermanas para no morirnos de hambre.
Jason detiene la cuchara a medio camino y me mira con atención. Quizá se sorprende que me preocupe un asunto tan trivial, pero mirándolo bien no es nada trivial preocuparse de poder alimentarnos por nosotros mismos. Él parece tan cómodo en esta vida, como si nunca se hubiera ido. En cambio yo soy una completa extraña.
—¿Tanto te preocupa?
—Bueno, esta será nuestra vida a partir de ahora, ¿No es normal que me preocupe de los problemas de la casa y esas cosas?
Mira su plato como si dentro de él estuvieran todas las respuestas. No me dice lo que piensa, sólo vuelve al ataque del caldo y dice en tono que quiere sonar despreocupado.
—Ya habrá tiempo.
Ro, Margueritte y Aalis siguen riendo y gritando, ahora en la habitación superior, donde han ido a limpiar un poco. Debería ser yo quien hiciera esas labores y me da miedo pensar que, aunque aprenda a hacerlo correctamente, no me entusiasma para nada. ¿Estoy preparada para esta vida?
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Los días pasan demasiado rápido. Me esfuerzo por aprender las cosas que las niñas del reino saben desde la tierna infancia, pero Jason insiste en que debo seguir entrenando porque es parte de quién soy, sin importar dónde esté o cómo me haga llamar. Dice que soy una rebelde y, aunque no me gusta la palabra, debo admitir que he llegado a sentir que sin la espada perdería la mitad de mi ser, así que probablemente tenga un poco de razón.
Por las noches, cuando me toma entre sus brazos, y nos entregamos, ya no importa si puedo guisar o no; no importa quién tenía razón en la última discusión o si el techo debe arreglarse durante la semana o hasta el domingo; no importa nada ni nadie, ni siquiera importa que todas las caricias y las palabras de amor estén manchadas por la mentira que es nuestra vida.
—Jason.
—¿Mmh..?
Me gusta ver cuando el sueño lo va venciendo poco a poco. Mientras era mi escolta en palacio nunca lo vi tan relajado y mucho menos mientras viajábamos. Pero ahora, cada noche se va quedando dormido a mi lado mientras sus dedos acarician distraídamente las puntas de mi cabello, que no alcanza a llegar a mis hombros.
—Aún no has respondido a mi pregunta —digo suavemente, recostada sobre su pecho.
—¿Qué pregunta? —dice, aún adormilado.
—Tú sabes qué pregunta.
Abre los ojos y se rueda un poco para quedar de frente a mí. Me mira con tanta ternura que siento ganas de llorar de felicidad.
—Creo que ya no es necesario, pareces tener la respuesta.
No es una respuesta, pienso que no es algo que descubras un buen día, sino, más bien vas aprendiendo poco a poco, momento a momento y está bien así.
Ante mi silencio, pincha mi costado con un dedo, pego un salto y me alejo de él.
—¿Qué haces?
—Busco tu punto débil —dice, sonriendo, mientras sigue pinchandome el costado, el estómago, la espalda...
—¡Basta! —grito cuando no puedo más con las cosquillas.
—Basta... ¿Qué?
—¡Basta! ¡Basta! —grito entre carcajadas y comienzo a patalear.
—¿Qué más?
—¿Por favor?
—No es suficiente.
—¿Mi amor?
Se detiene y con sus manos a ambos lados de mi cabeza, acerca su rostro al mío.
—Eso no está mal...
—Tengo algo mejor.
—¿Ah, si?
Usando un movimiento que él mismo me enseñó, lo hago rodar para cambiar de posición y quedo arriba de él, imitando su misma postura.
—¿Qué tal?
—Nada mal, pero te falta algo.
—¿Y es?
—¡Esto!
Toma mi rostro en sus manos y tira con suavidad para acercarlo al suyo y alcanzar mis labios. En medio del beso, se incorpora, haciendo que quedemos sentados.
—¿Alguna vez te dije lo tentadores que son tus labios?
Por supuesto que no, jamás me decía nada, al punto de sentirme frustrada por su indiferencia hacia mí. Pero, por su forma de decirlo, de estrechar mi cintura con vehemencia, de besarme y adueñarse de mi ser al completo, comienzo a preguntarme: ¿desde cuándo fui una tentación para él? Sin embargo, sus manos han comenzado a deslizarse por mis muslos, lo que hace que me pierda por completo y olvide todas las preguntas y dudas.
Si, ahora tengo mi respuesta. ¡Esto es el amor!
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N.A.
Nuestros tórtolos disfrutan de su vida de casados, aunque para Ariana es difícil desprenderse de su verdadero yo y constantemente pone en duda su capacidad de adaptarse a esa vida, poco a poco se irá sintiendo más parte de ese mundo.
¿Qué les parece esta pareja? ¿Creen que puedan ser felices al fin?
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