Capítulo 15-Parte II
Si, creo que me pasé de la raya. Después de nuestra discusión se quedó callada durante horas. Yo terminé en casa de Geofrey ayudando a preparar la carreta para su partida al bosque al día siguiente, sólo para no estar en la misma habitación con ella. Por la noche habrá una fiesta para despedir a los leñadores, ya que se ausentarán por varios meses.
—¿Nos pondrás al tanto de todo al volver, cierto?
Parece que Roul no es de los que se dan por vencidos. Mis hermanos mayores apenas se llevan un año de diferencia, parecen gemelos, especialmente porque se parecen mucho. Cabello muy claro, ojos grises y complexión gruesa. Sólo Josse y yo no tenemos el cabello claro de los Askell y hasta Josse tiene esos ojos grises que parecen de hielo.
—En verdad queremos oír la parte cómo conquistaste a una dama noble, eso debe ser emocionante.
Huy, sí. En especial la parte cuando actúo como un cretino para alejarla emocionalmente y ver el dolor, que yo mismo provoqué, reflejado en sus ojos; eso es muy emocionante.
—No tanto como crees.
—¡Hey, Dragah! —grita Roul y se aparta de nosotros para ir a cortar el paso a un joven de unos dieciocho años que, aparentemente, se dirige a la herrería llevando unas espadas oxidadas en brazos.
—¿Quién es él?
—Es Dragah Doucet, el año pasado aprovechó nuestra ausencia para acercarse a Aalis. La ronda y eso, ya sabes, creo que mi madre lo aprueba pero Roul y yo no estamos muy seguros de él. Ven conmigo, esto nos concierne a todos.
Bueno, si él lo dice. La verdad, aunque comprendo su punto de vista, comparado con el libertinaje en Gaoth, pienso que Dragah actuó correctamente al acudir a nuestra madre en ausencia de Roul y Geofrey, pero no creo que deba llevar la contraria a mis hermanos.
Llegamos hasta Roul que ha acorralado a Dragah cerca de la entrada a la herrería. No parece atemorizado, me da la impresión que podría tirar a cualquiera de ellos si lo quisiera, pero tal vez no quiere echar más leña al fuego.
—Si es como dices, ¿por qué aprovechaste nuestra ausencia para proponerle matrimonio? —Le reclama el primogénito de los Askell en ese momento.
El aprendiz de herrero mira a Roul a los ojos con determinación y algo en su mirada me llama la atención. No podría precisar qué es, lo único que sé es que no me gusta. Al fin baja los ojos con humildad.
—Ya te lo dije, yo respeto mucho a Aalis, nunca haría nada para dañar a tu familia. Mi lealtad está con mi pueblo.
Es una frase que se hizo popular cuando Bleakville llegó a formar parte de Trondheim por acuerdo con Lyon y este cedió las tierras después de una alianza. Se refería a que no importaba cuál nación ondeara su bandera en Bleakville, la lealtad de su gente seguiría con el pueblo. Muchos no estuvieron de acuerdo y se fueron, dejando el pueblo casi vacío, pero volvió a repoblarse y la frase se siguió repitiendo como una especie de juramento. Al ver a Dragah decirlo, una extraña sensación se enciende dentro de mí, como cuando una luz de advertencia se enciende en la torre y nos sabes qué pasa, sólo que debe ser malo.
—Bien —acepta Geofrey—, porque esta vez no se quedarán solas. Nuestro hermano ha vuelto y él velará por la familia.
Dragah me mira con desconfianza y le devuelvo una mirada de advertencia. Cuando Roul y Geofrey se dan por satisfechos y vuelven a sus quehaceres, Dragah deja caer las herramientas y mientras las recogemos suelta sin ninguna ceremonia.
—¿No eres tú el que se fugó con la sobrina de sus amos?
Vaya con el chico impertinente.
—Supongo que planeas contraer nupcias en primavera, como todos, ¿no?
Asiente sin abandonar su mirada desconfiada. Yo sigo ignorando su comentario.
—¿Te das cuenta que dependerá de lo que yo vea en ausencia de mis hermanos mayores, verdad?
El chico toma sus herramientas y entra, por fin, en la herrería musitando un débil:
—Entendido.
No me gusta para nada esa mirada desafiante y esa frase superficial. Él miente, no sé exactamente en qué, pero no es de fiar y que mi hermana esté pensando seriamente en casarse con él, realmente me preocupa.
—Yo que tú ignoraría a Dragah, no es más que un simplón sin remedio.
Al darme vuelta me encuentro a una chica de cabello muy rizado, castaño y que cae por debajo de sus hombros, ojos negros y actitud desafiante. A pesar de ser al menos una cabeza más baja, me mira como si lo hiciera desde arriba, no creo haber conocido a nadie más con esa habilidad.
—¿Margueritte? Parece que no ha pasado el tiempo, no has cambiado nada.
—Eso, por donde lo mires, no es ningún cumplido, ¿sabes?
¿En serio? Yo pensaba que en todo el reino cualquier mujer se sentiría halagada con esas palabras. Margueritte Béringer es todo un caso. Tal vez sea por ella que Ethy se comporta de esa forma también, aunque a Margueritte le resulte más natural.
—Me alegra ver que estás mejor. Fui a verte cuando llegaste, pero tu linda esposita dijo que no deberías recibir visitas.
Si, bueno, no puedo decirle que eso se debe a que, según Ariana, desvariaba y la llamaba todo el tiempo por su verdadero nombre. No hubiera sido nada bueno que alguien del pueblo escuchara eso. De pronto siento una punzada de culpa. Ariana fue bastante fuerte al enfrentar lo del ataque y luego cabalgar para buscar ayuda. ¿Cómo hubiera podido protegerla en ese estado? Realmente se merece que la ayude a aprender a defenderse, no debí haberla tratado de esa forma impulsado por los celos.
—¿No irás a los bosques?
Coloca las manos en las caderas al tiempo que apoya el peso de su cuerpo en un sólo pie y desvía la mirada con desdén. No puedo evitar pensar que, en ella, esa pose sí intimidaría a cualquiera.
—¡Claro que no! Era distinto cuando era una niña, ahora soy una mujer y debo quedarme en casa.
"—Entonces, ¿qué se supone que hace una esposa en este lugar?
—Quedarse en casa".
¿Quedarse en casa? Eso debió sonar muy odioso, aunque era lo que buscaba desde un principio. Debió ser más doloroso de lo que yo había calculado.
—Es lo que se espera —digo, distraídamente.
—Tú no piensas igual.
—Te sorprenderías, pero no importa lo que yo piense, ¿verdad?
—Sabes que para mí sí, siempre ha sido así.
—Ha pasado demasiado tiempo de eso.
Margueritte suspira cansinamente y deja caer los brazos. Lo siento, pero no estoy de humor para revivir anécdotas de la niñez.
—Sí, demasiado —Guarda silencio un momento como decidiendo si debería decir lo siguiente, pero al fin lo hace—. Siento lo de tu padre... ya sabes... a veces, bueno esas cosas pasan.
Asiento aceptando sus condolencias, pero sin agregar nada. Ella sigue.
—¿Sabes? Aunque no puedo ir a los bosques con los leñadores, me escapo de vez en cuando para ir a cazar a los alrededores, ¿te interesa?
¿Cazar? Me hace falta algo de práctica con el arco. No puedo usar mi arco de la Guardia, ni la espada. Pero no quiero perder la oportunidad, tal vez mis hermanos tengan algo que pueda usar.
—¿Por qué no?
—¡Bien! Entonces, te veo en el baile.
Margueritte se va y vuelvo con mis hermanos, pero ellos me envían a casa para prepararnos para la noche. Otro baile. Ojalá no termine como el último baile al que asistimos.
Sigo el camino que lleva a casa. Poco a poco se ven menos casas apiñadas y el paisaje se vuelve solitario mientras me interno en la arboleda detrás de la cual hay una pequeña y vieja casita, y dentro una chica valiente, muy fuerte y que ahora mismo debe odiarme con toda el alma.
Al entrar en la casa la luz de la tarde entra por todas las ventanas abiertas. La estancia de la chimenea está un poco más limpia. Ariana debe estar arriba y no me atrevo a subir después de las cosas que le dije.
Después de unos minutos, vacilando en la estancia y al darme cuenta del silencio imperante en la casa, decido subir. Está dormida en el único lugar limpio: la habitación. Apenas tiene un rebozo sobre los hombros y como no sabe cómo encender el fuego de la chimenea, está temblando de frío. De todos modos tengo que despertarla, mi madre nunca me perdonaría faltar al baile de esta noche.
—...no... Por favor...
Pesadillas otra vez. Se intercalan con los recuerdos de la noche del baile y la muerte de su madre. Cómo quisiera verla dormir pacíficamente, pero tendrían que pasar muchos años para lograr superar todo esto, suponiendo que no ocurra nada más, lo cual dudo.
Toco su hombro suavemente, preparándome para lo que viene. Sus despertares no suelen ser pacíficos.
—¿Ariana?
—... no... No lo hagas... no lo mates...
—¿Qué? Ariana, despierta...
—¡Jason, no!
Se levanta tan bruscamente que casi se cae de la cama, lucha por aire mientras mira a su alrededor desorientada. ¿Que no mate a quién?
—Ariana, estás a salvo. Estamos en Bleakville, llegamos a salvo, todo está bien...
Mientras más hablo, más fácil es para ella recuperarse. He notado que ubicándola en su tiempo y espacio, ella logra calmarse más rápido.
—Es cierto... Bleakville...
No me atrevo a abrazarla como en otras ocasiones en que se ha despertado tan asustada, pero es ella quien se arroja a mis brazos. Murmura algo que me suena como: "No lo harías... no lo harías..." Creo que es la primera vez que soy yo quien la asusta en sus sueños. Espero a que esté más calmada y recupere el aliento.
—¿Te perseguían en tu sueño? ¿Alguien intentaba lastimarte?
Mueve la cabeza negando y se va apartando poco a poco.
—¿Por qué querría matar a alguien que no sea una amenaza para ti?
—Los sueños, por lo general, no tienen sentido.
Sale de la cama con prisa y trata de alisar su cabello frente a un espejo empañado y comienza la complicada tarea de tejer una trenza que, dado el largo de su cabello y las manos temblorosas, se hace aún más difícil.
—¿No lo harías, verdad?
—¿Qué cosa?
—Nada, olvídalo.
Se prepara para asistir a la fiesta de despedida de los leñadores. Todo el tiempo está muy silenciosa y cuando estamos a punto de salir se vuelve bruscamente en la puerta y sus ojos llorosos me hacen frente. Temo lo que va a decir.
—A Adrian.
—¿A Adrian qué?
—Soñé que bailaba con él y por eso... tú... ¡Lo mataste!
Sale corriendo de la casa y me quedo ahí sin poder creer en lo que me he convertido a sus ojos. ¡Bravo! Si alejarla era lo que quería, me salió de maravilla.
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N.A. Bueno, aquí tenemos a nuestra princesa tratando de vivir como aldeana, jeje, no será fácil adaptarse a una vida tan diferente y su "esposo" tampoco ayuda mucho que se diga.
Quiero disculparme por dividir los capítulos en partes, la extensión es normal para un PDF o incluso un impreso, pero sentí que para wattpad se hacía muy largo y no quiero cambiar la numeración al menos hasta haberlo subido completo y ver cómo van quedando. Espero su comprensión.
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En el próximo capítulo...
—Si mi esposo puede hacerlo, yo también puedo, después de todo él y yo venimos del mismo mundo.
—Con una mínima diferencia de estatus. Las damas no acostumbran a huir con sus siervos, me parece.
—Yo no era más que una advenediza en casa de mis tíos. Si, usaba vestidos costosos y joyas preciosas y me educaron con algo llamado: modales, pero esas finezas son sólo exteriores.
—Tal vez tenga razón, si Jason ha comenzado a adaptarse tanto como para decidir salir a cazar conmigo y conocer los alrededores, eso pronostica un buen futuro.
—¿Cazar?
¿Cazar? ¿En su bosque? ¿Solos?
—No te preocupes Diana, yo conozco estos bosques como la palma de mi mano... —Pasa por mi lado y dice en un susurro— Nadie se pierde en mi bosque a menos que quiera hacerlo.
¡Touché!
¿Estás celosa?
¡Maldición!
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